Capítulo 28
Jayden Smith
13 de septiembre de 2022
Han pasado tres días desde la fiesta y no me doy descanso. Primero, Megumi que no contesta mis mensajes y me hace la ley del hielo al no responderme. Segundo, Gael viniendo a joderme y obligándome a humillarlo. Y, tercero, arreglarme con Joy para luego volver a poner las cosas raras.
Siempre Heather me juega una mala pasada. Cuando viene a mi cabeza, me hace sentir como si fuera culpable de un secreto insoportable y es aún peor cuando debo de ignorar el tema con Joy, porque no me amerita contarle lo enferma de la cabeza que está su hermana.
Y ahora, cuando salgo del trabajo y decido ir a visitar a Joy e invitarla a ver una película para limar las asperezas, me la encuentro a Heather afuera de la casa viendo el anochecer. Mierda. No me puedo esconder de ella. No hay forma de que no escuche mi ruidoso auto.
Me bajo de este, pero ella sigue ignorando que estoy presente. Finge que le interesa el anochecer, pero aún recuerdo cuando ambos admitimos que odiábamos esos momentos de sentimentalismo puro.
No había un cielo tan bonito como para mirarlo durante una hora y media, sin pronunciar palabras ni emitir movimiento.
Es tan jodidamente falsa que se olvida con quien trata.
Somos dos caretas que no pueden evitar su insoportable ser y por eso la sorprendo con un toque a su blusa de seda. Siempre viste a la moda y se ve bonita.
—¿Jay? —pregunta al mirarme y yo solo hago una sonrisa simple.
—Hola, Hayle... ¿Puedo pasar a tu casa? Quisiera que charlemos.
No sé por qué ella está aquí o la razón por la se encontraba tan pensativa, pero no puedo desaprovechar la oportunidad de hablar. Seguro Joy tiene algo que ver con todo esto y por eso ha dejado a su hermana tan perdida. Ojalá no se haya fumado, porque no se toma nada en serio cuando hace eso.
—Claro, pero debo hacerle la comida a Joy.
—Siempre evitando la forma de mirarme a los ojos, ¿eh?
—No es eso, en serio tengo que cocinar.
—Sí, hagamos de cuenta que te creo.
Yo lo digo todo con mucha simpatía, pero ella sabe lo que oculta mi tono. Ambos nos conocemos demasiado bien.
Me deja pasar a la casa y le doy un rápido vistazo a las escaleras y a la habitación de Joy, pero no hay indicio de ella cuchicheando. Al menos de que haya puesto una cámara, no es tan pequeña como para pasar desapercibida.
—No me buscabas a mí en realidad, ¿cierto?
—¿Eh?
—Veías la habitación de Joy, seguro querías ir con ella.
Me molesta un poco la forma tan suave en la que lo dice, como si fuera cotidiano confesar semejante verdad. ¿No le importa que haya venido por su hermana y que no me interesara en lo más mínimo hablar con ella sin que algo nos uniera? Bueno, esto sí que es incómodo. No puede fingir para siempre, así que también usaré su careta.
—No, la verdad es que tenía fe en encontrarte a ti.
—¿Fe? Vamos, tampoco es una locura que venga a ver a mi hermana.
—No quise decir...
—Hago lo mejor que puedo, Jay. Estoy intentando mejorar.
Mejora para el exterior y lo superficial, pero con todos los que la conocemos jamás ha sido muy buena. Ella es un ángel para el que no sabe de su historia Parece fuerte y dulce, tiene una voz ideal... Pero la realidad es que puede gritarte de una forma que hasta ella misma puede sorprenderse.
Aún sigo recordando el horror de esa noche y es muy raro verla usando la cocina como si nada. Casi me siento en peligro cuando prepara el té y acerca tanto la mano a la hornalla para prenderla.
Quisiera confiar en ella, pero no puedo bajar la guardia y me atrevo a acercarme más de lo normal, ganándome una expresión de confusión.
—¿Qué haces?
—Te miro.
—No actúes como mi caballero más leal, ambos sabemos que no te sale ese papel.
—Bueno, a Joy le parece que sí me sale.
—Sí, porque es una niña.
—Tú no te considerabas una niña a su edad.
Ella solo mantiene silencio. Siempre huye de lo que no quiere escuchar y jamás ha afrontado una verdad sin ponerse a gritar. Esta vez, solo cambia de tema, dándome a entender que no puedo con ella.
Sirve el té en dos tazas de cerámicas muy bonitas y luego vuelve a poner la tetera en su lugar. Sus manos se mueven con delicadeza. Amaba masajearlas porque eran muy hermosas y aún lo siguen siendo. Pero ya no tengo ese extraño deseo de querer acariciarla.
Ambos nos sentamos en esa mesa redonda y nos quedamos en silencio. Solo escucho cómo ella da sorbos y deja la taza sobre la mesa. Una y otra vez. Luego, cuando se le acaba el té, me da la espalda para buscar la tetera.
Soy tan cobarde que solo ahí hablo.
—Joy quiere saber cómo fue lo nuestro, si fue importante para ambos.
—Éramos dos idiotas, Jayden, eso es todo.
—No, disculpa, Heather, pero yo no fui ningún idiota. Siempre te traté bien, fui un caballero contigo y tú me devolviste lo peor de ti.
