Bienvenido a la realidad


Yamato abrazo con fuerza a su hijo quien ahora tenía un año con cuatro meses. A pesar de haber fijado un año de espera para retomar sus estudios, en la realidad a Sora le tomó un poco más de tiempo terminar su carrera y conseguir trabajo.

Además, para que mentir. No deseaba separarse de Yoshino, no quería dejarlo atrás... sin embargo, estaba consiente que no podía llevarlo con él, así como comprendía que de no terminar sus estudios tampoco podría darle la vida que se merecía.

—Llamaré tan seguido como pueda, pero si llegas a requerir algo no dudes en comunicarte con Tk o con mis padres —acoto Matt mientras volvía a estrechar al bebé entre sus brazos.

Koushiro y Joe habían intentado convencerlo de que podía ingresar a una Universidad hermana ahí en Japón evitando de esa manera tener que ir a USA. Tanto el medico como el informático sentían una verdadera empatía por su situación y deseaban lo mejor para él, Sora y Yoshino, además de que el problema era que Matt deseaba entrar de lleno al programa espacial de la NASA y eso no podría lograrlo desde su país natal.

Los iris azules de Yamato chocaron con los de su hijo y su mano peino su cabellito rubio, luego le dedico una mirada a Sora que claramente decía "tómalo antes de que me arrepienta".

Sora comprendió el gesto y extendió las manos.

Yoshino apenas sentir como se aflojaba los brazos de Matt se aferró con todas sus pequeñas fuerzas a la chaqueta de su padre y comenzó a llorar desesperado sin desear soltarse.

El pequeño sentía que le arrancaban la única cosa segura en su corta vida. En su pueril cabecita tenía registrada de manera frugal un dulce aroma que anterior mente lo acompañaba todas las noches antes de dormir, ahora ese agradable aroma ya no estaba y temía que su padre también desapareciera de esa misma manera.

—Papá... —gimió el niño llorando con mayor ímpetu, estaba asustado. —Papiiii... —gritó en una súplica desgarradora que le rompió en mil pedazos el corazón a Yamato.

—Yo tampoco quiero dejarte pero... — murmuró el Matt percibiendo como las lágrimas comenzaban a amontonarse en sus ojos.

—No... no... —gritaba Yoshino mientras se sujetaba con mayor fuerza de su padre.

—Yoshino. Te vas a quedar... —corto Matt poniéndose firme, empero dejando asomar en su voz titubeante la verdad que sentía su corazón.

—No —repitió el niño apretando su naricita contra el pecho de Matt mientras este lo miró sin saber cómo amenguar el sufrimiento de su hijo, como evitarle el dolor. ¿Será que siempre le causaría pesar a quienes lo amaban? Primero Tai y ahora Yoshino.

—Sera por poco tiempo y...

—No... —grito el niño con grandes lágrimas en sus ojos y dando patadas para evitar que Sora lo tomara entre sus brazos.

Matt apretó a su hijo en brazos y midiendo bien sus palabras dijo.

—¿Quieres ver a tío Tai? —el niño asintió todo tembloroso, a medias recordaba el rostro siempre sonriente que lo cargaba con dulzura y que le prodigaba un sentimiento de protección y paz muy parecido al que le infundía su papá. —Pues resulta que tengo que ir por él. Está lejos y necesita que lo traiga de vuelta para...

Yoshino ladeo su cabecita, mucho de lo que decía su papá le era incomprensible, los conceptos de las palabras escapaban a su conocimiento, pero de lo que estaba seguro era que quería volver a estar en los brazos de ese hombre quien cada vez que los visitaba le traía juguetes y lo mimaba.

—Entonces ¿me dejarás ir por él?

Yoshino lo pensó unos segundos, no quería que su papá se fuera, no quería estar solo con... con ella. Sus ojitos azules miraron a Sora sin lograr encontrar el consuelo que necesitaba.

Después de la partida de Tai hacia casi diez meses, Yamato hizo algo de lo que ahora se arrepentía. Se había llevado a vivir con su madre y Tk a Yoshino, apartándolo de Sora casi por completo; a tal grado que incluso Taichi durante sus vacaciones, varias escapadas intersemestrales y muchas, pero muchas video llamadas pasaba más tiempo con Yoshino de lo que le permitía a Sora, y este era el resultado, el niño no reconocía a Sora como una persona cercana.

—No... papi...

—No puedo llevarte... —acotó Yamato entregándoselo a Sora y saliendo del departamento a paso rápido. Cada acción tiene una reacción y si Yoshino no se adaptaba a vivir con su madre sería enteramente su culpa.

Ya estando afuera se desmoronó al escuchar el llanto dolido y desesperado de Yoshino, los gritos con los que le llamaba desesperadamente. Su cuerpo se reculo contra la pared para después dejarse caer al suelo en una pose derrotada, con sus brazos intentó cubrirse los oídos y parte de la cabeza como si con aquel gesto pudiera protegerse de la inconmensurable tristeza que experimentaba. Quería volver, tomar a su hijo y llevárselo consigo, pero sabía que no podía, sus estudios abarcarían la mayor parte de su tiempo y no podría atenderlo.

—Sería más fácil si fuéramos dos —pensó y de inmediato a su mente llego esos meses de felicidad que vivió con Tai, y que se terminaron en lo que apenas percibió como un suspiro gracias a Sora y a Jordán.

No, la culpa no era de ellos, pues según Mimi todo hubiera sido distinto si él hubiera hecho lo correcto desde el principio. Creo que las palabras correctas que la chica ocupo fue.

