Capítulo 37 ✔
Antes que ella pudiera decir algo más o arrepentirse de intimar, él la presionó con fuerza contra la pared, devorando su boca con una necesidad desenfrenada. Más mordiscos sobre sus labios y algunas caricias de lengua la calentaron, logrando que la chica se frotara ella solita contra su cuerpo. Él respondió con un gemido ahogado y hundió los dedos con mayor fuerza en las nalgas de ella.
De seguro amanecería con moretones al otro día, pero por la Señora de los Ojos Brillantes, esa imagen solo lo endurecía aún más. Su miembro comenzaba a dolerle dentro de sus pantalones de cuero, presionándose contra el tejido como si quisiera liberarse de su prisión. Era hora de sacar a su amigo a jugar.
Formando el hechizo en su mente, sus pantalones fueron cubiertos por un aura violeta antes de que desaparecieran, dejándolo completamente desnudo.
Su erección se alzó de inmediato sobre sus bien redondeados testículos antes que la cabeza, la cual ya goteaba líquido preseminal, se deslizara sin problema entre los labios de ella.
Ambos gimieron, haciendo un coro pasional que hizo eco en la casa, y Adara hundió sus dedos en las nalgas de él, atrayéndolo y juntando sus cuerpos con mayor fuerza. El anhelo de sentir más de aquel largo y grueso miembro la instó a igualar el tempo de las caderas de Itagar. Recostó su cabeza de la pared, dejando la garganta expuesta para que el elfo la llenara de besos, mientras sus labios no dejaban de expresar su excitación.
-¿Te diste cuenta, sar'gek? -La pregunta fue acompañada por pequeños besos y suaves mordidas sobre la tersa piel de aquel cuello femenino-. Mi pene te hizo olvidar la pared tras de ti por completo -anunció con una media sonrisa en sus labios.
-Eres un bastardo, Diávolo -dijo ella sin coraje, jadeando por las sensaciones recorriendo su cuerpo. El glande, bien lubricado con los jugos de ambos, se deslizaba entre los labios de su vagina hasta chocar con el perineo para luego retroceder fuera y repetir el proceso. Todo el tiempo teniendo el detalle frotar todo el tronco del endurecido miembro contra su clítoris. Solamente la fricción enviaba fuego por sus venas, desbocando su corazón y haciendo que sus paredes internas se contrajeran con el deseo de ser llenadas-. Itagar no me hubiese presionado hasta obtener mi rendición.
-Itagar también se muere por metértelo, pero es demasiado marica como para obligarte a enfrentar tus miedos. Por eso estoy yo aquí -gruñó el drow entre dientes y sus ojos volvieron brillar escarlata por un momento antes que manos invisibles sostuvieran a la muchacha en su lugar, dejando sus propias manos libres para divertirse-. Créeme, cuando termine contigo vas a rogarme que te lo meta.
-Eso no pasará -sentenció ella con el ceño fruncido en lo que esperaba fuera una expresión de molestia.
El pecho de él vibró con una risa malvada y pecaminosa al ver el pobre intento de su sar'gek para verse enojada. En vez de aquello, lo único que había logrado era verse como una pixie necesitada. Apetecible y sexy.
-Ya veremos, mi amor, ya veremos -susurró, inclinándose para reclamar sus labios en un beso tan salvaje como él mientras una mano empuñaba el borde de la delicada blusa de encaje negro que ella tenía puesta-. Pero primero, vamos a deshacernos de esto.
Sin darle tiempo a pronunciar protesta alguna, la pieza de ropa fue envuelta en el mismo brillo lila de la anterior y desapareció del cuerpo de su duendecilla. Aparecería tirada junto a sus pantalones en algún lugar de la sala mas no era algo para preocuparse en el momento.
Ella agrandó sus ojos como hermosos platos del color del océano.
-Has estado usando magia desde el principio, pero, ¿cómo? Yo no...
-Ahora puedo utilizar la magia con solo pensar en ella porque la diosa me dio parte de sus poderes -respondió mientras masajeaba un seno hasta que la punta oscura se endureció bajo su tacto-. Solo los hechizos más antiguos y complicados requieren que los pronuncie en voz alta.
-Yo espero que no te atrevas a utilizar un hechizo para controlar mi deseo, Yis L'Itagar Gamel'le -amenazó ella con la respiración entrecortada y el brillo de una amenaza en sus preciosos zafiros.
Los músculos de Itagar se tensaron por un breve segundo al oír su nombre verdadero. Adara ni siquiera se había dado cuenta, pero lo había atado con el girash'mir y, sin haber especificado un tiempo, los efectos de la magia permanecerían por siempre. Quizás sea lo mejor, así nunca tendré la tentación de manipular sus emociones.
-No, mi hermoso colmillo. Para controlar tu deseo solo necesito usar mis dedos -susurró con la voz ronca a la vez que la mano en el seno la abandonó para descender por el vientre hasta deslizar su dedo índice entre la mojada abertura que lo llamaba. Encontrando casi de inmediato el botón de placer de su duendecilla, Itagar comenzó a frotarlo con círculos lentos que acompañaban los movimientos de sus caderas.
Ella arqueó la espalda, dándole mayor acceso, y el sonido de su inhalación torturada llenó la habitación igual que un grito. Las manos sobre sus hombros corrieron por sus bíceps y luego cambiaron dirección hacia su espalda, donde los dedos femeninos se clavaron en su piel, dejando marcas que comenzaron a arder casi de inmediato.
Un gruñido escapó de su garganta antes que sus labios buscaran la curvatura del cuello de ella y dejaran leves marcas de dientes sobre la tersa piel, todo el tiempo sin dejar de estimular el clítoris entre sus dedos. Otro gemido en su oído. Sus manos mágicas sostuvieron a la muchacha con más fuerza de la soportable por un instante, ganándose un quejido seguido por una rotación de cadera que envió su cabeza unos pocos centímetros dentro de ella.
Respirando con dificultad, él ancló sus manos a cada lado de la cabeza de su colmillo y forzó su cuerpo a permanecer quieto mientras ella se abandonaba al placer del momento, clavándole las uñas a la vez que gemía en su oído.
Si llegaba a haber penetración no sería por su culpa.
La pequeña diabla me obligó a prometer que no la cogería como se debe, pero aquí está, dándome una probada su entrada con cada vaivén de sus caderas.
Adara se había perdido en el placer que vibraba entre ambos y él estaba a punto de cometer una locura. Para evitarlo necesitaba retornar su sar'gek a la tierra y convencerla de permitirle amarla como él deseaba.
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N/A: Sé que lo dejé en otro cliffhanger, pero por favor no me maten. Esta parte se me está complicando.
Por otro lado, si necesitan refrescarse los términos, recuerden que el glosario está al principio de la historia, luego de la nota de autor.
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