15. Libertad
Detrás de la Sonrisa
Capítulo 15: Libertad
"La única forma de liberar a un alma de su tormento, es haciéndola olvidar"
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Adrien llegó a la puerta del salón, temblando como una hoja seca al viento. Nino, que venía a su lado, le dio una pequeña palmada antes de entrar y tomar su lugar junto a Alya, quien enseguida le preguntó cómo le había ido.
—Tranquila, Adrien ya sabe todo —le dijo, sonriéndole con los ojos cerrados, como si esperara ser recompensado por su buena acción. Alya le dio un beso en la mejilla, haciendo que el chico se derritiera en el banco.
Adrien sonrió a través de la ventana, antes de observar el asiento que compartía con Marinette, que estaba recostada sobre el pupitre, ocultando su rostro. Verla así hizo que sintiera que su corazón se estrujaba.
Es que imaginar todo lo que había hecho por él, para asegurar su permanencia en el colegio, para permitirle vivir los paseos y excursiones con todos lo demás, lo tenía realmente sorprendido, pues no podía creer cómo había sido tan ciego por tanto tiempo, teniendo la verdad frente a sus ojos. Pero si algo había decidido antes de irse a dormir, era que no quería perderla y no iba a permitirlo.
Respiró profundamente e ingresó saludando a todos, tomó asiento al lado de Marinette y la saludó, susurrándole.
—Hola —respondió ella, sin mirarlo.
—¿Estás bien? —ante esa pregunta, Marinette se irguió en su lugar y lo miró, mostrándole una sonrisa, que él hubiera creído en otro tiempo, pero no ahora.
—Perfecta —respondió— ¿Y tú?
Cuando Adrien iba a responder, la profesora entró para empezar con la lección.
Adrien trató de concentrarse en la clase, pero fue imposible, sobre todo cuando a su lado no tenía a la tierna y cariñosa Marinette, sino a una versión desenmascarada del témpano helado que podía ser Ladybug. Aun así, no pudo evitar mirarla de reojo, tratando de pensar en alguna forma de llegar a ella.
De pronto se le ocurrió una idea, así que buscó una libreta en su bolso y en una hoja limpia, escribió un mensaje. Luego, la arrancó y la dobló varias veces antes de deslizarla sobre la mesa, para que quedara bajo la tableta de Marinette. Cuando la vio poner los ojos en blanco, supo que se había dado cuenta y sonrió. Tenía el plan perfecto para regresarla a él.
Marinette esperó a Adrien a la salida, en la puerta del colegio, mirando las nubes negras que amenazaban los cielos parisinos, pensando ¿Empezaría a llover? ¿Tendría el paraguas en el casillero? ¿Por qué Adrien se demoraba tanto?
Estaba preguntándose si no era mejor correr a su casa y volver por el paraguas cuando en ese momento lo sintió llegar a su lado.
—Hola —la saludó y la chica lo miró de reojo, pues al parecer sospechaba lo que estaba tramando, debido a la muy segura sonrisa de gato Cheshire que no podía evitar en ese momento—. Solo quería decirte que lamento mucho lo que sucedió ayer, de verdad... —dijo, cerrando sus ojos como si estuviera pensando qué más decirle—. Nunca antes había tenido tanta aceptación por alguien que no fuera mi madre, y como todo esto es nuevo para mí, yo... lo estropeé todo —se giró hacia ella que, para su suerte, no lo veía mal, sino algo divertida.
—¿Y por eso recreaste toda la situación de cuando me enamoré de ti? ¿Qué buscas? ¿Qué me vuelva a enamorar?
—¿Funcionó? —le preguntó emocionado, pero Marinette solo suspiró— ¿No fue bonito recordar el inicio de todo? —continuó, acercándose a ella—. Marinette, de verdad, lo siento, no debí dudar de ti, de que lo que sentías por mí era real... Yo no quiero perderte, te quiero en mi vida y si aún me quieres en la tuya, me dedicaré a compensarte por esto.
—Sinceramente, he intentado olvidarte en muchas ocasiones —le respondió, tras suspirar—. Y cuando creí que finalmente lo estaba consiguiendo, resultaste siendo tú otra vez... así que —se encogió de hombros—, supongo que no puedo quitarte de mi vida, aunque lo intente.
