11 | Solo queda esperar

Una carpeta llena de papeles descansaba ahora en las manos de Grace. Ambas muchachas la observaron sin hacer ningún movimiento. Eran conscientes de que quizá ahí dentro encontraba alguna pista que pudiera esclarecer quién era la persona que iba tras ellas, por eso temían descubrirlo.

¿Qué pasaría después?

—Ábrelo —le animó Juliette, pero Grace no estaba muy convencida.

—¿Crees que es seguro? —preguntó echando un vistazo por toda la habitación. Todavía sentía que estaba siendo vigiladas—. Quizá habría sido mejor no hacer nada...

Juliette le arrebató la carpeta de un momento a otro. Si Grace no se armaba de valor, tendría que ser ella la que diera el primer paso. No habían llegado hasta ahí para nada. Rendirse significaba alejarse un paso de la verdad, y no estaba dispuesta a perder una oportunidad para poder escapar.

Hojeó varias páginas, pero no encontró nada de valor, hasta que detuvo sus movimiento en una. Pensó que había algo que podría valer.

—Lee esto —Tomó la hoja y se la entregó a Grace—. ¿Te suena este nombre?

Grace leyó donde le había indicado la joven. Al principio no reconoció el nombre que aparecía en el papel, pero tras hacer algo de memoria un recuerdo golpeó su mente. Había leído ese nombre en otra ocasión, en uno de los papeles que se hallaban guardados en el despacho de su padre.

En aquella ocasión no le dio mucha importancia, tampoco es que fuera de su interés, pero al menos le había ayudado para comprender de quién era la persona que aparecía escrita en la hoja que tenía entre sus manos.

Isabelle.

Nunca la había conocido, pero sabía que era la madre biológica de Annie. En cierta ocasión le había animado a darle una oportunidad, a escuchar su versión de la historia, pero ahora, tal y como eran las cosas se arrepentía por completo de haber invitado a su hermana a conocer a esa mujer.

¿Sería ella la que estaba detrás de todo?

—Sé quién es, pero no entiendo por qué está haciendo todo esto —Su mirada aún seguía fija en el nombre de la hoja. Entonces un pensamiento cruzó por su cabeza, fue fugaz, pero sintió que debía hacer la pregunta—. ¿Por qué crees que estás aquí, Juliette?

La muchacha tardó en reaccionar más de la cuenta, fue como si no se hubiera esperado esa pregunta. Grace percibió eso y supo que algo no andaba bien. Juliette escondía cosas.

—No sé, la verdad. Me apunté a ese concurso igual que tú y me engañaron —Desvió la mirada hacia otro lugar—. Ojalá todo se arregle pronto.

Grace no insistió. Juliette no diría nada de todas formas, así que optó por cambiar de conversación.

—¿Te importa quedarte sola un rato? Creo que necesito ir al baño para despejarme un poco de toda esta situación.

Juliette asintió con la cabeza y se quedó donde estaba. Su mirada había vuelto a estar fija en el cuadro de las dos mujeres. Grace abandonó la habitación y se encaminó al cuarto de baño.

No te reconozco susurró Grace mientras no dejaba de acariciar el pelo de su hermana.

Ambas yacían recostadas en la cama de esta última desde hace un buen rato. Annie había permanecido callada todo el tiempo, con la mirada perdida y algo decaída. Eso rompió el corazón a Grace. En los últimos días, apenas había ingerido ningún alimento, ya no escuchaba música procedente de su cuarto y eso le daba a entender que algo andaba mal con ella.

Annie no dijo nada, tan solo se levantó de la cama y se dirigió hacia a la salida, en el último momento se volteó y dio una leve mirada a Grace.

Voy al baño.

Grace se quedó allí, recostada en la cama de Annie contemplando el techo de su cuarto. Justo encima de ella se alzaban dibujos de estrellas y un recuerdo vino a su mente. Ella y Annie tumbadas en ese mismo lugar observando esas pequeñas motas de pintura. Podían pasarse horas viéndolas. Echaba de menos esos momentos.

De pronto escuchó un sonido procedente de lo que sería un móvil. No tardó en descubrir que se trataba del teléfono de su hermana. Ni siquiera necesitaba desbloquear la pantalla para saber que se trataba de un mensaje de Laia. Al final lo hizo y justo fue eso lo que encontró.

Laia: Eres mi familia, Annie. Sangre de mi sangre. Ellos nunca te van a comprender como yo, junto a ellos siempre te sentirás incompleta.

Estuvo a punto de borrarlo, lo habría hecho si Annie no hubiese irrumpido en la habitación. En ese momento no comprendió la magnitud de esa decisión, porque quizá si hubiera sido más rápida, Annie seguiría con vida.

Estoy sola en esto.

Cerró la puerta del baño tras de sí y mantuvo su espalda apoyada contra ella tratando de impedir así que alguien entrara. Necesitaba unos minutos para analizar con calma toda la situación. Juliette ocultaba algo, igual que lo hizo Parker, lo que significaba que no podía confiar en ella.

Se separó un instante de la puerta y caminó de un lado al otro del cuarto de baño. Desde pequeña tenía esa manía cada vez que buscaba una solución a algo, lograba que su mente trabajara más rápido y mejor.

Entonces una idea cruzó por su cabeza.

Aún tenía el teléfono de Parker, y tal y como vieron, no se encontraba pinchado, por lo que podía enviar mensajes. Meditó varios minutos a quién mandárselo. Sus padres estaban fuera de la lista. Para contactar con la policía tendría que realizar una llamada y no quería que nadie le escuchara, así que al final optó por su amiga Camile.

Yo: Hola, Camile, soy yo, Grace.

Yo: Necesito tu ayuda.

Yo: El viaje era una trampa.
No preguntes.

Yo: Tienes que ir a la policía y pedir que localicen este móvil.

Yo: Date prisa, por favor.

Ya no podía hacer nada más. Tan solo esperar a que Camile hiciera su parte y poder salir de este tormento cuanto antes.


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