-Detrás del casco-
Notas: Ningún personaje de Final Fantasy IV (4) me pertenece, todo es obra de Konami.
Advertencia: Brotp homosexual. Headcanons.
-Detrás del casco-
Cecil se sentía... Extraño.
Más extraño de lo que nunca antes se había sentido.
Como más ligero que antes y estremecido por la brisa que refrescaba su rostro y ondeaba ligeramente su cabellera.
¿Esto era ser un paladín? ¿Era digno de ello?
Tenía miles de dudas rondándoles la cabeza desde que abandonaron el monte Ordalia, pero intentaba no hacerse más nudos en la cabeza mientras aprovechaba el leve descanso que se dieron para refrescarse un poco con el agua de un río cercano.
Esto era un logro ¿No es así? Debería estar feliz, eufórico.
Sin embargo, las condiciones no eran las mejores para festejar, y el solo considerarlo traía a su mente nostálgicos recuerdos. Todos de aquellos días cuando todo estaba en orden.
Cuando tenía a su amigo cerca.
Kain...
Ahora, parecían sueños lejanos. De cuando eran compañeros y compartían logros entre algunas risas y consejos para futuro.
De hecho, al ver su reflejo en el agua incluso recordó una vez en particular, hace bastante tiempo atrás...
.
..
...
Un joven guerrero salía de la audiencia con su majestad, apenas permitiéndose respirar y bajar los hombros cuando los guardias cerraron puertas tras de sí.
Sus piernas temblaban, tenía la garganta seca.
Y no era para menos, su vida acababa de dar un giro de 180°C.
Cecil Harvey... Oficialmente era parte de las alas rojas desde hacía menos de 5 minutos.
Ni siquiera había terminado de digerirlo cuando sitió que chocaba su hombro con alguien pasando, llevándose una grata sorpresa al fijarse quien era.
— ¡Hey, fíjate por don- ¿Cecil?
— ¡Kain! Lo siento, no te vi. – Aun tenía la cabeza en cualquier sitio. – Estaba algo perdido y...
— Sí, me di cuenta. Yo tampoco te reconocí con eso puesto. –El mayor estaba sumamente sorprendido. Entre más lo miraba, menos lo creía. – Es el uniforme de Las Alas Rojas ¿No? Increíble...
Ambos conocían los rumores, sobre cuan difícil era la admisión de nuevos reclutas y el intenso entrenamiento que conllevaba el estar listo, por ello el impacto de ver al chiquillo albino al fin portando tan importante uniforme le generaba una mezcla de emociones, entre ellas la sorpresa y el orgullo. No lo vio venir ni hizo caso a los rumores que escuchó respeto al albino sobre ello, lo que aumentó dicho impacto.
Cecil había crecido mucho.
— De verdad te aceptaron ¿Uh? Felicidades. – Dio una palmada junto a sus palabras, a lo que el aludido sonrió nervioso.
Cecil se había debatido un poco sobre a quien decirle primero la gran noticia puesto que guardó el secreto de su nominación para no crear ilusiones, pero el destino puso de nuevo a si viejo amigo en su camino.
Debía ser una señal, una tan fuerte que no se resistió a abrazarlo por un breve instante, como si aun fueran niños.
Sus armaduras incluso hicieron un curioso sonido al chocar, pero en medio de la emoción Cecil no lo notó.
— Gracias... Aun no termino de creerlo. – Admitió en medio del gesto, alejándose cuando cayó en cuenta lo que hacía y en la tensión involuntaria que creó en su acompañante. – Ups, lo siento.
A veces olvidaba que ya no eran niños y que a Kain no le gustaba que se pasara de cariñoso.
— Siempre pegajoso... – Rodó los ojos, pasando de enojarse cuando vio su expresión de disculpa. Bueno, hoy era un día muy bueno como para enojarse. – Bah, no importa. Por hoy lo dejo pasar, es tu día, señor Ala roja ¿No quieres festejarlo con una cerveza? – Lo codeó un poco, solo para verlo ladear la cabeza como un cachorro.
Al parecer sí se lo estaba pensando, pero Kain ya suponía su respuesta.
— ...Creo que prefiero leche tibia.
Típico.
— A veces olvido con quien hablo. – Suspiró algo resignado. – En serio ¿Cómo es que lograste ser ascendido aun siendo tan niñato? Demonios, que injusto.
— ¡Hey!
El aludido quiso reclamar, pero unas manos sobre sus mejillas detuvieron toda reacción. Tenía toda la atención del rubio encima suya, como si buscara algo al analizarlo tan profundamente con la mirada.
— Es que mírate. Incluso aun conservas esa cara de niña fina, casi pareces una muñeca.
— ¡No es cierto! Solo... Serán raíces étnicas o algo. – Le costaba mantener una expresión en blanco si lo miraban directamente por tanto tiempo.
¿Qué tanto buscaba Kain en él?
