Cap. 28 Aceptar
Colette
- ¿Cómo? ¡Si no es justo que tenga que compartirla! -dijo como un niño pequeño Sandy a la jueza recordándome una de las tantas razones por las cuales lo nuestro no funcionó mucho tiempo.
- Caballero -dijo la jueza- la niña a decidido estar con los dos, pasarán una semana cada uno con ella. Más le vale que se quede callado a menos que quiera que cambie de opinión -eso hizo que Sandy cierre la boca y que yo aguante la risa.
Luego de esa innecesaria escena que hizo Sandy, todos se fueron retirando. Selenna y yo, no fuimos la excepción.
- Gracias por ayudarme en esto, Byron -le dije al hombre que caminaba al lado de nosotras dos.
- No hay de qué, es más, no por nada era abogado cuando conocí a Edgar. Se metía en muchos líos y sigue haciéndolo, por lo que le sirvo siendo abogado/representante -dijo con mucho orgullo. Mi sonrisa desapareció en cuanto dijo Edgar y bajé la mirada triste.
- ¿Y cómo ha estado?
- ¿Quién? ¡Ah, claro! Edgar... -aclaró su garganta- me ha dicho que está bien, pero... Te extraña aunque no lo admita... Todos te extrañamos ahí, ¿por qué no vuelves? -negué con mi cabeza.
- Gracias por la oferta, pero estos últimos meses... He conseguido un nuevo trabajo y me gusta mucho.
- ¡Qué mal...! No sé quién te pagó más por ese empleo, en fin, lo reitero: todos allá te extrañan. Edgar en especial -sentí un nudo en mi garganta y respiré hondo para tranquilizarme- ¿y bien? ¿Ahora de qué trabajas?
- Ah, claro... Am... Sucedió que Selenna conocía un chico, un niño que se llamaba Rubin, pues resulta que nos lo encontramos en un parque de diversiones y...
- ¡Su mamá era una artista famosa! -exclamó Selenna.
- Selenna... ¿Qué dijimos de meterte en conversaciones ajenas? -dije y me sonrió nerviosa- como iba diciendo... Su madre terminó siendo Piper, la actriz y cantante -Byron me miró sorprendido.
- ¡¿Piper?! ¿La que su esposo es su representante...?
- Sí, de joven fui muy fan de ella, y bueno lo sigo siendo, pero nunca me imaginé que necesitara una ayudante y es lo mejor que sé hacer. Fue amable de parte de Edgar hacerme carta de recomendación apesar que no me atreví a renunciar de frente...
- Oh, sí. Ese fue un golpe duro para él cuando le mostré tu carta de renuncia que me diste. No se lo podía creer, fue sorpresa para ambos. Sin embargo, no hizo nada, solo se decidió por no hacer caso y aceptarlo.
- Entiendo... -tosí unas cuantas veces- ¿y ha contratado a algún reemplazo?
- Para nada, de todas las mujeres que ha entrevistado las termina sacando a patadas. Parece querer buscarte una doble o un clon, cosa que es imposible y que no entiende. ¿Por qué no vuelves? Te daremos siempre la bienvenida.
- Lo siento, pero no lo haré. De hecho mi madre nos espera muy preocupada. ¡Nos vemos!
- ¡Al menos piénsalo!
Días después...
- Nos vemos en una semana, cielo -dije acariciando su rostro y ella asintió- te portas bien -volvió a asentir- y cuídate mucho.
- Lo haré, mami -me dio un beso en la mejilla y también se lo dio a Shelly- adiós, tía Shelly.
- Mira niña, si tu padre se porta como un tonto no le hagas caso porque está retrasadito y hay que aceptarlo -solté una risa nasal y escuché a Sandy gruñir.
- Vamos, Selenna -dijo él y le tomó la mano a mi hija.
- Adiós mami, te veré en poquitos días. ¡Verás que serán rápidos!
- Eso espero, eso espero... -y cuando se marchó, Shelly me tomó del brazo para entrar a la casa con rapidez, no le pude preguntar si motivo porque ella habló primero diciendo que había programado una fiesta esta noche. Me reusé inmediatamente, pero insistió y no me dejó en paz hasta que acepté.
Llegamos en su motocicleta y no había nada interesante, por lo menos a mi punto de vista, porque ella parecía disfrutar al máximo todo el ruido mezclado con los borrachos a su alrededor. Yo solo bebía, pero no mucho tratando de no cometer alguna tontería después. El ruido solo me daba dolor de cabeza y ya me empezaba a hartar. Cuando de pronto, a lo lejos vi a Emz hablando desanimada con otras personas que no conocía. Tomé un trago largo recordando todo lo que ella me hizo desde el primer día que nos conocimos. Intenté ignorarla, aunque no pude evitar buscar con la mirada a Edgar esperando a que no estuviera con ella.
Por suerte, no lo estaba.
