Cap. 21 Adiós, te amo

Colette
Abrí mis ojos despacio para saber si era verdad lo que me estaba sucediendo y así era: Edgar me estaba besando, ¡porque siente algo por mí!
Sentí que me sonrojaba y me separé de él de golpe.

- ¿Y ahora qué...? -dijo con desesperación.

- Esto siento que es demasiado rápido, me están sucediendo muchas cosas a la vez. Es... Difícil para mí asimilar lo que está pasando entre los dos, debo ir con Selenna a traerla de la escuela y debo hacerle una visita a mi madre en el hospital, y bueno... Bueno yo... -suspiré- aún no puedo creer que sienta algo por mí, no tiene un sentido lógico, señor Thomas -me miró extrañado.

- ¿Desde cuándo tienes el autoestima baja?

- Desde que me enamoré de usted...

- Ya no digas esas cosas, mejor salgamos de aquí antes que lleguen los de farándula a ver qué hacemos o qué no hacemos juntos en una cafetería -asentí y de pronto me tomó de la mano, apretando para que así no me soltara y eso era exactamente lo que trataba de hacer. No era porque no me agradara, sino porque ya me había metido miedo que apareciese un periodista con sus preguntas inventadas solo porque pueden y quieren.

En cuanto salimos, una joven se nos acercó con unas cámaras y de inmediato Edgar y yo alejamos nuestras manos.

- ¡Hola, amigos! ¿Ustedes son pareja? -dijo la mujer.

Agh... Son de esos tóxicos de Youtube.

- Ahora no responderé ninguna pregunta -dijo Edgar tratando de irse y yo le seguí.

- Un momento, un momento... -dijo parándose frente a nosotros de nuevo- ¡no me lo creo! ¡Ya sé quién eres! -señaló a Edgar- ¡eres Edgar Thomas! Esto se hará tendencia en redes sociales, ya me imagino las miniaturas: ¡¿La nueva pareja del cantante divorciado?!

- No soy su pareja -dije con mi ceño fruncido- así que vayan a molestar a otros -y con eso dicho, Edgar me acompañó hasta su auto. Subimos al vehículo en silencio, y tal parecía que nadie quería romper ese silencio incómodo.

- "No soy su pareja" -murmuró Edgar haciendo su voz más aguda.

- ¿Qué querías? ¿Que gritara: besé a Edgar Thomas, para que después la prensa me coma viva?

- No de esa forma, claro, es solo que... Sentí que te avergonzaste de decir que ahora estamos juntos. Lo estamos... ¿Verdad? -dijo lo último con cierto nerviosismo en su voz. Lo miré con ternura por eso mismo.

- Sí lo estamos, y no es que me avergüence de ti, nunca lo haría. Pero me sucede que no quisiera estar en el reflector, quisiera tener una relación contigo de bajo perfil... No sé si me entiendes...

- Sí lo hago, es solo que no entiendo el porqué.

- ¿No crees que si todo el mundo se entera llegarán a invadir a mi casa para después hacerme un montón de preguntas extrañas?

- Tienes razón, tal vez yo esté acostumbrado a eso, pero tú no y no quisiera que te sientas mal o incómoda con una vida así.

- Gracias por entenderme -sonreí sinceramente y él también lo hizo al verme por el retrovisor- vista en el camino -regañé y él rodó los ojos mientras reías.

- Cada vez te pareces más...

- ¿Me parezco a quién?

- Pues a mi madre -le di un leve golpe a su hombro.

- Hablando de madres... Yo tambien tengo una hija y debo cuidar de ella, tú... ¿Tú no tienes problemas con eso?

- ¿Es una broma? Claro que no, Selenna es tan linda como tú -me sonrojé por ese comentario- ¿ves? Te sonrojas como una adolescente, eso es lindo.

- Cállate, tonto... -dije sintiendo que me sonrojaba aún más.

- ¿Cuándo sale Selenna de la escuela?

- Oh, am... Pues en poco tiempo de hecho.

- Bueno, como deber de novio, te llevaré hasta allá en mi auto y los tres nos iremos para que las deje sanas y salvas en su casa.

- No hace falta que hagas eso, puedo tomar el autobús...

- Si hace falta, de igual forma quiero estar con Selenna un rato. ¿Qué te parece si esta noche salimos a alguna parte para cenar?

- Edgar, ¿quién cuidaría de Selenna?

- Una vez dijiste que tu mejor amiga fue a traerte del trabajo en su motocicleta, a menos que me hayas mentido y un idiota te llevó en su motocicleta.

- Oh... Ya lo recuerdo -dije con burla- fue la vez que te morías de los celos porque pensabas que tenía un novio.

- Yo no me moría de los celos. Solo estaba entusiasta con los tragos.

- No te creo nada.

- Lo sé -se encogió de hombros siguiendo sus manos en el volante- ¿y qué me dices? ¿Salimos?

- Edgar... Mi mamá me matará si se entera que fui a una cita mientras ella estaba en el hospital.

- Dile que tendrás una cita, con una ofrenda de paz, eso es lo que yo hago cuando le quiero pedir algo a mi mamá. Es curioso que aún funciona.

- Es porque no conoces a mi madre. Con una mirada te acaba el alma.

- No puede ser demasiado...

- Créeme, es hasta mucho más que eso.

- Solo inténtalo -frenó frente una floristería- de verdad quiero pasar tiempo contigo -nuevamente me sonrojé y no pude evitar asentir con eso que dijo. Bajamos del auto y Edgar compró un enorme ramo de lirios, que le había mencionado a Edgar que eran los favoritos de mi madre.

Subimos con el ramo, luego nos fuimos con Selenna y la recogimos para después que Edgar nos llevara al hospital a pesar que le dije que nos podía dejar ahí. Incluso, Selenna me preguntó si ese ramo era mío, y tardé casi todo el camino explicándole al hospital que ese ramo no me lo había comprado Edgar a mí, sino que era un regalo para mi madre. Bajamos del auto de Edgar y Selenna fue quien bajó primero, mientras que yo veía la forma de llevar ese ramo de lirios.

- ¿No hay beso de despedida? -me preguntó Edgar sonriendo con picardía.

- Selenna puede que nos vea y de seguro irá corriendo a contárselo a su abuela -dije y él se rió. Antes que me diera cuenta, me tomó del cuello y me besó, a lo que me retiré de inmediato tomando el ramo- nos vemos, si es que mi madre no acaba conmigo.

- Adiós, te amo -mi corazón dio un vuelco y le lancé una de las flores a la cara porque sonreía con burla, lo que me daba a entender que solo lo hacía por molestarme.

- ¡Imbécil! -le grité saliendo y soltó una fuerte carcajada.

- ¡Adiós, imbécil! :D! -exclamó Selenna sonriente y ahí fue cuando recordé que ella tenía un concepto distinto de lo que era imbécil.

- Selenna, no digas eso -le dije tomando su mano como pude por culpa del ramo.

- Pero si tú lo dijiste... -murmuró ella.

- Pero eso solo lo dicen los adultos o eso creo, entremos al hospital.

En cuanto entramos al cuarto de mi madre, su sonrisa desapareció al ver el ramo y con una ceja alzada preguntó: ¿Qué quieres pedirme?

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