Capitulo V
- ¡Ingrid! ¡Vuelve aquí en este instante! ¡Papá está preparando pancakes! -. Gritó un pequeño niño desde las escaleras, con un evidente tono de diversión en su voz.
- ¡Espérame Valian! -. Contestó una cachorrita a la distancia, quien corría con pasos torpes hacia su hermano mayor.
- Ven aquí pequeña -. Dijo el pequeño tomando en brazos a la bebé, depositando un pequeño besó en su frente.
▪ • ▪
I. Nathaniel se encontraba expectante, afuera la la aviación, sentado en un sillón al estilo Luis XVI. Su momento de calma fue interrumpido por un hombre de bata blanca que salía de la habitación. Un oso pardo, un poco pequeño para su especie, talvez por la edad, de bigotes blancos, se aproximó ante el tirano, se limpiaba las manos de una manera descuidada, el líquido era rojo, muy posiblemente sangre.
- Y ¿Bien? -.
El oso dio un largo y fuerte suspiro antes de contestar a su señor.
- Está muy débil, Tiene pulmonía su fiebre es muy alta, supera los 39°. Por suerte la pudimos controlar, aunque no puedo decir lo mismo de su pierna y manos, ambas presentan un grave estado de putrefacción, por suerte no es gangrena, los gusanos se ocuparon de mantener limpias las heridas, comiéndose la piel y tejidos muertos. Pero su nariz está infectada, y si no fuera poco presenta anemia. -. Dijo el oso triste y retirándose los lentes para descansar su vista.
- ¿Por dónde tiene que empezar?-.
- Mi señor, lamentó ser yo quien le de la noticia, pero ella no vivirá por mucho tiempo, dudo incluso que pase la noche -.
I. Nathaniel río un poco antes de continuar. - Es "El" doctor, no un "Ella". Aunque no me sorprende su error, ese imbécil puede ser confundido fácilmente por una mujer, pero...-.
- Señor, disculpe me pero... Lo que yo vi ahí adentro fue una mujer, incluso mis enfermeras lo pueden confirmar, a pesar de vestir como barón es una mujer-.
De pronto I. Nathaniel halo al médico del cuello de su bata, cuando lo tuvo cerca de cara a cara, su expresión era una completa mueca de ira. Parecía endemoniado, mostraba los dientes y gruñía.
- ¿¡Me estás jugando algo hijo de puta?!-.
- ¡Señor!... ¡Calme se! ¡Solo le estoy diciendo la verdad!-.
- ¡Muéstrame imbécil!-. Lo dijo sin soltarlo y conduciéndolo a la habitación. Misma que abrió de una patada, asustando a las dos enfermeras, quienes se posicionaron a un lado de la cama, evidentemente asustadas.
Se detuvo frente a la cama, ahí estaba, semi desnuda, solamente con la fina sabana blanca cubriéndola, la cual dejaba a la vista su escultural figura, las curvas, pocho y piernas eran más que visibles. Pero aún así no era suficiente para I. Nthaniel, el tenía que verlo con sus propios ojos, azotando al médico con fuerza en el suelo procedió a quitar de encima la sábana a la moribunda chica.
Al quitarla sus dudas se aclararon, era verdad, era una mujer, tenía todo lo que las caracterizaban. Incluso sus rasgos se habían vuelto más fino. La cara de I. Nathaniel estaba pálida, no podía creerlo, todo esté tiempo se trató de ¡¿UNA MISERABLE MUJER?!.
Tenía ganas de acabar con ella en ese insstante, su orgullo jamás había sido tan herido como ahora.
Mientras I. Nathaniel asimilaba está gran revelación, las enfermeras aprovecharon para auxiliar al doctor, quien se encontraba con la cara al suelo y totalmente confundido.
I. Nathaniel tiro la sábana al suelo, y volteo hacia el doctor.
- Haga todo lo posible por mantenerla con vida, en este momento su vida depende de su recuperación-. Con ésto Nathaniel dejo la habitación enojado y con muchas preguntas transitando su cabeza.
