Capítulo uno


Emma se frotaba la manos, las limpiaba con una servilleta ya que estas sudaban frío , caminaba de un lado al otro tratando de encontrar las palabras perfectas para explicarle a su novio que sus vidas estaban a punto de cambiar.

Su nerviosismo se mezclaba con el miedo potente que se albergaba entre las dudas de su futuro. Tenía dieciséis años... Dieciséis malditos años, ¿Qué podría hacer ella con un niño?

El cerrojo de la puerta hizo el típico ruido de desbloqueo, su corazón dio un vuelco y empezó a acelerarse.

BOOM BOOM BOOM

Julián ingresó a su casa después de su practica de fútbol, la siguiente semana sería la final y necesitaban ganar para poder conservar su beca universitaria, este año no había sido una buena temporada.

Ver a su novia en la sala de su casa un jueves pasada las seis de la tarde era algo inusual. Normalmente se veían los fines de semana y entre semana se mantenían alejados a culpa de los padres de la joven, no era novedad que odiaban la idea de que su hija saliese con alguien cinco años mayor.

Instantáneamente supuso que algo andaba mal y no solo juzgando por su presencia ahí, si no por las marcadas lágrimas en sus mejillas rosadas. Dejando las llaves encima del centro de mesa, se acercó a ella. Emma al ver sus ojos de preocupación sintió culpa, desesperación, remordimiento, pero sobre todo miedo.

Dejándose llevar por sus emociones volvió llorar, pero esta vez sobre el hombro de Julián. El sudor y el mal olor pasaban desapercibido por la joven, simplemente necesitaba un abrazo, comprensión, sentía que el mundo se le venía abajo. Su vida estaba completamente destruida, ni quiera había terminado la secundaría. Nunca llegaría ir a la universidad, ni seguiría diseño de modas, ni iría a Europa.

Julián demandaba una explicación, algo que le diese una idea de que pasaba dentro de la mente de Emma, pero ella solo le atinaba a pronunciar un "Lo siento" tartamudeado, dejando el alma en cada palabra.

—Em, por favor, dime que pasa. Me estás desesperando — rogó Julián separándose un poco de ella, limpiando sus lágrimas. Emma, abría y cerraba la boca tratando de formular algún sonido semejante a "Estoy embarazada", pero parecía que le habían cortado la lengua.

—Yo-

¿Qué estaba a punto de hacer?, un bebé arruinaría completamente la carrera de Julián, no le alcanzaría para mantenerla a ella y su bebé, ni siquiera incluso si ella consiguiese un mejor trabajo del que tenía en la cafetería. No había dinero y sus padres se negaban ayudar, la habían echado de su casa en el instante que la prueba de embarazo había salido a la luz.

Si tan solo se hubiese dado cuenta antes de su chequeo anual, así hubiera tenido más tiempo para tener aunque sea un plan o algo.

—Perdóname, Julián— mientras con el brazo alcanzaba su cartera que estaba a lado del sillón donde se encontraba sentaba, extrajo el papel que había desatado la furia de sus padres. Aún entre lágrimas le entrego el documento y Julián lo acepto confundido.

<<¿Se habrá quedado de año y esta haciendo una escena dramática?, No ella es demasiado aplicada para eso. ¿Estará enferma?>> pensó Julián antes de empezar a leer el documento.

Sintió que los colores abandonaban su rostro, como si le hubiesen tirado un balde de agua fría.

Emma estaba embarazada. Dentro de ella crecía un ser que sería su hijo. Su sangre. Miedo, miedo era un sentimiento que se apoderaba completamente de él. Un bebé venía en camino y él no tenía dinero ni para pagar su carrera completa. ¿Cómo mantendría una familia?

Luego de leer más de diez veces esa medianamente larga palabra de ocho letras que simplemente le abofeteaba los sueños y aspiraciones de terminar su carrera. Ninguno de los dos dijo nada por varios segundos, Emma muriéndose de nervios y miedo y Julián, Julián tenía el cerebro en blanco.

El resto, bueno se resume nueve meses de altas y bajas. Emma dejó el colegio y empezó a trabajar horas completas y a pesar de su poca experiencia y ningún titulo, fue ascendienda de cargo, hasta ser la supervisora de los empleados. La dueña se había apiadado de su situación y al ver refleja en ella la hija que nunca tuvo hizo lo imposible por ayudarla.

Julián por el otro lado, no abandonó la universidad pero tuvo que sacrificar todo su verano trabajando día y noche, dobles turnos, mandados extras, ni los sábados ni domingos descansó.

No hubo boda elegante, ni preparativos planeados con meses de anticipación, a penas Julián terminó el semestre visitaron a los padres de Emma, para que les dieran el permiso necesario para casarse con la menor, quienes a regaña dientes y después de una fuerte discusión con Julián, firmaron.

