Capítulo 8

Jayden Smith

Como he salido temprano, aproveché para invitar un rato a Megumi a casa y jugar un rato al Resident Evil 6. Somos fanáticos de los juegos de terror, así que no las pasamos bien. Además, ella necesita algunos planes tranquilos, ya que se la pasa en la adrenalina constante de tener sexo con distintos tipos.

No digo que esté mal, porque la vida sexual de Megumi no me incumbe en lo absoluto, pero siento que a ella no le va a hacer bien a la larga. Ambos sabemos que solo se está haciendo daño.

Ella quiso sacar el tema de Joy en un descanso, pero preferí pasar de eso. No estoy seguro de nada, pensé en hacerla esperar un poquito más o al menos que demuestre que me quiere de nuevo... Pero todo eso se me pasa de largo cuando a la hora de sacar la basura, veo a un chico saliendo de su casa entre risas.

Disimulo bastante bien mi mirada, estoy acostumbrado a no actuar como alguien muy metido, pero creo que mi intensidad me termina dejando en evidencia cuando ella cierra la puerta y el chico me observa con cierta duda en los ojos.

A veces simplemente actúo como se me da la gana. Olvido que no soy un adolescente más.

—Hola, Gael... Es tarde —anuncio de la mejor forma posible cuando lo noto.

Es rarísimo que este chico haya estado en casa de mi novia. No entiendo de qué forma están conectados. ¿Habrá sido el enfermero de ella? Bueno, alguno de los que habían hecho el curso se tenían que hacer cargo.

—Buenas, profesor Smith. Lo sé, por eso mismo me estoy retirando.

Me pongo en su camino antes de que pueda seguir avanzando y sonrío, intentando verme amable.

—¿Acaso está saliendo con esa chica?

—¿Perdón?

—Ya sabe, me gusta a veces saber de la vida de mis alumnos, es divertido.

—Prefiero mantener mis cosas en privado.

—Claro... ¿Quieres que te lleve a tu casa? No sé si es muy lejos...

—Quiero que se deje de meter en mi camino o le juro que voy a gritar.

Alzo las manos en señal de disculpa y me corro a un costado, solo así lo veo caminando con todo el apuro del mundo y desapareciendo a los pocos segundos. Bueno, a veces estas cosas no salen tan bien, pero tampoco era como para que se asustara así.

Solo quise ser amable y mi amabilidad lleva un precio, como las de todas.

Espero que no diga nada malo de mí en el colegio. Luego me disculparé de forma debida.

Pero ahora no puedo sacar de mi cabeza eso. ¿Acaso Joy está coqueteando con alguien más? A ver, es una clase de relación abierta a juzgar que podemos meternos con quienes queramos, pero ella me prometió fidelidad para que lo nuestro funcione, entonces me es confuso. Supongo que un refuerzo de esa charla no nos vendría mal, solo para que ella recapacite de nuevo en esa idea.

Incluso si intento no pensarlo, toda la noche la paso con la cabeza completamente llena de dudas. Ella no tiene amigos reales y sé que Gael no la conocía hasta hace casi un mes, desde ahí no los vi conversando mucho más. No es que vigile a Joy, pero de vez en cuando me aseguro de que esté bien, cosa que Heather no quiere creer solo porque me pasé de largo su problema alimenticio.

Yo la amo, pero ella es muy problemática, entonces aleja a todo el mundo. No me afecta, ya que conmigo nunca ha pasado nada y prefiero que esté lejos de posibles personas que cambien su perspectiva sobre algunas cosas de nuestra relación... Y ahora estoy sobrepensando todo, porque no sé absolutamente nada de Gael. Es el que menos habla del curso y nunca ha aportado nada de su vida privada, ni para las clases en las que eso es esencial.

Solo sé que tiene dos amigos: Demian y Khalid Rake. Ambos primos y tipos bastantes confianzudos. Hablo mucho con Demian, es muy simpático conmigo. Y Khalid es medio raro, pero de vez en cuando tira datos históricos que le suben la nota.

No sería mala idea tomarlos en cuenta, solo para poder tener una idea de Gael.

Al final, de tanto pensarlo, a las seis de la mañana ya estoy de pie con solo veinte minutos de sueños en los que tuve dos pesadillas horribles relacionadas con el colegio. Por esa misma razón, busco el consuelo de Joy.

Admito que tomo muchos riesgos. Desde hace ya años que escalo esa ventana de la casa Miller con la escalera, aprovechando que justo da hacia mi patio, y me meto con la ayuda de Joy —aunque antes hacía lo mismo con Heather—. Sé que es sábado a la mañana, pero tengo fe en que me abra.

El vidrio ya tiene un tajo en el centro —eso no es mi culpa, lo juro— y por eso pruebo con pasar el brazo, a ver si así logro abrir. A Joy no la despierta nadie, hasta parece roncar un poco, así que me es complicado hacerme un espacio.

Logro abrir la ventana, pero justo hace un ruido horrible y eso la levanta de inmediato. El sol no me favorece así que entiendo su decisión de tomar el bate de beisbol y hacer el gesto de que va a golpearme, al menos hasta que la nombro y ella finalmente me nota.

Es más, no me mira a los ojos, mira mi brazo. Bueno, para no mirarlo con lo mucho que sangra y lo que tiembla. Incluso la escucho chasquear la lengua y quejarse nombrándome en voz baja.

—¡Mira cómo te lastimaste! Jay, no hagas estas estupideces. Sabes que podías usar la maldita manera normal de pedirle a alguien que te deje pasar a su casa —dice cuando puede hablarme de cerca.

—Es que no pude dejar de pensar en ti y en la idea de que actué como un tarado.

