|• La Máscara •|
Narrador/a:
Y aquí empezaron los problemas.
Argentina no tenía paciencia para soportar las insistencias de su pareja, no sabía que había pasado, todo pasó muy rápido, él se enojó, la máscara se partió en dos, y ahora solo quedaba esperar el que no se volviera loco de nuevo, esos recuerdos estaban en lo profundo de su ser, y tan profundos estaban que, ni siquiera recordaba a la perfección el lugar que su visión le hacía ver.
Como si le hubieran lavado el cerebro, Argentina estaba sentado en la cama, atado con un especie de cinto, por precaución de México por la última vez.
El mexicano caminaba de un lado para el otro en la habitación, con las dos mitades de la máscara en sus manos.
Argentina veía innecesario el que lo haya atado con un cinto para que no se salga la cosa de control, él estaba consciente de sus acciones.
Pero sus actos de forma inconsciente le costaba la vida, esperaba no tener que volver a un hospital, y volver a escapar, si es que tendría la oportunidad.
El argentino cerró sus ojos por un momento para luego abrirlos y encontrarse en ese lugar desértico de tierra grisácea.
Aún estaba atado con el cinto, de verdad era molesto.
Levantó la mirada y se fijó en el entorno, se escuchaba las olas del mar rugir y chocar contra la costa, parecía estar sobre una isla o una playa, pero luego escuchó disparos ensordecedores, explosiones se distinguían a lo lejos con facilidad y gritos de dolor, se escuchaban a la distancia en donde él se encontraba.
Estaba completamente serio, no debía perder el control de la situación, pero eso le fue algo difícil al sentir algo chocar de forma brusca contra su lado izquierdo, miró de reojo y resultaba ser el famoso liquido rojo y espeso conocido mundialmente como sangre.
Pero apenas el liquido se estrelló contra su cuerpo, todo se volvió de otro color, el escenario se hizo negro, con un cielo difuminandose a un rosado oscuro, la sangre era de color rosa, bastante brillante, su piel era un celeste brillante y saturado, lo mismo le pasaba en toda su ropa, "¿porqué cambio todo de repente?" Se preguntaba el latino, levantó la cabeza y se encontró frente a frente contra una pistola apuntando a su ojo agrietado, sus ojos se abrieron como dos platos, sus pupilas se delataron, y el brillo de sus ojos se esfumó por completo.
La silueta que permanecia en negro lo miraba con su iris de color rojo brillante, todo de ese ser era negro, a excepción de sus ojos. Los veía tan bien, que era lo único que podía reflejar la seriedad del hombre de negro.
Por detallar las curvas del cuerpo, llevaba una especie de traje, además de que contaba con un monoculo, y un sombrero de gala.
Unos colores rojos surgieron de la silueta, con forma de moño, con forma de cinta en su sombrero, y unas franjas rojas en su rostro que cruzaban en forma de cruz y una en horizontal por el medio y otra vertical por el medio.
Argentina estaba a punto de exclamar "¿¡Quien eres?!" Pero unas manos le cubrieron su boca, y otra mano cubría el ojo bueno del argentino, obligándolo a ver con su ojo agrietado.
La silueta contraria esbozó una sonrisa maliciosa con colmillos, cargó la pistola y cuando estaba por apuntar al argentino...
El mismo emanó una pequeña luz blanca de su ojo agrietado, como si fuera su pupila, haciendo desaparecer las manos que lo cubrían.
La silueta dejó de sonreir, mantuvo una expresion confusa.
Argentina frunció el ceño y cuando estaba a punto de levantarse de su lugar, la silueta lucia enojada, lo agarró de su cabello, obligándolo a verlo, y con una expresion de miedo en el rostro del argentino, le disparó en su ojo izquierdo...
Argentina abrió sus ojos y empezó a respirar de forma agitada, el mexicano ya no estaba ahí, Argentina estaba aún atado, pero sin esfuerzo alguno, logró soltarse del cinto, se puso de pie y empezó a caminar por alrededor de la habitación.
Salió del cuarto y miró al mexicano, tomando algo de tequila en una copa, parecía estar algo cansado, Argentina se acercó y lo abrazó por su espalda.
El mexicano reaccionó de forma tranquila, sonrió mientras cerraba sus ojos, calmado.
Argentina desvió su vista hacia el ventanal, cerró sus ojos y al abrirlos, aún estaba ahí, suspiró aliviado.
Miró a su pareja que estaba por tomar otra copa de tequila, pero terminó por agarrarle su mano y desviarla, para así, beber algo de ese liquido.
— Oye wey, no me robes el tequila— . Dijo sonriendo, con la intención de sacarle una sonrisa al argentino, cosa que logró con facilidad.
— Dale, convidame un poco no má'— . Rió bajo.
— Bueno, pero me tienes que dar algo a cambio— . Sonrió y se giró, mirando a su pareja.
