Prólogo · Bienvenida y Despedida

– Se toma las interpretaciones de los personajes de los Nuevos 52, sobre todo su apariencia y sus historias de origen, como por ejemplo, referencias a el "Año Cero" o los números 10 a 15 de "The Dark Knight Vol. 2"

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Jonathan se recostaba en su celda de Arkham de máxima seguridad apoyado en la pared de cristal que separaba su área, mientras que con las manos sostenía unos de los pocos libros que poseía en su deprimente vida carcelaria. Teniendo en cuenta que eran altas horas de la noche, en estas situaciones Jonathan debía ponerse a leer tan cerca del límite de la celda porque la luz tenue que obtenía del pasillo era la que mejor le permitía visualizar las letras negras sobre el papel blanco y rugoso.

Aunque, teniendo en cuenta la de veces que había leído el libro -por ser unos de los tantos pocos que había podido conseguir de variadas maneras-, sería capaz de leer cada capítulo del libro gracias a una memoria fotográfica de escándalo.


Su monótona noche de lectura se hizo más interesante cuando notó que alguien se desplazaba por los pasillos, y que ese alguien no apuntaba a ser un policía por el simple hecho de que no daba pasos fuertes ni centrados mientras se desplazaba ni seguía un patrón de alguien que no se quisiera desplazar sigilosamente por el lugar.
Jonathan trazó al instante un plan en sus pensamientos, que debería desarrollarse mientras el tiempo siguiera su flujo natural, pues si la persona que se estaba escabullendo por los pasillos era un prisionero que intentaba dejar aquel estatus y gozar un poco de una libertad ilegal, él podría aprovecharse de eso y convencerle para escaparse juntos, o en general cualquier forma que terminara en él alejándose de Arkham.


Estuvo observando atentamente a través del cristal, acechando el lado derecho, por el que provenían los sigilosos pasos que había escuchado. Ciertamente, no fue una figura muy difícil de distinguir, pues carcelarios con el pelo rojizo y echado hacia atrás había bastante pocos… Bueno, uno, para ser exactos.

Aquello fue un golpe de suerte para Jonathan, ya que ese villano había sido unos de los que él se había molestado en leer su ficha psicológica redactada por el propio lugar donde se encontraban en unos de sus momentos de aburrimiento donde colarse en una sala de operadores despistados valía su tiempo tan poco apreciado ahí para zambullirse en un ordenador y luchar por encontrar algo de valor o para leer algo que no fuera La leyenda de Sleepy Hollow una y otra vez.


–El señor Nygma… —susurró para él mismo, debido a la estrecha brecha silenciada entre su celda y los pasillos.

Rápidamente, empezó a trazar un plan: Cuando observó que el otro villano dirigió su atención hacia él por un momento, quién en un principio se había exaltado por encontrarse con alguien que no estaba durmiendo, le enseñó una página del libro que portaba. Inicialmente en blanco, analizó curioso cómo el enjaulado sacaba un carboncillo para pasarlo suavemente por la página en blanco, lo cual reveló parcialmente un mapa de la prisión. Crane no lo desveló todo para que aquello jugara a su favor y el otro no supiera ya de memoria el mapa del edificio, sin darle opción sobre salir de su celda.


Afortunadamente, no fue así y Edward se empezó a interesar en lo que estaba viendo, a pesar de ofrecerle una mirada desconfiada.
El criminal de fuera se acercó lentamente al cristal, analizando los movimientos del hombre de dentro. Crane al observar aquello volvió a dirigir el libro para él mismo y pasó a una página en blanco, con la que escribió con el carboncillo rápidamente para mostrarle a su llave de aquel fatídico lugar, su propuesta.

“Ayúdame y te ayudo. Quiero salir de aquí, y tú también.” Era un mensaje simple y directo, y con eso ya sólo estaba por ver la decisión de El Acertijo.

Jonathan tuvo suerte de que Edward ya hubiera escuchado hablar de El Espantapájaros lo suficiente para conocer su sentimiento compartido de odio hacia Batman, y su gas, o toxina, del miedo que podría ser un buen añadido positivo que aumentaba las posibilidades para escapar de Arkham, que de por sí habían subido con el mapa.

Edward sonrió para él, empezando a pre visualizar el éxito de escapada de aquel infierno donde se pasó la mayor parte del tiempo con camisas de fuerza y tomando drogas que le daban para mantenerlo calmado -o que simplemente estuviera callado-. Se acercó al panel de control de la pequeña jaula, la examinó rápidamente, que era más de lo que necesitaba, y sacando sus avanzados conocimientos sobre la tecnología a flote, a Crane no le llevó menos de un minuto volver a saborear la libertad.

