Capítulo X
Minho.
Oh, Minho.
Lo había visto absolutamente todo.
El corazón de Thomas latía como —él creía— nunca antes lo había hecho; parecía ser una bomba atómica a punto de estallar en mil pedazos y la sangre corría por su sistema sin orden alguno. Sentía las mejillas arder como el mismísimo infierno; el fuego en su rostro era insoportable y se extendía hacia los bordes de su cara hasta alcanzar sus orejas. Podía jurar bajo pacto de sangre que, en su vida, había pasado por vergüenza semejante a esa, esa inconfundible sensación de querer desintegrarse en ese mismo lugar se lo confirmaba. Ni siquiera podía mirar al asiático sin sentir que se desmayaba de pena.
¿Newt? El rubio había quedado, sencillamente, absorto luego de alejarse. Thomas apenas notó cuando sus labios dejaron de besarle y sólo sintió el frío natural de la habitación en cuanto los brazos fuertes del Corredor dejaron de abrazarle; se sentía como un profundo abismo entre los dos.
Thomas quería huir como alma que lleva el diablo, pero de pronto sus músculos parecían no responder a las demandas de su cerebro. Quería hablar mas la voz se quebró completamente antes de atravesar la mitad de su garganta; el aire raspaba y aquella capacidad que antes fue tan simple, de imprevisto pasó a ser el trabajo más enrevesado que le hubo tocado hacer. Quería gritarle a Minho que borrara de su achinado rostro aquella expresión tan rara que ni Thomas ni el rubio parecían entender; una mueca entre confundida e incrédula, pero de obvia sorpresa. Una pequeña sonrisa venía asomando a sus delgados labios y Thomas sólo quería que dejara de mirarlos.
El único que no estaba congelado en ese instante de conmoción, era el Líder oficial de los Habitantes de todo el Claro, que llegó poco después detrás del asiático: su expresión neutra y habitual confirmaba que no había sido espectador del cuadro anterior. Sólo estaba ahí, sin entender nada ni percibir en el aire la incomodidad de los tres amigos.
Newt, que para esas alturas ya se encontraba de pie, tambaleando como un imbécil, con las piernas más frágiles que dos palillos chinos; carraspeó la garganta y pestañeó varias veces, queriendo, tal vez, asimilar la situación para luego buscar alguna explicación. Si Thomas no hubiese estado tan enfocado en su propio nerviosismo, aquella imagen le habría hecho reír, pues el rubio se veía muy dulce con las mejillas rojas y la expresión tan alterada, moviendo las manos y las pupilas hacía todos lados, como si en algún rincón del compartimiento estuviese la respuesta perfecta para explicar lo que Minho acababa de ver.
El ex-Corredor, por su parte, pareció haber soltado aquella burbuja en la que se había metido tras la inesperada escena en la que encontró a sus dos amigos, cambiando su expresión de anonadado a una de diversión total.
Thomas no quería que dijera alguna cosa respecto a lo apenas acontecido; no quería que alguien más supiera de aquella loca aventura sin sentido que tenía con Newt. Ni siquiera él quería saberlo hasta hacia una noche atrás, menos le apetecía que el mismísimo Líder del Área se enterase de ello. Supuso que Newt pensaba igual.
Nadie decía nada y el ambiente era un cóctel bruto que les daba vueltas el estómago: pena, nerviosismo y ganas de huir por parte de Thomas, Minho divertido, con aquella expresión tan burlona en el rostro, que tenía como único fin irritar a Thomas y al rubio Corredor, que se mantenía serio mas altamente desasosegado e inquieto, y Alby, a un costado indiferente del asiático, confundido, a la espera de que alguien dijera alguna cosa o al menos que se dignaran a responder el saludo que nadie pareció escuchar.