Es la realidad y por eso se queda quieta con la tetera en mano, como si todo el mundo se le congelara. Sabe que no miento.
Yo era un mujeriego, pero evitaba a todas las chicas con tal de estar con Heather y la ayudaba a sanar la herida de la muerte de su madre, incluso si para mí también era duro afrontar sus emociones descontroladas. Siempre la apoyé, le di mi hombro para llorar y cuando era lo más errática posible, bajaba mi mal humor para acostarme a su lado y decirle que todo estaría bien.
Como toda mujer traumada que no cree merecerse un buen amor, saboteó toda nuestra relación que creé con la idea de salvarla de toda la mierda que estaba pasando y contactó a Marcos. Tuve que escuchar cómo hablaba con su ex, diciéndole que no podía soportarse y que lo necesitaba más que nunca. Confesando que aún lo aprecia muchísimo y más mierda.
Todo lo dijo sabiendo que estaba cerca, que podría atraparla, pero le importó una mierda. Y yo me sentí tan dolido que fue la primera vez que le grité, diciéndole que si tanto lo extrañaba, que fuera a verlo. Probablemente no usé las palabras adecuadas, no recuerdo bien lo que dije en ese momento. Mejor no volver a pensar en ello o quedaré como un tóxico.
—¿Siempre fuiste un caballero? —pregunta con suavidad mientras sirve el té. Finalmente vuelve a moverse.
—Sí, Hayle. Te amaba y tú me rompiste el corazón. Fui muy bueno contigo.
Sus ojos finalmente se encuentran con los míos y me dan ganas de abrazarla a pesar de todo. Se ve tan triste. Pero sí que me sorprende sus próximas palabras.
—¿Me amaste cuando me dijiste que me matara si así lo quería? ¿Cuándo me tiraste un chuchillo a los pies?
Me quedo mudo y creo que estoy reteniendo la respiración.
Hija de puta... Nunca dije eso. Maldita enferma. ¿Cómo se le ocurre decir tal mentira? Jamás lo expresé de esa forma y si lo hice fue porque me llevó al límite. Es más, si así hubiera sido, ¿por qué siempre se refugia en mí para sus estupideces de familia que hace con Marcos y Joy?
Claro, no tiene amigas por su actitud de mierda. Perdió a las últimas que tenía en la universidad, en ese tiempo que salíamos. Ella lo arruinó todo y yo intenté arreglarlo, pero prefirieron estar cerca de mí antes que de la toxicidad de Hayle.
—No digo que yo haya sido una santa. He sido una persona de mierda y lo estoy pagando día y noche, Jayden. Pero ¿qué has hecho tú para arreglar todo esto? Nada. Jamás me pediste perdón y...
—Hayle, bonita, escúchame un segundo.
La interrumpo para que no siga con su palabrerío, porque estoy aterrado de que se empiece a alterar y de que Joy se entere de todo. Lleva muchos años reteniendo la verdad, no puede ser que justo ahora se le quiera escapar. Es un peligro.
Me acerco a ella, que sigue cerca de la cocina, y le tomo las manos, notando la confusión en su expresión. Es mejor que se pierda, así me deja menos trabajo.
—¿Has pensado en medicarte? Me parece muy fuerte que te inventes cosas.
—No, no me vengas a decir esto, Jayden. Tú y yo sabemos...
—Sabemos que necesitas paz. Es más, ¿por qué no te tomas un tiempo? Te hace mal todo esto.
—Jayden, por favor, basta. No niegues lo que te digo, no me hagas sentir como si creara una realidad alterna.
—Corazón, no te culpo de eso. Escucha, todo lo que pasaste fue muy traumático y creo que necesitas empezar a tomar medicación.
—¡Deja de hacerme quedar como la loca!
—Hayle, si yo fuera el malo en todo esto... ¿dónde están las personas que pueden decir lo mismo que tú? No existen porque jamás hice nada de lo que me acusas. Soy humano y cometo errores, pero ¿no crees que sería lógico que todos me odiaran o algo así? Hasta Marcos está de mi lado y conoces su actitud.
Las lágrimas empiezan a brotar de sus ojos y aunque me intenta alejar, yo me quedo cerca. Sé cómo contenerla y la forma en la que puedo hacer que se calle, que no arme un escándalo.
Limpio esas lágrimas con los dedos y hago ligeros "shh" con la boca. Escucho un ruido detrás de mí, unos pasos, y aunque sé que es Joy, prefiero quedarme de esta manera. No puedo dejar que Heather se altere y suelte tantas estupideces juntas.
—Perdóname... Por favor, no te alejes de mí, Jayden —murmura de una forma poco entendible, pero yo la conozco de pies a cabeza.
—Claro que no me alejaré, Hayle. Eres mi amiga y te tengo un gran aprecio.
Ella me abraza como si de eso dependiera su vida y yo la acepto.
Escucho cómo esos pasos se aceleran y vuelven a subir las escaleras. Espero que Joy no se haya hecho una idea equivocada.
Ojalá no haya escuchado nada de lo que Heather dijo anteriormente.
Aunque quizás toda su desgracia sea mi culpa, mientras ella no se entere, me da igual.
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