El cristal se echó para un lado, sumergiéndose en el techo, que gracias a Dios no hizo demasiado ruido.

–Y ahora… Dime –se refirió a él mientras examinaba la placa de su uniforme como preso de Arkham, fingiendo que no sabía ya su nombre–, Jonathan Crane, ¿qué tienes para mí?


La manera en que el pelirrojo se dirigía hacia él, con la cabeza levantada y cuerpo recto, una sonrisa en su rostro y un tono de gran confianza en sus palabras, además de darle énfasis a la búsqueda de su nombre en su placa, hicieron ver que Edward se estaba esforzando por sonar muy seguro y orgulloso de sí mismo y sus capacidades, con la intención de sentirse, de alguna manera, superior y que lo tenía todo controlado. Aquello fue una buena noticia para Jonathan, pues confirmaba que, Edward Nygma era, efectivamente, el tipo de persona que él esperaba que fuera. Aquello hacía más fácil el manipularlo y usarlo para salir del lugar.

En respuesta a la pregunta del Acertijo, Jonathan volvió a restregar el carboncillo por lo restante de la página donde se encontraba el mapa, desvelándolo completamente, y se lo enseñó a su nuevo compañero.


Edward observó el mapa y tardó bastante poco en asimilarlo e introducirlo en su memoria para siempre. Sin mediar palabra, empezó a moverse para adelante, no sin antes hacer un pequeño gesto con las manos al doctor que indicaba que lo siguiera. Y eso hizo.

Recorriendo pasillos muy poco iluminados, siguiendo un recorrido que Crane estaba empezando a entender mientras miraba el mapa de su libro aprovechando las áreas con un poco más de luz, no le quitaba el ojo de encima a Nygma en ningún momento. Puede ser que se hubieran aliado, de una forma silenciosa y bastante fácil, pero eso no hacía olvidarles el hecho de que los dos eran villanos. Por lo tanto, desconfiar en el otro era lo más lógico que podían hacer. De hecho, lo hicieron desde el primer momento que se vieron, pues Edward tampoco había dejado de vigilar sus espaldas desde que marcharon juntos, analizándolo como si tuviera ojos en la nuca.

El camino que seguía no era complicado; Edward buscaba desplazarse por la sala de “máxima seguridad” que, debido al poco dinero invertido en el manicomio, sólo destacaba por celdas separadas entre sí en todo un radio circular y un sistema de ordenadores que El Acertijo podía desbaratar con sólo una mano y treinta segundos. Claro que, era la primera vez que se escapaba de Arkham, ya que esta era su primera estancia en el lugar después de ser encarcelado tras los acontecimientos del “Año Cero” … Y bueno, se mezclaba aquello con la pobre atención que solía recibir el edificio por parte de los, usualmente, corruptos líderes del lugar.

Una vez llegaron a una sala preseleccionada por Nygma, que ignoraba las complicaciones de la salida y entrada principal del área donde estaban encarcelados hace nada, llegarían a la cocina, que a su vez conectaba con el comedor, que conectaba con las áreas más casuales de la cárcel. De ahí para adelante, sólo tendrían que lidiar con guardias y una luz vigilando para salir al exterior, que requería mucho más sigilo y habilidad. En verdad, aquella era la zona más difícil por lo que tenían que pasar.


Y como había previsto, había guardias en la cocina, cerca de la entrada, haciendo medianamente su trabajo, ya que se habían centrado en sentarse en una mesa y hablar sobre sus temas triviales favoritos.

Bueno, el problema realmente no surgía de los dos inadaptados que seguramente estarían tomándose un descanso, sino de la alarma que resonaría por dentro y fuera de Arkham si les pillaban husmeando por otro lugar que no fuera sus respectivas celdas.

Nygma lanzó una mirada decidida a Crane, después de inspeccionar minuciosamente el área desde lo que le era visualmente permitido, sobre todo si los guardias portaban armas, y el comedor, que era lo más grande. El castaño supo lo que estaba pasando por su mente al instante, ya que él también tenía la misma idea.

–Yo iré por la izquierda. –Expresó Edward con un susurro, para instantáneamente prestarle un cordón de unos cuantos que tenía a Jonathan, como si el hecho de dónde lo hubiera conseguido no importara.

Aunque siendo justos, él tampoco había tenido que dar explicaciones sobre el mapa que apareció por arte de magia en su libro después de desplegar un carboncillo por encima. Tampoco era como si Edward le fuera a preguntar sobre algo que alguien de su ingenio tenía que saber.