—No te permitiré un solo comentario por ahora, ¿entendido? —advirtió el rubio cuando estuvo frente al asiático, su voz era firme e increíblemente barrida del nerviosismo que hubo tenido instantes atrás, aunque seguía levemente sonrojado—. Una palabra de esto, shank, y dormirás con los malditos penitentes al caer la noche.
La amenaza de Newt hizo reír a Minho, pero el asiático no le llevó la contraria; levantó sus manos en señal de tregua y moduló un pequeño 'okay' mientras se apartaba del camino, aunque aquella sonrisa socarrona que dejaba resbalar de sus labios era clara evidencia de que las burlas estarían presentes de todas formas. Era tonto pretender que un asunto así se dejaría pasar como si nada, pero ninguno quería deshilachar el tema en ese momento.
Newt atravesó la puerta de metal y caminó a paso firme hacía la cocina; parecía tan enojado como temeroso, sus pasos eran rápidos y su renguera poco evidente, no era buena idea cruzarse en su camino. Thomas avanzó detrás de Minho cuando éste siguió a Newt con esa sonrisa burlona que parecía no querer borrar de sus labios por nada del mundo.
Las piernas de Thomas temblaban; no quería caminar, no. Él quería echarse en el piso y golpear su cabeza contra la tierra hasta desmayarse. Sentía vergüenza, pena, rabia y, sobre todo, un escalofriante miedo de lo que la mente atolondrada de Minho pudiera llegar a pensar sobre él y Newt, quería olvidar que existía la posibilidad de que el asiático pudiera llegar a decir alguna cosa o comentar con otros Habitantes lo que había visto al llegar al Cuarto Oscuro esa mañana. Le aterraba la idea.
Thomas ya se veía en boca de todos y él estaba realmente harto de ser el centro de atención del Área; desde que hubo llegado se convirtió en el blanco de todas las miradas y la paródica sensación del momento, Chuck le había dicho que pasaría hasta la llegada de un nuevo novato. Pero aún faltaba mucho para eso y el castaño ya estaba harto, no quería una sola mirada más puesta sobre él. Ni una que no fuera la de él.
Thomas quiso llorar cuando aquel pensamiento se coló en su mente; no quería que lo anterior hubiese pasado pero tampoco podía pretender que también lamentaba aquellos besos. Para nada. Lo habría hecho una y mil veces más. No podía negarlo, no cuando le había gustado tanto, no cuando aún sentía el sabor dulce de los labios de Newt en la punta de su lengua y ansiaba repetirlo, y es que le era imposible olvidarse de aquella dulzura, de ese extraño cosquilleo que sentía en la boca del estomago cuando los dientes del rubio mordían su labio inferior y aquellas manos bonitas apretaban su espalda...
El calor nuevamente se apoderaba de sus mejillas y Thomas sólo quería enterrar su rostro en la tierra para evitar encontrarse con la mirada divertida de Minho o los ojos molestos de Newt.
Al llegar a la cocina, el rubio fue directo a la mesa de un grupo reducido de jóvenes, la mayoría siendo Encargados y dos o tres chicos relevantes, aunque no se sentó junto a ellos. Thomas divisó al rubio hablando con Jeff y, pronto, el jovencito se retiró a la finca, para luego de un par de minutos volver y dirigirse al castaño con pasos apresurados y una montaña de cosas entre los brazos.
Mientras Newt desayunaba en un rincón, hablando de cosas triviales con Alby, Thomas estaba con Jeff; el doc del Área limpiaba la herida del hombro del castaño, esa que al rubio le había preocupado. En realidad no era muy grave, sólo un corte algo extenso y poco higiénico. Thomas se había enternecido por el gesto de Newt; incluso antes de pedir su desayuno, había interrumpido el de Jeff sólo para que fuese a curarlo. Aunque le pareció muy bonito, Thomas seguía sosteniendo que el rubio estaba enojado. Y, fiel a la costumbre, pensaba que estaba enfadado con él.
