Caricias
Hay diferentes tipos de caricias, eso lo sabía muy bien Tk. Estaban las paternales, las inocentes, las lujuriosas, las tiernas... etc. De hecho se podía demostrar todo tipo de sentimientos con solo una caricia.
A Sora le quedaban las caricias tiernas, eso era más que obvio, como las que ahora le prodigaba a su primogénito, ella parecía tan entregada a él, sin embargo el niño de alguna manera no dejaba de removerse entre los brazos de ella con cierta inquietud. El bebé no lloraba pero se agitaba con fuerza como si buscara escapar.
Se dice que los niños son más perceptivos, que saben quizás mejor que los adultos lo que sucede a su alrededor y Tk comenzaba a pensar que era cierto.
Su pequeño sobrino desde que salió del hospital, hacia solo tres días, parecía estar en constante guerra. Como si solo pudiera tener paz cuando Yamato, su padre, lo tomaba en brazos.
Durante su estadía en la casa, sus abuelos, los tres, habían intentado cargarlo, hasta Tk probo, pero el chiquillo parecía reticente a dejarse querer.
—Déjamelo a mí Sora —solicito Matt extendiendo los brazos para recibir a su hijo.
Sora no tuvo más remedio que dárselo pues el niño apenas posar sus orbes azules en su padre, estiro los bracitos en su dirección.
Yamato lo tomó con maestría logrando arrancarle una sonrisa divertida al infante y un bostezo, seguramente se había cansado por tanto movimiento, de tanto pelear. Matt le devolvió la sonrisa al infante antes de caminar con rumbo a la cocina para prepararle el biberón.
Tk dio un suspiro al contemplar a su hermano. Era extraño verlo paseándose con tanta tranquilidad con el pequeño en brazos. ¿Quién lo diría? Matt era un buen padre, un excelente padre.
El timbre de la puerta sonó y TK se dispuso a abrir, no podía dejar que Sora se levantará, el doctor le había indicado al menos dos semanas de reposo y por eso procuraban que por ahora hubiera al menos unos dos más en la casa aparte de Matt, para ayudar en lo que necesitaran.
Su sonrisa apareció por arte de magia cuando vio de quien se trataba, de hecho una parte de él se preguntaba porque no había visto al mayor de los Yagami. Aún que claro Tk recibió a su sobrino en casa y solo por boca de Matt supo que Taichi había ido al hospital.
—Tai —dijo el menor regalándole un abrazo afectuoso.
Tk sabía que el mayor de los Yagami sería un refuerzo, tanto sentimental como psicológico, necesario para tener cierto equilibrio entre Matt y Sora, después de todo era el único que podía hacer entrar en razón a Matt y quien podía comprender mejor a Sora.
—Pensé que... bueno, no les molestaría que pasara a visitarlos —argullo algo apenado. Entre sus manos Tk por fin notó que llevaba una bolsa grande y no pudo menos que sonreír aún más ampliamente.
Tk le dio varias palmaditas en el hombro invitándolo a entrar. Taichi jamás sabría cuánto agradecía su presencia en la vida de su hermano. La forma tan desinteresada en que lo apoyaba, el cariño que siempre demostró y, a pesar de no decirlo, los sacrificios que realizaba en nombre del amor que le profesaba a Matt.
—Sabes que siempre serás bienvenido Tai —dijo Tk cerrando la puerta detrás de él. —Matt está en la cocina —informó empujándolo para que se apresurara.
—Tai —llamo Sora desde el sofá nada más verlo.
—Hola Sora... ¿Cómo te encuentras? —preguntó amablemente regalándole una caricia casi paterna en sus rojos cabellos.
—Bien. Pero el medico ha recomendado mantener reposo durante un par de días más así que... no soy de ayuda.
—No digas eso. Seguramente el bebé debe exigir te mucho—comento él con gracia.
—En realidad a quien le exige es a Matt —se burló el menor uniéndose a la conversación.
Sora asintió —Tk tiene razón, por las noches se despierta y no deja de llorar hasta que Matt se levanta a cargarlo. Es el único que puede calmarlo.
Taichi sonrió. —Entonces debo ayudarlo antes de que colapse —dijo encaminándose hacia la cocina.
Sora no pudo evitar ampliar su sonrisa antes de agregar —Pobre, se llevara una decepción cuando Yoshino no permita que lo cargue.
Tk la miro sin estar del todo de acuerdo, y un poco, solo un poco molesto de que ella menospreciara el carisma del Yagami. Unos segundos después se escuchó la risa de Matt seguida de los balbuceos de su sobrino. Tanto él como Sora se miraron sorprendidos.
Sin poder evitarlo Tk se acercó discretamente para enterarse de que estaban haciendo. Al llegar a la puerta sus pupilas se dilataron ante la grata imagen que tenía frente a él.
Yoshino prácticamente sonreía entre los brazos de Taichi quien simulaba jalarle la oreja a Yamato. A su corta edad Yoshino aún no podía reír pero su boquita abierta y sus gestos delataban la gracia que le hacia aquel espectáculo. Como si hubiera encontrado por primera vez algo que le causara alegría.
—Vamos, Yoshino, es hora de dormir —ordeno Matt intentando quitárselo de los brazos a Taichi.
—Déjalo despierto un rato más — suplicó Taichi interponiendo su cuerpo para evitar que Matt lo tomara. —No tiene sueño y quiere jugar con su tío Tai... ¿verdad Yoshi? —decía Tai mientras lo mecía haciendo al niño mover sus manitas y piernitas como si bailara. —¡Oh! Sí. Yoshi va a ser un niño muy activo. Nada de siestas para este señorito, lo que él quiere es salir a dar una vuelta. Estoy seguro que te han tenido encerrado aquí y no te han mostrado lo hermoso que es el exterior. Vamos Yoshi... vamos a cambiarte para salir... — comentaba mientras caminaba rumbo a la alcoba.