Dicho aquello, los dos súper villanos se encogieron de rodillas, casi arrastrándose para no entrar en el área visual de los dos guardias, y fueron por los caminos previamente asignados por el pelirrojo. Siento todo lo silenciosos que podían, se desplazaron hasta estar cerca de sus presas y no actuaron hasta que vieron que el otro estaba lo suficientemente coordinados para empezar la acción, y sujetar sus cordones para dirigirlos hacia el cuello de los vigilantes.

Fuertemente, tiraron de ellos, haciendo que cayeran al suelo casi al mismo tiempo junto con la silla. Los guardias, naturalmente intentaron hacer todo lo posible para liberarse de la presión ejercida por sorpresa, pero con la impecable voluntad para matar de los dos hombres, junto con la experiencia que los mantenía con sus piernas atadas por las mismas de los villanos para evitar una porción destacable de resistencia y una mano en sus bocas para evitar gritos de auxilio -ya había sido demasiado el sonido de las sillas en el suelo que hubieran preferido evitar-, acabaron cayendo después de minutos. Aunque uno aguantó más que otro.


Cuando terminaron, transportaron los cuerpos hacia un lugar más sombrío del que por si era la cocina de un manicomio por la noche. Se quedaron un rato quietos, sin hacer nada en la esquina, esperando oír un sonido, como los pasos de alguien que venía a comprobar qué acababa de pasar, pero aquello no ocurrió.

–Mira. –Le señaló el espantapájaros a la mesa donde habían estado los dos hombres que acababan de asesinar, que todo ese rato habían tenido sus armas encima del mueble, pero que no pudieron identificar porque se encontraban detrás de los paquetes de comida que habían estado consumiendo hace minutos. Nygma hizo una mueca que describía perfectamente el golpe de suerte que había supuesto encontrarse con dos hombres armados que no se esperaban que el día de su muerte llegara aquél día.

Recogieron las pistolas, le quitaron el seguro y rezaron por no encontrarse una situación donde tuvieran que usarlas, porque seguramente alertaría a una cantidad desmesurada de gente, pensó Nygma.


Siguiéndose desplazando por el lugar, el comedor estaba libre de gente. Al continuar, sólo se encontraron con alguien medio-dormido vigilando una vía para la entrada principal de la cárcel. Obviamente no iban a pasar por allí, pues sería demasiado cantoso, por lo que Nygma se dirigió a la entrada de una sala ya abierta dirigida para el embarque de vehículos que transportaban a los presos de Blackgate a Arkham. Nygma ya había pasado por aquel lugar, y cuando lo vio tiempo atrás pensó que sería el lugar perfecto para una fuga. Así funcionaba la mente de El Acertijo, que nada más entrar a la prisión ya buscaba formas de salir de ella.

De hecho, Edward había escogido ese mismo día y esa misma noche después de informarse detalladamente de que en esas horas no trasladarían a nadie, porque que en esos eventos la seguridad era demasiada para siquiera pensar en esquivarla. Y últimamente se realizaban muchos traslados.

Jamás los reconocería, pero apreció encontrarse con un compañero por el camino que le mostrara un mapa que le decía exactamente a dónde tenía que dirigirse para que su plan fuera definitivamente perfecto.


Con un par de caminatas más, llegaron al sitio de embarque. Se escuchaba a varios guardias hablar desde el fondo, pero con lo abierta que era la sala y la de contenido que había para esconderse de su vista, no lo vieron necesario.

Además, escaparse una vez fuera era lo más complicado y lo mejor era hacer todo lo posible para no llamar la atención.


–Ejem –tosió Edward de forma suave, una manera de llamar la atención únicamente del Espantapájaros–, ¿Cómo era tu nombre?

Jonathan quería rodar los ojos si no fuera porque ahora el otro le estaba observando. Sabía exactamente lo que estaba haciendo, y en verdad era ingenuo por esperar otra cosa del Acertijo.

–Jonathan Crane. ¿Es que no has podido acordarte? –le preguntó de forma irónica. Una forma de devolverle la pulla antes de que explotara en su cara.

–Je, claro –Edward simplemente lo dejó ahí, entonando una risa falsa. No era el momento para sacar su orgullo a relucir–. Lo decía porque si no quieres que tu culo vuelva a tocar el frío suelo de Arkham, más te vale estar atento a la luz del faro que se la pasa recorriendo el exterior de la cárcel. –replicó de forma agresiva.

