¿Qué es la felicidad?
Taichi lloraba la pérdida de Jordán y Katte, dos personas sin duda muy importantes en su vida, también lo hacía de miedo ante el reto que implicaba educar él solo a su vástago, no quería comprobar después de años de duro trabajo, y a través de los reproches de Tsuna que quizás pudo haberlo hecho mejor, que no fue un padre suficientemente bueno para él.
El funeral a pesar de tratarse de los unigénitos de una familia por demás acomodada, fue bastante sencillo. Asistieron los parientes más cercanos, y para sorpresa de Taichi sus suegros lo envolvieron en un abrazo consolador mientras le aseguraban que ellos estaban completamente dispuestos a apoyarlo en todo lo que estuviera en sus manos.
—Puedes vivir con nosotros, así podrás salir a trabajar tranquilamente. Somos un par de ancianos, pero aún podemos ayudarte con Tsuna, además... tenerlo cerca sería un gran consuelo para nosotros.
Taichi les agradeció de corazón la oferta y aceptó pasar en su casa por lo menos los siguientes dos meses pues no deseaba regresar a la enorme residencia que compartía con los hermanos, los recuerdos aún estaban demasiado frescos. Lo que sí prometió fue pensar detenidamente si se quedarían, además de consultarlo con su hijo pues debía darle la oportunidad de opinar.
Pero pasado el primer golpe, el que Taichi considero el más duro, que fue ver descender los cuerpos de la madre de su hijo y el de su pareja para ser sepultados, supo que ya nada quedaba para él en USA, así que tras un lapso demasiado corto y de dejar arreglados muchos de sus asuntos Tai decidió volver una temporada indefinida a Japón.
Al lado de sus padres, amigos y hermana estaba seguro que tanto Tsuna como él encontrarían menos dura y vacía su realidad y sería más llevadero su día a día. Así pues, al cabo de medio año se vio de nuevo en su ciudad natal.
Programó tres semanas de asueto antes de decidirse a buscar empleo. Días que dedicó completamente a su instalación en el nuevo departamento que compró y al registro de Tsuna a la escuela elemental.
Eran mediados de año y tuvo que batallar un rato para que admitieran a su hijo en la misma escuela que Yoshino. Por suerte al final logró su objetivo, y Tsuna de alguna manera se sintió menos incomodo al pensar que todas las mañanas y algunas tardes iría de la casa a la escuela y de la escuela a la casa en compañía de su primo.
El departamento de Matt quedaba a dos edificios, una ventaja que Taichi busco adrede pues la verdad se sentía un poco inseguro de encajar de nuevo en esa sociedad tradicionalista que de niño jamás cuestionó pero que ahora, después de haber vivido fuera de tantos estigmas morales, parecían coartarle la libertad. Quería algo seguro, alguien a quien aferrarse, quien lo aceptara sin juzgarlo y sin duda ESE era su mejor amigo.
El timbre de la casa sonó a las siete de la mañana, los rayos del sol apenas pintaban el cielo. Taichi se levantó de la cama con el cabello revuelto y dejando escapar un bostezo a ojos cerrados. Esquivo una caja, dos y luego comenzó a maldecir cuando no vio la tercera y terminó por estrellar su dedo pequeño del pie izquierdo contra la esquina de esta. Para cuando abrió su humor mañanero mostraba su molestia por haber sido despertado tan temprano.
— ¿Si?... —dijo apenas abrir arrastrando las letras y fregando sus parpados con el puño derecho en un intento bastante malo de despabilarse.
—Tío, ¿ya está listo Tsuna? —preguntó Yoshino alegremente intentando mirar dentro de la vivienda mientras acomodaba mejor la mochila sobre su hombro.
Taichi elevó sus cejas y luego algo dentro de su cabeza hizo "click". ¿Qué día es hoy? Se preguntó, un segundo después todo encajó y... —¡Oh, por todos los demonios del infierno! —gritó Taichi entrando a toda prisa tropezando con cuanta caja hallo a su paso. —¡Tsuna!... ¡Tsuna, despierta!
—Tío... ¿todo está bien? —cuestionó Yoshino desde la entrada sin animarse a entrar al escuchar golpes, cosas tiradas y los gemidos de padre e hijo que parecían luchar contra... pues, la verdad Yoshino no quería ni imaginar con qué.
