Capítulo 30
Joy Miller
Jayden vuelve a repetir la rutina de desayunar en casa conmigo y con Nona, comer las pocas galletas que le quedan y actuar como si todo estuviera bien...
Esto me está empezando a causar un poco de dolor de cabeza, como si me perdiera de algo, y es aún peor cuando escucho sus voces y Noria agita el tarro de mis pastillas para la anemia.
Trago en seco al ver toda la comida y al seguir escuchando ese ruidito.
Y mastico todo como si no tuviera sabor a nada. Ojalá tuviera mejores formas de huir.
Dejo la mitad de mi desayuno en el plato y me escabullo aún escuchando las quejas de mi tía. No puedo comer con tantas ideas en la cabeza ni tampoco preguntándome cosas raras de Jayden.
Me quedo afuera con las manos vacías, no me he preparado la lonchera hoy, y zapateo un poco el piso. Mierda, ¿qué me pasa? ¿Por qué actúo como una niña escurridiza si no soy así?
Miro mis estúpidos zapatos y luego hacia adelante. No está Jayden. Sigue adentro y seguro que está persuadiendo a Noria para que no se preocupe por mí... ¿Debería ir a despejar mi cabeza en el hospital? Quizás lo mejor sería que vaya allí alguno de estos días.
—Vamos, Joy —dice Jayden pasando por mi lado.
En cuanto me subo al auto, él lo arranca, alejándose lo más rápido de mi casa y noto que quiere decir muchas cosas a juzgar de cómo abre la boca y toquetea la radio.
Le alejo la mano con cuidado y pongo mi frecuencia favorita donde transmiten más a Coldplay y todo el pop tranquilo.
—¿Qué te está pasando? —pregunta de una forma un poco brusca y me pone incómoda su tono.
—¿Qué me está pasando? Nada. Nada, Jayden.
Tras decir eso, giro la cabeza con tal de concentrar mi mirada en la ventana y no en cualquier expresión que haga, Jayden. A veces actúa como un imbécil.
—Olvidaba que los adolescente eran así de complicados —suelta y me parece que es una broma a juzgar de cómo me sonríe.
Mierda, al final me giré para verlo. Mi orgullo está claramente dolido por mi decisión, pero él no se gira ni a mirarme, sabe muy bien cómo actúo y solo se burla.
—Vives rodeado de adolescentes.
—Ey, eso me haría quedar muy mal.
—Bueno, tienes 23 años, tampoco es que seas muy grande.
—Cierto, por eso salgo contigo, bonita.
Sonrío para mis adentros mientras le subo un poco el volumen de la radio. No quiero cagarla con el tema de Heather, así que mejor finjo demencia y hago de cuenta que no me ha importado en lo más mínimo su charla.
Pero si yo no saco el tema, Jayden parece destinado a hablarlo, incluso si siento sus nervios.
—Por cierto, gracias por... lo de Heather.
—Simplemente quería que te quedaras un poco más tranquilo.
—Sí, lo entiendo. Joy, tu hermana es una buena chica y no te tienes que preocupar por lo que haya ocurrido en el pasado. Ahora está bien, hay armonía.
¿Acaso estoy enloqueciendo? Yo jamás he visto armonía en Ther. Cuando creo que todo está bien, tiene un colapso mental y empieza a gritar como si no soportara convivir con ella misma; y otras veces discute de la nada. El único que la salva de no pegarse un tiro es Marcos.
¿No es triste? Es decir, está todo el tiempo al borde, como si sufriera de algo que le impide ser feliz. Esa es la única imagen que consigo de ella detrás de la mirada de todos, cuando quedamos a solas y tiene que contenerse para no derrumbarse.
Me lastima mucho que actúe como mamá cuando estaba lejos de las drogas, como si la resiliencia no combinara con ella y necesitara algo en lo que desahogarse.
A este paso terminará en la misma tumba que ella...
Las lágrimas se empiezan a acumular en mis ojos y quisiera culpar al hecho de que estoy menstruando por ponerme así, pero yo no puedo tomarme en serio las mentiras que todos se inventan de Ther.
Por muchos problemas que tengamos, no quiero que muera.
Es mi hermana mayor, la única familia directa que tengo.
Lloro en silencio y si Jay lo nota o no, no lo sé. Lo único que puedo decir es que no dice ni una sola palabra y se manti4ene firme en el volante. Por temor de que no le preocupara en absoluto mi estado, prefiero no mirarlo de vuelta y cuando estaciona, me bajo lo más rápido posible del auto.
No es humillante llorar, es hacerlo y que no a nadie le importe. Por esa razón aprendí a contenerme, pero hay veces que se me escapa de las manos y que actúo como una chica sensible, porque eso es lo que soy en el interior. Solo soy una chica que tiene muchas ganas de llorar y no puede hacerlo porque eso significaría mostrar debilidad.
