Capítulo 8: Alguien en quien confiar

Henry. Su abuelo también se llamaba Henry.

¿Será coincidencia? Porque si no...

Esto no podía estar pasándome, no después de años de absoluta discreción, años conviviendo con ella en un mismo salón de clases y desconociendo que teníamos un gran punto en común. Un punto en común que a su vez podría traer innumerables conflictos entre nosotros debido a su odio hacia los dragones, ya que realmente existía la posibilidad de que el diario estuviera escrito por ella y lo que reflejase ahí fuera cierto.

O es que...

¿Qué probabilidad hay de qué sea una mera coincidencia o que me esté volviendo paranoico? Porque ya a estas alturas lo debo de estar, ¿no?

—Ahora supongo que me contarás para qué querías saber eso —cuestionó Alisson luego de unos segundos de silencio que yo sentí eterno en mi cabeza.

No tenía motivos para decirle, tampoco debía hacerlo, contarle que robé un libro de la casa de su mejor amiga sumándole el comprensivo carácter de la rubia, no sería algo que se tomara con mucha tranquilidad y le confirmaría lo que de seguro piense de mí; que soy un completo loco con la cualidad de transformarse en dragón en su tiempo libre.

Por otro lado, ella ya sabe demasiado, quiero decir, guarda mi mayor secreto familiar que ni siquiera a mi mejor amigo he podido revelar en todos estos años. Secreto que como familia hemos preferido mantener oculto debido a las consecuencias que se podrían desencadenar en la sociedad que vivimos, seguramente terminaría en caos. Pero Alisson, quizás, podría ser la excepción, quizás que ella fuera la única en verme en la azotea el día de la fiesta y prometiera no decir nada, era una señal de que es en quién realmente puedo confiar al fin y al cabo.

Quizás sea hora de pisar mi orgullo y rencor frente a ella y confiar. Pensándolo de otra forma, ya estoy sin pistas, queda más por leer del diario, pero ¿qué más se podría encontrar? Alisson podría ser una gran ayuda con esto, ha sido su amiga durante años, de seguro debe de conocer sobre el supuesto diario de Anna y sus secretos en él.

—Está bien, tú ganas. Ten en cuenta que con esto tendré que romper mi promesa de minutos atrás—respondí y tomé aire antes de continuar—. Se trata de algo un poco complejo de explicar, digo complejo para personas como tú.

—¿Qué me estás queriendo decir...? —preguntó molesta cruzándose de brazos como lo solía hacer.

—Hey, no te ofendas, es solo que... intentaré que comprendas. ¿Recuerdas... lo de mi secreto—murmuré esto último mirando hacia los lados para comprobar que no hubiera nadie cerca que pudiera escuchar, ya que aún estábamos a unos metros de la escuela—, mi transformación?—ella solo afirmó con la cabeza aún en esa pose de estar a la defensiva—. Bien, iré al punto. Tengo mis razones para creer que tu amiga Anna oculta lo mismo que yo y por eso decidiste no decir nada de lo que viste el día de la fiesta, sabías acerca del conflicto que se podía desatar entre ambos si tú hablabas.

—¿Qué? —dijo atónita con el ceño fruncido.

—Como lo escuchaste, creo estar seguro de que Anna conoce a las criaturas como yo.

—Con criaturas estúpidas como tú son con las que lidia día a día en la escuela y me sumo a eso.

—Vamos Alisson, esto es serio y necesito que me contestes—dije un tanto ofendido de que no me estuviera tomando en serio.

—¡Para ahí! —gritó enojada—¿Me estás diciendo que mi mejor amiga también es un monstruo como tú y afirmas que yo sé sobre las locuras que pasan por tu cabeza? ¿De verdad esperas a que me lo tome en serio? Mejor ve diciéndome cuál es el truco esta vez porque no te entiendo y creo nada.

Esto estaba siendo más difícil de lo que esperaba, realmente no me estaba creyendo en absoluto de lo que intentaba explicarle y tenía sus razones para ello, quién en su sano juicio me entendería la locura que estaba diciendo.

Si solo estuviera en mí el poder de rebobinar, ya lo hubiese hecho porque sin lugar a duda esta había sido la peor elección que se me ocurrió tomar.

—Está bien, ya no hay vuelta atrás —me dije a mi mismo en voz alta mientras me quitaba la mochila que llevaba a mis espaldas para buscar el famoso libro que tantos problemas internos como externos me estaba generando en tan solo unos días—. El día que fuimos a la casa de Anna, me llevé este libro por accidente —dije señalándole el libro que tenía en mi mano—. Sé que sonará un poco intruso de mi parte, pero he estado leyendo de él y sinceramente no quiero convencerme aún de que lo haya escrito Anna.