Cuando el desayuno acabó y Thomas se hartó de oír la risa jocosa del asiático retumbando justo en sus oídos, los Corredores se dirigieron a las puertas abiertas del Oeste: Newt solo por delante, a paso tan apresurado, que iba varios metros delante de Minho y Thomas. Minho decidió acompañarlos a las aberturas por mera diversión esa mañana, al parecer el ceño fruncido de Newt le causaba mucha gracia y las mejillas rojas de Thomas le tenían bastante entretenido. El ex-Corredor sólo quería disfrutar a costa de su vergüenza un poco más. Aunque, dentro de todo, el castaño prefería mil veces soportar aquella risa burlona zumbando en sus oídos antes que estar a solas con Newt.
Eso no era del todo un hecho; próximamente dejaría la pena para pasar a la incomodidad de estar únicamente en compañía del rubio.
De momento, Thomas no estaba seguro de qué debía sentir puntualmente; si temor, vergüenza, ansiedad o estar tan molesto como lo estaba Newt.
¿Por qué Newt está molesto? se preguntó de pronto, casi frenando en seco sus pisadas, quedando medio tonto, clavado en el suelo a pocos metros de las enormes puertas que ya estaban abiertas de par en par, dispuestas a dejarle pasar al majestuoso Laberinto.
Minho avanzó unos pasos sin él y luego se percató de que Thomas no seguía su mismo ritmo. Con una sonrisa socarrona y una mirada aterradoramente pícara, volvió unos cuantos pasos hacia donde el castaño había quedado estacionado como un idiota, le rodeó el hombro con uno de sus musculosos brazos y le obligó a seguir, aunque nunca yendo de prisa, solo avanzando de a poco y muy pausadamente, intentando retrasar el fin de su diversión tanto como le era posible.
—Ánimo, shank —murmuró el asiático, su voz amistosa sólo siendo el camuflaje vil de una burla—. Pasarás el día entero con Newt. ¿No es genial?
Thomas hubiera rodado los ojos o al menos le habría dirigido una mirada asesina, pero el pánico estaba abrazado a él y le fue imposible manifestar algo que no fuera miedo. Las afirmaciones burlonas de Minho estaban en lo correcto, exceptuando la parte en la que la idea resultaba genial. Definitivamente no era ni un poco genial pasar el día entero con ese chico bipolar que un segundo le besaba y al siguiente quería asesinarlo.
Entre comentarios estúpidos, Minho le arrastró hasta la abertura del Oeste, donde un muy poco amable Newt los esperaba con una expresión de aburrimiento y fastidio plasmada en el rostro. Al menos no se fue solo, Thomas pensó. Dentro de todo eso era mejor que cualquier cosa. Tal vez no estaba tan enojado como lo parecía.
—Bien, andando —murmuró Newt pasados los dos segundos desde que un divertido Minho y Thomas pálido llegaron a él.
—Adiós, chicos. Diviértase —fue el saludo de Minho. La diversión brotaba a raudales en sus palabras y Thomas de pronto sentía que caería desmayado al suelo—. Ya hablaremos después. Todavía no entiendo cómo pasaron de...
—Cállate —le interrumpió Newt, entre avergonzado y furioso. Simplemente ignoró todas las palabras anteriores y chocó sus puños con el asiático, tratando de no tomar en cuenta la risotada que Minho dejó escapar en ese momento. Luego miró a Thomas, sus ojos libres de emociones hablaron con él y le dijeron que ya era hora de marcharse.
Un segundo después, Newt ya se había echado a correr hacia las profundidades del Laberinto, alejándose de las burlas del asiático.
Thomas siguió al rubio luego de un instante al no tener más opciones. A decir verdad, le parecía una mejor idea ver la espalda de Newt unos metros delante de él que seguir oyendo las risas burlonas que su asiático amigo creía ocultar bien, pero que en realidad no las camuflaba en absoluto y sólo le molestaban. Mas al castaño no le pareció sensato ponerse a discutir por ello, además ya se hacía tarde y perder más tiempo en tonterías no era nada productivo. Luego se ocuparía de soportar a Minho.
