Capítulo 33
Joy Miller
Jayden hoy llega más tarde, casi que me tengo que ir caminando, pero al menos está aquí.
—¿Ya desayunaron? —pregunta con un bostezo y a mí solo me toca asentir—. Mierda, perdón, peque, ayer salimos con los profes y tomé mucho.
—¿Quieres que te traiga algo para la resaca?
—No, estoy bien así. ¡Hola, Noria! ¿Cómo va?
Al parecer, mi tía se apareció atrás de mí y menos mal que no besé a Jayden como forma de consuelo. Siempre la pasa muy mal al tomar.
Luego de que habla un poco a los gritos con Nona, me subo a su auto y nos dirigimos directamente hacia el colegio. Siento un leve aroma a cítrico y eso que no es de usar nada por el estilo.
—¿A quién llevaste? —le pregunto, pero él ni siquiera se inmuta. Nunca se sorprende por nada.
—¿Eh? Ah, no, me compré una bolita que larga aroma cítrico. ¿Te gusta?
Me señala esa bolita que está colgada y no sabría cómo llamar, razón por la que digo "ohh" y me quedo mirando ahí. Sí, al parecer la compró antes de venir. Qué lindo gesto, a mí me gustan esos olores.
—Huele bien.
—Me alegro, es todo para vos.
—Qué galán —bromeo mientras recibo su risa tonta.
Llegamos al colegio y me sorprende que me deje en la puerta. Él dice que total ya conocen que somos vecinos y yo no puedo evitar sonreír. Cada vez estamos más cerca de formalizar.
Al llegar al aula, me recibe la increíble noticia que aprobé el examen de antropología, quedando como una de las tres mejores de la clase. Cada vez me siento más cerca de la beca a Harvard. Soy una alumna excelente... Excepto por educación física. Jasón no me ha exigido más nada y por eso he hecho todo lo que ha pedido de actividades, pero dudo que eso me salve de las clases de veranos de las que no le conté a nadie aún. No quiero decepcionar ni a Noria ni a Jayden. Nadie se queda todo un verano por esta materia estúpida.
Suspiro al pensar en ello y Amber me pregunta si todo va bien. Compartimos la mitad de las asignaturas, así que casi siempre se sienta al lado mío. La otra que se queda, sino, es Megan. Ambas me caen bien, así que intento mostrarles una máscara agradable.
—Pienso en educación física.
—Te comiste una buena reprimenda, Joy.
—Sí, ya sé, no tuve que haber sido tan descarada. Además, ahora ni me mira y me aterra hacerle una broma.
—Y es raro que algo así te aterre, siempre eres muy descarada.
Yo solo me río por compromiso y luego salgo del aula, encontrándome con Marcos y Heather hablando como cualquier día común. Todos saben que son pareja, pero siempre se muestran cercanos como amigos. Les gusta dar una buena impresión.
—¿Qué tanto charlan? —pregunto al acercarme.
Heather hace una expresión que no logro descifrar, pero Marcos se ve contento, incluso me sonríe con mucha gracia, como si algo realmente le llamara la atención.
—Tengo entradas para ver a Coldplay —me dice mostrándomelas y mi hermana parece no soportarlo—. No sabes la lucha que hice para quitar esas benditas entradas.
—¿Te peleaste virtualmente con mucha gente?
—Mucha gente que vamos a ver en el campo general.
—¿Vamos? —pregunto con una sonrisa confusa y él asiente—. ¿Tú y yo?
—Sin mí, Joy —insiste mi hermana y creo que es la mejor noticia del mundo.
Es como si todo se volviera a reconstruir a mi alrededor.
Lo que más nos une a mí y a Marcos es nuestro amor por Coldplay. Descubrí la banda gracias a él y ahora que están con un nuevo albúm, no puedo evitar sentirme tocada por la varita mágica.
Incluso si todos me observan, no puedo evitar abrazarlo mientras siento sus palmaditas en mi cabeza.
«Papá...»
—Gracias, Marcos.
—Te lo mereces, Joycita. Lo bueno de este abrazo es que no tienes matemática conmigo, así que nadie te hará problema por favoritismo.
—Igual sería tu favorita.
—Nah.
Me despeina un poco y veo que observa detrás de mí. Seguro está Amber merodeando y esperándome como un perro a su dueño. Sí, casi siempre me espera a mí. Se toma muy en serio esto de cuidar mi secreto sobre Jayden y yo. Por suerte, no ha vuelto a sacar el tema.
—Por cierto, ¿sabías que Jayden tiene novia? —suelta de la nada con su misma naturalidad.
Se me bloquea todo tipo de reacción cuando me observa, como esperando algo de mi parte. ¿Quiere que hablemos de eso acá? No, no suele armar escándalos como estos.
Miro instintivamente a mi hermana y noto que ella está muy concentrada en mí, tanto que habla de inmediato al verme.
No puede ser que sea lo que yo creo...
—Por ahí no está al tanto de Lola.
—¿Lola?
—Ay... Eres su mejor amiga, ¿cómo no te va a contar?
¿Quién mierda es Lola?