–Claro, ya lo sabía. –continuó Crane, con un tono divertido, queriendo poner de los nervios a Edward. El otro le devolvió una mirada de pocos amigos, pero no reaccionó con nada más allá de eso– ¿Y cuál es tu idea para cruzar el muro?

–Si tienes suerte, lo observarás. –respondió, dando por terminado la conversación, con un tono de voz claramente molesto.


El patio de Arkham resultaba ligeramente nuevo para ellos, ya que los criminales más peligrosos pasaban la mayoría del tiempo en sus celdas o en el comedor, si es que los directivos daban el visto bueno. Sin embargo, no les suponía un grave problema el atravesarlo, siempre y cuando pudieran visualizar los obstáculos delante suya y evitarlos.


Crane no había parado de observar a El Acertijo en ningún momento, ya fuera por desconfianza, o esa curiosidad sádica que tanto le caracterizaba -también por seguir sus pasos para escapar del lugar, pero se fue olvidando de eso lentamente-. Le había llevado menos de dos segundos determinar sus debilidades, que se traducían en inseguridades probablemente nacidas de la infancia. Crane quería experimentar con él de una manera psicológica, quería que aquellos puntos débiles, que no eran demasiado pocos, fueran visibles al cien por cien con la única herramienta de sus palabras. Quería sacar su miedo al mundo exterior, y no dentro de un refugio con un escudo narcisista y de auto confianza. Él era El Espantapájaros, al fin y al cabo. Era lo que hacía.

Y en cierta manera, entendía las obsesiones de Edward, no desde la mente de un psicólogo, si no desde alguien que también tenía las suyas propias.

Lo peor de las obsesiones es que era lo que más los definían.


–¿Qué piensas hacer si tu plan falla, y nos pillan? –preguntó el espantapájaros, en la peor situación que se le hubiera podido imaginar.
Nygma se volteó hacia atrás para verle, algo que hizo él mismo casi sin darse cuenta.

–¿De qué estás hablando? –Crane no necesitaba estar a la luz del día para saber que su rostro había pasado completamente de uno concentrado a uno tenuemente furioso y fastidiado.

–Um, quiero decir… –explicó, hablando lentamente y haciendo énfasis en cada palabra suya. Era parte del juego–, que no pareces saber ni a dónde tenemos que ir. Sinceramente, dudo que lo hayas sabido incluso antes de que te enseñara mi mapa. Por dios, ¡escapar de una prisión de máxima seguridad sin un mapa! ¿A qué persona con un mínimo de inteligencia se le ocurre algo así?


Nygma empezó a perder la compostura, parándose junto con el doctor en medio del pasto, girando todo su cuerpo hacia él.

–Yo no necesito ningún mapa para escaparme de prisión. –Refunfuñó, ofendido.

Crane estaba saboreando la victoria de su momento. Había conseguido enfadarle. Eso era bueno, pero su sádico momento sólo acababa de empezar.

–Y entonces… –hizo una pausa, totalmente planeada, que llevaba la intención de poner aún más nervioso al Acertijo– Si no necesitabas un mapa, ¿por qué me sacaste de la celda en primer lugar?


Ya está. Aquello fue todo lo necesario para sacar la verdad de Edward Nygma, aunque obviamente ya la conocía.

Sus grandes inseguridades salieron a flote con solo una simple pregunta como aquella, floreciendo unos de sus mayores miedos, que era el temor al fracaso y la subestimación de su inteligencia. Claro que, físicamente, quitando que su labio menor había empezado a temblar levemente, y su barbilla se dirigía al suelo, como si lo único que quisiera hacer fuera caer sobre el suelo y cubrirse con su cuerpo de los recuerdos oscuros de su pasado que lo habían modelado, en gran medida, a cómo era a día de hoy y que Crane le había hecho recordar como fantasmas que iban a por él, su estado no destacaba tanto. Pero su mente era un lío de pensamientos contradictorios en ese momento, que al mismo tiempo querían convencerle de que era inteligente como que era la persona más estúpida de la tierra.


Pero… Él era El Acertijo, y aquello sólo fue un fugaz pensamiento que retiró rápidamente de su cabeza. Ahora, probablemente haría algún come-back que intentaría reconstruir el orgullo perdido por esas palabras de El Espantapájaros. Quizás volvería con una frase para intentar atacar al otro -que verdaderamente, sólo confirmaría lo mucho que le habían afectado sus provocaciones-, o entonaría una risa incómoda y calmaría el momento de la forma que fuera, recordándole que estaban escapando de una cárcel.

Pero aquello no fue necesario, pues en cuanto los ojos de los dos villanos se sintieron atosigados por una fuerte luz blanca, el cómo se sentían los dos de repente dio completamente igual.