▪ • ▪
- ¡Mira mamá lo que atrapé! -. Decía una pequeña Ingrid mientras sostenía una rana, al mismo tiempo que mostraba el viscoso animal a su madre.
- ¡Hay! ¡Ingrid baja ese animal ahora!-. Contestó la madre con evidente incomodidad en la voz, pero también un poco divertida ante la travesura de su pequeña niña.
Ese era un día perfecto, soleado, cerca del lago que estaba en la propiedad de la familia. Su madre estaba sentada debajo de un árbol enorme que le brindaba sombra, sobre un mantel muy colorido, casi combinando con su vestido, a un lado de ella había una canasta con refrigerios, mismos que se encontraba preparando la ama de casa, mientras su hermano y padre se encontraban pescando, el papá estaba acostado en el pasto, cerca de una pequeña erosión montañosa, antes de llegar al puente qué emulaba como muelle, con un sombrero de paja ocultando su cara del ardiente sol de verano, bestia una camisa blanca y un pantalón con tirantes que, al igual que su camisa, se encontraba remangado, sus zapatos estaban a un lado, y dentro de ellos sus calcetines, mientras su caña de pescar estaba anclada con dos rocas, esperando a que un pez cayera.
Mientras tanto el hijo impaciente decidió pescar con su propia técnica; con ayuda de una red trataba de atrapar a los escurridizos pescados, se había sacado los zapatos y arremangado su pantalón para poder entrar al agua, por suerte el agua no estaba muy alta, ni siquiera le llegaba a las rodillas. Mientras Ingrid se encontraba en la orilla del río, viendo lo que hacía su hermano, acompañada de su nuevo amigo viscoso, el mismo no dudaba ni una sola vez en escapar en cada oportunidad en la que Ingrid aflojaba su agarre.
Parecía que la pequeña era quien estaba pescando, mientras su hermano lucia impecable sin ninguna mancha en su vestidura, ella tenía manchas de barro alrededor de sus lindos zapatos blancos, su vestido celeste tenía manchas verdes por el pasto, y si no fuera poco tenía las manos manchadas de tierra por tratar de atrapar a la rana.
- ¡Chicos! ¡Ya es pasado el medio día! ¡Vengan a comer! -. Gritó la madre desde lejos.
El varón parecía un poco molesto por el llamado de su madre, talvez porque si no hubiera sido interrumpido habría atrapado un pez grande y gordo. El pequeño se dispuso a salir del lago, pero antes de siquiera pisar la superficie su madre le habló.
- De paso despiertas a tu padre mi amor, y limpias a tu hermana -.
En todo este tiempo no había visto cómo estaba su padre, río entre dientes al ver su estado, después miró a Ingrid sin quitar la sonrisa picara de su cara.
- Préstame a la rana-. Dijo el pequeño entre susurros, aproximando se a su hermana.
- ¿Para que la quieres?-. Dijo Ingrid acercando la rana más a su cuerpo y haciéndola a un lado.
- Tu solo hazlo, créeme que será divertido-.
- Bueno, si la lastimas te pego -. Dijo la niña con un puchero que para ella parecía amenazador hacia su hermano.
El pequeño solo se limitó a asentir, jamás podía ganar con su hermana. A pasos lentos y cautelosos se aproximó a su padre con la rana entre manos; una ves que estuvo cerca de el depósito con mucho cuidado al animal en su pecho. Una vez echo y asegurado la rana no se moviera de lugar, dio unos pequeños pasos hacia atrás justo con su hermana, tragándose la risa gritó fuerte y claro.
- ¡PAPÁ! ¡DESPIERTA! ¡TIENES UNA ENORME RANA EN EL PECHO!-.
más temprano que tarde, su padre despertó exaltado, gritando y moviéndose muy brusco trato de hacer a la rana a un lado, pero el pequeño reptil salto de su regazo altea de que pudiera hacer algo.
Ingrid y Valian se encontraban muertos de risa, Valian llevo ambas manos a su estómago para contener el dolor mientras que la pequeña quedó patas arriba.
- ¡Malditos mocosos ya verán!-. Dijo el padre al tratar de alcanzar al mayor y a la pequeña. Los cuales ya se habían echado a correr donde su madre.
