19: El genio y el llorón
Durante toda la noche, Nagi no ha podido dormir mucho por pensar, intentando recordar. Pero no consiguió nada. Aquel chico, llamado Isagi Yoichi, estaba todavía de pie en Blue Lock. Había pasado tanto tiempo y ya no parecía ser ese niño llorón que una vez conoció.
Él, al igual que todos ahí, buscaban ser el mejor delantero del mundo, y estaba cumpliendo esas palabras que una vez él dijo de niño. Sin embargo, por más que le parecía algo curioso ver qué había hecho Isagi Yoichi para sobrevivir en Blue Lock y descubrir en el partido el por qué de la sensación de ardor de su pecho, no le importaba del todo. Él solo tenía en mente la imagen llorosa del niño tímido que una vez fue, por no mencionar también lo increíbles que fueron algunos jugadores con los que tuvo el placer de jugar.
<<Tal vez... solo sobrevivió por suerte.>>, pensó Nagi, concentrado en el juego de su teléfono.
—Nagi, ya es hora de irnos —dijo Reo, jugando con una liga para el cabello en uno de sus dedos mientras le dejaba unos botines, amarrados de los cordones, colgando en su cabeza.
Nagi despertó de sus pensamientos al oír a Reo.
—Sí —respondió Nagi, y desenredó sus piernas sobre el banquito en el que estaba sentado para prepararse para el siguiente partido.
Nagi, inconscientemente, mientras se iba poniendo los calcetines, recordó las palabras de Barou.
<<Vete a casa y ve a jugar tu fútbol de amistad, dúo de esclavos.>>, recordó Nagi lo dicho por Barou.
<<Desde que vine a Blue Lock me ha estado pasando algo extraño...,¿Por qué estaba tan enfadado en ese momento?, ¿Acaso fue porque Reo y yo fuimos humillados, o fue simplemente porque odio a Barou?>>, se preguntó Nagi. <<Aunque... siento que hay algo más, algo en mi corazón... que no puedo explicar...>>
Pensar le parecía una molestia, pero fue inevitable para él, sobre todo cuando se encontró con Isagi. Verlo directamente a los ojos le había provocado una extraña sensación de ardor en el pecho que no comprendía, como si hubiera algún detalle haciendo estragos en su memoria. Solo tenía la sospecha de que tal vez ese detalle era la causa del por qué tuvo esa reacción con Barou Shouei en el último partido que tuvo contra el equipo X. Ahora, solo le quedaba ver qué pasaría.
Luego de prepararse, Nagi fue con los demás a la salida del vestuario. Desde el umbral, vio como el equipo caminaba por un gran pasillo oscuro que era suavemente iluminado por la luz del final. Sin pensar en nada más, se encaminó a reunirse con los demás.
—Nagi, este es el último partido —dijo Reo, volviéndose para verlo mientras se amarraba el cabello—. Con nuestras victorias sucesivas, ya está decidido de que pasaremos a la siguiente fase. Pero aun así asegúrate de darlo todo para que nuestra racha persista.
—Ok —dijo Zantetsu, acomodándose los lentes—. Apretarse el casco después de ganar el escarabajo, ¿no?
—Es después de ganar la batalla —corrigió Reo, encarnando una ceja—, idiota.
<<Pensar es un fastidio...>>, se repitió Nagi, pues eso mismo no le había dejado dormir tan bien como él esperaba la noche anterior. No estaba cansado ni con sueño, solo no tenía la motivación para hacerlo, y mucho menos jugar al fútbol.
—¡Apriétate el casco después del escarabajo! —vociferó Zantetsu, ignorando olímpicamente la corrección de Reo.
—¡Es hora de la última batalla de la primera selección! —agregó Reo con el mismo entusiasmo que Zantetsu.
<<Queee doolooor...>>, pensó Nagi, cerrando los ojos y apretando un poco los labios.
La luz al final del pasillo cegó a Nagi por un momento, pero, al aclararse su vista, advirtió al equipo Z del otro lado del campo. Sin siquiera vacilar, escrutó al equipo rival, e, inesperadamente, se encontró con la mirada determinada del niño llorón, quién lo miraba fijamente mientras estiraba cada brazo con ayuda de las fosas antecubitales. A Nagi le llamó la atención que sea él a quien mira a pesar de que el resto de su equipo entrara primero. Por un momento, Nagi se preguntó:
<<¿Por qué me mira así?>>, pensó, sin soltar la mirada del contrario. Una idea cruzó por su cabeza, y la entendió como una probabilidad del por qué lo miraba tan serio. Después de todo, antes no lo había hecho ni bien se fueron de la cafetería. <<¿Acaso se habrá acordado de mí?>>
Isagi, por otro lado, frunció levemente las cejas y dio media vuelta para dirigirse a su propio equipo.
<<O quizás no.>>
—¿Solo son diez? —se preguntó Reo.