Thomas avanzó por los primeros pasillos siguiendo de lejos a su rubio Encargado; se le estaba complicando alcanzarle pues se había echado a correr mucho antes que él, aunque, a decir verdad, no pretendía arribarlo, ni acercarse siquiera. El miedo le seguía de cerca, pisando sus talones y queriendo apoderarse de él; correr a la vera de Newt se admiraba muy incómodo y prefería evitarlo.
Pero Thomas sólo se limitaba a seguir andando para no perder el ritmo; si se dejaba dominar por el pánico, terminaría hecho bolita a mitad del camino y no sonaba muy bien hacer eso.
Pasaron otros incontables minutos y Thomas aún no alcanzaba a Newt. Tampoco quería hacerlo, pero no pretendía perderle de vista y fue justamente éso lo que pasó antes de que pudiera darse cuenta; Thomas se perdió en sus pensamientos y de la nada ya no vio la espalda del rubio frente a él.
Siguió andando; el pánico se presentaba de manera doble y contradictoria porque quería y a la vez no encontrarse con Newt nuevamente.
Recorrió unos pasadizos más, dejando ir algunas curvas y callejones. El silencio brutal en el lugar era ensordecedor y casi escalofriante; parecía ser el único ser entre aquellas paredes, ni los escarabajos estaban para molestar, y aunque eso era estrictamente mejor que cualquier cosa, Thomas se vio deseando encontrar a Newt otra vez. Por alguna razón que él no quiso preguntar y el asiático no se molestó en explicar, Minho insistió demasiado en que no debía dejar a Newt solo en ningún momento dentro del Laberinto. Y se sentía un estúpido porque ya era la segunda vez que se apartaba del rubio, dejándolo solo entre aquellas paredes. No podía seguir una maldita orden, aunque el ex-Corredor lo había expresado más como un favor, y eso le hacía sentir aún peor.
Cerró los ojos y exhala con aburrimiento ante la discusión interna que sabía que venía tras descubrirse haciendo las cosas mal otra vez.
Dio unos pasos más en línea recta con la misma velocidad con la que venía desde el Área y luego abrió los ojos nuevamente, encontrándose con el fin de un pasillo que se dividía en dos; un camino yendo hacia la izquierda y el otro extendiéndose hacia el lado contrario. El castaño disminuyó considerablemente la constancia de sus pasos hasta decidirse hacia donde seguiría.
El pasillo que lo llevaba hacia la izquierda fue el elegido, y cuando giró en éste, se topó con Newt.
El chico parecía de lo más normal a excepción de su rostro malhumorado, aunque aquella cara de pocos amigos ya era bien conocida por el castaño y realmente no sabía de qué se estaba asombrando, si antes de salir del Área, Newt ya parecía querer asesinarlo con la mirada, como si Thomas fuera el culpable de todo lo ocurrido.
Y, por primera vez, él estaba seguro de que las cosas no eran así. Por primera vez había sido el rubio el responsable de todo; Newt le besó y fue él mismo quien le estuvo abrazando cuando Minho llegó al Cuarto Oscuro.
El temor abordó a Thomas aún así; no importaba de quien era la culpa, Newt estaba enojado, o al menos eso parecía. Daba igual; el castaño sólo quería echarse a correr de ahí a velocidad extrema sin importar qué. Pero no podía, ahora que lo había reencontrado, perderle nuevamente sería estúpido. Tampoco lograba encontrar su voz para sugerir que sigan caminando, mejor dicho, corriendo, que las secciones del Laberinto no se analizaban solas, también quiso simplemente dejar de mirar a Newt como un psicópata, tenía que apartar su mirada de él porque cualquiera se habría incomodando ante ella. Pero Thomas sólo quería arrancarle información por la fuerza; quería intentar encontrar algo en los ojos pardos de ese rubio, hallar algún atisbo de idea, el porqué del enojo, tal vez, o la razón por la que se encontraban varados a mitad del camino sin hacer nada habiendo tantos rincones por fisgonear, tantos pasadizos por recorrer y mapas que hacer.
