Capítulo 13

Un problema cotidiano propio, que las psicólogas han dicho que me lo ocasionó el perder a mis padres a temprana edad, es que intento tener el control de todo: de mis sentimientos, de mi enamoramiento, de mis amistades, mis seguidores, mi peso... Todo.

Y cuando pierdo el control de algo, por más mínimo que sea, empiezo a sufrir de una serie de locura propia. No, no es locura, creo que no resulta el termino apropiado, pero yo lo siento así cuando me hiperventilo, busco miles de manera de llegar a una solución del problema y termino enfermándome.

La única forma de desquitarme todo este tiempo ha sido la comida. Lograr controlar mis porciones, el no comer y el comer en cifras exactas como las matemáticas y esconderlo de todos es mi mayor logro. Jamás se me hizo un problema hasta ahora que Noria es la controladora, que me sirve un plato para merendar.

—Nona, tengo una fiesta en tres horas, nadie merienda.

—Cariño, todos merendamos antes de las fiestas. Solo esas chicas esqueléticas y muy burdas hacen eso. Tú eres hermosa y necesitas algo más de peso para llegar a lo sano.

—Dios, ¿por qué hablas con esa superioridad? No tienes por qué despreciar a otras chicas para resaltar mi belleza.

—Pues solo quería mejorar las cosas, lo siento.

Noria es muy misógina, es un hecho. Todos los días lucho con comentarios como esos y gracias a Dios no soy una narcisista como Megan, que se llena por demás de esos comentarios y a veces me cae fatal.

Mi merienda no es muy rica. No estoy de humor para comer e incluso me incomoda que ella mire y demuestre extrema preocupación.

—Es imposible comer si me miras así —insisto cuando ya he tragado más de la mitad y dejo tirado el tenedor con un mal sabor en la boca.

Ella no hace nada ante mi mal humor y permite que desaparezca de su vista. Gracias a Dios no reacciona, porque de lo contrario hubiera sido muy agotante para mí.

Corro hacia mi habitación y observo mi vestido corto, precioso para esta fiesta... Y no, a comparación de lo que muchos pensarían, no me siento incómoda con mi cuerpo al probármelo.

Mi tía piensa que odio mi cuerpo, mi hermana cree que soy anoréxica como ella y Marcos teme que no sepa de mi belleza... Pero solo Jayden acepta que no tengo un problema, que es solo una manera de mantener el control. Claro que delante de los otros disimula todo su saber y los hace creer que en realidad está de acuerdo con ellos. Solo no quiere meterse en problemas.

A veces se preocupa, pero me parece más razonable que me deje de insistir y solo se quede con mi respuesta principal, cosa que ninguno de los otros entiende. Supongo que la capacitación de Jay fue mejor.

Eso me recuerda que ayer me llegó una foto de Megumi y él con pijamas puestos. "A dormir mientras la juventud se divierte" decía el mensaje de Jay y yo no pude evitar reírme. ¿En serio se quedaron en casa? Con lo linda que estaba la noche para salir... Pero me agrada eso de mi chico, que él es más casero.

Me pongo un vestido negro pegado al cuerpo y bastante simple. Es una fiesta en la casa de Amber, no es tan grande la cosa, seguro vayan algunos por pena... Yo solo voy para despejar la cabeza de las futuras evaluaciones.

Pero espero que también vaya alguien simpático, una persona normal como Amber para quedarme tranquila de que no todo se va a ir a la mierda.

Realmente lo espero. Porque sé, de alguna forma, que Amber va a ser influenciada a volver a drogarse y ella no me agrada cuando está así.

Nadie me agrada drogado. Todos me aturden y me hacen temblar cuando se acercan así. Me dan impulsos violentos, me tiembla la mandíbula y no sé controlar mi dolor de garganta.

Los adolescentes drogados son igual de peligrosos que los adultos. Por eso le mentí a Jayden, para que no se preocupe.

—¿Se puede entrar? —pregunta Noria como si supiera que necesitaba quitar mi cabeza de todas estas dudas.

—Se puede —contesto cuán princesa delicada.

—Pues vaya maravilla... Ay, no puedo creer que seas tan parecida.

—¿A quién?

Ella me mira con una sonrisa dulce, pero de a poco siento que la ilusión se le pasa y deja espacio solo a una ligera expresión de decepción. Mi tía es fácil de leer, cuando se le cae la mueca se nota que algo no está bien o que todo tipo de respuesta nostálgica ha desaparecido.

Supongo que se refería a mamá. Al fin y al cabo, ella era su hermana, no puedo obligarla a odiarla. No le hizo nada, por mucho que me cueste admitirlo.

—A nadie. Solo pensaba en una amiga.

—Pensabas en mamá en realidad, ¿cierto?

—Hacía mucho que no la llamabas "mamá".

—Es que Jazmín no le queda bien. Una flor tan hermosa no se merece su nombre... Lo siento, yo no quiero empeorar tu dolor. No sé por qué dije eso.

—No te lamentes. Me duele tu reacción, pero más me ha dolido la de ella con sus hijas. Solo quiero que tú no sigas sus pasos y que realmente seas feliz sin algo más que necesites.

