Cap. 4 Selenna y Edgar

Dos semanas más tarde...

Edgar
- Entonces... Firme aquí, Edgar -me decía el hombre señalando una parte de la hoja. Miré de reojo a Bibi suplicándole para que se retractara, pero no lo hizo. Suspiré y firmé- excelente... Y usted Bibi, aquí.

- Bien -firmó sin dudarlo un segundo.

- Con esto, están oficialmente divorciados.

- Gracias por su tiempo -dijo Bibi y se fue.

- Ya se puede ir... Señor Edgar -asentí y me puse de pie, me quedé ido pensando en lo sucedido y me molesta no haber sido mejor para ella.

Al día siguiente fui a trabajar, curiosamente temprano, porque no tenía nada más que hacer. Colette se sorprendió viendo que hoy llegué temprano, pero no le di importancia.

Últimamente Colette y yo hemos agarrado más confianza desde que le dije que dejara de tratarme como jefe y más como amigo. ¿Quién diría que me agrada más así? También me sorprende que nos llevemos mejor en tan solo dos semanas, cuando nos conocemos desde hace dos años.

Hoy la vi con cierta incomodidad, y aunque, no es de mi importancia su vida personal, quise preguntarle.

- Colette -levantó la cabeza para verme mejor- ¿necesitas decirme algo?

- Am... Yo... -ella bufó desesperada y se puso de pie parándose frente mi escritorio y la miré con mi ceja alzada- necesito que me aumente el sueldo.

- Necesito tu razón y también un motivo para que lo haga.

- Mi razón es que necesito el dinero extra y su motivo es que trabajo como una loca todos los días de la semana -seguía con mi ceja alzada y ella suspiró- bien... -tomó aire me miró firmemente- mi razón es que mi mamá está muy mal, ayer la tuvieron que internar en el hospital y el medicamento es muy caro, ahora con tu motivo... No sabría decirte... Me pagas bastante bien, pero no es suficiente para pagar mis cuentas... -nos quedamos en silencio unos minutos hasta que solté un suspiro.

- Lo pensaré, por el momento te daré un adelanto de tu sueldo de este mes -una sonrisa de emoción se formó en sus labios.

- Gracias, gracias, gracias, ¡no sabe lo feliz que me hace escuchar eso! -una sonrisa involuntaria se hizo en mi rostro y de pronto la sonrisa de ella desapareció.

- ¿Algo más...?

- Sí... -se rascó la cabeza- lo que pasa es que como mi madre está en el hospital... No tengo a nadie quien cuide de mi hija.... ¿Podría dejarme traerla aquí?

- ¿Y dejar que toque todas mis cosas? Ni loco -contesté de inmediato, miró el piso triste haciendo que me sienta mal- ¿sabes qué? Quiero ir a comer, ve por tu hija y llévala a mi cafetería preferida, tú la conoces. 

- ¡Sí! ¡Ya vuelvo! -salió en ese momento con su bolso y yo saqué mi libreta. Siempre cuando tengo una emoción fuerte, (como lo es mi divorcio) saco algo a lo que yo llamo para mí mismo: mi lado poeta, claro que nadie sabe que lo llamo así.

Fui a la cafetería y me senté, ordené que me trajeran una bebida y así lo hicieron; llevé a Bull quien es mi guardaespaldas, ya que no quería que nadie me molestara en ese instante. Colette llegó con su niña, ella de vez en cuando hablaba de la niña o a veces la mencionaba sin querer, pero no la conocía.

Era una niña de unos 4 o 5 años, muy parecida a su mamá e incluso se podría decir: una Colette chiquita, pero lo que tenía esa pequeña albina de diferente a su mamá, era que algunos de sus mechones del cabello eran "morados".

- ¡Señor! -exclamó Colette y Bull la dejó que se sentara a mi lado porque la conoce- ya estamos aquí... Le presento a mi hija, Selenna. Selenna, él es el señor Thomas.

- Llámame Edgar, niña -le dije y me sonrió. No le devolví la sonrisa y volví con mi libreta.

- Ahg... Rayos... -susurró Colette- olvidé mi tablet en la oficina, señor Thomas... -la miré de reojo- vengo enseguida, voy al estudio y regreso con mi tablet para ayudarlo en lo que necesite. Vamos Selenna...

- No es necesario, la niña se puede quedar con Bull -dije antes de Selenna se pusiera de pie.

- Se lo agradezco, señor Thomas...

- Bueno, bueno, es solo para que no te atrases, corre antes de que me arrepienta -asintió y se fue corriendo de la cafetería.

Seguí con mi libreta, pero no podía seguir escribiendo porque sentía la mirada de la niña. Con un gruñido la miré con mi ceño fruncido.

- ¿Vas a decirme algo? -pregunté haciendo un intento de sonrisa, pero la verdad es que estaba me molestaba que me viera tanto.

- Sí, así que eres Edgar.

- Sí, lo soy, ya te lo dije... -contesté de mala gana.

- O sea que eres el jefe de mi mami, ¿verdad? -tomé un sorbo de mi bebida.

- No por nada ella siempre me llama: señor Thomas -intenté imitar su voz agudizando la mía- obvio que sí, niña... -seguí tomando mi bebida tranquilamente.

- Eso quiere decir... -pensó unos segundos y luego jaló aire dándose cuenta de algo- ¡qué eres el imbécil! -me atraganté con mi misma bebida y empecé a toser.

- ¿Cómo me llamaste chica? -dije cuando me recuperé.

- Así se refieren mami y la abuela para hablar de ti, abuelita me dijo que eso solo se le dicen a los hombres que les tienes mucho cariño -estaba hecho furia al escucharla, aunque eso no me enfadó tanto, lo que más me enfadó fue escuchar a Bull aguantando la risa.

- Argh.... -gruñí- Colette me escuchará después de esto...

- Yo creo que mami te quiere mucho -mi enojo me comenzó a bajar un poco.

- ¿Cómo...?

- Sip, ella no para de hablar todos los días de ti, a veces te llama imbécil y otras veces dice que eres un buen hombre a pesar de ser egocéntrico unas cuantas veces.

- Ja... No me gusta tanto lo primero, pero me agrada lo segundo... Cuéntame más chica -ella asintió.

- Una vez, cuando tuvo una pelea con su novio Spike, ella lloró y lloró hasta desahogarse y al otro día llegó con una sonrisa de oreja a oreja porque dijo que tú le habías dicho que te gustaba la ropa que llevaba ese día.

- Sabes chica... Yo no sabía que tu mamá pensaba eso de mí...

- ¡Y hay más! A mi mami le gusta verte en tus conciertos, dice que cantas bien, los mira en su celular de vez en cuando. Yo escucho canciones tuyas, mi mami me regaló un reproductor con varias de tus canciones, que son de mis favoritas.

- ¿Tanto te gusta cómo canto? -asintió.

- ¡Me fascina! -levantó sus manos con una tierna sonrisa de emoción, y recordé que Colette también sonrió el día de hoy de la misma manera.

Qué tiernas son las dos.

¿WTF? ¿Por qué me referí a Colette como tierna?

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