—¿Por qué tardan tanto? —preguntó Matt apareciendo por el cubo de la escalera cinco minutos después y algo preocupado por la demora de su hijo. —Se supone que solo ibas a recoger a... — y su voz fue aplacada por el escándalo que escapaba desde la puerta entreabierta del departamento de su amigo.
Yamato miró a su hijo y Yoshino meneo la cabeza para hacerle saber a su padre que no sabía que pasaba adentro. Matt sonrió tiernamente antes de empujar la puerta y entrar, él sí se lo imaginaba.
De antemano sabía que Taichi apenas estaba mudando sus cosas, pero el laberinto de cajas de embalaje incomodó al rubio. Un poco más al fondo se encontró con los muebles aun sin colocar, la sala, el televisor y el mini bar, eran algunos de los que llegó a distinguir entre ellos.
—¡Te dije que era hoy! —exclamó Tsuna sacando ropa de las cajas buscando el uniforme, al parecer sin lograr encontrarlo.
—Lo siento. No soy bueno con las fechas, además tu madre siempre me recuerda las... —y en este punto la voz de Taichi se quebró. —Yo... lo siento Tsuna. Fue mi culpa. Debí poner atención y preparar tu uniforme y tu almuerzo y... —y las lágrimas asomaron de los ojos de Tai. —Lo siento... lo siento...
Tsuna bajó la cabeza mientras se mordía la mejilla internamente. Odiaba ver a su padre llorar, aborrecía verlo tan frágil cuando él pensó que Taichi Yagami era el ser más fuerte y poderoso del mundo.
—¡DEJA DE LLORAR! —gritó Tsuna estrujando la camisa de su piyama entre sus manitas, y aguantando lo más decorosamente posible los enormes lagrimones que rodaban por sus mejillas regordetas. —Deja de llorar... —susurró gimiendo para al final soltarse a gimotear estruendosamente. —¡Ellos ya no están! Mamá no vendrá a despertarte para ir al trabajo y papá Jordán no me llevará al colegio. No volveremos a verlos tomando su café por la mañana mientras se burlan de nuestro cabello alborotado. Ellos... ellos...
Taichi abrazó a su hijo con todas sus fuerzas. Era cierto, ya no podía darse el lujo de olvidar cosas como esas pues ya no estaba Katte para sacarlo del atolladero, ya no podía permitirse dejar para otro día deberes pues Jordán jamás volvería a recordarle pendientes, ni a ayudarlo a escondidas para que tuviera más tiempo libre.
Matt bajo la cabeza al ver el dolor de ambos, luego la movió de derecha a izquierda para recomponer su semblante, Taichi necesitaba apoyo y él estaba dispuesto a dárselo.
—No puedo creer que se te olvidara que hoy es el primer día de Tsuna —acoto Yamato haciéndose notar, entro a la habitación y en un dos por tres encontró, solo con la vista, el uniforme de Tsuna. —Pero bueno... así eres tú.
Tai bajo la mirada avergonzado ante las palabras de Matt.
—Aunque en todo caso la culpa es mía...
Ambos, padre e hijo lo miraron sin saber el ¿Por qué de aquella aseveración?
—Te conozco lo suficiente para saber que esto pasaría, debí estar más al pendiente de ti —afirmó antes de tomar la mano de Taichi y ponerlo de pie. —Este es el plan. Tsuna, Tai... cámbiense de ropa, Yoshino y yo los esperaremos a bajo. De camino a la escuela podemos comprar algo para el desayuno, y un poco de dinero deberá solventar tu almuerzo de hoy peque. Estoy seguro de que Yoshino estará feliz de mostrarte la cafetería.
Tsuna sonrió y comenzó a cambiarse a toda prisa.
Matt sonrío jalando fuera de la habitación a Tai para llevarlo a su propio cuarto y que pudiera mudarse de ropa.
—Una vez que dejemos a los niños en la escuela tu y yo vamos a poner orden en este lugar.
—Matt no tienes que...
—No discutas Yagami —corto con firmeza el aeronauta. —Sera bueno para ti dedicarte a convertir este lugar en un hogar adecuado para Tsuna. ¿Ya encontraste trabajo?
—Sí, comienzo la siguiente semana.
—Bien, eso te dará tiempo de programar tus actividades y tiempos. Sé que no tengo que recordarte como es vivir con un padre al que casi no ves.
Taichi asintió. —Yo nunca le haría pasar eso a Tsuna —aseguró retirándose la camiseta que usaba para dormir.
Matt se dio media vuelta, no quería que su vista lo traicionara.
