Extra #1
Preferencias
(Nota de escritora: Selenna tiene 16 años y su hermano 9. Espero que les guste el capítulo extra, si quieren otro, no duden en comentarlo).
Selenna estaba escuchando Metallica cuando de repente, Colin empezó a tocar la puerta con fuerza y gritaba:
— SELENNA, SELENNA, SELENNA, ¡MAMÁ TE LLAMA!
Ella rodó sus ojos y se puso de pie de mala gana. Selenna tenía puesto una blusa blanca corta, que mostraba el piercing que se había puesto en el ombligo sin el consentimiento de Colette; un short y unos pantis de mallas debajo del mismo. Sus labios pintados de negro igual que sus uñas, solo le hacía recordar a Edgar su peor etapa en la adolescencia.
— ¿Qué carajos quieres? —dijo molesta saliendo de su cuarto.
— ¡Selenna, esa boca! —la regañó Colette que había llegado con Colin.
— ¿Para qué me grita como endemoniado, entonces? —se quejó la albina.
— Ven a comer, y más te vale que te comportes —dijo con seriedad su mamá y ella rodó los ojos. Los tres se dirigieron a la cocina encontrándose con Edgar que estaba leyendo una noticia en su celular.
— Amor —le dijo él a Colette—, ¿viste lo que están diciendo de mí ahora?
— No, ¿qué se inventaron ahora? —dijo suspirando Colette y poniendo su mentón sobre el hombro de su esposo para leer lo que decía la noticia.
— "El cantante, Edgar Thomas, declaró ante nuestra periodista Willow que muy pronto sacará su nuevo disco" —leyó en voz alta Edgar—. Lo único que hice fue decirle que sí era el cantante que ella creía. Ahora se inventan tantas cosas solo por tomar algo de fama...
— ¿Y no vas a sacar un nuevo disco, viejo? —le preguntó Selenna acercándose para darle un beso en la mejilla a su padrastro.
— ¿Cómo despertó mi chica favorita? —le sonrió Edgar chocando los cinco con Selenna.
— Despertó mostrando el piercing que le prohibí explícitamente hace una semana —gruñó Colette viendo el estómago descubierto de Selenna.
— No te enojes, Colette... —le dio un beso corto en los labios Edgar a Colette—, es la edad. Selenna es joven, además que es hija de una estrella mundial, debe verse a la moda.
— Sigue consintiéndola así y vas a arrepentirte cuando traiga a algún novio "serio" —hizo comillas con sus manos la mamá de Selenna.
— ¿Novio? ¿Tienes novio? —preguntó preocupado el pelinegro y Colette suspiró diciendo: "Era solo un ejemplo".
— No, ¿cómo vas a pensar eso? Todos mis compañeros y en prácticamente toda la jodida secundaria a la que asisto, tiene estudiantes imbéciles. Ninguno de ellos me agrada.
— ¿Ves lo que te digo, Edgar? Ese vocabulario es horrible —se quejó Colette sirviendo el desayuno.
— La palabra imbécil tú se la enseñaste —sonrió cómplice Edgar y Selenna le guiñó el ojo entre risas. Colette lo mataba con la mirada y bufó.
— Tú quieres dormir en el sofá, ¿no es así, amor? —le murmuró ella acercándose a su oreja y le clavó sus colmillos en el hombro para morderlo. Él se quejó del dolor, sin embargo, sonreía. Lo que le dio señal de masoquismo a Selenna, y la adolescente hizo una mueca de asco viendo cómo se murmuraban cosas entre sí para después besarse como si no tuvieran límite.
— ¿Van a seguir en celo o me van a seguir regañando...? —preguntó Selenna mirándoles y ambos la vieron molestos, tal parecía que perdió el apoyo de Edgar—. ¿Qué? ¿Hablé de más?
— Selenna, ¿cómo es posible que me den ganas de castigarte dos veces en una semana? —preguntó Colette.