Respiré aliviada y volví a mi bebida en un vasito plástico transparente. Tomé más despacio pensando en tantas cosas que incluso mis lágrimas se hacían presente de vez en cuando. Cerré con fuerza mis ojos para así calmarme. Luego volvía a mi bebida. Pocos minutos después, alguien se sentó a mi lado. La miré de reojo y me asusté como a la vez me sorprendí. Traté de ladear mi rostro pensando que se había equivocado y que no me había reconocido, pero entonces dijo:
- Es extraño verte aquí sin Edgar -se escuchaba en su tono de voz que estaba ebria y yo solo finjí no escucharla- escuché que te despidió... ¿Tan pronto terminó contigo?
- N-no... -dije tensa- yo renuncié y no sé de qué me hablas, Emz...
- Hablo pues de eso: tú y Edgar salían, terminaron y por eso ahora no trabajas con él... ¿Me equivoco? -suspiré sintiendo que el poco alcohol que tomé me hacía efecto.
- No lo haces... Terminamos, yo acabé con lo que teníamos... Me odio tanto por eso... Así que si querías saberlo: sí, Edgar está totalmente libre para que salgan o hagan lo que se les plazca.
- Ya lo intenté -dijo antes de reír- ¿y sabes lo que me dijo? ¡Qué me vaya al diablo! -continuó riendo y me golpeó la espalda sin ninguna delicadeza.
- ¿Ah? ¿De verdad?
- Parece que sí te quiso -seguía sonriendo, pero ahora con unas lágrimas en sus ojos- ¡y mucho! Como sea, me fue imposible enamorarlo y que nuestra relación dejara de ser solo de amigos beneficiados para ser pareja. ¡Chica, soy tu fan! ¿Cómo lo lograste?
- Siendo sincera... No sé, pensé que solo yo estaba enamorada de él y después de haberle dicho lo que siento... Él me aceptó y no por lástima porque me lo demostró, me demostró que sí me amaba -sonreí por unos segundos, pero dejé de hacerlo- y yo lo arruiné...
- Como lo siento por ti, ¿y qué pasó exactamente? -la miré con mi ceño fruncido y levantó sus manos en señal de paz- ¿de verdad crees que yo tenga oportunidad con él? Creo que por varias razones que acabo de decir eso me será imposible.
- En eso tal vez tengas razón. Igual, debería darme lo mismo, ¿no?
- ¡Exacto! Tienen sus vidas y no necesitan del otro.
- Eso es lo que siempre me digo, pero a veces... A veces... -mis lágrimas aparecieron y no me contuve- a veces siento que no podré hacer nada sin él...
- De seguro por lo que rompieron fue muy serio...
- ¡Sí! ¡Yo tuve toda la culpa es lo peor! Nunca debí haber escrito ese maldito libro, nunca debí haber escrito todas esas cosas...
- ¿Y cómo descubrió ese libro que dices?
- Yo qué sé... Se supone que lo había borrado, tal vez alguien lo recuperó por el portapapeles y se lo envió por Gmail o no sé si alguien lo transcribió... Pero quien sea que lo haya hecho me las va a pagar porque sé bien que entró a mi casa a la fuerza y... -abrí mis ojos con exageración y la miré a ella que me escuchaba atentamente- ¡fuiste tú!
- ¿Qué...?
- ¡Cómo no lo pensé antes! ¡Me acabaste la vida! -me puse de pie y ella también lo hizo, pero dando pasos hacia atrás- era tan feliz con él... ¿Por qué? ¿Qué te hice para que me trataras así?
- Escucha... Yo no hice nada, no sé ni siquiera de qué libro hablas. Me estás acusando sin pruebas.
- ¡No necesito más pruebas! ¡Tú me odiabas, odiabas que tuviera una relación con Edgar y lo sé porque me contó cuando lo amenazaste!
- Mira, eso sí lo hice, pero tranquila... No me atreví a hacer nada...
- ¡¿Le dices "nada" a acabar con lo que teníamos?!
- ¡No hice nada porque no era capaz de acabar con su felicidad! -dijo bien parada y mirándome con su ceño fruncido. Dejé de gritar y me quedé quieta como ella- después de decirle eso, pensé tantas maneras de dañarles su vida, pero luego me di cuenta de todo lo que imaginaba... ¡Y eran cosas terribles! Después, una noche en el cine, los vi salir de la mano con tu hija... Y me di cuenta que estaban tan felices y que no merecían que les hiciera algo... ¡Me dolió tanto verlos felices que yo quise reemplazarte! Pero supe que sería imposible porque Edgar no me amaba a mí, sino solo a ti y que nunca me vería como te veía a ti. ¡Así que deja de culparme sin saber lo mucho que me costó aceptar que no me amaría a mí!
Con eso dicho, me dio la espalda llorando, aunque caminaba sin detenerse a limpiar sus lágrimas o sin bajar la cabeza. Dejé que siguieran corriendo también mis lágrimas y seguía en un mismo lugar sin decir o moverme en ningún momento, hasta que Shelly me halló y dijo que ya era tiempo de irnos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top