—¿Un libro? ¿Escrito por ella? —preguntó Alisson arrebatándome el libro para ella inspeccionarlo. Miró atentamente de la cubierta del libro y las letras que estaban en su portada notándose no muy convencida de que proviniera de su mejor amiga—. Parece ser un diario de vida un tanto viejo—decía mientras lo hojeaba—. ¿Qué tiene de raro?

—Y aquí viene lo complicado. En muchas de sus hojas habla sobre los dragones, describiéndolos como si ella los hubiera visto en persona y no de cualquier forma, sino que vio a alguien transformarse en uno tal y como tú me viste—le susurré esto último.

No obtuve respuesta de su parte, ella seguía revisando con cautela cada hoja del diario que tenía en sus manos, deteniéndose una que otras veces a leer alguno de sus párrafos. Su semblante era serio, no había levantado la mirada desde que le pasé aquel libro. Tenía la esperanza de que por fin le estuviera tomando el peso a la situación y me pudiera creer. Lo único que buscaba con esto era que Alisson decidiera colaborar conmigo y así confirmar la veracidad del diario. No quería que se mantuviera a parte como antes se lo había pedido, el hecho de confiar en alguien más en cuanto a todo aquello que a los dragones implique me causaba mucha ilusión, ya que era algo que jamás en años había hecho, manteniéndolo oculto incluso para mi familia a veces.

—¿Por qué crees que esto lo escribió Anna? —seguía sin despegar los ojos del diario.

—Antes no tenía pista alguna que me dijera que provenía de ella más allá de que el libro estuviera en su cuarto, pero hoy en la mañana leí que el abuelo de quién escribe allí se llama Henry y...

—El abuelo de Anna se llama Henry—me interrumpió como si ella misma hubiera terminado de armar el rompecabezas en su mente—. En definitiva, no tenía ni remota idea de la loca conspiración que te acabas de armar —me acercó el diario a lo que yo lo tomé—. Prometo olvidarme de esto también.

—No, no —negué rápidamente—. Sé que eso dije en un principio, olvidarnos de todo esto para no volvernos a molestar otra vez, sin embargo, ahora quiero y necesito tu ayuda. Ya sabes cosas que jamás me había atrevido a decir en voz alta, cosas que ni mi propia familia me deja hablar con ellos, sin añadir de que eres la única que me puede ayudar.

—Yo...

—Mira, no digas nada aún—me apresuré a decir—. ¿Tienes un tiempo libre?

Sacó su celular del bolsillo, miro la pantalla y lo dejó donde antes.

—Creo que sí.

—Entonces acompáñame.

Siendo honesto, no estaba del todo seguro de lo que estaba a punto de hacer fuera lo correcto, ya había arriesgado mucho con mostrarle aquel diario que, se puede decir, accidentalmente robé. A pesar de eso, si quiero su ayuda necesito que confíe en mí y decida no olvidarse y alejarse de lo que le acababa de contar, para ello tenía en mente mostrarle uno de mis lugares favoritos en esta ciudad. Se trata de ese lugar al que solía ir antes de que me castigasen y restringiesen mis salidas por mis calificaciones, ese bosque al que recurría en mi soledad para demostrarme quién realmente soy y que nadie más fuera capaz de negármelo, donde no había personas como mi padre. Era un sitio en aquel único bosque que hay en toda esta ciudad.

Un lugar bastante grande, contenido por pinos y más pinos cada cual más alto que el anterior a medida que te adentras. Se diría que este bosque corresponde a casi la mitad de lo que la ciudad abarca. Lamentablemente es debido a su extensión por lo que múltiples crímenes a lo largo de los años han sido cometidos u ocultados allí, generando diversas protestas por destruir y acabar con todos esos árboles para darle fin a las crueldades que han dado lugar allí. Muchos afirman que es un gran colaborador para todos esos crímenes, y acabando con parte del bosque se acabarían también los delitos. Por otro lado, están los que defienden cada parte del bosque argumentando que es innecesario talar esos árboles para terminar con los crímenes de la ciudad cuando son los mismos habitantes quiénes los cometen, y si existe un bosque o no, no tiene relación alguna y no asegura que se dejen de cometer tales atrocidades. Y es así como el debate sigue hasta el día de hoy, los que buscan dar fin a delitos de la ciudad versus ambientalistas que buscan proteger la naturaleza que nos queda. En mi opinión estos últimos siempre han tenido la razón, darle la culpa a una cantidad de pinos por los actos de una serie de criminales, es estúpido.

Lo único bueno de esto es que es ese miedo que tiene la gente al lugar el que me deja transformarme allí sin el temor a ser descubierto, ya que son muy pocos y rara vez a los que se les puede encontrar vagando por ahí. Sin contar las veces, que son poco frecuente, a las que se les ve una patrulla de policías por los alrededores debido a la mala fama del lugar y lo único que ruego cuando los veo es que no se trate de las rondas de mi padre porque si él se llagase a enterar que voy a ese lugar a escondidas, me regañaría hasta quedar sordo. Generalmente voy al bosque para poder volar por sobre todos esos árboles cuando quiero sentir la libertad que solo son capaces de proporcionarme mis alas ante una frustración máxima con mi entorno que de igual manera solo soy capaz de librarme en este lugar.