—Eso no es muy tierno de tu parte —respondió el rubio, entrecerrando los ojos.
—Hice muchas cosas nada tiernas durante el año pasado, Adrien —le advirtió—. No soy todo color de rosa, aunque lo parezca.
—Lo sé —exclamó, dando un aplauso—. Nino me contó todo —y ante aquello la vio tensarse— ¿Qué?
—¿Qué es todo?
—Los videos por el aniversario de mi madre, la bufanda azul —le explicó, mientras enumeraba con sus dedos. Marinette parecía estar tranquila, pero eso cambió con lo siguiente que escuchó.
—¿Qué?
—Que me dijo que trataste de evitar que me fuera de Nueva York. Fue una pena no haber volteado y ver que nos seguías... —le comentó con una sonrisa.
—¿Recuerdas qué fue lo que nos llevó a esa situación? —le recordó—. Nos habíamos dañado mutuamente sin saberlo y no es algo que me guste recordar. Olvidaría todo lo que pasó en Nueva York.
—¿Incluso nuestro romántico baile en el cielo bajo la luz de la luna?
—Sí...
—Entonces pasemos a otras situaciones, como cuando me diste la receta de tu tío, en vez de la carta que me habías escrito.
—Cállate —gruñó.
—También supe que sabes mi agenda mejor que Nathalie.
—Adrien... —protestó, mirándolo con el ceño fruncido, para luego darse la vuelta y empezar a alejarse— ¡Me voy!
—Marinette, espera, era una broma. ¡No me importa que sepas tanto de mí! —exclamó, siguiéndola escaleras abajo, mientras ella se cubría las orejas con sus manos—. Lo sé, es extraño, pero me intriga porque me conoces mejor que yo mismo y estoy en desventaja... Deberíamos estar iguales, ¿no crees? —siguió diciéndole con una sonrisa que de pronto se le fue, cuando vio a Marinette chocándose con alguien.
Marinette quitó las manos de sus oídos, antes de ver como el maestro Su Han la ponía detrás de él y extendía su bastón hacia Adrien, como si buscara protegerla.
—¡Maestro Su Han!—exclamó Marinette, viendo como Adrien levantaba las manos en señal de rendición.
—Marinette, ¿Qué haces con el hijo de Monarch? —dijo, adelantando su bastón, que hizo a Adrien retroceder—. ¿No te dijimos que no te le acercaras?
—Espere, maestro —le dijo Marinette, preocupada de que eso hiciera que Adrien volviera a desconfiar de ella—. Yo nunca dije que lo haría porque sabía que Adrien no tenía nada que ver con su padre y estaba en lo correcto. Si me deja explicarle...
—No debí hacerte caso y debí llevármelo también —pero antes de que Marinette pudiera decir algo, Plagg apareció frente al guardián, haciéndole frente.
—No tocará a mi portador —tanto Adrien como Marinette se quedaron sorprendidos por el tono que Plagg usó para dirigirse a Su Han, pues estaban demasiado acostumbrados a su voz chillona. Adrien se apuró a tomarlo en sus manos para que nadie lo viera, agradeciendo que la lluvia que había empezado a caer sobre ellos, tenía la calle despejada de transeúntes.
—¿Qué está pasando aquí? —exclamó, observando a los dos adolescentes.
—Lo buscaremos en lo del maestro Fu —le dijo Marinette al guardián, antes de tomar a Adrien por la muñeca y llevárselo con ella a su casa. El rubio no opuso resistencia y se dejó guiar sin quitarle la mirada de encima al Gran Guardian.
Al llegar, Marinette abrió la puerta de la panadería y miró a sus padres con una exagerada emoción—. Tengo que hablar con Adrien, ¿me dan cinco minutos antes de que nos preparen algo para comer?
Adrien solo pudo ver como los señores Dupain-Cheng afirmaron, totalmente confundidos por el actuar de su hija, agitó su mano libre para saludarlos y la siguió hasta el departamento, donde recién lo soltó.
—¿Marinette? —le dijo, frotándose la muñeca, pues se la había tomado con un poco de fuerza.