—¡¿Qué?! No, Tai no puedes sacarlo. Al menos no sin la carriola —acoto Matt siguiendo al Yagami.
Tk sonreía de manera divertida pensando. "Ese si es un matrimonio", pero casi de inmediato se entristecía al ver como su cuñada también contemplaba la discusión de aquellos dos ahora que Tai ya tenía entre sus brazos a Yoshino ya cambiado.
—No quiero llevar algo tan estorboso... ¿Qué tal si queremos correr? O si nos detenemos por un helado... apuesto a que quieres saber qué es un helado ¿verdad Yoshi? —pregunto Tai frotando su nariz contra la del infante quien hacia morritos e intentaba sujetar el rostro de Tai.
—Tai, Yoshino no es un juguete. No puedes correr con él en brazos y le va a dar dolor de estómago si le das helado.
Taichi resopló y Yoshino pareció querer imitarlo logrando solo hacer morritos.
—Amargado...
—Soy su padre, debo cuidarlo —declaró Yamato. Una frase que hizo muy feliz a Sora, alegría que no le duro cuando el rubio agregó. —Iré con ustedes para cuidarlos a ambos.
—Yo no soy tu hijo —espetó Tai con cierta burla, dejando ver esa sonrisa gatuna que tanto fascinaba a Yamato.
—No, pero eso no me impide quererte ¿o sí? — preguntó Matt acercándose demasiado a Tai que se estremeció y luego se sonrojo al sentir la respiración de su amigo cerca de su cuello.
Con un movimiento rápido Tai dio media vuelta para salir del departamento, Matt sonrió por su logro, su corazón brincaba de dicha cuando conseguía arrancar ese tipo de reacciones en el Yagami, de cierta forma y para su vergüenza, quería creer que aún había una oportunidad para ellos.
—Regresamos en un rato Tk. Traeremos las compras para la comida —comunico Matt tomando una chaqueta y corriendo hacia la salida sin verlo a la cara y olvidándose completamente de hacer referencia a Sora.
Cuando la puerta se cerró Tk torció la boca, Sora no dijo nada pero cualquiera podría apreciar el dolor en su mirada. Lo que Tk no sabía era si se debía a la falta de interés de Matt o por el hecho de que Yoshino pareciera estar más contento entre los brazos de Taichi que con ella.
Cuando volvieron al departamento por la tarde Taichi pensaba despedirse en la entrada, porque quizás ya había importunado demasiado.
Tk escucho la puerta y se apresuró a recibirlos, encontrándose con que por primera vez su sobrino lloraba al sentir como los brazos de Tai lo entregaban a su padre. Con el poco control que tenía Yoshino se acurrucaba contra su pecho en un gesto que conmovió a Tai y le hizo acunarlo con amor susurrándole al oído para que dejara de llorar.
—Voy a bañarlo antes de acostarlo a dormir... si quieres —propuso Matt tentativamente dejando asomar en su mirada la suplica de que Taichi se quedara, solo un rato más, solo un poco más.
Tai aceptó, después de todo, darle un baño a Yoshi sería mucho más placentero que encerrarse en su cuarto a estudiar y para que mentir, tampoco deseaba marcharse.
Ya en el baño, enfrascados en la tarea de asear al niño. Tk pudo observar como las manos de Tai y Matt tímidamente se buscaban, acercándose despacio hasta casi rozarse en una necesitada caricia, la proximidad de sus cuerpos, sus deseos implícitos en cada actitud y el amor en su mirada le destrozaba a Tk el corazón. Ellos debían, a su parecer, estar juntos. Eran tal para cual, la pareja perfecta.
—A dormir, a dormir... —canturreaba Tai con Yoshino en brazos envuelto en una toalla lila de estampados de peces. —Es hora de dormir...
—Supongo que tendrás que cambiarte de ropa —señalo Matt observando con una sonrisa pícara la ropa toda empapada de Taichi, y percibiendo un suave cosquilleo en su bajo vientre al ver como la camisa blanca trasparentaba por el agua dejando ver parte de la piel del abogado.
—Luego, tenemos que cambiar a Yoshino porque ya se le cierran los ojos —acoto Tai menospreciando su estado, y caminando con el bebé rumbo al cuarto de Matt que era en donde se encontraba la cuna amarillo canario sobre el cual giraba un móvil con estrellas doradas.
Desde donde estaba, en la sala, Tk podía escuchar las voces de Tai y Matt quien cantaba.
Este ángel de mi vida
Tiene ganas de dormir,
Sus ojitos se están cerrando
Sin poder resistir
Duerme mi amor,
Duerme mi luna
Duerme y sueña
Pedacito de mi corazón.
Con coraje Tk apretó las manos en puño, se sentía tan impotente, quería decirle a su hermano que tomara a su hijo y se fuera con la persona que amaba, que ellos podrían hacer más feliz a Yoshino de lo que sería estando con su madre, pero la verdad es que... no sería justo pues Sora si amaba a su bebé y eso la devastaría.
¡Que predicamento! se lamentaba el menor, si fuera una de sus novelas habría utilizado de pretexto un accidente para sacar de la trama a Sora, pero esto era la vida real y las cosas no serían tan fáciles. Yamato debía poner su vida en orden antes de que fuera demasiado tarde. Debía hablar con Sora y luego con Tai porque en cualquier momento las cosas podrían dar un giro.
—Después de todo... ¿no son los pequeños detalles los que mueven nuestras vidas?... —se dijo Tk sin dejar de escuchar las voces de su hermano y del que a él le gustaría llamar cuñado por más de una razón.
Continuará...
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