Llego al colegio frotándome los ojos y sintiendo de nuevo la mirada de todos. Los ignoro con la cabeza en alto y solo es así porque me he fijado de que mis ojos no estén demasiado rojos. Cualquier cosa diré que es alergia.
Mi grupo está en el mismo lugar de siempre, chismoseando de "con quién se acostó quién" y no puedo creer que eso siga siendo interesante. Me uno solo para no quedar sola ante la mirada de todos, como siempre he hecho, pero ellas empiezan a preguntarme qué me parece y a mirarme como si tuviera monos en la cara.
—¿Qué? —vuelvo a preguntar con expresión molesta y solo Megan se sigue fijando en mí.
—Tienes los ojos hinchados.
—¿Oíste del chico que se drogó con gotas? —dice Leticia en el peor momento y Monique se burla de su inocencia.
—Joy no consume drogas —salta Amber y me sorprende que hable solo para decir eso.
—¿No? —pregunta Megan mientras sonríe con sencillez— Eres de las mías.
—¿En serio que tú tampoco?
—Nop, no las necesito.
—¡Pero sí tú pareces la más drogada, Meg!
—Leticia tiene los ojos locos como el sombrerero, no me vengan con quién parece más colocada.
—¿Eso es un insulto?
—Creo que sí —murmura Amber para marcharse.
Nunca le gusta que critiquen el físico de otros, así que se marcha. Aunque tampoco le gusta el tema de las drogas.
Amber se droga, pero no creo que sea una adicción. Además, le avergüenza mucho admitirlo. Ella no se siente cómoda gritándolo ni orgullosa. Me parece la más decente y humana del grupo, incluso si es la que más filtro carga consigo.
Es tan humana que se rompe como yo hace unos momentos, pero no llora, solo se refugia en su asiento y agacha la cabeza. Me siento a su lado solo para demostrar el apoyo de "amigas". La verdad es que tampoco se me ocurre qué decirle. No entiendo a los que se drogan, así que podría sonar insensible.
Recuesto la cabeza contra el banco, ladeada para ver a Amber, pero ella está apresada entre sus brazos de una manera que no puedes adivinar si está durmiendo o llorando. Para ambas cosas es muy silenciosa.
Digo lo primero que se me pasa por la cabeza, sin saber muy bien por qué.
—Mi primera palabra no fue "mamá" ni "papá".
—¿Eh? —murmura, girando la cabeza hacia mi costado.
—Mi primera palabra fue "hermana" o "hemama" refiriéndome a ella.
—¿Eso escuchabas de pequeña?
Sus ojos se ven tan rojos que parecen reflejos de los míos. Ambas sabemos que la otra ha estado llorando. Hasta podría ser que nuestros periodos estén transcurriendo juntos. Así sucede cuando pasas mucho tiempo con una mujer, por lo que escuché.
—Sí, Heather me cuidaba.
—No me imagino cuidando a mis hermanas.
—¿Tienes hermanas?
—Ah, sí, dos.
—No lo sabía.
—Es que siempre están de viaje con mis papás. Ellas son más pequeñas que yo y ya conocen mucho más —murmura como una broma sin gracia.
—Tendrás que empezar a viajar, Amber. Ya estás vieja.
Achica los ojos y creo que está sonriendo. Nos observamos así durante un rato y luego yo cierro los ojos. Esto es una tontería, pero al menos ella me sigue el juego, de lo contrario quedaría como el raro de Gael.
Mi cuerpo está muy cansado durante todo el día y ni aunque tomo la pastilla me siento mejor. La menstruación y la anemia no son grandes amigas.
Mi atención apenas es dirigida hacia Heather en su clase y en cuanto toca el receso del almuerzo, me doy cuenta que prefiero mil veces dormir aquí antes que irme.
Sería todo muy fácil si no tuviera a Amber, quien siempre está detrás de mí en el colegio.
—Joy, ¿puedo ir a almorzar contigo?
Suspiro ante esa pregunta y hace que me tenga que levantar. No puedo dejar que ella me vea así de pálida y decaída —aunque dudo poder encontrar la forma en la que mi rostro se vea más vivo—.
Amber se ve nerviosa a juzgar de cómo me mira y luego mira hacia el suelo. No debe creer que yo quiera que almuerce con mi grupo y está en lo correcto. Somos personas diferentes con relaciones diferentes. Pero ya qué. No me toca nada mejor que hacer.
—Sí, claro —digo con vagancia y me levanto un poco abrumada. Me duele todo el cuerpo.
Ella no es muy perceptiva con mis emociones, quizás porque yo misma me encargo de ocultarlas lo más posible. Así que mantenemos una para nada incómoda conversación en la que hablamos del almuerzo —sí, Amber es tan sociable como yo—.