—El señor traidor está escondido en la entrada —señaló Zantetsu.
Reo miró la entrada que conectaba con el pasillo al interior de las instalaciones.
—¿Planeando dejarnos ganar para avanzar como máximo goleador del equipo perdedor? —se preguntó Reo—. Bueno, da igual. De todas formas ganaremos el partido con o sin su ayuda.
El tiempo restante hasta el siguiente juego llegó a cero. Un pitido se escuchó de los altavoces, y Nagi, pasándole el balón a Reo, dio por comenzado el partido.
<<Me pregunto si todos los que están aquí...>>, pensó Nagi, mirando de soslayo a Isagi, quién no quitaba su mirada de encima del balón. <<Les gusta verdaderamente el fútbol.>>
—¡Igaguri! —gritó Isagi, alertándolo.
—¡Sí! —respondió Igaguri y fue corriendo al balón.
Nagi iba a recibir el pase de Zantetsu, pero Igaguri cabeceó el balón justo delante de suyo. Nagi no mostró ninguna expresión, pues en el fondo, seguía perdido en sus pensamientos.
<<¿Qué es el fútbol para ellos?>>, se preguntó.
—¡Atrapa esa mierda, Isagi! —gritó Igaguri.
Nagi vio como Isagi recibió el balón y se lo pasó a Meguru Bachira. Ellos siguieron jugando y él solo contemplaba.
—Gracias —dijo Bachira—. ¡Aquí voy!
<<¿Su sueño?, ¿Su vida?>>, se volvía a preguntar, viendo como Bachira pateaba el balón hacia Gagamaru, quien, con su agilidad, saltó y cabeceó el balón para que se dirija a portería. Lastimosamente, el balón chocó con el palo derecho del arco.
—¡Gah!, ¡Tan cerca! —maldijo Igaguri.
—Una más. La próxima vez entrará —dijo Gagamaru, levantándose del suelo.
Reo, ante aquella escena con destreza, no pudo más regocijarse, mostrando una gran sonrisa. Sus ojos violetas deslumbraban en el campo.
—¡Santo cielo!, ¡Eso fue increíble! —gritó Reo, llamando la atención de Isagi mientras tomaba el balón en su posesión—. ¡Oye, Nagi!, ¡Intentémoslo nosotros!
Nagi se mostró resignado y sobó su nuca.
—Eh... Prefería que no —respondió Nagi, pero ya era muy tarde. Él no quería hacer nada. Sin embargo, igual lo seguía haciendo.
Reo pateó el balón en su dirección, copiando la contra táctica del equipo Z, la cual era su último recurso para con ellos. La pelota se fue acercando a Nagi.
<<Entonces..., ¿Qué es el fútbol para mí?>>, se preguntó, mirando el balón mientras iba corriendo hacia él. El balón había ido demasiado fuerte y el pase no se veía al alcance de Nagi. Isagi, Gagamaru y los demás, creyeron que él no llegaría. Por eso, Raichi, Naruhaya e Igaguri fueron a interceptar el balón antes que él, pero no lo consiguieron. Lo siguiente que vieron no solo los dejó con la boca abierto, sino que tampoco se lo esperaban.
Nagi dio un salto y controló el balón en el aire con el empeine de la pierna derecha. Isagi, al ver tal control, quedó estupefacto. No cabía del todo en su cabeza que existiera alguien con un control de balón así. Un genio.
<<Para mí..., ¿Qué es el fútbol?>>, se volvió a preguntar Nagi, preparándose para patear el balón mientras se le acercaban Raichi, Naruhaya e igaguri. <<¿Acompañar a Reo?, ¿Es un pasatiempo?, ¿Es un juego? No lo entiendo...>>
Entonces, el balón fue cayendo delante del rostro de Nagi y pateó a portería, marcando así el primer gol para el equipo V. Un pitido penetró el campo mientras el marcador contaba el primer punto.
<<¿Qué es... el fútbol para mí?>>, concluyó Nagi. Sin embargo, ya estaba bastante aburrido. Aquel niño que tanto deseaba ser el mejor delantero del mundo, no le estaba generando más interés. Estaba de cierta forma decepcionado, porque, de alguna forma, esperaba algo mejor que lo que estaba presenciando. <<¿Acaso solo eran puras palabrerías?, ¿Solo eran palabras de ánimo para un debilucho?>> , supuso inconscientemente.
No obstante, igual se volvió a Isagi, ocultando de cierta forma su inconformidad.
—Fue muy sencillo... —dijo con la mirada tranquila. De todas formas, ya no le importaba—. No sé por qué no pudieron anota.
En respuesta, Isagi y Bachira lo miraron tensos. Sin embargo, Isagi era el más impresionado, porque, de alguna manera, podía sentir como esas palabras iban dirigidas hacia él, y era algo que no podía entender. Sin tener otra forma de describir a Nagi, pensó:
<<Es... un monstruo...>>
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