Los dos empezaron a correr, tan pronto como asimilaron que habían sido interceptados. Jonathan, a pesar de su palabrería anterior, siguió atento hacia dónde estaba yendo Edward.

Empezaron a escuchar gritos de policías, que empezaron a disparar pero que no acertaron ni una bala ya que, cuando se acercaron la suficiente para obtener un tiro, la luz vigía los había perdido y ya solo podían llegar a distinguir manchas negras moviéndose, lo cual de por sí era bastante difícil de percibir.

Cuando llegaron finalmente al muro, Edward visualizó la cuerda por la que tuvo que sobornar a un guardia para que estuviera colocada en ese mismo momento. Era gris, y lo suficientemente fina para soportar el peso de los dos, justo como le había exigido para que no destacara. Sintió unas ganas terribles de explicarle al doctor cómo había sido el proceso, a quién de su familia había tenido que amenazar y cómo le prometió que mataría a sus hijas cuando saliera de Arkham si es que él antes no le ayudaba a fugarse, además del proceso anterior de averiguar a qué persona en concreto debía elegir para llevar a cabo su plan si quería salir de ahí, demostrando que claramente tenía un plan y Crane no sabía ni de lo que había estado hablando. Pero algo era más importante ahora.


Edward levantó su mano derecha, empuñando la pistola que había recogido hace poco, y apuntó con ella al espantapájaros, que ni siquiera se inmutó.

–¿De verdad estás haciendo esto, Nygma? –preguntó el espantapájaros, sin que pareciera una pregunta, levantando las manos como si la policía le hubiera arrestado y ensalzando sus palabras con un tono íntimo que confundió a Edward– Perdóname, no estaba seguro de que contigo pudiera salir de Arkham, te subestimé.


La boca de Edward se abrió, como si estuviera preparado para decir algo, pero realmente no lo estaba.

–Eres un hombre muy, pero que muy inteligente, Edward –anunció finalmente el ex-psicólogo– Lo siento.
Jonathan estaba jugando con su mente, Nygma no era estúpido y lo sabía perfectamente. Pero otra cosa era más fuerte que su inteligencia… Y su débil ego quería creer que Jonathan decía la verdad.


Y efectivamente, eso fue lo que ocurrió. Nygma ni siquiera podía describir lo que estaba sintiendo en aquel momento, en el que se sentía viajando por un túnel oscuro con un coche que había dejado de funcionar. Cerró los ojos, los abrió, los volvió a cerrar para después abrirlos finalmente, todo ello en un rápido movimiento en un intento de recuperar el control de sus pensamientos.

–Si vuelves a subestimarme, Jonathan Crane, jamás me volverás a ver haciendo algo como esto. –y acto seguido, bajó el arma mientras le dirigía una mirada sombría al otro hombre.

–No lo dudes ni por un momento, Acertijo. –dijo Crane finalmente.


Aquél había sido un juego que Jonathan había estado controlando desde el primer momento, incluso si hacer que el propio Acertijo no se decidiera a asesinarlo después de dudar de su inteligencia e insultarlo no hubiera estado previsto desde antes de que todo empezara. Pues fue un movimiento impulsivo suyo al ver el potencial de los miedos del Acertijo.

Desde el punto de vista de los dos, Crane sólo lo vio como una parte de su rutina a psicoanalizar a personas para usarlo solo en propio favor, y Nygma como un molesto encuentro que haría que le tuviera de ahora en adelante tirria a El Espantapájaros, no obstante, aquello sólo era el entrante a una complicada relación que los dos no sabían ni que acababa de empezar.


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Bueno, el origen de esto es un poco raro. En un inicio iba a ser un drabble que ni siquiera pensaba que publicaría, luego fue evolucionando hasta convertirse en una one-shot, pero... Me llegó la idea de hacer una three-shot cuando la estaba acbando. Ahora que he terminado el segundo capítulo de esa three-shot, le he dado una vuelta de tuerca y ya tengo la forma de lo que va a ser.
Creo que esta es la tercera fanfic en español de este ship, que en los últimos días he aprendido a amar, y dios, tengo tantas ganas de escribir de ellos. Tengo grandes planes para esta fanfic, que no creo que dure demasiados capítulos, así que, gracias por leer, supongo(?

[En un momento, subí esto a Ao3, y no estaba segura si subirla a Wattpad porque no he visto a nadie escribir sobre el ship en esta plataforma xddd pero a quién sea que esté leyendo esto, me alegra no ser la única de este sitio interesada por el ship lmao]

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