Thomas estaba a punto de hablar; el silencio sepulcral en aquel pasillo era insoportable y le molestaba demasiado. El castaño estaba preparado para cualquier cosa; insultos, golpes, regaños, lo que fuere, también estaba preparado para que Newt diera media vuelta y se largara de ahí. De hecho, fue lo que Thomas pensó que el rubio haría. Pero nunca hubo esperado que su colega suspirara, suavizara sus facciones y se acercara a él de manera inofensiva, con sus brazos agotados y como muertos, rendidos a sus costados, y de hombros caídos. Su rostro reflejaba una mezcla de decepción, angustia y cansancio, esto último tal vez producto de la travesía del Área hasta ese lugar.
Thomas no entendía y quería preguntar qué diablos le pasaba, pero la respiración de Newt chocando contra la suya pareció ser suficiente para ahogar todas y cada una de sus palabras.
—Las cosas no debieron suceder así, Tommy —lamentó el rubio entre dientes. Estaba tan cansado que apenas separaba los labios para hablar—: Tú no debiste actuar así, fuiste...
—Pero, Newt... —Thomas le interrumpió de súbito cuando Newt quiso seguir; lo que estaba diciendo no era correcto y no iba a dejarlo así. La culpa debía ser compartida en partes iguales—; Yo no...
Ahora fue Newt quien le interrumpió, llevando su mano al rostro de Thomas y presionando dos de sus dedos sobre su boca. Al menos no le calló con un golpe y eso fue mejor de lo que hubiera esperando.
—Sí, tú lo hiciste todo —repuso otra vez, la voz de Newt no cuadraba con sus palabras. No sonaba enojado ni mucho menos; sonaba extraño, como lamentando algo de antemano—. Tú, Tommy. Solo tú.
—Yo no...
—Sí, imbécil. Me gustas —intervino nuevamente, esta vez sin preámbulos ni más vueltas. Thomas sólo abrió muy grande los ojos. Aquella confesión debía hacerle sonreír, pero en cambio sólo estaba temblando—. Mucho, ¿de acuerdo? Y no tengo ni la más pálida idea de cómo llegué a esta garlopa, pero me gustas, me gustas y no lo quiero.
Thomas no reaccionó ni al instante ni después. Su boca se mantuvo en silencio, sus oídos nunca terminaron de asimilar lo que acababan de escuchar y sus ojos parecían no creer que era Newt quien estaba frente a él confesando todo aquello. Ni siquiera tenía mucho sentido después de todo lo que pasó la noche anterior, y la anterior, y la noche anterior a esa noche. Simplemente no podía digerirlo y cada palabra quedo rondando en su cabeza por mucho rato sin poder encasillarse en algún concepto.
Eso era lo que querías, ¿no? le cuestionó de pronto su conciencia. ¡No! fue su respuesta casi inmediata. De verdad jamás quiso siquiera acercársele con otras intenciones más que la de crear una sólida amistad; ser simplemente amigos. Nunca quiso involucrarse sentimentalmente con Newt, de eso estaba seguro. Pero ahora el rubio estaba frente a él diciéndole aquellas palabras que la noche anterior habría rogado por escuchar, Newt estaba tan cerca de él y con sus manos en su rostro, sus respiraciones casi mezcladas y sus torsos rozándose con cada movimiento..., era difícil para Thomas pensar con claridad y analizar la situación; no con Newt delante de él, diciendo aquellas cosas en susurros, como si alguien más pudiera oírle.