Sin duda alguna, ese fue un gran día. Al menos para los pequeños.
▪ • ▪
I. Nhatanial necesitaba calmarse, jamás había sentido tanta irá en su ser, sin pensarlo dos veces tomo su mejor botella de Ron (Ren Bacardi 151°) y se empinó un profundo y gran trago. Sentía como el alcohol le cosía la garganta, pero todo era mejor que recordar lo que acababa de ver.
Era realmente imperdonable que un ser inferior le allá derrotado, que lo hubiera echo trizas. Todos esos pensamientos le sabían amargos. Se empinó otro trago enorme, está ves hasta llegar a la mitad de la botella.
¿Quien pensaría que ese hombre sería una mujer?, Es decir, más allá de su complexión delgada no daba indicios de serlo, poseía una vos gruesa, y había oído que se rodeaba de mujeres hermosas, siendo todo un casanova, incluso era bastante masculino, varonil. En ningún momento preventivo indicios. ¿Porqué? ¿Porqué?.
Justo en esos momentos la puesta se habría, era uno de sus subordinados, Leo, justo en estos preferiría su propios compañía que la de ese imbécil loco.
- ¿Que pasó jefe?-. Pregunto el perro de pelaje café manteniendo su distancia. Sabia que si su jefe mantenía una bebida en la mano era mejor apartase, su jefe bajo estado etílico podía ser aún más agresivo que estando sobrio.
- ¡Lárgate de aquí ahora mismo pequeña escoria si no quieres morir!-.
- okey, okey, se cuándo no soy bien venido, solo venía a pregúntele qué pasó con ese imbécil de...-.
Antes de que pudiera terminar la oración sintió un enorme dolor en la nuca, al mismo tiempo que escuchaba el romper algo de vidrio. O si, le había aventando la botella, y lo que era peor, aparentemente, también roto enzima.
- E dicho ¡Lárgate!-. Dijo I. Nathaniel sin miramientos.
Mientras Leo salió corriendo de la habitación casi cayendo a cada paso. ¡Esto no tenía que saberse! ¡Esto tenía que quedar sepultado en lo más profundo de la historia! ¡Nadie debe de saber quién fue Valian!.
▪ • ▪
Ingrid era muy inquieta, le encantaba despertarse antes que su padre y hermano; cuando pasaba esto sentía que el mundo era un poco más de ella. En estos momentos bajaba conectaremos cuidado las escaleras, sabiendo que si rechinaba por lo menos una tabla estaría pérdida, ya había revisado las habitaciones, su hermano estaba dormido al igual que sus padres.
Eran las cinco cincuenta de la mañana, faltaba diez minutos para que amaneciera, a ella le encantaba ver el amanecer, así que como todos los días en los que ella estaba de vacaciones, salía de su casa atravez de su "pasadizo secreto", el mismo se encanta oculto en el armario de las escobas, detrás de una tabla floja.
Al salir llevaba encima una manta gruesa para aguantar el frió mañanero, trepó el árbol más grande de su jardín, no se detuvo hasta llegar a la copa del mismo, se acomodó para ver el espectáculo. El sol parecía una enorme bola roja sobresaliendo de las montañas, dejando a tras el manto nocturno para darle paso al nuevo día, el espectáculo duró más o menos una hora, hora en la que Ingrid hizo algo que jamás hacia, dormir. Se quedó dormida, en la gran rama, con evidente peligro de caer, pero increíble mente no le pasó nada.
Había sus ojos cuando un rayo de sol golpeó sus párpados. Despertó con cuidado, y observo a su alrededor con una mirada muy soñolienta, entonces abrió sus hijos como platos, no podía creer que se había quedado dormida enzima del árbol. Se preocupo más al ver la opción del sol y calculo que debían de ser pasadas las nueve sin duda alguna.
Sus papás deben de estar buscándola por todos lados, aunque de ser así su hermano la hubiera venido a buscar, el sabía que ese era su lugar feliz, talvez... ¿Se quedó dormido?.