Estuvo por reclamar sobre ello, pero así como repentinamente sintió su tacto, este desapareció en medio de un gruñido frustrado de su amigo, quien con rapidez le dio la espalda sin previo aviso.
— Sí, claro. Lo que tú digas. – Sonaba molesto ¿Por qué? Ni tuvo oportunidad de cuestionarlo, pues cambiaron de tema de nuevo.. – Lo mejor será que nunca olvides llevar tu casco en las misiones que te asignen.
— ¿Uh?
— Tu cara es muy delicada, vas a distraer a tus aliados y enemigos por igual. – Casi parecía un regaño, con un toque burlón de por medio. – Y estás muy enano para eso, Cecil.
El albino volvió a quedar perdido. Cuando su compañero usaba ese tono o tipo de comentario nunca le entendía del todo.
— No sé si entiendo...
Kain hizo una mueca, pero no pareció interesado en explicarse. Cecil no lo entendería.
— En fin, como sea. Solo recuerda no andar sin casco. Seguridad y todo eso... – Volvió a decir, esta vez seguido por un gesto más animado y empezando a caminar. – ¡Y ahora! Vamos por tu leche y mi licor. Esto hay que celebrarlo y seguro ni le has dicho a rosa.
Una típica tarde de amigos tras un buen día.
Como cuando eran niños y corría tras el hijo del líder de los Draconarios.
— ¡Kain, espérame! ¡Kain!
...
..
.
Fueron buenos tiempos...
Al final sí que terminó haciendo caso a aquel consejo tan inusual que todavía despertaba dudas que preferiría ignorar.
Sin embargo, sus tiempos de ocultar en rostro tras un casco terminaron y ahora debía enfrentar todo cara a cara, incluso a Kain.
Me pregunto si sigue pensando lo mismo... Por el simple afán de molestarlo puede que sí, aunque seguía guardando cariño a esas bromas inofensivas de antaño.
Podía mantener aun su sonrisa con aquellas memorias, pero... Estaba perdiendo el tiempo ¿No, Cecil?
— ¿Cecil? ¡Cecil!
— ¡...! – El hombre apenas logró reaccionar con el llamado de los gemelos, haciéndolo sacudir sus pensamientos para así dirigir su mirada a éstos. – Palom, Porom. Lo siento, estaba... Pensando. – Murmuró con una expresión apenada.
No podía decirles en qué o quién, no necesitaban que se pusiera sentimental o algo así en medio de su regreso.
Ah, pero esta nueva generación era más atenta y observadora de lo que creía.
— Sí, lo notamos.
— ¿Pensabas en tu novia? Tu cara estaba roja... – Soltó el niño, logrando sin notar que el calor en el rostro del adulto se incrementara. Cecil no podía creerlo ¿En verdad se puso así por ese recuerdo? – ¡Sí, justo como ahora! Dios, que impaciente. Ya vamos a rescatarla para que- ¡Ay!
El niño hubiese seguido soltando sus impertinencias importándole nada el efecto que causaban, pero para fortuna del ex guerrero oscuro su gemela estaba allí para frenarlo.
— ¡Por bocón! – La niña negó con la cabeza molesta, apenada de tal situación. Se supone que solo se acercaron para reiniciar su camino de regreso, no meterse donde nadie llamaba. – Dísculpalo. No sabe lo que dice.
— C-claro, descuiden. – El paladín por su parte ni siquiera sabía a cual dirección mirar en lo que el rubor presente tardaba en desaparecer, haciéndole echar de menos su viejo casco. Tal vez sí era necesario para su persona después de todo, pero intentó no pensar en ello. – Pero tienen razón, hay que apresurarnos. Vamos, vamos.
Entre más rápido regresaran para re enfocarse en su misión (que incluía rescatar a su verdadera novia, dicho sea de paso), más rápido olvidaría este torpe incidente y volvería a estar concentrado.
Debía preocuparse por Rosa, sus amigos caídos y Golbez, no Kain. Ahora no era momento de enfocarse solo en Kain y su... Cálida vieja amistad perdida.
— Hey, ya iba a acercarme a ver si les pasó algo. – Comentó el anciano, algo extrañado por la expresión del joven y las sonrisas divertidas de los niños. – De verdad debieron tener sed ¿O pasó algo?
Cecil se adelantó a cualquier respuesta con un gesto de restar importancia, a su vez que reanudaba el camino.
— Perdona, Tellah. No es nada importante. –Nada que mereciera charlarlo. – Ya vamos regresando.
Como Paladín tenía que reordenar sus prioridades y definitivamente perderse en días que no volverían no podía formar parte de ello; en especial cuando al hacerlo reaccionaba de una forma más penosa como la que nunca le provocó su propia novia.
Tal vez lo pienso demasiado...
Sí. Debía ser solo eso.
Notas finales: No me peguen, recién caigo con los clásicos <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top