Era complicado para Thomas sentar cabeza y procesar todo el discurso de Newt estando tan cerca de él, entonces dio un paso hacia atrás. Y luego otro, y otro, y otro más hasta que su espalda chocó contra la pared de piedra y ahí descansó, sólo podía respirar con naturalidad cuando tenía al rubio a más de dos metros de distancia. Se recostó contra el frío muro y suspiró, cerró sus ojos unos instantes con la ilusión de que al abrirlos todo volvería a la normalidad: Newt estaría revolcándose en el piso por el ataque de risa y luego le pegaría un codazo para que moviera las nalgas porque el laberinto era enorme y él no lo recorrería todo solo.
Estaba esperando a que el tiempo pasara, a que la realidad volviera a cobrar sentido o, en su defecto, que él recuperara la consciencia porque se sentia aislado, como en una dimensión alterna a esa, en otro Laberinto identico a ese y en otro mundo tan vuelto mierda como aquel, pero lejos, bien lejos de Newt. La ansiedad ni siquiera pretendía desaparecer y en su cabeza el cronómetro mental sólo llegó al número cincuenta y siete, cuando sintió pasos acercándose a él nuevamente. Dudaba de todo el resto, menos de que el dueño de aquellas pisadas era Newt.
No podía entender, mucho menos explicar qué pasaba con él, con su cabeza y con su corazón en esos eternos instantes, pero sentía miedo. Un temor descomunal, que no había sentido jamás, uno que sobrepasaba absolutamente todo; sus rodillas habrían temblado menos si quien se estuviera acercando a él hubiese sido un Penitente. Pero era Newt, y sus piernas sólo querían echarse a correr por el pasillo y perderse entre los muros sin importar lo que le prometió a Minho.
Estaba a punto de obedecer a su cobardía y ceder a la fuga desesperada, pero Newt volvió a hablar y su respiración estaba cerca de él otra vez;
—Tommy, escucha...
—No, Newt —Thomas le interrumpió; su voz no era más que un suspiro frustrado y entre dientes apretados. El castaño decidió que si no iba a huir, iba a quedarse y hablaría claro de una buena vez—; Tú eres muy inconstante, ¡maldición! —inició, sus ojos eran dos esferas en llamas que apuntaban sólo al rubio—: Cambias de parecer cada dos minutos. ¿Tanto te divierte jugar conmigo, imbécil?
Thomas escupía cada palabra, la bronca y frustración de su voz no eran más que un camuflaje del pánico que dominaba cada célula de su cuerpo. Newt ni se inmutó; permaneció de la misma forma que antes de que Thomas abriera la boca, incluso ni el enojo en el tono de voz del castaño ni la ira en cada sílaba que soltaba parecieron surtir efecto en él.
Newt le miró a los ojos, tragó saliva mas no con temor, en realidad parecía estarse preparando para decir algo muy difícil.
Thomas le observó; en su mente ya estaba imaginando cómo seguirían las cosas; un Newt que le pediría disculpas por hablar tonterías en el mejor de los casos. En el peor; un Newt virando los ojos para luego seguir con la tarea que tenía encomendada como si nada pasara y un Thomas hecho bolita contra el frío muro que tenía detrás, llorando tal vez o queriendo que el muro paralelo al suyo se acercara hasta aplastarle y matarle de una vez por todas. Su vida era una gran montaña de plopus, como decía Chuck, y ya no la quería.
Pasaban incontables segundos, o tal vez minutos, pero Newt parecía no estar preparado para hablar. Thomas estaba a punto de abrir la boca nuevamente y esta vez tirar a matar, herirle o simplemente mandarlo a la mierda por ser un jodido bipolar, pero cuando sus próximas palabras estaban subiendo por su tráquea, el rubio de pronto comenzó a hablar;
—No fue fácil para mí darme cuenta de...
—Uy sí, y yo estaba feliz de la vida por todo esto —interrumpió Thomas de manera violenta—; divertidísimo tu juego de de indiferencia, golpes y besos..., imbécil.
—Tommy, nunca quise ser indiferente contigo. Yo sólo estaba...
