Capítulo 40 ✔

Los niños llegaron puntuales, como lo habían hecho desde que le había pedido al señor Marqués dar las clases en su casa en vez de la mansión, y comenzó su trabajo sin darle importancia a la penetrante mirada que la seguía desde las sombras. Itagar se había hecho invisible en el momento que los gemelos pusieron un pie en el balcón, eligiendo observar sus interacciones con los jóvenes estudiantes bajo una protección mágica.

Al principio lo había ignorado, pero según pasaban las horas era más difícil hacerlo. No solo le erizaba los vellos de su nuca el ser vigilada tan intensamente, sino que también percibía las emociones que evocaba en él, pues el maldito se había negado a cerrar su conexión psíquica. Y las cosas en que el elfo estaba pensando no eran aptas para ser presenciadas por menores de edad.

Quizás cuando el drow hiciera acto de presencia visible, como habían planeado en la mañana, tuviera un respiro del calor que torturaba su entrepierna, aunque, conociéndolo, lo empeoraría todo.

Adara se encontraba en medio de una lección de biología, repasándoles a los gemelos el ciclo del agua, cuando sonó el timbre de la puerta principal. Dos cabezas rubias abandonaron sus libretas de inmediato para mirar hacia la fuente del sonido y luego a ella con las cejas fruncidas en obvia confusión. Ella nunca tenía visitas mientras los niños estaban en su casa así que era obvio que los chiquillos sintieran curiosidad.

-¿Esperaba a su novio, misis Luciano? -preguntó Aaron, el gemelo mayor y más atrevido del par. La miró con aquellos irises verde esmeralda que brillaban con una picardía que un niño de doce años no debería tener y le sonrió, logrando que el pequeño lunar bajo su ojo derecho resaltara más-. Papá no estará feliz con usted.

Su hermano, quien estaba sentado a su lado, le dio un codazo en las costillas a la misma vez que el timbre volvía a sonar.

-El señor Marqués no tiene porqué enojarse de que yo tenga novio -comentó la joven levantándose de su asiento y señalándole al dulce Arian que había trazado una flecha mal en su dibujo del ciclo del agua-. Pero si no desean la comida que le pedí que trajera, lo puedo enviar por donde vino. Hoy no tuve tiempo de prepararles el almuerzo así que si no quieren pizza...

-¡Claro que queremos pizza! ¡Papá casi nunca nos deja comer pizza! -exclamó el rubito número dos y corrió frente a ella para adelantarse a abrir la puerta-. ¡Hola! -El chiquillo ladeó la cabeza al sentir el poder mágico que latía casi con vida propia en el interior del hombre de color frente a él. Sus ojos verdes se redondearon por un breve instante antes que se clavaran en la enorme caja de pizza en las manos del extraño y su rostro se alegrara con una amplia sonrisa-. Entre. De prisa, antes que se enfríe.

Itagar le devolvió una media sonrisa y sus ojos plateados, ocultos por sus gafas oscuras, se clavaron en el jovencito hasta que Adara apareció en la puerta. Aquellos zafiros reflejaban la misma diversión que mostraban sus labios, haciendo que su sangre corriera a su entrepierna. Aún no, Itagar, aún no. Cerrando los ojos y tomando un hondo respiro, dio un paso al frente a la vez que el chiquillo corría adentro y su sar'gek se apartaba para dejarlo pasar. Su atención retornó al niño mientras ponía la pizza sobre la barra de la cocina.

Una energía fría, pero que luego se tornaba caliente, emanaba de los gemelos, enroscándose a su alrededor como si de una serpiente gaseosa se tratase. El poder que esos niños proyectaban hacía que los vellos en la parte posterior de su nuca se erizaran, avisándole del peligro.

Es magia antigua y poderosa. Estos jovencitos no tienen ni una pizca de sangre humana en sus venas.

Poseer energía fría normalmente significaba que se pertenecía o estaba asociado con la Corte Oscura- pixies, kelpies e incluso los drow tenían energía fría-, pero que ésta se convirtiera en caliente señalaba a algo mucho peor que un Unseelie. Solo la Corte de la Luz poseía energía cálida, sin embargo, los jóvenes estudiantes de Adara mostraban ambos tipos.

¡No puede ser!

-Itagar, te presento a Aaron -dijo Adara de pronto, señalando al mocoso con un lunar bajo un ojo-, y Arian; los pequeños diablos a los que le enseño.

-Es un gusto, jóvenes -respondió el elfo, dejando sus teorías de lado por un momento. Sin embargo, era un misterio que debía resolver si deseaba mantener a Adara lejos de cualquier peligro, aunque éste estuviera disfrazado de dos angelicales crías humanas.

Arian fue rápido para esbozar otra sonrisa, que le marcaba hermosos hoyuelos en las comisuras de su boca, mientras abría la caja de pizza para servirse dos enormes pedazos de la delicia italiana. En cambio, Aaron observó al hombre que transpiraba una helada energía violeta de arriba a abajo y enarcó una ceja cuando su mirada retornó a las gafas oscuras cubriendo los ojos del "amigo" de su educadora favorita.

-Hasta el momento, mi padre, hermano y yo habíamos sido los únicos hombres en la vida de la señorita Luciano, ¿qué intenciones tiene con mi maestra? -interrogó el mayor de los gemelos, logrando que la mujer en cuestión abriera los ojos como platos.

-Solo las que ella me permita tener.

Las palabras de reproche que Adara iba a dirigir contra el atrevido muchachito se esfumaron de sus labios en el momento que su elfo pronunció aquello y sus mejillas se encendieron en llamas. Fue un hermoso detalle, dadas las recientes circunstancias de su relación, sin embargo, la situación en que tales palabras fueron dichas no le dejaba concentrarse en ellas.

No podía creerlo. ¿En serio le estaba sucediendo aquello? ¿En serio que su estudiante le estaba viniendo con cosas a su marido extraterrestre mágico como si fuera su hermano mayor o algo parecido?

Llenando sus pulmones de aire para luego liberarlo poco a poco, la joven peliazul posó sus manos a cada lado de su cintura y clavó sus orbes azules en Aaron. El muchachito necesitaba un escarmiento.

-Yo no soy ni tu tía ni tu hermana para que vengas a molestar a mi invitado de esa manera, jovencito -dijo, colocando un plato con dos pedazos de pizza tan fuerte sobre la mesa de cristal que ésta se quejó por el maltrato-. Mejor ponte a comer antes que decida darte todas las asignaciones del resto del semestre hoy.

Itagar trató de ocultar su sonrisa, sin mucho éxito, mientras observaba a los gemelos discutir entre ellos por la amenaza de su maestra. Esos jovencitos tenían la bravuconería de una pixie y el nivel de poder de un demonio, lo que los hacía impredecibles, por decir algo. No tenía idea de cómo o por qué el destino los había llevado junto a su colmillo, pero de una cosa sí estaba seguro: si descubría que eran una amenaza para su duendecilla, los apartaría de ella de inmediato.

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N/A: El modelito de la multimedia es como imagino la apariencia humana de Ita, solo que con el cabello hasta la cintura, no pegado al cráneo 😁😜. ¡Feliz día de San Valentín adelantado!, por si acaso no logro darles la sorpresa que se me ocurrió.

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