Barreras
Taichi aporreó con fuerza la puerta, no una, ni dos veces... simplemente se plantó frente a la madera y comenzó a descargar golpe tras golpe con furia. Su cuerpo temblaba y sus ojos ya no contenían las lágrimas.
Se sentía desecho, perdido y... estúpido.
Como había podido creer que su vida tendría un final de cuento de hadas. De hecho, debería estar agradecido de haber sabido la verdad antes de humillarse al declarar a viva voz sus sentimientos. No se avergonzaba de ello, pero ahora jamás podría gritarlos.
La puerta se abrió dejando ver a un molesto Jordán, gesto que mutó al notar el estado en que Taichi se encontraba.
Tai se quedó estático por unos segundos, era como si de repente su cabeza acabara de racionalizar lo que estaba haciendo, ¿estaría bien? O Dios, suplico en su mente mientras rezaba para que la decisión tomada fuera la correcta.
El dolor en su pecho lo desgarraba empujándolo a buscar alivio a cualquier costo. De cualquier forma, ya no importaba quien estuviera a su lado con tal de sentir afecto.
—Tai... —murmuró Jordán elevando su mano en dirección al rostro del japonés.
Yagami se estremeció de solo escucharlo decir su nombre en ese tono cariñoso y preocupado, la mirada verde de O'Donell estaba cargada de ternura y adoración. Tanto amor que él en ese momento le hacía falta.
En un arrebato se lanzó como fiera hambrienta a los brazos del americano mientras con presteza atrapaba sus labios en un beso desesperado y rudo.
Un beso que Jordán intentó terminar, él no era plato de segunda mesa, y a pesar de lo mucho que amaba a Taichi Yagami o precisamente por eso sabía de sobra que su cariño era para Ishida Yamato.
—Por favor... —gimió aferrándose a los brazos del americano. —Por favor... yo. Necesito de algo a lo que aferrarme. Por qué no creo poder... no podre mantenerme en pie si...
Y eso era, estaba ahogándose en su miseria y necesitaba una tabla que lo mantuviera aflote.
Jordán dio un paso atrás justo antes de que Taichi volviera a adueñarse de su boca.
—Yo no quiero tenerte así... —gruñó Jordán. —No si después piensas dejarme para correr a los brazos de Ishida.
Taichi tembló al escuchar ese nombre, sus manos apretaron aún más la tela de la chaqueta y entonces, con todo el templé que poseía miro de frente a su amigo.
—Entre Matt y yo no hay nada más que una amistad y eso nunca cambiará, te lo puedo asegurar. —Hubo un silencio que duro varios minutos. —Dime que me equivoque al interpretar tus sentimientos y me iré. Así, sin rencores o enojo.
—Si juras que solo serás mío, aceptaré lo que pides —respondió Jordán atreviéndose a posar sus manos en la cintura de Tai.
—De aquí a la eternidad —prometió Taichi con una convicción arrolladora.
Jordán no lo podía creer, al fin todos sus deseos se estaban haciendo realidad. Y no espero un segundo sus dedos afianzaron su agarre deslizándose suavemente para abarcarlo completo. Quería demostrarle a Taichi la ternura que parecía necesitar, deseaba hacerle recuperar la paz que alguien le arrebató. Pero por sobre todo anhelaba verle sonreír.
Con gentileza tiro de él hacia dentro y con la misma delicadeza tomo su rostro para dejar sobre él pequeños besos que lo relajaron, y solo hasta que percibió el cuerpo del otro aflojar la tensión, lo beso directamente.
Taichi gimió dentro del beso sujetándose de Jordán como si su vida dependiera de ello, se estaba obligando a grabarse su tacto y su aroma, tenía que forzarse a remplazar aquel que tanto anhelaba por el de quien estaba frente a él.
Debía olvidar a Yamato Ishida.
—Hazme el amor... —suplico Tai con una necesidad que Jordán jamás pensó ver en Taichi Yagami. Un tono que apelaba a su piadoso amor y que él no pensaba negarle.
Yamato caminaba en círculos como fiera enjaulada, faltaban solo unos minutos para las ocho de la noche, y él ya tenía a la mano el teléfono para comenzar a llamar a Taichi si no aparecía antes de que sonaran las campanadas.
El ruido de la puerta al abrirse hizo saltar a Yamato y correr en dirección a la puerta, exigiría una explicación del comportamiento de Yagami y no lo dejaría en paz hasta no obtener una razón convincente.
Sin embargo, al llegar al pasillo se quedó estático frente a la escena que veía. En la puerta de su departamento Jordán besaba a Taichi de forma candente. Sus manos describían con total libertar cada curva del cuerpo del futuro abogado con un deseo lujurioso por demás evidente.
Yamato dio un paso al frente, debía estar teniendo una pesadilla porque Tai... Taichi y él eran...
Taichi al fin logro poner distancia entre ellos, su respiración agitada se mesclaba con la de Jordán quien rozaba con la nariz la piel de la mejilla ajena en un gesto de ternura.
—Gracias por traerme —musitó Taichi posando su frente contra la del otro.