Cuando llegamos a la fila larguísimas, rodeada de charlas y empujones, siento la mano de alguien que me toma el brazo y es Megan. No me digas que de repente a todas se les ocurre venir a comer conmigo...
—Ey, está muy delante de la fila.
Miro hacia atrás y noto que llegué justo a tiempo. Wow, quién diría que se llenaría tanto.
—Sí, ¿quieres colarte?
—Eso hago, Joy. Oh, no te vi, Amber.
Amber se queda al margen la conversación y solo hace un gesto de despreocupación. Siempre funciona de esa manera cuando una chica con mucho poderío está cerca de ella. Es hasta fascinante cómo puede tonarse bordó en unos segundos.
Megan es la chica que mejor me cae de toda esta institución. Es una clara muestra de que ser popular no indica maldad ni estupidez. Sí, repitió de año, pero fue por vagancia pura, algo que se confunde mucho con "poca inteligencia".
A ella solo le falta ser constante con el estudio y...
—Wow, ¿acaso se me juntaron las divas?
Esa voz me hace girar de inmediato, sintiéndome completamente interrumpida por mis pensamientos, y noto cómo Gael se cola también en la fila, recibiendo empujones y gritos de que se vaya a atrás.
A veces pedir comida en un lugar tan inmenso se siente como estar en la fila de un recital.
—¿Y este? —pregunta con normalidad Megan y me quiero morir de la vergüenza por cómo este chico me desacomoda el cabello.
—Soy su bestie.
—No eres mi bestie.
—Wow, Joy, fuiste la primera en conseguir un amigo gay.
—No es gay.
—¿Cómo sabes que no soy gay?
—Eso es un poco homofóbico de tu parte, Joy —murmura Amber y yo creo que esta conversación absurda no tiene final.
—¡Solo lo supuse!
—Homofobia, chica.
—Igual no soy gay —ríe de forma simpática Gael, como si no me hubiera dejado mal parada.
—Me alegro.
—¡Homofobia! —dicen los tres y creo que ya hasta Megan ha quedado pirada.
Me alejo de la fila por completo y opto por irme a mi asiento de siempre, donde están los otros tarados que por lo menos no hacen que todos nos miren.
Me dan mucha vergüenza los demás como para estar ahí pidiendo comida y más porque se adelantan, algo que está muy mal visto y podría ocasionarles problemas. Al final, en este colegio te puedes buscar problemas hasta por lo más mínimo.
Esos dos chicos no me notan cuando llego y me siento, parecen perdidos en su mundo de maravillas sobre Marvel. Están halagando a cada película sin dar ni un solo punto negativo. Creo que no serían unos críticos muy objetivos, pero me da lo mismo mientras no me molesten.
Recuesto la cabeza sobre la mesa y descanso un poco mi mal humor y el cuerpo entumecido. Me duelen los brazos, el abdomen y las piernas. Casi todo. Además, aún usando hace un año la copita, me sigue preocupando el derrame. Si seré intensa con el tema de la menstruación como para recomendarla aún temiendo lo peor...
Descanso del caos solo hasta que escucho las voces muy distinguidas de Amber y Gael a la proximidad. De esta forma, levanto la cabeza y noto cómo esos dos tarados se asustan como si hubieran visto un fantasma.
—Si yo tuviera que asustarme por sus caras —murmuro y ambos me dicen dolidos "eh".
Me sorprendería que alguno de estos tres tontos consigan novias con estas actitudes tan poco atractivas.
Escucho la conversación de mis "dos amigos" solo por simple curiosidad. Siempre creí que se podrían llevar bien.
—He escuchado todos los temas de Mitski.
—¿Todos, Gael?
—Sí, es mi cantante favorita.
—Qué genial... La mía también —escucho su risa tímida.
—No lo dices muy convencida.
Porque no es su cantante favorita, ella aprecia mucho más a Harry Styles, pero debe querer quedar bien con él.
—Bueno, mi tema favorito es Real Men.
—Yo no tengo favoritos.
—¿Ninguno?
—Todos tienen lo suyo, aunque tengo menos preferidos.
Dejo de escucharlos porque siento la mano de Gael apoyada en mi cabeza y pone una bandeja en frente de mí. Al parecer la llenó de toda la dieta que debo seguir... Gael conoce mucho sobre enfermedades como la mía, siempre lo da a entender. Debe ser muy bueno como ayudante de enfermería.
Le agradezco el gesto es voz baja y él solo me sonríe con simpleza mientras se sienta al lado mío. Amber se sienta al otro costado y me pide disculpas por no darse cuenta de que no traía almuerzo, pero yo le bajo importancia. Ella es distraída y no tiene una gran lógica, así que nunca me tomo a mal sus actitudes.
