Capítulo 1 ✔
Adara se quedó observando al cartero como si al pobre hombre le hubiese surgido un tercer ojo en medio de la frente. ¿Por qué estaba recibiendo un paquete cuando ella no había comprado en línea ni mandado a pedir nada? Ni siquiera tenía familiares fuera de la ciudad para que le enviaran regalos sorpresa a su casa... Entonces, ¿quién era responsable por el paquete que el hombre sostenía entre sus brazos? Y más importante aún: ¿debía rechazarlo o aceptarlo?
—¿Señorita? —preguntó el cartero con la mirada preocupada.
Podría decirle que yo no esperaba ningún paquete y desentenderme de él, pero... La curiosidad estaba haciendo estragos en Adara. Algo le decía que esa caja había sido enviada exclusivamente para ella y debía recibirla. El mero hecho de pensar en rechazarla le estaba provocando taquicardia.
—¿Señorita, se encuentra bien?
—Sí, si. Disculpe —se excusó ella a la vez que tomaba la pluma que descansaba sobre la caja y firmaba el documento, confirmando la entrega. Tomó el paquete mediano envuelto en el típico papel marrón, despidió al hombre y cerró la puerta.
Mirando la caja con intriga, además de un poco de miedo, se sentó en el sofá de su sala y continuó observando el objeto en su falda. No tenía ninguna dirección aparte de la de ella así que era inútil tratar de averiguar el remitente de esa manera. Sin embargo, a pesar del peligro que podría traerle abrir un paquete desconocido, una ansiedad molesta le instaba a hacerlo.
El olvidado televisor continuaba mostrando su novela coreana favorita, pero el mundo a su alrededor había perdido importancia; solo importaba el paquete y su contenido. Suspirando y con la ansiedad atacándola sin piedad, desgarró la envoltura marrón para encontrarse con una nítida caja negra. La surperficie era lisa y suave al tacto, como si fuera hecha de madera pulida. La tapa estaba adherida a la parte trasera por dos pequeñas bisagras color doradas, pero, a parte de eso, no existía ningún otro diseño en el misterioso objeto.
Adara torció el gesto y entrecerró los ojos, ya no podía aguantar más la curiosidad. Respirando hondo para darse valor, abrió la caja y quedó maravillada con la belleza que guardaba en su interior.
Un hermoso espejo de un pie de diámetro reflejaba la admiración de su rostro. Espirales de varios tamaños con hojas en forma de corazón enmarcaban el cristal y brillaban, emitiendo una suave luz prismática que parecía centellear. Era extraño, pero invitante.
La chica no podía descifrar quien o por qué le habían enviado tan raro espejo— si era eso lo que era ya que un espejo normal no emititía luz como si fuera una estrella— pero el deseo de tomarlo entre sus manos la obligó a olvidar la razón y seguir sus anhelos.
Con manos un poco temblorosas, Adara tomó el hermoso objeto entre sus manos y lo sacó del interior forrado de terciopelo de la caja. No bien salió, el cristal onduló para luego tornarse caliente, haciendo que la chica lo soltara; pero en vez de hacerse pedazos en el suelo, éste quedó erguido como si fuera capaz de mantenerse en pie por una base invisible. Fue perdiendo su forma poco a poco, tornándose líquido mientras giraba en espiral y se agrandaba frente a los ojos de una muchacha boquiabierta.
¿Qué demonios estaba pasando? ¿Acaso estaba soñando despierta? La joven trepó asustada por el espaldar de su mueble y se apartó de lo que, hasta hacía unos minutos, fue el espejo. El agua continuaba girando mientras su diámetro crecía en tamaño. Adara no creía lo que veían sus ojos, sencillamente le era imposible de procesar. El miedo se apoderó de ella; su corazón comenzó a palpitar y un grito fue subiendo por su garganta. Justo cuando iba a exteriorizar su temor, el cristal líquido dejó de girar, formando una versión de tres metros de altura del pequeño espejo. La única diferencia: el cristal ahora le mostraba un lugar oscuro, iluminado levemente por extraños hongos bioluminicentes.
Al fin te volviste loca, Adara, o las uvas que te comiste estaban fermentadas y te están provocando alucinaciones.
Ella se acercó al espejo poco a poco, mirando con cierta curiosidad el oscuro y extraño paisaje. La luminosidad de los diseños metálicos aumentó haciendo que sus ojos se entrecerraran un segundo antes que un flash plateado llamara su atención de vuelta al cristal. Preguntándose qué había visto, tocó la superficie y se formaron pequeñas ondas.
—Es agua —murmuró la joven observando sus dedos mojados.
Algo se movió en el interior de la oscuridad y, sin pensarlo dos veces, ella atravesó el cristal líquido con intenciones de descubrir quien o qué se hallaba allí dentro. Se encontró parada en medio de una especie de caverna de cuyas húmedas paredes de roca nacían aquellos extraños hongos. Dio algunos pasos hasta acercarse a un grupo de ellos que quedaba a su izquierda y eran iluminados parcialmente por la luz emitida desde el espejo. Cuando tendió su mano para tocar un hongo rosado, la luz prismática parpadeó un instante para luego desaparecer, sumiéndola en una repentina negrura.
—No, no es posible —El corazón de Adara se desbocó mientras ella permanecía paralizada por el pánico que se apoderaba de su cuerpo. Su respiración comenzaba a entrecortarse cuando vio los curiosos hongos de nuevo. Pequeñas sombrillas de varios colores y tamaños se esparcían alrededor de los lugares más húmedos, iluminando levemente las cercanías. Sin embargo, la bioluminisencia no se extendía hasta donde el espejo había estado.
La sangre volvió a recorrerla con rápidez, pero esta vez llenándola de enojo no temor.
—¡Maldita sea mi suerte! —murmuró furiosa mientras caminaba a ciegas, esperando encontrar el camino de vuelta a su hogar a través de la espesa oscuridad.
Luego de unos cuantos pasos en la dirección que ella creía correcta— moviéndose igual a un zombi, o sea, con los brazos extendidos hacia adelante— sintió el crujir de vidrios al romperse bajo sus pies. El rostro de Adara palideció y dio un paso atrás de inmediato, arrodillándose para palpar el suelo.
—Destruiste tu única salida de este agujero. ¡Qué torpe eres!
La chica se incorporó con rapidez y miró sobre su hombro hacia donde provenía la profunda voz. Allí, iluminado por el suave brillo de unos hongos azules, podía ver el rostro de un hombre con penetrantes ojos plateados que sonreía maliciosamente.
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N/A: Aquí tienes a Adara TheSexyBrain ya que habias preguntado por ella ;)
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