"Siempre lo amaste, así que no puedes decir que el nacimiento de Yoshino trunco tus deseos, porque bien pudiste haberle confesado tus sentimientos a Tai desde hace años. Sabes... lo que me tiene tan enojada contigo no es el hecho de que pareces estar dejando que las cosas fluyan sin que te importe, sino que parece que disfrutas sabiéndote amado por Sora y Taichi al mismo tiempo. Los estas lastimando con tu tibieza y al final te quedarás solo... ese día cuando te vi en el hospital en compañía de Tai me indigne al considerar que le estabas restregando en la cara el fruto de tu amor con Sora, solo para indignarme aún más al ver que era Sora quien sufría al verte tan acaramelado con Tai. "

Y era cierto... cada palabra de ella era cierta. Si Yamato hubiera tomado una postura frente a Sora quizás Tai hubiera reconsiderado el estar con él, pero en lugar de hablar claro se dejó arrastrar por su vergüenza y dejo que Jordán tomara ventaja apartando a Tai de su lado.

Y aunque todos opinaran que haber hecho "esto" o "aquello" era "fácil" o lo "mejor", lo cierto es que nadie podía opinar objetivamente pues no están sintiendo ni sufriendo lo mismo, no tienen idea de todo lo que guarda y de aquello que lo atormenta.

La vida era dura... muy dura.





El avión de Matt aterrizó a eso de las 9:30 de la mañana y apenas cruzar los puntos de seguridad su teléfono sonó con una melodía más que bien identificada, así pues, al contestar no pudo menos que sonreír ampliamente.

—Te estoy esperando en la recepción, no tardes chico espacial —y se cortó la comunicación.

Matt no tuvo que preguntar quién era, él conocería esa voz en cualquier lugar. Tomó sus maletas a las carreras y se apresuró a llegar. Sentía su corazón palpitar de alegría. Las manos le temblaban de la ansiedad y sus labios dibujaron aun sin su consentimiento una sonrisa deslumbrante.

Sin embargo, toda su emoción se perdió al ver que Taichi se encontraba acompañado, no solo eso, lucia radiante, su sonrisa resplandecía como el sol, pero... Matt se quedó aterido al ver el bultito que acunaba contra su pecho de forma protectora.

—¡¡Matt!! —grito eufórico Tai corriendo a su encuentro teniendo cuidado de no agitar aquello que abrazaba con infinita ternura.

Yamato apretó la mandíbula hasta casi estrellar sus dientes por la presión. Debía estar teniendo un mal sueño. Una pesadilla. Quería dar media vuelta y volver por donde había llegado.

—Matt, que gusto verte —mencionó Tai parándose justo frente a Yamato y ladeando la cabeza en un gesto tan suyo que le robó el aliento.

Yamato tuvo que respirar profundamente para no salir de ahí corriendo, lo que no logró reprimir fueron sus ganas de mirar en dirección a lo que Taichi cargaba con tanta devoción.

—¡Oh! ¿Quieres verlo? —preguntó Tai sonriéndole con dulzura. Matt asintió con la cabeza conteniendo las lágrimas al vislumbrar lo que resguardaba su amor platónico entre las mantitas. —Yama, te presento a mi hijo. Tsunayoshi...

Matt jadeo, se estaba aguantando las ganas de reclamarle su traición, su poca paciencia, el hecho de partirle el corazón en mil pedazos, el... el estar destrozando la última ilusión de que pudieran ser algo más que amigos.

—Sabes pensé en decirle yoshi... de cariño, pero como a si le digo a Yoshino pues como que sería complicado, por eso opte por llamarle Tsuna... ¿verdad que es hermoso? Jordán dice que sacó mis ojos. Yo no creo tenerlos tan bonitos. Míralo.... Matt, es el niño más precioso de todo el mundo, él sonríe y mi vida se ilumina.

Mientras Tai vivía en su dicha, Matt poco a poco se desmoronaba. Taichi era feliz, se le notaba en sus mejillas sonrosadas y su mirada brillante que contemplaban con adoración desmedida al niño entre sus brazos, en cada palabra de amor incondicional hacia el pequeño entre sus brazos.

—Matt... —nombro preocupado observando como el semblante de Ishida cambiaba drásticamente a cada segundo.

Y él... Yamato no podía echarle a perder el momento, no cuando Tai le había dado tanto, por eso... —Tu hijo es bellísimo. Y Jordán tiene razón. Tiene tus ojos... —mencionó acariciando con la punta de sus dedos la cabellera castaña que apenas asomaba de su cabecita.

—¿Quieres cargarlo? —preguntó Taichi sin perder detalle de los gestos de Matt.

—Por su puesto...

Matt tomó al niño entre sus brazos y sin poder evitarlo dejó salir dos gruesas lágrimas antes de acercarlo a su rostro para depositar en su frente un beso casto cargado de cariño.

—Bienvenido a este mundo Tsunayoshi... estoy seguro de que serás muy feliz pues tienes un padre maravilloso.

—¿Matt? — llamo Taichi turbado al ver como Yamato comenzaba a llorar y abrazaba al bebé contra su pecho como si fuera un preciado tesoro —¿Qué pasa...?

—Yo... es solo que... —intentó decir enjugándose el llanto. —No sabes lo feliz que soy de saber que estas logrando lo que deseas. Eres mi mejor amigo y por eso mismo quiero que seas dichoso.

—Gracias Yama —murmuró Tai antes de abrazarlo con afecto. —Muchas gracias...

La vida no solo era dura... sino dolorosa e injusta.

Yamato quizás esperó demasiado para develar sus sentimientos, o puede que Taichi tomo una decisión prematuramente, lo único cierto era que sus vidas ahora estaban del todo separadas. Caminarían paralelas, una junto a la otra, velarían por la seguridad de quien amaban, pero nunca se cruzarían.

—Tienes un hijo hermoso— alabo Yamato y solo para él pensó... tan hermoso como tú.

Continuará...

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