Desde la escuela al bosque la caminata no era larga, alrededor de unos diez minutos ya estábamos cerca de mi entrada favorita, la que se encontraba justo a unos metros detrás de la heladería predilecta por Carl en días calurosos, la que llevaba al camino que mejor conocía.

Alisson se mantuvo en silencio durante todo el trayecto siguiéndome unos centímetros más atrás, sintiendo netamente el sonido de nuestros pasos, cosa que cesó a penas estuvimos a la entrada del bosque. A penas sentí que se detuvo me pude imaginar lo que diría.

—Ni pienses que te seguiré hasta allá.

—Los pinos no son peligrosos, he ido cientos de veces —argumenté intentando convencerla, faltaba poco para llegar donde quería y no podía fallar justo aquí.

Esperaba que fuera más intransigente como siempre lo era, sin embargo, esta decidió por seguirme sin otra objeción.

Adentrándonos al bosque comencé a hacer mi típico recorrido que tan bien conocía para llegar a mi lugar preferido. Sabía en qué parte del bosque ingresar para dar con el sitio que quería, incluso era capaz de ir con los ojos vendados sin penderme del trayecto. Ni siquiera el día, la noche o el clima eran capaces de impedir que viniera, mucho menos los días de lluvia cuando el agua atravesando este bosque daba un éxtasis que solo la naturaleza podía proporcionar.

Esta vez oía los pasos de Alisson mucho más fuertes que antes debido a las ramas que pisábamos de vez en cuando. Fueron solo unos metros más para llegar al árbol que yo había tallado hace dos años atrás con mis garras la palabra "azul", palabra la cuál sería clave para encontrar mi zona favorita de este bosque. En donde en medio de tantos árboles había una roca que me doblaba en tamaño a la cual solía sentarme para pensar o descansar en paz.

—Llegamos, hogar dulce hogar.

Alisson no dijo nada, observó a su alrededor con desconfianza y sentí como siguió observando mis movimientos al acomodarme en la gran roca que estaba frente a nosotros.

—¿Para qué me trajiste aquí?

—Como señal de que puedes confiar en mí. Sé que no es la gran maravilla, pero este es mi lugar secreto, a donde recurro cuando me siento mal y no puedo desahogarme con nadie más que conmigo mismo —confesé tranquilo ante sus ojos verdes que me miraban atentos a cada palabra que decía.

—No esperaba que un engreído como tú tuviera problemas de ese tipo —dijo con una carcajada.

—No esperaba que una terca como tú terminara descubriendo tantas cosas sobre mi —le seguí el juego.

—Está bien. Necesito que me expliques eso de los dragones y la parte en que crees que Anna sea uno porque sigo sin entenderlo del todo.

—Primero que nada, no he dicho que Anna también sea un dragón, solo creo que ella sabe acerca de la existencia de ellos, lo cual en todos estos años nunca me lo habría imaginado.

—Ajá... —dijo esperando a que continuase.

—Y segundo, necesito asegurarme de que no me creas un monstruo horrible.

Impidiendo que hablase, me levanté sobre la roca permitiendo que mi parte dragón tomara el control por sobre mi parte humana y todas esas brillantes escamas azules, que tanto ansiaban rodear mi cuerpo, comenzaran a aparecer como siempre lo hacían para dejar salir ese espíritu de dragón que vive con fuerzas día a día conmigo y era el único capaz de hacerme sentir en libertad. Como consecuencia, mi rostro se desformó completamente en comparación a mi cara humana; esta estaba más alargada producto de mi nariz y boca, repleta por escamas, mis ojos eran de un verde intenso y comparables con los de un gato, mis manos eran más toscas y con garras afiladas al igual que mis dos patas que me mantenían en pie sobre la roca. Mi cuerpo al fin rodeado por esas intensas escamas azules.

Este es mi estado de dragón completo.

Impedí mostrar mi cola para no romper las prendas que llevaba, solo dejé salir mis alas que se encontraban ocultas tras mi camiseta provocando que esta se rompiera dejando un notable agujero en la espalda, todo ello para poder liberar mis tan preciadas alas que eran las que finalmente les daba el aspecto de tenebrosos y peligrosos a cualquier dragón, ya que eran las que los hacían ver más grandes de lo que en realidad eran.

A pesar de que mi figura de dragón demostraba completa seguridad, valentía y fuerza, internamente era todo lo contrario, estaba temeroso de la reacción que pudiera cobrar Alisson al verme por primera vez de frente en mi transformación completa, diferente a como estaba aquella noche. Temía que esto terminara por asustarla y se fuera dejándome solo en esto. Era la primera vez que me mostraba ante alguien como dragón y lo último que deseaba era que me vieran como un monstruo.