— Mamá... —suspiró pesadamente Selenna—, ya me quitaste mi celular y mi libertad de salir con mis amigas. Por favor no me quites más...
— ¿Recuerdas el concierto de Bad Randoms al que querías ir? —Selenna asintió preocupada—. No irás.
— ¡Mamá! ¡Sabes que he estado ahorrando para eso desde hace un año! ¡Un jodido año, mamá!
— Mmm... Colette —dijo Edgar entrando en la conversación—. ¿No crees que eso es demasiado?
— ¡Santo cielo, Edgar! ¿Puedes dejar de mostrar tu preferencia con Selenna? —reclamó Colette y Colin levantó la cabeza confundido.
— ¿Preferencias? —preguntaron los dos pelinegros al mismo tiempo y se miraron el uno al otro.
— Siempre te pones a favor que castigue a Colin con cualquier cosa, pero cuando se trata de Selenna te interpones —aclaró Colette. Colin pareció ofenderse y Edgar estaba algo nervioso.
— Eso no es así... —farfulló Edgar volviendo a su celular.
— ¿Ah, en serio? —le retó Colette—. ¿Colin ya te contó lo que hizo en la escuela la semana pasada?
— ¡Mamá! —se preocupó Colin poniéndose de pie—. ¡Me prometiste que no lo dirías!
— Lo siento, cariño, ya te di tiempo para que tú hablaras. Colin hizo un desastre en la escuela junto con sus amigos, pintaron y escribieron muchas groserías en el escritorio de su maestro.
— ¿QUÉ? —exclamó Edgar parándose y viendo mal a Colin.
— ¡Puedo demostrar mi inocencia! Solo... Solo... ¡Que aún no encuentro pruebas ni testimonios contundentes!
— Qué decepción, Colin Thomas —bajó la cabeza Edgar—. Tú, el primero de la clase, un niño tan obediente, haciendo cosas como esas... ¡Esto no se puede tolerar! ¿Por qué no me lo habías contado, Colette?
— Dijo que buscaría las pruebas de su inocencia, mas no ha encontrado nada —suspiró Colette negando con su cabeza.
— ¡Estás castigado por un mes entero! —Edgar tomó aire para tranquilizarse—, no te voy a comprar la nueva consola de videojuegos que me pediste para tu cumpleaños y tienes prohibido ir a la casa de esos bándalos que dicen ser tus amigos.
— ¡Papá...! —exclamó Colin—, te lo estuve pidiendo desde principios del año, e insistí hasta que por fin accediste. Por favor...
— No, lo que hiciste estuvo muy mal, Colin.
— ¿Te das cuenta ahora de mi punto de vista? —le preguntó Colette y Edgar la miró—. Selenna no ha parado de comportarse muy mal en toda la semana. Y su boca está incontrolable el día de hoy.
— Bueno... Tienes razón... —murmuró pensativo Edgar—, los dos se merecen el castigo.
— Exactamente —Colette le sonrió—. Ahora desayunemos en paz y acepten el castigo, ustedes dos.
— ¡Esto es una mierda! —gritó Selenna saliendo de ahí enfadadísima y dando pisotones como hacía más pequeña.
— ¡Es injusto! Demostraré que soy inocente de lo que me acusan —también se levantó de la mesa Colin y se fue.
— ¿Fuimos muy duros con ellos? —preguntó Colette algo preocupada.
— Nah... Esos castigos no son nada comparado con lo que mi mamá me castigaba a la edad de Selenna.
— ¿Tratarán de convencernos para que levantemos sus castigos?
— Eso está seguro —se rio Edgar y la miró de reojo, para después desviar la mirada sonrojado—. Ahora... Am... ¿Lo hice bien? Esto de ser papá sigue siendo nuevo para mí pese a que ya pasaron nueve años...
— Lo hiciste genial —le dio un beso en la mejilla Colette—. Tranquilo, no te voy a dejar dormir en el sofá esta noche —concluyó dándole un abrazo por la espalda.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top