—Estabas siendo una mierda 'básicamente' —interrumpió otra vez, las palabras simplemente no podían esconderse en su boca—. ¿Y los golpes, inconsciente? ¿Y tú estúpida escenita de besos con Stan, idiota? No contestes sólo lo que te conviene.
—¡Shuck! ¿¡Podrías cerrar tu maldita boca y escucharme por dos segundos!? —preguntó, la violencia brotando de sus palabras tanto como en las de Thomas, mientras le sujetaba de los hombros y le acorralaba contra el paredón—. ¿Vas a oírme o seguirás con tu maldita actuación de noviecita enojada? ¡Madura de una vez!
Thomas se tragó las ganas de responder con insultos y asintió sin esforzarse en esconder su malhumor.
—Habla.
—Necesitamos distancia —murmuró, su voz ya no era enojada, era una rara mezcla de pena y dolor, con frustración y quizás algo de irá. Thomas ya se lo veía venir—; Aléjate de mí y yo haré lo mismo contigo. Ésto... —se miró a ambos alternadamente— no es posible..., no así, no ahora. No aquí, Tommy.
Thomas sólo le oía, la furia abultándose en su garganta y robándole el aliento, la tristeza agazapándose en medio del enojo. Ni siquiera sabía de qué se estaba sorprendiendo a aquellas alturas, si de Newt se podía esperar cualquier cosa menos que le corresponda por cinco minutos seguidos. Pensó que lo de la madrugada nunca tuvo sentido y odio infinitamente a ese maldito rubio que lo tenía tan perdido, pero se odió más a sí mismo porque, por muy cruel, horrible e injusto que pareciera todo, Newt tenía razón. ¿En qué demonios estaba pensando cuando comenzó a ceder? ¿Realmente creía qué Newt le iba a corresponder en algún determinado punto? ¡Por Dios, Thomas! Qué tonto has sido, se reprendió a sí mismo, burlándose un poco también, no estaba de más algo de realidad.
—Verás, Tommy —Newt inició nuevamente—; Lo más práctico sería empezar a olvidarnos. Tú por tu lado y yo por el mío —siguió. Thomas sólo quería dejar de oírlo y largarse, no le veía el sentido a aquella conversación. Pero Newt nunca le soltó y él seguía entre el rubio y la pared—. Ni siquiera pasó demasiado, sólo...
—¡Me gustas, idiota! —intervino Thomas, harto de toda la basura que estaba hablando su compañero—. ¿Me puedes decir qué demonios se supone que debo hacer con eso?
—Todo irá desapareciendo así como apareció, te lo prometo.
Pero ni siquiera Newt sonaba convencido de ello. Nada era claro en su voz y Thomas sólo quería salir corriendo hasta el Acantilado y brincar al vacío. Lo que Newt decía no era lógico y sobre todo, no era justo. Ja. Tú te enamoraste, Thomas. ¿Le echarás la culpa a él? atacó su subconsciente de imprevisto y sin piedad, y aunque el castaño no quería, tuvo que aceptar que tenía razón.
Nadie le había mandando a meter sus narices en una garlopa tan miertera como el amor, o la atracción, o lo que haya sido aquella estupidez en la que estaba hundido hasta el cuello. Fue muy idiota al involucrarse en tan monumental pérdida de tiempo, con todo un Laberinto que recorrer, un pasado por recordar y una vida por cuidar, malgastar energías y tiempo en esa tontería era muy absurdo. Nuevamente se reafirmaba las palabras del Líder del Área: no se trataba de odio, amor o amistad, lo único que importaba era sobrevivir.
Newt tenía razón. Alejarse era la solución.
Pero Thomas no quería. Se rehusaba a lo bestia. Arrancar de su pecho aquel sentimiento por Newt, que había ido creciendo día a día con la misma intensidad y velocidad de un rayo, parecía tarea difícil, por no ser tan pesimista y tachar la misión como una meta imposible de lograr.