Imaginaba ver miedo en su rostro, deseos de salir de aquí y olvidarlo pero lo que obtuve fue un rostro levantado mirando hacia arriba, en donde me encontraba. Su expresión estaba cubierta por asombro, sorpresa... quizás solo no esperaba a que fuera hacer esto de un momento a otro.

Fueron segundos infernales, competencias eternas entre ambas miradas en donde ninguno de los dos sabía qué decir ante una situación que no estábamos previamente preparados.

—¿Crees que soy un monstruo horrible? —pregunté temeroso, aunque mi grotesca voz de dragón lo ocultase.

—Cuando me levanté esta mañana en lo último que hubiera pensado sería en ver a un dragón frente a mi —respondió agregando el humor que faltaba en el ambiente.

—Olvidé la modificación de mi voz, no suelo transformarme completamente muy seguido —confesé retomando la confianza que se había esfumado en mí. Quité las escamas de mi rostro y algunas de los brazos para volver una parte a la normalidad y dejar solo mis alas y piernas en forma de dragón—. Ahora estoy menos "monstruoso" —dije formando comillas en la última palabra sacando una pequeña carcajada de la rubia.

—Podrías mostrarme alguna de tus súper habilidades de dragoncito —pidió divertida.

—Justo eso pensaba hacer ahora —dije mientras bajaba de la gran roca—. Solo quiero asegurarme de que no saldré lastimado luego de lo que haré.

—Mmm... —pensó divertida observándome frente a ella—. Está bien.

—No se diga más.

Con mi brazo derecho la tomé sin previo aviso de la cintura acercándola a mi para asegurarla ante lo que estaba a punto de hacer. Antes de que Alisson pudiera hacer otro movimiento, me impulsé fuertemente de mis pies que seguían transformados, y con la suficiente fuerza di un gran salto permitiéndonos elevarnos por encima de todos esos árboles a una altura suficiente para ver parte de la ciudad que estaba siendo iluminada por el comienzo de un atardecer.

—¡Te mataré Waddel después de esto! —gritó aferrándose del único brazo que la tenía sujeta a mí mientras yo solo reía de que estuviera siendo más entretenido para mí que para ella.

Cuando llegamos a la mayor altura que pudo proporcionarnos el salto, comencé a descender lentamente hasta tocar tierra. Solté a Alisson y esta dramáticamente se tiró al suelo como si no lo hubiera sentido en años.

—Exageras, fue divertido —reí destransformándome y volviendo a mi forma normal.

—Exageras, fue divertido —imitó mis palabras con una voz chillona provocando que riera aún más—. Es tan divertido que no me gustaría volver a experimentarlo.

Luego de carcajadas entre ambos por su comentario, me atreví a preguntar.

—Entonces, ¿amigos? —pregunté extendiéndole mi mano para levantarla.

— Si crees en la amistad entre un dragón humano y una simple mortal como yo, pues claro —aclaró tomando mi mano para ponerse de pie.

—Podemos comprobarlo.

—Al igual como quieres comprobar lo de Anna.

—Requiero de tu ayuda en cuanto a eso. Has sido su mejor amiga durante años, contigo podrá ser más fácil adquirir información porque si lo que dice el diario llega a ser verdad, podría estar yo en peligro e incluso mi familia.

—¿No crees que estás exagerando? —interrogó alzando una ceja.

—Existen personas que pueden llegar a ser peligrosas si manejan mucha información acerca los dragones. El odio que está plasmado ahí me asusta un poco. Alisson, no es un juego, siempre hay gente mala con los cuales hay que tener cuidado y no es que este creándome conspiraciones o siendo muy exagerado, en el mismo diario se dice que no todos son buenos —Alisson hizo mueca a la que no supe interpretar muy bien su significado— ¿Me ayudarás?

—Con lo que esté a mi alcance. Tienes que entenderme, todo esto es muy raro para mí y que me bombardees con tanta información de la noche a la mañana es agotadoramente extraño. Tengo mil y un preguntas acerca de los dragones y no sé muy bien por dónde empezar.

—Creo que lo mejor será otro día, como tú has dicho ha sido demasiado por un día y supongo que tus preguntas darán para largo.

—Primera vez que estoy de acuerdo contigo, pero ¿cómo piensas caminar hasta tu casa descalzo?

Me tardó solo unos segundos entender a lo que se refería. Además de la camiseta había destrozado mis zapatos, ni siquiera había notado que me encontraba descalzo y que lo único que quedó vivo de ellos fueron las plantillas aun tiradas en la roca.

—¡Mi padre me matará! —exclamé en voz alta.

—Me ahorraré preguntas.

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