Nepotismo



Taichi entró corriendo al departamento intentando cerrar la puerta detrás de él con desesperación sin lograrlo, una fuerza se estrelló contra la madera impulsándolo hacia atrás y abriéndola de un empellón, Tai no perdió tiempo y a toda velocidad se apresuró a llegar a la recámara, debía interponer algo entre él y su perseguidor.

A grandes zancadas logró llegar, pero una vez más la suerte no estuvo de su lado porque a unos segundos de su cometido, un pie se interpuso, y el intruso escurrió un brazo, después el cuerpo dentro de la habitación.

—Es mejor que te rindas Taichi... —murmuró el intruso con voz suave.

—Eso nunca —gruñó Tai antes de tomar una de las almohadas y lanzarse en un ataque kamikaze.

Las risas no se hicieron esperar, Yamato cayó sobre la cama y su mano no tardó en encontrar otro de los cojines y usarlo como arma mortal en contra de Yagami.

Taichi gimió al sentir el golpe contra su hombro, golpe que supo regresar con maestría y que tuvo contestación casi inmediata, y luego soltó un grito al sentir como era tacleado y su cuerpo caía sobre el colchón. Un segundo después las manos de Yamato se ensañaban en un ataque de cosquillas que lo hizo retorcerse entre risas.

—Ya, basta... basta... me... me rindo... —acepto jadeando Taichi su derrota.

Yamato se dejó caer a un lado completamente satisfecho de haber ganado.

Hacia aproximadamente unos cuatro meses que compartían departamento y esos momentos de increíble compenetración comenzaban a abundar. Cada día que pasaba Matt sentía que poco a poco Taichi tomaba más importancia. Que cada gesto y mimo lo hacía más dependiente.

Le gustaba la forma tan entregada conque cada noche Taichi repasaba sus apuntes, las muecas de frustración que mostraba cuando no lograba memorizar alguna lección, su necedad en llevar a cabo sus ideas. La pasión que ponía para lograr sus metas. En pocas palabras comenzaba a aceptar que le gustaba Taichi Yagami.

Tai por su parte sonreía a diario, sintiendo que su vida caminaba en el rumbo correcto. Que prácticamente tenía todo resuelto. Contento de saber que, si no llegaba a concretar su primera propuesta de crear leyes que mediaran entre los Digimons y humanos, al menos podía terminar la carrera y tener una vida tranquila llena de cariño.

Pero la diferencia más marcada entre uno y otro era que Taichi si tenía bien claro a quien quería dentro de esa vida. Taichi siempre fue sincero, valiente y para con sus sentimientos no fue la excepción. Tal vez le costó algo de tiempo, pero al final acepto que estaba enamorado de Yamato.

Estos últimos días habían sido la gloria para Yagami, y le daban esperanzas de que su mejor amigo albergara un sentimiento parecido. Estaba asustado. Temblaba de solo pensar que Matt se alejaría, pero también estaba dispuesto a arriesgarse.

Era jueves, pero no cualquier jueves pues cumplían cuatro meses juntos.

¡Dioses! Si hasta se escuchaba como si se refiriera a su aniversario... bueno era un aniversario, pero no del que Taichi deseaba, aunque si todo salía bien eso cambiaría.

Había planeado una celebración espectacular, en especial porque rogó, suplicó porque cambiaran su día de descanso. Una vez que consiguió el permiso, porque Matt de por si tenía los jueves libres, dispuso todo para comenzar con un desayuno en la cama. Desayuno que terminó carbonizado por una leve distracción.

Tai no se desanimó. Invito a Yamato a desayunar fuera y de ahí a dar un paseo.

Quería decirle, declararle sus sentimientos justo a la hora en que se reencontraron hace cuatro meses.

Mientras paseaban por el parque Tai no podía parar de pensar si estaría haciendo lo correcto, si estaba bien siquiera pensar en tener algo con alguien como Yamato Ishida.

—y... entonces ¿qué quieres decirme? —cuestionó Matt mirando al frente, sin presiones, como si fuera una plática casual.

Taichi tembló de pies a cabeza y se sonrojo furiosamente. Aunque era obvio, conociéndose como se conocían, que Matt se daría cuenta de sus intenciones.

—Yo... —murmuró Taichi deteniendo su paso.

Yamato lo observó y sus labios dibujaron una tímida sonrisa. Taichi era la persona más especial en su vida, era su fuerza, era su sol...

Matt elevó su mano y tomó la contraria. Lo sujetaría para que no huyera, como él mismo se lo había pedido la primera vez que sus manos se unieron.

Tai elevó la mirada y supo que las palabras no eran necesarias, podía leer claramente en los iris azules de Matt el mismo sentimiento que él llevaba dentro.

—Matt... —murmuró Tai y cualquier cosa que fuera a decir fue interrumpida por el tono de su celular. Y lo hubiera ignorado de no ser porque el tono pertenecía al número de su casa.

Con apremio saco el móvil y contestó.

Apenas pulsar el botón de responder la voz alterada de una chica le llegó a los oídos.

—¡Dios! Kari... que pasa... —dijo con el corazón en la garganta.

Matt le dio espacio, si se trataba de su hermana, Taichi seguro querría tratarlo con la mayor discreción.

Conforme Taichi escuchaba el color de su rostro se fue extinguiendo, al grado de que tuvo que sentarse en el césped para evitar desplomarse ahí mismo.

—Si... si... comprendo.

Decía mientras sus ojos se iban pintando de rojo al contener las lágrimas.

Cuando terminó la llamada se puso en pie, y sin ver a Matt a la cara le comunicó que necesitaba arreglar algunas cosas pero que llegaría a la casa como a las ocho, hora en que le explicaría todo.

Yamato asintió sin saber que, el dejar ir a Tai ese día sería una decisión que lamentaría por mucho tiempo.


Continuará...

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