La pequeña bajo con sumo cuidado del árbol, al caer al suelo noto algo muy raro, no se escuchaban los típicos ruidos mañaneros de su familia. Al aproximarse a la puerta de su casa noto algo que le hizo un nudo en el estómago, la puerta... La puerta estaba tumbada, con cuidado dejó su malta en el suelo, y procedió a entrar con suma cautela...
Todo esto le daba mala espina, al entrar se encontró con una escena realmente estremecedora, una escena que cambiar toda su vida.
▪ • ▪
A LA MAÑANA SIGUIENTE.
A I. Nathaniel le dolía la cabeza, una obvia resaca por lo de anoche. No tenía las ideas claras, pero se dirigió a verificar el estado de la moribunda. Al llegar al lugar del palacio que le conducía a esa habitación observo a las enfermeras entrando y saliendo del mismo, una sacaba pedazos de vendas ensangrentados mientras que la otra metía en un plato de mármol con agua caliente.
El nunca fue conocido por su prudencia, así que se dirigió a una de las enfermeras, la que parecían más distraída, la tomo del brazo y halo de ella.
- Dile al doctor que en cuanto acabe me avise personalmente -.
La enfermera con evidente miedo solo a tino a asentir, en ese momento I. Nathalie la soltó y comenzó a alegarse a paso lento.
- Y una cosa más... Ninguna palabra de esto a nadie, si no haré que les arranquen la lengua y que después se la traguen... ¿Entendido?-. Dijo I. Nathaniel de una manera muy despectiva mirando a la enfermera.
- Si... Si señor-.
Está ves decidió mandar guardias a resguardar el aposento, si ella llegaba a recuperarse no quería que intentará escapar. Y si está vez lo intentaba, encendió que la mataría.
▪ • ▪
Su padre... Su padre se encontraba en el suelo, en un charco de su propia sangre... No sé movía, solo estaba ahí tirado, muerto, tenía un agujero en la cabeza, posiblemente de bala. En ese momento se tiro al suelo y comenzó a llorar tratando de mover a su padre, como si eso lo fuera a revivir. De pronto sintió que la jalaron, era su hermano, su cara era de miedo al igual que la de Ingrid, pero inmediatamente se convirtió en una de alivio al encontrar a su hermana con vida.
- No te encontré-. Dijo entre susurros. - Así que decidí ir a buscarte, cundo iba encaminó a donde siempre vas en las mañanas escuché un ruido, intuido que espanto inclusive a los pájaros que estaban a nuestro alrededor. Al regresar encontré esta escena al igual que tú, alguien entró a la casa, y mató a papá, creo que mamá todavía está con vida en el segundo piso, no estoy seguro. lo primero que hice fue sacar la pista de papá, la que oculta bajo una tabla suelta de la sala -. Mostró entonces la pistola a su hermana.
- ¿Sabes disparar la? -. Pregunto Ingrid susurrando, y aún con lágrimas escurriendo por sus mejillas.
- Si... Papá me enseñó... Porfavor, te voy a pedir algo...-. dijo mientras sostenía los hombros de sus hermana firmemente. - Esconde te en el armario de escobas, si escuchas un disparo y no bajo, sal corriendo y vas con la policía -. Con esto se levantó y le dio la espalda a su hermana.
- ¿A dónde vas?-. Pregunto la pequeña deteniéndo a su hermano del pantalón.
- Has lo que te digo y calla-. Dijo halando su pantalón para recuperar la movilidad de su pierna - Ve y esconde te-.
Ingrid ya no pregunto más, hizo caso a su hermano, entre cerro la puerta, dejando una pequeña brecha, tanto que apenas y se podía introducir la luz atravez de ella, solo para ver lo que sucedía. Su hermano subió cautelosamente las escaleras hasta que Ingrid lo perdió de vista. El silencio presente durante unos minutos, hasta que...
- ¡Maldito! -. Escucho gritar a su hermano, seguido del sonido de la pistola disparada. Después no se escuchó nada más, Ingrid no se movió de su escondite. Apenas uno segundos habían pasado de esto cuándo vio bajar a alguien de las escalera, era un hombre, posiblemente un perro, de pelaje crespo y manchado, sostenía uno de sus brazos mientras soltaba maldiciones al aire, pudo ver como el mimo sangraba, el erizo se dirigió a la cocina, busco por todos los cajones hasta encontrar la de los cubiertos, saco un cuchillo mientras ponía en su boca una cuchara de madera. Introdujo el cuchillo en la deuda hasta que por fin saco la bala.