—Bueno sí... —volteó a verlo, moviendo sus manos frente a ella—, lo que dijo el Guardian es verdad —dijo —. Me prohibieron acercarme a ti porque no sabían si eras cómplice de tu padre, además, el que tu primo me haya robado los Miraculous usando tu apariencia empeoró todo. Yo les dije que no era posible ya que cuando antes te di el miraculous de la serpiente, me lo devolviste, y que si hubieses sido parte de todo eso, habrías huido con él para dárselo a tu padre, quien posiblemente ya me habría derrotado fácilmente con ese poder en sus manos. Eso los calmó un poco, además Sass, Tikki y Wayzz también abogaron por ti y por eso al final, solo se llevaron a tu padre.
Terminando de decir esto, tuvo que tomar una bocanada de aire para continuar.
—Alya estaba conmigo esa noche y por eso hicimos el video para el blog tan rápido.
—Ya veo... Por eso anoche, Alya quería matarme... —completó Adrien—... Ella te vio desafiar a la Orden por mí.
—Bueno, sí, y no solo Alya, a mí también no me faltaron ganas de hacerlo... —confesó—... Es que, después de todo lo que hemos vivido, me afectó que creyeras que solo me acerqué a ti para llegar a tu padre.
—Lo sé y lo siento, pero es que lo que he ido descubriendo ha sido bomba tras bomba —le explicó—. Todo parecía encajar...
—Menos mi amor sincero por ti —completó esta vez, Marinette, dejando caer sus hombros—. Aunque seguro después de escuchar todo lo que dijo Nino, lo que yo siento debe parecerte más una obsesión que amor.
—Claro que no —se acercó a ella y le tomó las manos—. Es como si tú pensaras que solo te acepté porque eres Ladybug, que me daría lo mismo quien estuviera bajo la máscara y no es así. Marinette, te amé al borde de la locura, siendo Ladybug y te amé sin saber que eras la que estaba bajo esa máscara. Nada me hace más feliz que saber que soy correspondido, que me quieres a mí y a quien soy con la máscara. Lo siento, de verdad, no sé qué puedo hacer para demostrarte lo arrepentido que estoy.
Marinette lo observó y antes de que pudiera decir algo, Plagg se hizo notar una vez más.
—Ya me tienen asqueado —respondió—. ¿Tú la quieres? —le preguntó a Adrien y éste afirmó con la cabeza— ¿Y tú? —le preguntó a Marinette.
—Por supuesto —respondió ella.
—Bien, entonces quedamos así —dijo, como si acabara de oficiar una boda—. Ahora los declaro, novios. Ustedes verán si luego cambian a amantes, esposos, esclavos, vaya a saber qué cosa rara se les ocurrirá cuando crezcan, solo no me incluyan.
—¡¡Plagg!! —gritaron los dos, sumamente abochornados, mientras que él y Tikki compartieron una mirada cómplice. Al menos, la tensión entre ambos había desaparecido, pues vieron a sus portadores buscando refugio en los brazos del otro.
—Te quiero... —dijo Adrien.
—Yo igual.
—Bien... —Plagg volvió a hablar—... ahora retomemos lo que importa. Deben ir a hablar con el gran guardián. ¿Recuerdan?
...
Sabine subió al departamento cuando ambos muchachos ya habían calmado sus emociones, así que fue a prepararles algo caliente para que comieran, mientras se cambiaban la ropa mojada.
Marinette buscó algo para Adrien entre las prendas unisex que había preparado para su blog, decidiéndose por una camisa negra cuello mao, de manga tres cuartos y un jean azul, que sabía que le quedaría bien.
Sonrió cuando Adrien salió del baño, cambiado. Era toda una emoción extraña la que surgía en ella cuando lo veía con algo que ella había confeccionado. Ella también se puso un jean azul y las combinó con zapatillas rosadas y una blusa blanca con bordados de flores de cerezo alrededor del cuello en forma de V.
Tras terminar de comer, Marinette llevó a Adrien por una especie de laberinto entre los edificios cerca del canal Saint Martin, hasta llegar a un edificio. Adrien se sorprendió al ver cómo la chica sacaba una llave de su bolso y abría la puerta.
—¿Y este lugar? —le preguntó.
—El maestro Fu era el dueño de este edificio —le explicó con una mueca nostálgica—. Marianne me entregó la llave la última vez que me vinieron a visitar y me dijo que Fu pensaba que necesitaríamos un refugio en caso de que algo pasara. Decidí prestárselo a Su Han para que tenga donde quedarse mientras me vigilaba —ante aquella información, Adrien se quedó callado, pensando en lo extraño que era que ambos tuvieran ligados a los Miraculous de formas tan distintas. Él por el mal uso de estos y ella como elegida de la orden.
