Capítulo 24

Jayden Smith

14 de septiembre de 2022

Hay algo que sucede con Joy, que la hace odiadora de mi actitud siempre igual, nunca cambiante. Me parece que está cada vez más retrasada con esas ideas feministas en la cabeza.

En un inicio, la admiraba porque demostraba la fuerza de voluntad de ella para seguir con un tema tan incómodo, pero cuando eso involucra tener que ponerme los puntos a mí, me harta. Quiero ser un hombre normal, no un tipo que es castrado por la simple necesidad de tener algo mínimamente sexual.

¿Por qué se demora? ¿Qué es esa debilidad suya de dejarte con las ganas y luego echarse a llorar? Si el sexo es lo mejor que le puede pasar a alguien, ¿por qué no querría hacerlo conmigo? Soy su novio, quien siempre la sabe cuidar y está para ella. Es lo mínimo que podría pedir: un poco de intimidad entre ambos.

Y sí, sé que suena extremadamente egoísta y manipulador, pero no lo es. Yo solo pienso en el bienestar de ambos y hasta Megumi me ha dicho que el sexo ayuda a fortalecer la relación. Solo quiero que estemos cómodos, pero aún se comporta como una chica inmadura.

Todos se lo hemos estado diciendo: ya es una adulta. Una adolescente que tiene las mismas capacidades que una adulta, desde joven. Tiene el privilegio de una mente avanzada y no la aprovecha, se tira atrás, como si le gustara retroceder de ese lugar de superioridad.

Ella es una de las mejores alumnas, una chica extremadamente inteligente y hasta tiene la capacidad de oratoria que ningún otro chico de décimo sabe llevar a cabo, ¿cómo puede no darse cuenta de que eso la lleva a ser mejor que los demás? Estaría bien por mí que ella lo aceptara, hasta le daría más puntos, pero no, prefiere autosabotear todo, enfermarse y en los momentos más cruciales.

A este paso perderá su beca y se desanimará peor, tengo que motivarla a que persista, pero ¿cómo? Si ni siquiera está dispuesta a que la haga mía. Es aburridísimo esto de esperar por alguien que no se quiere hacer rogar.

Quizás por ese mismo hecho, cuando llego a casa, me tiro en el sofá y le mando un mensaje a Lola: algo claro.

"Hola, linda, ¿cómo estás? Quiero volver a verte" envío y está muy obvia la señal: coger. Algo tranquilo y con lo que desquitarme un poco. Me siento muy pesado ahora mismo, quiero relajarme con una chica linda.

Pero ella no lo entiende de inmediato, porque me bombardea de mensajes contándome de su día y de cómo le gustó aquella noche que salimos. Un montón de tonterías que una adulta usualmente no diría. Menos mal que está cerca de terminar la secundaria, no me la quiero imaginar más atontada aún.

Aunque toda mi calentura se baja de inmediato cuando ella me confiesa que ha tenido problemas con su padre y que siente que habla mucho. Me da un poco de pena y me hace sentir un poco estúpido por querer sextear ahora mismo, sin importarme en lo absoluto.

Intento mantenerme alejado de los sentimientos de todos, pero un problema con un padre es fuerte... Sé lo que se siente, así que por hoy le digo de hacer llamada y escucho su voz romperse como la de Joy.

Mierda, son débil ante las chicas jóvenes que no pueden evitar llorar al hablar de algo.

Y es aún peor cuando el padre está involucrado. Qué puto asco que son algunos a la hora de ejercer ese rol.

Me duele entenderla tan bien y por eso me quedo con el celular al altavoz, haciendo mis deberes y hablándole, diciéndole palabras bonitas, todo lo que sé que una mujer desea escuchar.

Soy bueno consolando, es un extra que tengo por ser tan sensible a los sentimientos ajenos.

Además, me gustan los agradecimientos o los regalos, así que siempre intento ser alguien bueno con todos, incluso si me sacan de quicio como Jasón. ¿Quién más podría invitarlo a todas las reuniones de profesores que los otros se niegan a decirle? Claramente yo. Yo soy el buen tipo que está ahí.

Siempre soy yo el que está detrás de los otros cuidando que haya armonía.

Por eso todos me quieren, porque soy quien se entera de todo y actúa de inmediato, pero nunca doy castigos. Yo entiendo siempre los dos lados. Hay que saber ambas historias y comprenderla.

Quizás un padre te abandona porque has sido un mal hijo, ¿cierto?

O solo soy yo proyectándome como una basura.

Pero sé que soy mejor de lo que mi padre me ha hecho creer, sé que... no tengo nada que mejorar. Todo de mí está bien. No pienso cambiar absolutamente nada.

Solo soy un humano con lo justo.

Ya quisiera él ser como yo. Y ya quisiera yo no parecerme a él y sus morbosidades.

—¿Jay? ¿Sigues ahí?

Tomo un pañuelo y me limpio las lágrimas que atentan en caer por mi rostro. No soy como él. Soy mejor.

—Me emociona tu historia, Lo.

—¿En serio?

No.

—Sí, cariño, ¿por qué te mentiría?

—Eres un amor. ¿Qué hice para encontrarme a alguien tan agradable como tú?

Tuviste mala suerte.

—Le rezaste al dios correcto —bromeo, recordando que me dijo que era atea.

—Tendré que empezar a ir a misa entonces.

—Iremos juntos, a alguna misa fuera de California. En algún lugar lejos mejor.

—¿Por qué?

—Porque estaremos lejos de nuestros padres.

Ella solo se ríe y yo esbozo una sonrisa, pero no sé qué tan real sea. No sé cuál es mi verdadero pensamiento delante de todo esto. ¿Por qué estoy bromeando con ella, si solo estaba caliente?

Yo no bromeo con mujeres por nada. Tengo que recordármelo.

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