Ella me mira con esos ojos brillantes que tiene solo para mí y se acerca un poco más. El dolor de mi brazo vale la pena si tengo todo ese cariño suyo. Me besa de una manera suave en los labios y me pide que me siente en su cama.

Ella empieza a desinfectar la herida y me pone algunas cosas que me queman, pero entiendo que todo esto lo he causado yo. Aunque tenga la parte de la culpa por volverme tan loco con su silencio provocador.

Siempre ha sido así de cuidadosa, incluso en momentos donde no me lastimaba físicamente. Me ha tratado con toda la suavidad del mundo, sabiendo que no hay ni una pizca de sensibilidad al dolor por mi parte.

Aún así, me siento reconfortado cuando termina con su labor y me mira con esa preocupación. Sí que se ha sentido mal por mi ausencia.

—¿Por qué...? —pero su duda queda en el aire, como si se replanteara las palabras—. Supongo que viniste aquí porque te preocupaste por mí.

—Me hice esto por preocuparme por ti.

—No tienes por qué ser tan impulsivo.

—No es nada, peque, ya sabes que mi resistencia al dolor es alta.

—Igual no deberías hacer eso, me haces sentir mal por ti.

—Qué dramática eres —le digo con cariño mientras la jalo de las muñecas para que se acueste conmigo—. ¿Cómo estás, mi ángel? ¿Ya estás comiendo más?

—Sí, me estoy esforzando.

—Odiaría verte en una cama de hospital.

Ella hace una mueca y luego acuesta su cabeza contra mi pecho. Se le nota triste. Supongo que ha sido por toda esta rara lejanía. Y es estúpido lo bien que me siento al pensar en que me ha extrañado.

Nos besamos un poco hasta que ella finalmente se frena y me mira. Noto algo raro. En su tacto siento un mensaje horrible que va a llegar. Nos conocemos tantos que hasta ese punto podemos sentirnos.

—Me siento culpable, porque he estado comiendo más, mucho más. Y lo disfruto. Me siento mal porque solo en ciertos momentos recuerdo que no debo hacerlo —me dice en el oído y me estremece su tono. Es frágil, está a punto de romperse.

Actúa como una niña y esa es mi mayor debilidad. No puedo evitar distraerme con su forma de hablar y por la cercanía que ambos tenemos. Desearía que pudiéramos charlar bien estando cara a cara, pero realmente me gusta esto. Quiero dormir un poco junto a ella, porque es tan cómoda y me hace sentir tan acompañado que prefiero cerrar los ojos mientras habla.

—Es como si solo hubiera exagerado con esto de mi peso, porque después de todo no hago nada para cambiarlo...

Apenas sé qué decirle, porque me está cayendo el sueño de todas esas malas horas.

—No tienes que cambiar nada.

—¿No soy horrible a tus ojos?

—¿Porque engordaste?

Ella se calla abruptamente y veo que se levanta de arriba mío y se sienta a un costado de la cama. Noto un poco su furia interna. Al parecer he dicho algo malo, pero yo solo le hice una pregunta.

Me siento a su lado e involuntariamente bostezo. No es mi intención hacerla sentir mal, pero también estoy cansado, algo que ella a veces no sabe reconocer.

—Jay, siento que hablas como si no te importara tener filtro conmigo —me confiesa en un tono más bajo de lo usual y mientras me acaricia la mano.

—Es que no tengo idea de qué decirte, estoy cansado, Joy, y vine principalmente porque quería asegurarme de que estuvieras bien.

—¿Por qué no lo estaría?

—Porque hay algo que te falla en la cabeza como para no comer y no puedo comprenderlo. Odias el cuerpo que a mí me parece más que suficiente, es contradictorio. Además, es algo raro, pasan cosas raras contigo.

—Debe ser por la adolescencia...

—Sí, invitas a un chico por tus cambios hormonales, ¿no?

Sé que no debe sonar de la mejor forma posible... Pero tengo mis ciertas dudas y necesito que Joy me confirme que solo ha sido una tontería, que no son nada. Que mis celos están justificados, porque ella no tiene amigos para traer a casa.

Al final, no dice nada razonable para mí.

—Era solo un amigo.

—Pero es raro...

Ella se rasca la mano y luego suspira. Eso es un claro "no quiero hablar de eso ahora" y más al notar cómo no me mira de nuevo ni me intenta sostener la mano. Es increíble cómo intenta hacerme quedar como alguien que saca todo de contexto.

Solo quería tener la seguridad de que lo nuestro sigue siendo yendo por buen camino, que este cambio tonto no ha sacado de eje.

Pero no lo sé, mi mente está muy cansada.

—En fin, ¿podemos dejar de hablar de esto? Estoy cansado, no he podido dormir porque pensaba en qué pudo haberte sucedido como para que no socorrieras a mi ayuda.

—Lo lamento, Jayden. La próxima te avisaré.

—Solo lo digo por tu bien, amor.

Me relajo contra la cama de nuevo y extiendo los brazos para que ella venga, pero solo se acerca cuando la llamo con una sonrisa. Le reparto besos por todo el rostro y le digo lo hermosa que es, sacándole algunas risas y algunos "basta, me haces cosquillas".

Eso nos deja totalmente bien a ambos, ya que ella se duerme con tranquilidad contra mi pecho y yo le acaricio el pecho, murmurando alguna canción The Strokes que no recuerdo bien, pero sé que le gusta.

Y esto me trae paz. Quiero que todo sea eterno, que nunca hayan discusiones, que ella siempre se mantenga igual.

Solo quiero que por una vez las cosas salgan a mi favor.

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