— ¿qué quiere mi linda Aguilita preciosa?— Pregunto en un tono de ternura mientras agarraba al mexicano de sus mejillas.
— Primero quiero un beso, y segundo... te quiero ver encuerado en la cama esta noche— . Miró a los ojos al argentino sonriendo con perversidad, mientras un leve sonrojo se mostraba en sus pomulos.
— Me parece justo~— . Respondió mientras le daba un besito en los labios al mexicano, mientras lo abrazaba por su cuello.
México agarró suavemente de la cadera a su pareja, y lo terminó por besar, logrando que el bicolor corresponda gustosamente el beso.
Estuvieron unos momentos así, hasta que por la puerta de su la habitación entró de una forma agitada un uruguayo, que a juzgar de la forma en la que entró, estaba nervioso, aparte de que se había caído de jeta contra el piso.
Ambos latinos se separaron del beso y se fijaron en el recién llegado uruguayo, Argentina dejó de abrazar al mexicano y se acercó a su hermano menor con curiosidad y preocupación.
— Uruguay, ¿qué te pasa? ¿Porque entraste así?— . Se arrodilló en frente del bicolor, quien se había arrodillado y estaba refregandose su rostro por el golpe.
— Uy pará... me metí con todo... ¿que era lo que te iba a contar?— . El uruguayo se sentó como indio aún aturdido por el golpe.
— Mira si es una pelotudez te juro que te agarro y te vuelvo a romper la cabeza pero contra la pared— .
— Ah ya... creo que ya sé como hacer que dejes de ver mal con tu ojo agrietado— .
— ¿Qué?— . Agarró al uruguayo y se puso de pie, mientras lo agarraba de sus brazos con firmeza.- ¿Cómo?-.
— Primero bajáme, y ahí te di— .
— ¡URUGUAY DECIME YA, LA PUTA QUE ME PARIÓ!— . Exclamó, sacudiendo un poco al sobresaltado uruguayo, el mexicano se asustó y se acercó con velocidad a donde estaba el argentino para luego abrazarlo por su abdomen, captando la atención de este.
— Arge cálmate, sabemos que quieres dejar de ver todas esas cosas pero tienes que calmarte we...—. Miró suplicante a los ojos amarillos del más alto (ya se que antes dije que eran verdes pero son amarillos por la primer temporada, sorry-).
Argentina se quedó mirando a los ojos del mexicano, para luego mirar al uruguayo y bajarlo, su rostro había cambiado de una expresión molesta a una de arrepentimiento y preocupación.
¿Que pasaba con él? No era así, siempre mantenía la calma, era tranquilo... parece que la presión lo mataba internamente, perdía de apoco su buena personalidad y postura, eso iba a ser un problema.
— Yo... yo creo que mejor.... mejor me voy a tomar algo de aire fresco.....—. Dijo para luego irse del lugar, el bicolor y el tricolor miraban al argentino irse, para luego cruzar las miradas entre si, con una expresion de preocupación.
— E-Espera Solcito!..— . Gritó México, para luego ir a por el argentino, no quería dejarlo solo después de todo lo sucedido anteriormente.
[ . . . ]
Narrador/a:
Argentina estaba caminando calle abajo con las manos en los bolsillos de sus jeans mientras mantenía su mirada en el suelo, los pensamientos inundaban su cabeza. Quería estar en paz por al menos una vez, quería volver a su vida normal, quería pasar sus vacaciones con su novio, su hermano y sus dos amigos, estaba devastado por su visión, y por su forma de reaccionar.
Claro, él sabía que no tenía la culpa de ello, aunque de todas formas sentía un pesar en el pecho y en su cabeza que lo hacía sentir culpable de todo, se preguntaba como dejar de ver ese triste y desolado paisaje en donde aparecía cada vez que cerraba sus ojos.
El argentino miro sus guantes negros con una notas musical en los costados, meditó por un momento, y se los quitó para luego tirarlos en un tacho de basura, aunque habian quedado colgados en el borde, se quitó su chaleco y lo tiró lejos, dejandolo en medio de un baldio.
Se refregó sus ojos, y miro su remera, que tambien portaba una nota musical de varios colores, miró hacia ambos lados de la calle y se metio en un callejon, en donde rapidamente se quitó su remera dejando su torso a la vista, estaba perdiendo la forma, hace un tiempo no hacia ejercicio. Giró su mirada hacia la calle, para luego irse por el callejon que daba a otros callejones, miró al cielo, aun con su mente nublada de pensamientos negativos y algo preocupantes, se refregó su nuca recordando algunas cosas de antes, de su enfrentamiento con Chile, de su encuentro y beso de distraccion con Venezuela, de la salida con el yankee, de la huida de Brasil, Rusia y Japón por São Pablo y cuando conoció a México... que buenos recuerdos, que buenos y epicos momentos emotivos, quería volver a uno de esos momentos pero, lo malo es que no existen las maquinas del tiempo, y si existieran, Anonymous tuvo que haberlas expuesto.