¿A quién quería engañar Thomas? Ni siquiera intentaría olvidar a Newt, no se esforzaría en apartar la vista de él cuando su mirada recorriera con deseo la boca de su compañero, ni por dos segundos pensó en abstenerse de besar aquellos labios si en algún punto estaban a su utópico alcance. Newt era, lejos, el único que lo mantenía cuerdo en esa cárcel. Lejos de él se volvería loco en dos días.
—No quiero —Thomas habló de súbito. Su voz no era como la de un chico que hacia unos días se había enfrentado a cuatro penitentes. Sonaba más como un niño rehusándose a dejar su peluche favorito, casi triste pero más firme—. ¿Por qué no quieres intentarlo, Newt? —preguntó de pronto.
Newt hacía segundos se había creído que Thomas había entendido y terminado, pero su pregunta pareció tomarle por sorpresa. El rubio no se movió de su lugar ni cuando la mirada afilada de Thomas se cruzó violenta con la de él. El menor pensó que a ese chico impenetrable nunca nada le movía un solo pelo, y nada más por eso no se sintió tan mal cuando recreó la escena en su cabeza y la imagen mental componía a un tristísimo castaño y a un rubio sin sentimientos e inmutable que no hacía más que estar de pie frente al niño que parecía a punto de echarse a llorar.
Thomas pensó, entonces, que Newt al fin sería Newt y que sería tan indiferente como Newt lo era, que le dedicaría una mirada de fastidio puro y cortaría aquella absurda conversación con pasos hacia otro lado. En el mejor de los casos, no agregaría palabras crueles a su estúpida indiferencia.
Pero no fue el mejor de los casos y Newt tuvo que abrir la boca:
—¿Intentar qué, Thomas? —preguntó. Su voz al parecer quería demostrar duda genuina y eso lastimó mucho al castaño. Si su idea era hacer que Thomas echara de sus ojos aquellas lágrimas acumuladas, estaba a punto de lograrlo—. ¿Estás loco acaso? ¿Pretendes que andemos de la mano por todo el Claro y pasemos las noches abrazados en alguna habitación de la finca? —cuestionó, su voz era burla pura y Thomas sólo ansiaba que Newt cerrara la boca. Pero él siguió como quien no se cansa de lastimar—. ¿Sabes lo ridículo que suena eso, Tommy? —Rió falsamente— ¿Quieres acabar con todo el poco respeto que has ganado con tu acción heroica aquella noche que salvaste a Alby? Peor, ¿quieres terminar con mi reputación de Subcapitán? —continuó hiriendo—; Seguir con esto no hará bien a nadie —sentenció—. Mejor olvídalo.
Thomas simplemente ya no encontraba definición para encasillar al chico al que estaba escuchando. ¿Despiadado? Thomas creía firmemente en que Newt había atravesado aquel concepto incluso antes de abrir la boca.
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Fin.
Sí, después llega un penitente y se come a Newt porque es un imbécil y todos coincidimos en eso ahre no bueno sí.
Perdón. Sorry. Perdó. Spiacente. Bekümmet. Omlouvat. Desculpe. Beklager. Przepraszam. Ahre.
No sé en qué idioma pedir perdón después de... no sé ¿un año? casi dos sin actualizar. Lo lamento en serio. Seguro ya nadie sigue esta historia pero... u.u sólo es mi culpa.
El capítulo era más largo pero lo corté (porque lo que acaban de leer fueron casi cinco mil palabras y no quería sobrecargarlos) ksjdksñ.
Voy a ponerme las pilas, ai promis. El próximo cap será publicado en breve. Mientras tanto pueden leer mis otras historias; En Otro Cuerpo (también Newtmas) para pasar el rato aksjsñ ahre. O Sismes Al Paradís, que sólo son One-shots Dylmas.
Lots of Love
-Digg, la colgada.
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