—Maestro Su Han —exclamó, subiendo las escaleras hasta el cuarto que el maestro solía usar de habitación— ¿Está aquí?
—Sí, Marinette —respondió—. Los esperaba a ambos porque creo que tenemos mucho de qué hablar.
—Usted dirá —le dijo Marinette, sentándose frente a él. Adrien la imitó.
—Mi idea principal era informarte sobre lo que ha decidido la Orden con respecto a los actos de Monarch, pero no esperaba que su hijo estaría presente, ni mucho menos descubrir que es Chat Noir.
—Pero lo soy —respondió éste, frunciendo el ceño. El maestro Su Han no era alguien a quien Adrien le cayera bien, pues sentía que en vez de ayudarlos solo se había dedicado a criticarlos.
—Eso cambia mucho las cosas... —comentó, elevando la mirada hacia un mapa que tenía a su derecha—, pero, aun así, seré directo. Gabriel Agreste fue encontrado culpable y tendrá que servir un tiempo en la Orden, financiarla y trabajar con nosotros en la búsqueda de los Miraculous que estaban en posesión de humanos cuando la Orden pereció ante Festín.
—Pero... —Marinette se sorprendió por aquellas palabras—, ¿están seguros? ¿Y si quiere apoderarse de otro Miraculous?
—No podrá —buscó en el bolso a su derecha, sacó un pergamino y se lo pasó a Marinette—. Ha sido puesto bajo un hechizo mágico que le impide tocar cualquier Miraculous o Prodigio, ya que supimos que intentó poner sus manos sobre los Renlings, también.
Adrien solo bajó la mirada hacia sus manos, mientras Marinette abría el pergamino que le entregaron, sin dejar de verlos a ambos.
—Supongo que me quedaré a cargo de Nathalie un tiempo más —comentó.
—Voy a abogar para que uno de los castigos de tu padre se vuelva a replantear debido a tu colaboración con la causa —le dijo, en una muestra de animar al joven.
—¿Cuál castigo?
—El de no interferir en el sueño mágico de Emilie Agreste.
—¿Qué? —Adrien se puso de pie, prácticamente de un salto, y Plagg salió de su ropa inmediatamente para tranquilizarlo. Marinette llevó su mano derecha a sus labios... Así que eso era lo que Gabriel quería.
—Los Miraculous no matan... —le informó, pidiéndole que tomara asiento de nuevo, pero Adrien estaba paralizado—, pero si pueden dañar a sus portadores. En el caso de Duusu, mientras el miraculous estuvo dañado, el poder mágico consumía la energía del portador hasta que no resistía más y entraba en un sueño mágico.
—¿Y eso se puede reparar?
—No lo sabemos a ciencia cierta —respondió, bajando la mirada—. Los maestros encargados de las fórmulas mágicas recibieron la orden de no buscar una solución, pero voy a conversar con ellos para que lo intenten. Nada se pierde, si podemos sacar algo positivo de todo esto.
Adrien se dejó caer en el suelo, sintiendo que su respiración se aceleraba constantemente. Vio a Marinette que se había mantenido en silencio y la observó mirar el pergamino con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué pasa? —preguntó agotado.
Marinette cerró los ojos y las lágrimas que tenía acumuladas se deslizaron por sus mejillas.
—Son recetas mágicas —le informó, sin ser capaz de mirarlo—. Una es una fórmula para prohibirle a Nathalie que toque cualquier miraculous, al igual que tu padre. Y luego, hay una fórmula de olvido para tres personas —y ahí lo miró—. Para tu tía Amelie, para tu primo Felix y... —y antes de que Marinette pudiera decirlo, Adrien lo supo.
—Y para mí.
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¡Chan!
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¡Qué final, ¿verdad?!
Otra vez los dejo con todas las dudas Jajajaja
Aun no puedo terminar de escribir este fic, no sé porque se me ha hecho tan eterno, pero al menos después de este tenemos 16,17,18 y 19 completos en mano de mi beta, así que en cuanto ella logre pasármelos, serán posteados.
¡Nos leemos, ojalá pronto!
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Aquatic~
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