Capítulo 11 ✔
Frente a él se encontraba su antigua ama, la Gran Sacerdotisa de Loth, clavando sus furiosos ojos rojos en la marca que apareció de inmediato en el hombro derecho de Adara. Con un grito estridente, que despertó a la chica peliazul, la sacerdotisa les lanzó un rayo de electricidad, enviando a los dos amantes directo contra la pared del fondo. La espalda de Itagar le pegó fuerte a la roca, recibiendo él la mayor parte del impacto, pero su segundo colmillo se hallaba inconsciente en sus brazos pues fue ella quien recibió lo peor del ataque mágico. Al menos aún respiraba.
-Llévense a la mujer de aquí -le ordenó la elfa a Reiner y Sheif, quienes esperaban tras ella-. Pónganla en una de las celdas del templo y hagan lo que quieran con ella. Yo iré a pasarle sentencia cuando termine de arreglar unos asuntos con el prisionero aquí presente.
La mente de Itagar bulló con ideas y escenarios que podían ser implementados para librarse de sus enemigos mas una y otra vez era recordado de lo pocas que eran sus reservas mágicas.
A lo largo de los siglos encerrado en aquellas cavernas había dejado de ir al altar de Loth, excepto en los momentos donde era extremadamente necesario, porque el ver las estrellas le recordaba su falta de libertad. Al no absorber la suficiente luz de luna, los niveles de magia en su cuerpo siempre estaban en el mínimo. Estúpidas decisiones de las cuales ahora se arrepentía.
En su condición actual no tendría otro remedio que dividir y conquistar. Que la Ar'gik Chysmallar se apiadara de su alma porque eso significaba que debería dejar a Adara en manos de dos monstruos mientras él lidiaba con la Gran Sacerdotisa. Espero que encuentres en tu corazón una razón para perdonarme de lo que esos bastardos te hagan en mi ausencia, sar'gek.
Los guardias se adelantaron, pero sólo Sheif se acercó hasta patearle una pierna. Reiner permaneció fuera de su alcance, utilizando un hechizo para levitar a la humana hasta sus brazos. Sheif, creyendo que su antiguo general aún estaba aturdido, lo agarró por el cabello y le haló la cabeza para atrás.
-Gracias, general, hacía tiempo que no teníamos una puta humana para montar.
-Ponle una mano encima y te mataré -dijo Itagar entre dientes antes de morderse la lengua en un intento por controlar la furia en su interior. Su estúpido carcelero sólo estaba avivando las llamas de coraje que su bestia interior había encendido al escuchar su plan de acción. A su monstruo no le gustaba la idea de abandonar a Adara a su suerte ni por cinco segundos.
El elfo de cabellos plateados lo golpeó en el estómago, haciéndole perder todo el aire en sus pulmones.
-Créeme que pondré más de una mano. Le meteré mi bicho hasta que ruege que me detenga entre lágrimas y gritos.
-Reiner, saca a la humana de aquí. Ahora -ordenó la sacerdotisa de inmediato.
Justo en el momento que el rubio se desvanecía junto a su chica, Itagar le arremetió un cabezazo a su carcelero, y luego lo tiró al suelo ejecutando un barrido de pies. Sin perder ni un segundo, el ex-general se sentó a horcajadas sobre su enemigo, inmovilizándole las piernas para luego comenzar a golpearlo con toda la furia que ardía en sus venas. Con cada puño conectado, el cántico de guerra que su monstruo entonaba incrementaba en volumen hasta tornarse casi un grito en su cabeza.
Sangre, sangre y más sangre era todo lo que ansiaba, necesitaba en aquellos momentos. Los instintos salvajes de su bestia interna gobernaban su cuerpo mas por una vez en su vida no le importaban las consecuencias, sólo deseaba asesinar al bastardo bajo sus piernas.
-¿Por qué siempre tengo que hacerlo todo yo? -susurró la sacerdotisa con una mueca de hastío en su hermoso, pero cruel rostro antes de lanzarle dos rayos al prisionero, quien fue lanzado contra la pared de roca tras él. Sin embargo, luego de sacudirse el aturdimiento de la cabeza, recomenzó el ataque a Sheif como si nunca hubiese sido electrocutado. Una retorcida sonrisa curvó los labios de la elfa; el maldito aún contaba con la resistencia por la cual ella lo conocía provocando que todo su cuerpo se estremeciera de placer.
Si tan sólo pudiera tenerlo una vez más...
Sintiendo el deseo latir en sus venas, la Gran Sacerdotisa de Loth electrocutó de nuevo a Itagar, pero esa vez lo hizo con una corriente eléctrica continua que luego de largos minutos logró derrumbar al elfo.
La sacerdotisa se acercó con la respiración agitada luego del monumental esfuerzo de mantener su descarga máxima por alrededor de tres minutos. Estaba exhausta y necesitaba un descanso mas aún quedaba trabajo por hacer. Miró a Sheif gimiendo de dolor junto al cuerpo inconsciente de su antiguo general antes de patearlo en el costado, arrancando un grito del destrozado drow.
-Levántate ya, holgazán, y lleva nuestro prisionero a los calabozos. Luego ve a que te sanen, no quiero charcos de sangre sobre el piso de mi templo.
Adara abrió los ojos sólo para encontrarse en medio de una oscuridad tan densa como si aún los tuviera cerrados. Miedo le caló en los huesos mientras su cerebro la llenaba de dudas. ¿Qué le pasaría si había perdido la vista? ¿Cómo saldría de aquel lugar si no podía ver?
Movió sus manos para llevarlas a su rostro, pero grilletes de metal sujetados por cadenas a la pared tras ella detuvieron su avance. Pánico comenzó a asentarse en su pecho mientras ella tironeaba de sus cadenas y rogaba por auxilio. Sin embargo, nadie acudía en su ayuda, ni siquiera Itagar.
¿Qué demonios había sucedido? Lo último que recordaba era quedarse dormida en brazos de su drow, entonces, ¿por qué...? ¿Acaso los habían descubierto? O peor aún, ¿Itagar la había vendido a sus carceleros a cambio de su libertad?
Lágrimas descendieron por su rostro a la vez que sacudía su cabeza haciendo tintinear sus cadenas. Su guapo elfo no le haría esa crueldad; ¿o sí? Más sollozos se le escaparon y su respiración se aceleró.
-¡Auxilio! ¡Itagar, por favor sácame de aquí! -gritó a todo pulmón, levantándose del suelo para hallarse encadenada de pies también-. Itagar, por favor -Su voz se hizo casi inaudible-. Tengo miedo.
-No importa cuanto grites y forcejees él no vendrá a rescatarte, pequeña mortal.
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N/A: En la multimedia está la foto de la Gran Sacerdotisa de Loth en toda su gloria 😄. Lamento que no pudiera traerles más que un solo capítulo, pero esta semana mi vida personal se apoderó de mí y no me permitió escribir. Espero que no sea así para la semana de arriba 😘.
El próximo capítulo estará disponible entre 27 de febrero al 4 de marzo.
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