Así pues, para acelerar tramites viajaron a la Vegas en el primer bus que encontraron. Para la media noche ya eran marido y mujer legalmente.

—He estado pensando— le dijo Julián a su esposa mientras acariciaba su rubia melena, admirándola.

—¿Ah sí?, Y... ¿se puede saber en que?— le pregunto juguetona, acariciando la mejilla de su marido. Aún no podía creer cuanto había cambiado su vida en las últimas semanas. Estaba casada y esperando un hijo. No hacía mucho hacía berrinches porque su familia no aceptaba su dieta vegetariana.

—Pues... en la niña— contestó sentándose en la cama, forzando a Emma a sentarse también, cubriéndose con la sábana el busto, aunque Julián era conocedor de su cuerpo en completa desnudez, Emma aún sentía vergüenza.

Ella sonrió.

—Ya te dije que puede ser niño— y se sentó a lado de él, apoyando su cabeza en su hombro.

—No, va a ser un linda niña. No por nada te estoy empachando de frutillas y soporto esa horrible música pop.

Emma rió por la ocurrencia de su esposo.

—Mi amor, no soy un personaje de los Sims como para concebir una niña haciendo esa insensatez. Se supone que el doctor eres tu no yo.

—Me vale, es niña y se va a llamar Tamara— replicó seguro de cada palabra.

—¡Tamara!, ¡No, no, no!— respondió histérica, mientras envuelta en las sabanas se dirigía a la silla donde había caído su sencillo y barato vestido de bodas— Mi niña, si es que es niña, no se llamara como un demonio que sale de la tele— protestó mientras se colocaba el vestido.

Julián soltó una risotada por la ocurrencia de su mujer.

—La niña del aro se llama Samara, Emma. Con s— se levantó de la cama, se acercó a ella y empezó a besar su hombro, lenta y delicadamente. Beso tras beso, el cuerpo de Emma se estremecía, necesitaba más. Amaba a Julián y con locura.

—Igual, no me gusta ese nombre— contestó tartamudeando, cayendo en los encantos del joven universitario.

—Mmm... Como sea, regresa a la cama, quiero aprovechar que no necesitamos condón— Emma rió ante la insinuación y como es de esperarse hicieron el amor.

El tiempo pasó y como Julián había previsto fue una niña, gran decepción que se llevo Emma, quien encaprichada de llevarle la contraria esperaba ansiosa un niño. El parto de la inmadura pareja fue un completo show de comedia, desde que habían llegado al hospital hasta cuando la niña estuvo en los brazos de su madre.

—¡Maldito seas Julián!— gritaba por quinceava vez Emma mientras pujaba — ¡Maldita sea tu polla, mierda porque no te aguantaste la pinche calentura!¡ Juro que salgo de esta y te la corto, ¿me oíste?!¡Te la corto!

La enfermeras y doctores reían frente las ocurrencias de la joven. Mientras Julián respondía sarcásticamente, haciéndola enojar. Julián conocía a Emma, y la mejor manera de que ella se tranquilizase y le doliese menos el parto, ya que la muy terca se había negado a la epidural, era enfocando su enojo en él.

—¡Vamos, Emma!, ¡Dame a mi pequeña Samara!

—¡Ni de coña se va a llamar Samara y es un pinche varón!

—¡Samara y si es niño, que no lo es, pos le ponemos Samaro!

—¡Julián, ya cállate hocico! ¡Es un niño!— y luego soltó un grito que fue seguido por el llanto de una hermosa niña.

—¡Es una niña!— gritó el doctor, mientras Emma refunfuñaba un montón de insultos a Julián.

Las enfermeras le entregaron la niña e inmediatamente ambos supieron el nombre que ella merecía. No Samara, ni Tamara, ni nada que terminase en mara o tuviese relación con algo satánico o demoniaco. Ella no parecía una princesa, ella, ella ante los ojos de ambos era una reina. Y así, mirándose los unos a los otros, como leyéndose la mente dijeron "Elizabeth"

Aunque bueno, luego en el registro civil, tuvieron otro pequeño pleito sobre el segundo nombre de la niña.

—¡Debe tener el nombre de mi madre!— demandó Julián a lo que Emma no accedería ni de broma.

—¡No!, ¡Tu madre me odia!

—¡Al igual que la tuya a mi!

Y la discusión hubiese seguido de no haber sido por una mujer gritando el nombre "Diana", quien sabe porque razones lo habrá hecho, pero al momento que el nombre entró por sus oídos no pudo salir.

Diana Elizabeth Paz Schmit. Lindo, nombre para un linda princesa... perdón reina. Una pequeña niña que marcó el comienzo de una bella familia, que desgraciadamente con el pasar de los años se fue deteriorando. Pero la gota que derramó el vaso fue Julián y su infidelidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top