Sin percatarse de donde estaba yendo por lo que estaba pensando, habia llegado a una parte algo oscura de la ciudad, estaba algo perdido pero bueno, miró hacia todas las direcciones viendo de donde había venido o de donde se podía ir de ese lugar. Tragó en seco y miró para donde estaban los grises y algo vandalizados edificios, suspiró, dio media vuelta y se fue por el camino a sus espaldas.
[ . . . ]
Pasó un tiempo desde que intentó salir de esa zona pero, no lograba ver alguna salida de ahí, o al menos un cartel que le dijera en donde carajos estaba, no veía a ninguna persona por el lugar, eso lo preocupaba un poco...
Se acomodó su cabello y se fue hacia lo que era un bar, ya que, un letrero lo indicaba. Entró en el lugar y miró el ambiente, lucia bien a comparación del exterior, se acercó a la barra y se sentó de espalda en uno de los taburetes de ahí, se sentía nervioso por alguna razón, lo bueno, es que no había nadie más, ya que se sentiría bajo presión con más gente.
— Hello, What can I do for you? (Hola, ¿qué se le ofrece?)—. Una voz que provenía de la barra sacó de forma brusca al argentino de sus pensamientos, quien se giró a ver de quién se trataba.
— ¿C-Costa Rica?...—. Miró confuso a su contraria, quien se sorprendió ante la pronunciación de su nombre, miró detalladamente al argentino, hasta que supo de quien se trataba, se cubrió su boca mientras abría su boca con levitud de la sorpresa que se llevó.
— Dios mío, Argentina ¿qué haces aquí, mae?—. Se apoyo de sus brazos sobre el mostrador.
— Vos qué haces acá y porque hablas en Inglés?...—. Preguntó aún más confundido.— ¿Y-Y porque mierda no hay nadie en esta parte de la ciudad?—.
— Primero, yo estoy aquí porque tuve que conseguirme un trabajo de verano mientras Colombia paseaba por aquí con sus dos hermanos. Segundo, porque esto es California?... y tercero, porque están en una huelga, purgatorio o algo así, no entendi muy bien lo que me dijeron esos maes que vinieron ayer—.
— Banca un cachito, ¿Venezuela también está acá?—. Miró con curiosidad a la costarricense.
— Sip, en una primera instancia se negó a venir a "las tierras capitalistas" como dice él, pero luego se dejó llevar por las súplicas de sus dos hermanos—. Sonrió con levitud.
— ¿Sabes en dónde está?—.
— Creo que están en un hotel, o era un hostel?... bueno, no sé muy bien que era pero tenía el nombre "L'étoile"—.
— L'étoile?... creo que ya se dónde es—. Miró hacia abajo, algo pensativo para luego volver su mirada a su contraria.— ¿No querés venir conmigo? No hay gente acá y si querés te puedo conseguir un mejor trabajo que este... al menos algo más digno—. Sonrió.
— Me gustaría pero no creo que haya un empleo de verano además de este... pero puedo acompañarte, aparte, mi turno ya estaba por terminar—.
— Perfecto... vení, vos sos mi guía porque yo ni idea de como salir de acá—. Río bajo, a lo que la costarricense también río, dejó su guardapolvo y salió de detrás de la barra, el argentino se levantó y se puso a caminar a su lado, saliendo del bar, y se fueron para donde era la ciudad.
En el camino, Costa Rica le fue preguntando algunas cosas al argentino, entre ellas el porque andaba sin remera, y que le había pasado a sus guantes y chaleco, cosa que el argentino respondió con que se le rompieron en la lavandería.
— ¿Y para qué quieres ver a Venezuela mae?—. Miró con curiosidad al argentino.
— Es que, lo quería ver después de todo, viste... aún siento que le debo hasta la vida por lo que hizo—. Sonrió mientras miraba a su contraria.
— Vale... entonces, aún te sientes en deuda con Vene—. Sonrió—. Me dijo que lo besarte para salir del aprieto con Chile y Estados Unidos—.
El argentino se sobresaltó al escuchar lo que dijo la costarricense, intentó explicar pero se trababa cada vez que lo hacía, hasta que finalmente se calmo y le explicó bien lo que ocurrió.
Las risas de la costarricense cesaron hasta que pudo escuchar bien la versión del argentino, este suspiro y miró al frente, viendo ya las luces de la ciudad, ya habían llegado a la parte iluminada de la ciudad, Argentina sonrió con alivio, miró a su contraria y ambos se fueron a buscar a los otros tres sudamericanos.
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Bueno, hasta acá el capítulo, son las 3:12 de la mañana y ya me voy a dormir, y sin más que decir me despido, buenas noches...
2420 palabras.
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