Hacía cuatro meses desde que Sora dicto que se marcharía a casa de sus padres porque necesitaba espacio, él había tenido la sensación de que ella le estaba regalando su libertad, que de alguna manera Sora lo estaba empujando a intentar acercarse a Taichi ahora que él regresaba a Japón.
Hablaría con ella para estar seguro y no cometer otro error solo por leer entre líneas, pero mientras tanto... no estaría mal dedicarse un poco a Tai.
Yamato dio un suspiro, un gesto que lo regresó al presente, y entonces prácticamente huyo de la habitación cuando Taichi hizo amago de quitarse los pantalones del piyama.
—Te veo a bajo —dijo a las carreras y Taichi rio suavecito antes de contestar.
—Sí.
Yamato miraba por la ventana, eran cerca de las cuatro de la tarde y el sol aún se mantenía brillando. En la cocina el estofado hervía tranquilamente sobre la estufa mientras esperaba a ser servido en cuanto Taichi y sus hijos volverían del partido de práctica de Tsuna.
Yoshino había insistido tanto en ir a verlo jugar que Matt no tuvo más remedio que ceder cuando Taichi se unió a la petición.
Tsuna llevaba apenas tres meses en la escuela y ya era un miembro de los equipos de Futbol y Basquetbol, además de recibir varias invitaciones a otros clubes deportivos. Podía ser bajito para su edad, pero era ágil y veloz como felino, un rasgo por demás característico de su padre.
Matt dio un suspiro, seguro que volvían todos sudorosos y sucios. Tendría que mandarlos a bañar antes de dejarlos sentarse a la mesa. Por suerte desde que ellos, Tai y Matt, volvieron a ser uña y mugre algunas de las prendas de Tai se colaron a su armario y las de Matt al guardarropa de Tai, por lo que no había mucha diferencia de en donde estuvieran, si en el departamento de Yamato o el de Taichi, pues tenían todo lo necesario.
Una sonrisa fugaz adorno su rostro, poco a poco y sin ni siquiera planearlo, ellos comenzaban a comportarse como una familia. Salían, comían juntos, llevaban a sus hijos a la escuela, se compartían tareas y una que otra vez también cama.
Tal vez esto último no de la forma que a Yamato le gustaría pues Tai siempre insistía en dormir con Tsuna, por lo tanto Yoshino terminaba irremediablemente durmiendo con él.
Y como era obvio lo que Yamato buscaba con Tai pues necesariamente se vio obligado a hablar con Sora... pero rememorando su plática no pudo evitar repasar las palabras de la pelirroja.
—Así que quieres intentar una relación con Taichi —no fue una pregunta y ella se notaba bastante tranquila para la idea que estaba planteando. Aun así, o precisamente debido a esa calma, Matt se atrevió a decir "Si" —Pues ya era hora. Taichi seguro estará feliz de ver por fin su cariño correspondido.
—Entonces... ¿estamos bien? —cuestiono Matt un tanto dudoso.
—Tan bien como pueden acabar dos amigos que cometieron un hermoso error. Y supongo que lo más justo es dejar que Yoshino decida con quien de los dos quiere vivir, aunque de ante mano sabemos a quién escogerá. —La voz de Sora tembló y sus ojos se cristalizaron, ella estaba haciendo un esfuerzo descomunal para decir todo aquello. —Promete que me dejaras verlo. Que podre pasar fechas especiales con él y...
Matt abrazo a Sora con todas sus fuerzas.
—Tu eres su madre y puedes estar con Yoshino tanto y cuando lo desees.
Sora se desmoronó entre sus brazos y Yamato comprendió en ese efímero momento que ella no se había estado aferrando a él, sino a su hijo, que ella le temía al odio de Yoshino si peleaba la custodia y lo separaba de su padre, y en caso contrario, de cederlo a Matt, al olvido. Porque ídem a él, ella amaba con todo su ser a su hijo.
—Cuídalo mucho, es un niño tan empático... tan lleno de...
—Amor —murmuró Matt completando la frase por ella.
Yamato suspiro cansado al tiempo en que meneo la cabeza alejando el recuerdo y centrándose en el presente. Estaba acabando una etapa de su vida un tanto problemática, triste y extraña, pero ídem, también maravillosa debido a las experiencias ganadas.
La puerta se abrió y las voces felices de dos niños se escucharon, sus risas infantiles inundaron el espacio cargándolo de destellos dorados, unos segundos después la voz de Taichi resonó entre las cuatro paredes haciendo a Yamato sonreír aún más ampliamente.