Mientras comemos, puedo apreciar cómo Khalid se esfuerza por hablar con Amber y la forma en la que ella interactúa con mucha timidez, teniendo que recurrir a todos nosotros. No sé si eso le parece raro a este chico, pero su decencia es tan alta que no dice nada fuera de lugar al hablar con ella; por otro lado, el otro vive bromeando, así que no interpreto demasiado sus palabras.
—Así que, oficialmente, Amber es de nuestro grupo, ¿cierto? —pregunta Gael cuando nos alejamos de la mesa.
Parece mucho más aliviado que ayer. ¿Sería buena idea sacar el tema? No, no quiero que esto me dé más revoltijos. Mejor callo mis dudas, ya que de por sí nunca me sale bien entrometerme.
—No lo creo, ella es muy apegada al grupo.
—¿Ustedes son amigas en serio?
Esa duda siempre la he escuchado de parte de todos, menos de Jayden, así que no me extraña. Siempre respondo con un "quizás" y cambio el tema, pero hoy me quedo en blanco sin poder quitar mis ojos de los suyos.
Realmente no se me ocurre con qué cambiar el tema y, quizás, por eso él termina riéndose de mi expresión.
—¿Eh?
—Perdón, pero tienes justo el estereotipo de chica no popular.
—¿Quieres decirme fea?
—¿Asocias el no ser popular con fea? Por Alá, no.
—¿Entonces?
—¿Quieres que te diga "eres linda y por eso no te considero el estereotipo"?
—Ay, no, mejor me voy de esta charla —digo apresurada por irme a mi clase y me burlo de sus quejas.
—¡No era mi intención incomodarte! Me malinterpretaste.
—Típico de varón.
—Eso ya es pasarse —grita con suma vergüenza y yo solo desaparezco de su vista.
A veces puede ser un chico muy interesante y que saca tema de todo tipo sin dejar que la conversación muera. No puedo creer que hablemos desde hace tan poco tiempo. Debería tomar más en cuenta eso y cómo la gente poco a poco está empezando a notarlo por mi culpa.
Si seguimos así, los rumores desagradables también lo rodearán.
Pero incluso si temo que los rumores lo consuman, al haber estado aquí hace tan solo dos años, acepto que deberé irme sola a las clases de vóley ahora en más.
Amber me avisa que él me está esperando afuera del salón. Yo termino de juntar mis cosas con rapidez y salgo a verlo de inmediato, me hace un gesto con la cabeza para que lo siga y yo le hago caso.
—Ey, Gael, ya está, no hace falta que vengas a hacerme compañía.
—Apenas es la segunda vez que vas a clase de vóley, mira si te pierdes.
—Dejando las bromas, no creo que sea tan buena idea que te vean conmigo.
Solo así me freno para decir eso, incluso si le doy la espalda.
Me da mucha pena confesarlo así, pero antes de que se vuelva más querido por mi torpe alma, tengo que hablar bien, incluso en este pasillo desolado y de frente al molesto sol de otoño. Hasta puedo ver por la ventana cómo los árboles van despidiendo a sus hojas, parece que la caída no fuera evitable.
Algunas veces me siento como un árbol que despide a todos de su vida para dejar a esas pocas hojitas que se van quebrando.
Lo malo es que no me veo otro destino que ese.
Aunque sigo escuchando sus pasos con lentitud, suelto todo lo que estuve pensando.
—Ni siquiera somos amigos, así que no actúes como si me conocieras.
—¿Qué?
—No vengas a hablarme, no te acerques a mí y no me hagas sentir en confianza. No nos conocemos y tú solo forzaste todo. Deja de molestarme.
Solo escucho el fuerte viento chocar contra la ventana y nada más. Es como si este lugar fuera ideal para tener "esa" charla que todos temen, pero para mí solo es un peso ligero que libero.
Al final, ni siquiera nos hemos contado muchas cosas con Gael. No sé su color favorito o si le gusta el basquet, ni siquiera estoy segura de si es árabe, turco o noséquémierda. Soy lo mismo que una desconocida para él y por eso nunca cuenta nada demasiado personal.
Y está bien. No podemos permitir que nuestra expectativa de amistad nos supere.
Sí, me imaginé pasando meses así con Gael y bromeando, siendo divertidos juntos, pero no va a suceder. Este breve tiempo que hemos pasado juntos, en el que nos acostumbramos a vernos casi todos los días y hablar al menos una hora, no sirve de nada.
Pero él no es el tipo de chicos que se marcha con lo primero que le dicen, así que se para en frente de mí y me mira con esos ojos oscuros que siguen pareciendo luminosos cuando el sol también choca contra él.
Tiene una gracia que aún puede conversar.
Si se junta conmigo está condenado a apagarse, como todos los que me rodean.
El único inmune a mi oscuridad absorbente es Jayden y eso es porque él brilla por cuenta propia.
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