Ingrid estaba en shock, no sabía que hacer, se dio la vuelta despacio, observo lo que había dentro del armario, como lo pensó, nada que le pueda servir, solo escobas y cosas de jardinería. No fue hasta que levantó su vista, brillaba algo por arriba de una tabla, tijeras, ¡Tijeras de jardinería!, Pero había un problema, no las alcanzaba, con el mismo cuidado arrastró un pequeño banco a esa dirección; aún y con el banco le era imposible alcanzarlas, se paró de puntas, pudo tomar un mango de estas, al sentir el mismo halo entonces, pero en el proceso de cayeron unas cosas que estaba guardadas arriba, lo que, evidentemente, llamó la atención del perro.
- ¡¿Quien está ahí!? -. Gritó aquel perro mientras caminaba con rumbo a el lugar del ruido.
Colocó pues, rápidamente, las tijeras tras ella, al menos las tijeras eran pequeñas, suficiente para que su pequeña cuerpo las ocultara. No pasó mucho para que aquel perro se encontrará frente te de ella.
- ¡Ha! Hola pequeña, ¿Que haces por aquí? ¿He? -. Dijo el perro arrastrando las palabras, era notorio su estado etílico, aunque Ingrid no sabía que esto era una ventaja para ella. Lo examinó de arriba hacia abajo, no traía la pistola, la había dejado a un lado del mostrador de la cocina. Caminaba a pasos torpes, se balanceaba de un lado a otro, parecía que en cualquier momento se caería, pero no, todavía le faltaba mucho para eso.
- Ben... Tengo un dulce para ti...-. lo último lo dijo entre risas, mientras bajaba la cremallera de su pantalón, evidenciando el miembro erecto del sujeto.
Ingrid se congelo ante la escena, al punto en que no sintió siquiera cuando aquel depravado se inclinó ante ella, comenzó a alzar su pequeño camisón y a introducir su mano con violencia para comenzar a tocarla. Se quedó quieta, tenía que esperar a que bajara la guardia para atacar, toda su poca calma se fue al caño cuando intento meter su mano dentro de su ropa interior.
Ingrid no aguanto más, clavó las tijeras en mismo brazo del infeliz.
- ¡Maldita zorra! -. Grito tratando de sacar las tijeras. Las malditas se habían clavado hasta el hueso.
Ingrid corrió como nunca lo había echo en su vida y tomo la pistola, jamás había empuñado una, ni siquiera sabía cómo funcionaba, tenía que aprender rápido. Por lo menos ahora le servía para amenazar a la intruso, quien no paraba de apuntarle, pero temblaba, lo que hacía ver se más vulnerable de lo que ya era.
El sujeto mostró sorpresa al principio, pro rápidamente comenzó a reírse lentamente, aún con las tijeras clavadas en el brazo izquierdo.
- Escucha pequeña puta... Si me das la pistola, prometes ser buena, y hacer todo lo que te diga, seré amable. Y talvez te dejé con vida-.
Ingrid no movió ni un músculo, aún seguía apuntado lo con la pistola. De una manera repentina, y casi milagrosa, recordó una vez que su papá le estaba enseñando a su hermano cómo usar un arma. Así que activo el martillo con su pequeño pulgar y mantuvo su pequeño dedo índice en el gatillo, lista para lo que fuera.
- ¡Tú lo pediste perra! -.
Dicho eso empezó a correr directo a Ingrid.
¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!
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Perdón si se encuentran con una que otra falta de ortografía, pero crean me, lo intento.
Como siempre las menciones honoríficas, recuerden, no les estoy haciendo spam, y sé que puede ser molesto, si lo es díganme. De cualquier forma gracias por todo su apoyo a A_sombros_A, Waltt_Oruto, Alice_oscura1 y como olvidar a el principal que siempre tuvo fe en mi, al maravilloso Aki_Takemura
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