Y sé que lo seré, pero siento una picazón horrible en el cuello, como si mintiera al pensarlo así.

Mi cuerpo acostumbra a hablar más allá de lo que yo quisiera. Ese es mi problema por ser tan poco comunicativa.

Quizás debería mejorar en mantener todo en armonía, pero ya he perdido la razón de ser. Estoy tan acostumbrada a que mi cuerpo reaccione por sí solo, que ya no reposo como lo solía hacer. Ahora solo sigo lo que él me dicta.

Soy esclava de él e ignoro todas sus estúpidas señales.

Salgo de casa, dispuesta a que Noria me lleve para la fiesta, pero está todo tan oscuro y apenas se ve algo por las luces, que me entra un escalofrío horrible. El frío que hace es anormal. Apenas hemos entrado a otoño.

—¿Joy? —escucho la voz de Jayden y de inmediato me muevo hacia él.

Mi cuerpo solo lo sigue sin pensarlo una segunda vez y lo abrazo, sintiéndome un poco más segura en sus brazos mientras esta noche horrible se asoma delante de mi mirada. Él me devuelve el abrazo y me siento cómoda, como si todos los temas de los que hablé antes con mi tía no me afectaran.

—¿Qué pasó, mi vida?

—Solo me asusté.

—¿Por la oscuridad? Igual a cuando eras chiquita.

—Igual —digo con una risa.

Ojalá pudiera pasar todo mi tiempo con Jayden protegiéndome así, pero sé que debo salir de mi zona de confort.

Me alejo de él justo cuando escucho la puerta de casa abrirse.

—Qué oscuro está afuera —dice Noria, supongo que forzando la vista para verme—. Oh, hola, Jayden... ¿También sales?

—Sí, organicé con unos amigos... ¿Quiere que lleve a Joy a su fiesta?

—Oh, por favor, sí. Ella siempre se queja de que conduzco muy lento o de que no quiere que la vean conmigo. Supongo que contigo no debe pasar eso.

—Jamás, pero es la virtud del joven.

—Vaya virtud.

Mi tía suspira, como si estuviera a punto de decir la típica frase de viejas sobre la juventud, y luego de eso me besa en la frente. Me pone bien el abrigo y me pide que me cuide. Dice miles de cosas que olvido al segundo, porque sé que solo lo hace porque es muy sobreprotectora y, finalmente, subo al auto de Jayden.

Lo veo mejor solo cuando estamos allí arriba y noto que se ha vestido bastante bien. Bueno, básico, pero al ser tan lindo le queda excelente una remera negra no muy pegada al cuerpo con unos pantalones verde oscuro. Hasta hace parecer que sus ojos son de ese color tan lindo. Me dan muchas ganas de apreciarlo durante horas.

No puedo creer que alguien tan bonito, clásico y amable salga conmigo. Me hace sentir como si todo fuera irreal.

—Amor, sé que me estás mirando mucho... ¿Me puse algo mal?

—Te pusiste todo bien. Te miro porque estás guapo.

—Wow, esto hace un año te hubiera costado formularlo.

—Es que me gusta ser directa contigo ahora que sé muy bien lo que siento.

Él gira un segundo la vista del volante para mirarme y sonreírme. Tiene la sonrisa de un niño y la mirada de un adulto amoroso, capaz de cuidarme con su calma que refugia mi alma.

Me hace volverme cursi y tonta, capaz de romantizar toda actitud suya.

—Tú estás hermosa, amor. Desearía frenarme aquí mismo y hacerte mía... Con eso creo que digo mucho.

—Evidentemente el romanticismo no es lo tuyo.

—Lamento mi honestidad.

Dejo escapar una risa más que falsa. No me gusta que haga esas bromas. Amo mucho más cuando es romántico. Pero es un hombre, no puede evitar ser de esa forma.

Lo puede evitar, pero todos sus rasgos positivos hacen que nunca me enfoque tanto en eso. Hoy estoy especialmente negativa con mi entorno, debe ser por eso.

Escuchamos un poco de Lana del Rey mientras conduce y, a pesar de que él no canta, yo lo hago con un tono suave. Está concentrado en el camino. Ya conoce la casa de todas mis amigas... No sé muy bien por qué, pero de alguna forma se entera de todo y eso me hace sentir segura.

Cuando llegamos, no me quiero bajar, incluso alargo nuestro beso, volviéndolo demasiado intenso y casi ardiente para alguien como él. Pero debo de separarme antes de que cometa una mala elección.

—Qué provocadora.

—Está en la sangre, lo siento.

—Ni me lo digas.

—No me quedaré discutiendo, vida. Adiós, pasa una linda fiesta y no bebas mucho. Probablemente tendrás que venir a buscarme.

—Será algo tranquilo, prefiero preocuparme por ti.

—No haré nada que me ponga en riesgo.

—Eso espero, peque.

Me besa la frente y luego pone las manos al volante. Parece un poco apresurado, así que no tardo en bajarme y saludarlo con la mano.

Hoy se ha puesto el perfume que siempre usa para nuestras citas.

No sé por qué eso me pone mal.

Es solo un perfume sin importancia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top