Llevaba un poco más de cuatro meses con ese comportamiento, y para cualquiera, ellos pasarían por una familia feliz, pero a pesar de ello Matt estaba seguro que aún no era tiempo de tentar a la suerte y pedirle al Yagami una oportunidad de estar a su lado de una manera más íntima.
Taichi era un hombre fiel y seguramente tardaría lo suyo en poder siquiera regalarle una caricia sin sentir que traicionaba a Jordán, sin sentirse culpable por disfrutar de la compañía de alguien más en forma romántica.
Así pues, Matt no perdía nada soñando en que, dentro de algunos meses, un pronóstico optimista, porque seguramente el duelo de Tai duraría un par de años como mínimo, se vería disfrutando de la compañía de a quien siempre amó, con el plus de saber que Sora estaba bien con esa cercanía y además los apoyaba.
Pasaría el tiempo y escucharía de la boca de Taichi aquella palabra que tanto tiempo atrás deseo oír y luego... cuando al fin sus cuerpos se unieran en una promesa por demás consagrada, agradecería que además de tener al hombre de sus sueños también disfrutara de la dicha de un hijo propio.
Pero mientras ese futuro llegaba se conformaría con ver a Taichi corriendo al baño mientras jugaba con sus hijos y estos gritaban y sonreían felices, ambos llenos de salud y vitalidad.
El esperar no sería fácil, tampoco era lo ideal, pero la vida nunca cumple con nuestros caprichos, se bifurca y cada sendero que aparece frente a nosotros parece tortuoso y oscuro, no hay forma de dictar si los sufrimientos pasados tendrán alguna recompensa, si nuestras decisiones fueron las mejores o hasta si una palabra dicha al aire pudo ser la diferencia entre la felicidad o el dolor, lo único seguro es que debemos avanzar, cada quien, a su paso, cada quien a su ritmo pero avanzar.
El sonido del agua chocando contra los azulejos despertó a Matt e hizo que elevara la ceja.
—No es justo... yo quería la pistola verde... —se quejó Yoshino.
¿Pistola verde? Se preguntó Matt sin atinar a imaginar de donde habían sacado pistolas de agua o porque Tai les estaba permitiendo usarlas dentro de la casa.
—Pues la pasta también puede ser excelente lanza proyectiles —grito eufórico Tsuna.
Yamato casi sintió a su ceja temblar, al pensar que estaban usando los accesorios de limpieza como armas y luego una tercera voz, igual de jovial, se unió.
—Y que tal una toalla mojada... —alegó Taichi haciendo tronar el trapo como un latigazo.
Los niños rieron a carcajadas felices al tiempo que el sonido del agua chapoteando y estrellándose contra las paredes llego claramente a los oídos del ex-cantante.
—¡Ey! Acabo de lavar el baño —reclamó Matt entrando al pequeño cuarto de aseo con toalla en mano en un intento, algo bobo por protegerse, pues apenas poner un pie dentro se vio completamente bañado de jabón para manos. ¡Ah! Con que esa era la pistola verde, se dijo mentalmente al tiempo en que esquivaba los ataques de pasta de dientes, pero sin lograr huir de quedar empapado cuando Taichi con la extensión de la ducha lo bañó completo.
—AHORA SI ME LAS PAGAN... —gritó Matt y los tres culpables salieron disparados fuera en busca de huir de la furia del todo orden y limpieza Yamato Ishida.
Matt miró a su hijo, Yoshino que con tan solo sus pequeños bóxer corría por la sala mojando todo a su paso. Tsuna igual de escaso en ropa, lo miraba desde su cuarto listo para cerrar la puerta apenas lo viera acercarse. Y Taichi... Taichi desde la cocina lo retaba con la mirada a intentar atraparlo, lo cual en si era una invitación indecorosa considerando que estaba escasamente cubierto con una toalla demasiado pequeña.
Cuando Yamato se movió los tres responsables del desastre en el baño gritaron de emoción.
El mundo no era perfecto. Su vida no era perfecta. Sus corazones albergaban demasiadas heridas y temores, pero aun así, cuando ambos pasaban tardes como esa Yamato creía que no necesitaba nada más para ser feliz, solo la compañía de su mejor amigo y su pequeño retoño era más que suficiente.
Así que si a él le preguntaran ¿qué es la felicidad? Respondería.
"Poder compartir desde una sonrisa, hasta la lágrima más amarga con él, solo con él... con Taichi Yagami".
Fin.
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