Por un momento temí que Marcos se enfadara con Jayden, pero veo que no tiene nada que ver con mi idea... Él empezó a salir con otra chica y hasta les da a entender que es su novia. ¿Por eso me trae al colegio? ¿Habrá estado con ella anoche?
No, él no me haría esto delante de mis narices. Quiero creer que al menos tiene un poco de cuidado con mis sentimientos. Con mi dignidad.
—Por ahí se la inventó, conociendo su personalidad —digo con una media risa, intentando evitar la mirada amable de mi cuñado.
—Yo pensé lo mismo, ya sabes cómo es con el tema del trabajo y todo eso. Pero no, la novia misma lo fue a buscar anoche. En realidad, anoche le pidió que fuera su novia.
—Ah... Después voy a preguntarle por qué no me contó.
—Déjalo, seguro no quería molestarte con su romanticismo.
—Sí. Bueno, voy a almorzar y nos vemos después.
Tengo el deseo horrible de alejarme de toda la comida de nuevo, de llamar su atención. Cuando estoy mal, nunca me hace esto.
Pero ¿por qué siempre tengo que estar mal para que no me cague en nuestra relación? ¿Por qué siempre es tan obvio?
No puedo huir para ningún lado, hay mucha gente, así que solo tengo que esconderme de Amber y de todo el mundo mientras finjo que estoy bien. Si tan solo no me doliera tanto el pecho, podría levantar la cabeza y no pensar en romper toda la comida que Noria me preparó con amor.
Deseo tirarla a la mierda, irme de aquí y hacer de cuenta que nunca tuve esta lonchera tan infantil.
Paso cerca de un cubo de basura y lo arrojo ahí. Si de todas maneras tenemos plata para comprar lo que se me da la gana y Noria no puede vigilarme todo el tiempo.
Solo tengo que mentir como siempre y decir alguna estupidez. Lo mismo con mis pastillas. No las necesito ahora, no quiero que la gente me siga mirando como la enferma que al pasarla mal no come nada.
¡No como porque no se me da la gana! Porque yo sé controlarme muy bien.
Cuando estoy por tirar las pastillas, una mano me detiene y hace que gire hacia arriba, deseando que sea y no sea Jayden. Termina no siendo. Y es el estúpido Gael que me ha cuidado con mis comidas, como si necesitara sus malditos consejos de chico que no entiende mi realidad.
—Sigo esperando un discurso tuyo de feminismo —menciona y su mano ni siquiera aprieta la mía para que no tire las pastillas—. Quizás uno en el que hables de los problemas alimenticios y cómo las chicas se ven afectadas por la industria de la moda. Asociándolo con el patriarcado, claro.
—No tengo ningún problema.
—No dije eso. Solo pensé en un hecho al respecto. ¿Me dejas sostener tus pastillas? Quizás es un peso muy grande para cargar tu sola.
Ni siquiera debería llorar por sus últimas palabras, pero no puedo evitar que las lágrimas caigan por mis ojos. Solo es así porque sé que nadie me verá con él a mi lado. Nadie nota mi gran debilidad.
—¿Nos saltamos las clases?
Solo asiento con la cabeza, rogando que sepa una buena forma de huir de todos.
Y, para mi suerte, él solo se cruza con Ramish, quien ni siquiera reacciona al escuchar su saludo, aún sabiendo lo cerca que estamos de la puerta de salida.
Me río un poco al sentir cómo me toma la mano y me guía por todos lados como si yo fuera la que no puede ver nada.
—No conozco absolutamente nada, pero confía en mí.
—Eso hago.
—Me harás llorar, Joy Miller.
—Por favor, no quiero ser la única.
Llegamos a un parque, que por suerte Gael descubrió, y tensamos un poco los hombros ante el frío que hace. Nos olvidamos de lo duro que es estar lejos de los calefactores y que ninguno de nosotros tiene dinero a mano para pagar un café. Qué estúpidos somos.
Los dos mejores de nuestras respectivas clases saltándonos las siguientes horas. Al menos hoy no tengo vóley, sino me lamentaría de no joder a mis compañeras con mi presencia débil.
—Qué tarado, ¿cómo no fui a buscarte comida? —se pregunta cuando nos sentamos en un banco y yo solo río. No me desmayaré por no comer un día—. Espera, tengo mi casa a una cuadra de este lugar.
—Cierto que vives cerca de mi casa también.
—Si consideras cerca vivir a diez cuadras, pues sí.
—¿Debería esperarte aquí?
—No, sería muy poco caballeroso de mi parte.
Me río torpemente a la hora de volver a levantarme mientras lo escucho decir que este no era el inicio que esperaba de nuestra amistad. "Reinicio" dice como si sonara más inteligente, pero la verdad es que sigue siendo igual de tonto que antes.
Me ofrece la mano de nuevo y me parece un poco tierna su actitud. Solo porque es la primera persona que me ve llorar del colegio, lo tomo y acepto que me guíe mientras sigue hablando.
Al menos no pensaré en lo mucho que me duele lo de Jayden.
No me siento tan estúpida a su lado.
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