Cap. 24 Dudas...
Colette
- ¡Voy a matarlo cuando lo vea! -escuché que Edgar gritó antes de entrar a la oficina- ¡no voy a pagar ni un solo centavo de lo que me estás diciendo! -siguió gritando y entró con el celular pegado a su oreja- ¿qué demonios? Por favor, no sigas, me estás dando una fuerte jaqueca... ¿Así? ¿Y a quién le importa que renuncies? ¡Hazlo! Igual puedo contratar a cualquier otro representante. Sí, sí, sí... ¡Vete al infierno! -y él colgó.
- ¿Despediste a Byron? -pregunté con sorpresa.
- No, solo le di un susto. Ya lo he hecho antes, verás que vendrá rogando para que lo contrate de nuevo... -se sentó en su escritorio y revisó su celular con su ceño fruncido. Quise decir algo, pero me detuve, se me hacía aún difícil decirle ciertas cosas de "pareja" por así decirlo.
- P-por lo menos... -llegué a balbucear- por lo menos no debes estar tan enojado... Si, bueno, yo estoy aquí... Por si necesitas hablar... -dije y me sentí hasta estúpida de esas palabras que ni siquiera yo había comprendido. Él me miró de reojo y me sonrió para que mi cara se calentara mucho de la vergüenza.
- Me alegra que estés siempre conmigo, Colette. En las buenas y en las malas, más en las malas -dijo a lo que me reí y fue hasta mi escritorio. Era casi inevitable ya para mí que mi pulso se acelerara cuando se me acercaba, por lo que bajé la mirada tratando de no ser tan evidente a lo que sentía en ese momento- la verdad es que nunca tenemos algo importante que hacer, ¿quieres ir a alguna parte?
- No es eso, es simplemente que... Bueno, yo...
- ¿Quieres que te dé un beso? -preguntó para acercar más su rostro y que nuestras narices choquen entre sí. Mi rostro llegó a estar cada vez más roja mientras más se me acercaba. Asentí viendo hacia la izquierda y al regresar la mirada vi que sonreía con un sentimiento que no lograba identificar bien. Me besó y cerré mis ojos con fuerza, él profundizó el beso y por poco me caigo de mi silla por lo que me puse de pie para que no sucediera de nuevo y cuando menos me lo esperé Edgar me puso contra la pared.
- Edgar, basta... -dije separando mis labios de los suyos- esto está llegando demasiado lejos...
- ¿Algún problema con eso? -él pasó su nariz por mi cuello y sentí un fuerte escalofrío.
- Hay un muy serio problema: estamos en el trabajo. ¿Y si alguien nos ve?
- Cerraré con llave si deseas -volvió a besarme con cierta doble intención, sin embargo le seguí el juego. Hasta que de repente escuchamos pasos que se asomaban a la oficina de Edgar. Nos separamos e hicimos como si nada.
- ¡Hey, Edgar! -dijo un hombre que yo no conocía.
- Hola, Fang... -le contestó Edgar- ¿qué quieres?
- Cuánta rudeza, solo vengo para visitar a mi primo favorito.
- Soy tu único primo -el chico que se llamaba Fang soltó una carcajada.
- ¿Recuerdas en lo que quedamos? -Edgar rodó los ojos- vamos... No seas amargado... Y dime... -Fang fue hasta donde yo estaba parada- ¿cómo se llama esta guapa señorita? -de inmediato Edgar se paró a mi lado y miró mal a su primo.
- Es mi asistente, así que de lejitos más bonito, Fang.
- Mejor que ella me responda -se dirigió hacia mí- ¿cómo te llamas, preciosa?
- Ah... ¿Colette? -respondí.
- Qué hermoso nombre, te queda justo para ese rostro tan lindo que tienes.
- ¿Gracias? Eso creo...
- ¿Debes hacer algo esta noche? Porque conozco una pista para ir a bailar un buen rato. Solo tú y yo y liberarte un momento de mi molesto pariente -Edgar apretó su mandíbula.
- No puede por dos razones: tiene mucho trabajo y tiene un novio muy celoso. Créeme, -empezó a murmurar, aunque lo escuchaba a la perfección- es un tipo como de tres metros y parece maleante -me contuve a no reír con fuerza, pero sí solté una medio risa.
- Mientes, ella se rió. Como sea, ¿salimos o no?
- Es que la descripción de Edgar fue MUY exagerada -empecé- pero sí dice la verdad, tengo novio y no quisiera faltarle el respeto saliendo con alguien más. Aún así, gracias por la oferta.
- Oh... Ya veo... -Fang aclaró su garganta- me tengo que ir entonces, nos vemos Edgar -y con eso dicho, se marchó.
- ¿Nos pueden dejar de interrumpir por una vez? -preguntó Edgar en murmuro.
- ¿Y tú puedes dejar de ser tan malhumorado? -me vio sorprendido- fue lindo verte celoso, lo admito, aunque no comprendo. No sé si te has dado cuenta que desde que salimos tu carácter a estado un poco pesado. ¿Qué te pasa? ¿Hay algo de nosotros que te haga sentir incómodo? -estuvo a punto de decirme su respuesta, pero luego sacudió su cabeza y negó.
- No, no hay nada. Perdón si me he visto raro estos días -me dio un abrazo junto con un beso en la frente y el abrazo continuó sin que yo quedará muy convencida con eso.
Dos preguntas se hicieron presentes: ¿Qué me oculta? Y... ¿Tiene dudas de lo nuestro?
Y una pregunta más apareció: ¿Debería tener yo dudas?
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