Capítulo 25 ✔

—Bien hecho, mi criaturita de oscuridad. Estoy muy orgullosa de ti —declaró, mirando al drow que había caído al suelo cuando los acólitos lo liberaron de su yugo.

Él alzó la cabeza para hallarse frente a una sonrisa maternal que logró arrancarle una pequeñita de sus propios labios. Poniéndose de rodillas, se inclinó hacia la diosa hasta que su frente tocó los pies descalzos de su señora. Su largo cabello blanco se precipitó sobre sus hombros, cerrándose como una cortina de seda a su alrededor.

—Le doy las gracias y mi eterna gratitud por liberarme de aquel tormento. Además de mi misión, ¿hay otra cosa que desee de mí?

—No, Aquel que la noche oculta, pero tienes preguntas sobre lo sucedido y yo estoy dispuesta a responderle a mi avatar de justicia —ella se inclinó hasta poner una mano sobre aquella espalda desnuda y llena de heridas. Estaba segura de que, si no fuera por la fracción de poder que le regaló, el pobre no podría moverse con tanta facilidad.

El elfo negó con la cabeza, haciéndole cosquillas con las largas hebras de su cabello.

—No lo creo prudente, mi señora, pues otros deben haber escuchado mis gritos.

—Levántate, Itagar. No me gusta que me anden besando los pies —ordenó Loth con una sonrisa en su voz mientras se erguía y manos fantasmales obligaban al drow a hacer lo mismo—. Además, el tiempo fue paralizado en el momento que acudí a ti; es una de las ventajas de mis poderes.

—¿Las otras veces también? —Sus ojos plateados se agrandaron y el último trazo del anillo rojizo desapareció de su mirada. Al fin, volvía a estar en completo control de su cuerpo una vez más.

—No —confesó la diosa a la vez que comenzaba a caminar hacia el final del pasillo, donde la habitación de Cerias esperaba—, solo puedo detener el tiempo a esta escala una vez cada día. Lo salvé para ahora pues sin mi intervención, te hubiesen atrapado. Esta vez no fueron dos borrachos los que te escucharon, cariño —dijo, girando la mano hasta que la palma quedó hacia arriba, y la puerta de la habitación se abrió por sí sola. Loth posó sus ojos negros sobre su elegido, lanzó un cansado suspiro y chasqueó la lengua—. No has preguntado lo que realmente deseas saber, Yis L'Itagar Gamel'le.

Un tenue olor a sangre serpenteó hasta el elfo, logrando que apretara los labios en una fina línea y bajara la mirada al piso mientras percibía a su bestia removerse en su interior. Decidió entonces concentrarse en la falda de seda negra de la divinidad, cuyo borde, cubierto por runas doradas que leían "juez", "jurado" y "verdugo", casi cubría sus pies por completo.

—Usted mencionó a Yamrar, el principal dios de los elfos de luz, pero, ¿qué tiene que ver él con mis síntomas del glavarshker? —preguntó al fin, recordándo cómo su señora se había referido a las voces que lo atormentaban.

—Sabía que estabas muy pendiente de mis palabras a pesar de tu situación —aclaró ella con una sonrisa antes de internarse en el cuarto de Cerias y utilizar sus poderes para presionar donde se veía la huella de una mano ensangrentada, la cual resultó esconder una runa que brilló verde al ser activada, en la pared sobre la cama. De inmediato una loza de roca rectangular, oculta tras un espejo del tamaño de una persona, se hundió en el suelo, revelando la oscuridad de un pasaje. El espejo también mostraba más huellas de dedos en sangre—. La locura que invade a tu raza al perder a sus parejas es una condena impuesta por Yamrar para castigarme. Él sabe que la mejor manera de torturarme es a través de ustedes, a través de mis niños.

Ella miró el espejo que ocultaba el pasaje y su semblante se oscureció con la tristeza de aquel que no puede hacer nada para evitar el sufrimiento de sus seres amados. En aquellos momentos no parecía una poderosa diosa sino una elfa oscura común y corriente. Una que sufría por los errores de su pasado.

—Las voces suelen ser Yamrar y sus acólitos, pero para cuando intervine solo los seguidores del sol se hallaban jugando con tu mente. Y fue su ausencia lo que me permitió salvarte. Si Yamrar hubiera estado presente...

—Yo seguiría bajo su control y tarde o temprano hubiese asesinado a un inocente, forzándola a que me devorara —prosiguió el drow, empujando el espejo que tapaba el oscuro pasaje y mirando su interior sin prestarle mucha atención. Sin embargo el olor a sangre se hacía más fuerte allí adentro—. ¿Por qué el sol odia tanto a la luna?

—La luz y la oscuridad siempre han estado en lados opuestos, sin embargo, nuestro problema es más... personal —Los ojos negros de Loth se posaron sobre el exgeneral y los fantasmas del pasado poco a poco abandonaron su rostro—. Este pasillo te llevará directo a la superficie y a tu próximo objetivo. Reiner está recuperándose en lo que fue tu prisión pues el hechizo para reconstruir el espejo y enviar a tu sar'gek de vuelta a Midgard tomó más energía de lo que imaginaba.

—¿Reiner salvó a Adara? ¿Por qué?

La diosa le regaló una media sonrisa y desapareció en la oscuridad de la habitación.

Eso deberás descubrirlo tú, Aquel que la noche oculta. Recuerda que tú eres ahora mi juez, jurado y verdugo, le susurró la diosa en su mente antes que el silencio se apoderara del lugar.

Haciendo un ademán con la mano, Itagar cerró la puerta de los aposentos de la sacerdotisa con su telequinesis y reacomodó el espejo antes de internarse en la negrura de aquel túnel que parecía haber sido cavado en la roca como un escape de emergencia.

Y era obvio que alguien herido lo había usado recientemente pues pequeños charcos de sangre salpicaban el suelo irregular; además, de que podía olerla también en las paredes. La pregunta era: ¿quién?

******************
N/A: Arriba verán la foto de Yamrar, deidad solar de los elfos de luz y enemigo de Loth.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top