—Es lo menos que puedo hacer por ti amor... —murmuró inhalando el aroma de Tai antes de besar su cuello y morder descaradamente el lóbulo de su oreja con el único propósito de arrancarle un gemido placentero.
—Tai—nombro Yamato con recelo para hacerse notar. Ambos protagonistas, un tanto avergonzados, recompusieron su postura a una más digna.
—Debo irme. Pero te veo mañana. ¿Verdad? —pregunto con recato Jordán apretando la mano que aun sostenía con recelo.
—Por supuesto —aseguro Tai dejando un pequeño beso sobre los labios de su novio.
Cuando la puerta se cerró detrás de O'Donell un silencio sepulcral se adueñó de la estancia. Yamato parecía esperar una buena explicación y Taichi no sabía por dónde empezar. No quería solo dejarle caer todo el peso del problema a Yamato, pero tampoco podía negarse a la realidad.
—Sabes Matt, el mayor orgullo de un hombre es...
—¿Desde cuándo estas con él? —cuestionó Yamato tajante. Sus iris azules tenían escrita una demanda firme.
Taichi dio un suspiro profundo, ya se esperaba esa reacción. Y en otro momento y circunstancia le hubieran hecho tremendamente feliz pensar que Matt sentía celos, pero ahora... ahora lo único que podía provocarle era una tristeza profunda y un dolor inconmensurable.
—Desde hace como tres semanas. De hecho eso era lo que quería decirte hoy antes de que nos interrumpieran —respondió Yagami haciendo acopio de todo su templé para mentirle a su mejor amigo. —Pero eso no es lo importante.
Matt apretó la mandíbula, ¿cómo podía decirle eso tan calmo? Como si en todo ese tiempo ellos no hubieran estado viviendo como pareja. ¿Es que acaso Yamato se había equivocado al interpretar como amor aquel destello en la mirada de Taichi?
—Entonces... dime ¿qué es importante? —gruñó Yamato con ira contenida.
Taichi inhalo con fuerza. Lo que estaba por decir marcaría la decadencia de su vida sentimental y para Matt... bueno, no estaba seguro de lo que significaría para Yamato
—Hace unas horas... Kari... —con un poco de torpeza intentaba explicarse, notando que no lo lograría mientras existiera esa tención, desvió la mirada antes de proponer. —Qué te parece si nos sentamos. Hay algo que tienes que saber.
Yamato acepto no muy convencido, Taichi parecía fluctuar de un humor a otro y eso no era normal en él. Ahora Matt estaba comenzando a temer, algo realmente importante había sucedido para que se estuviera yendo por las ramas y dejara de lado su usual franqueza.
Una vez instalados en los pequeños sofás Taichi supo que solo estaba prolongando lo inevitable así pues se armó de todo el valor que podía tener antes de decir:
—Sabes Matt, el destino tiene formas muy variadas, difíciles de comprender para nosotros, pero al final siempre demuestra tener un propósito. Quizás en este momento te parezca... algo precipitado, pero a la larga será en tu vida una bendición.
Yamato estaba a punto de gritarle un par de cosas a su amigo, no entendía a lo que buscaba llegar con toda esa perorata sobre el destino. La verdad no le importaba mucho, él solo quería saber cómo pasó de vivir en un ensueño a una cruel pesadilla.
Esa mañana cuando salió en compañía de Tai pensó que regresarían comiéndose a besos. Que terminarían de consumar su amor entre jadeos y gemidos lujuriosos, que se entregarían en cuerpo y alma a ese sentimiento que era más que visible y harían el amor hasta que amanecieran o hasta que sus cuerpos colapsaran del cansancio. Entonces se mirarían felices y completos y ahora... ahora se encontraba sentado escuchando una divagación obcecada que buscaba disfrazar un error, porque era un desliz garrafal el hecho de que Tai estuviera con Jordán.
—A si pues, quiero que tomes con calma lo siguiente.
Taichi seguía hablando y Matt estaba harto, rodo los ojos y bufo molesto. Aun así continuo escuchando.
—Kari me llamo para informarme que Sora tuvo que ir al hospital por un desmayo a media calle. Por suerte ella está bien.
Matt ahora si prestaba atención, después de todo la pelirroja era su amiga.
—El desmayo se debió a su condición —agrego con tiento Taichi.
Yamato frunció el ceño ante ese último comentario, pero se abstuvo de comentar, esperaría a que Tai terminara de hablar.
—Matt... Sora está en el quinto mes de embarazo.
Taichi guardo un prudencial silencio y Matt parecía estar sopesando los hechos, primero sin saber qué era lo que esperaba Tai que dijera.
Que Sora estuviera esperando un bebé no les concernía a ellos más de lo que una mera amistad implicaba; talvez Taichi esperaba que procurara su ayuda o se ofreciera a apoyarla, pero eso no tenía mucho sentido a menos que alguno de ellos fuera el padre y...
Matt entonces paso de la molestia al horror total, su rostro de por si blanco perdió su exiguo color, las fuerzas se le fueron del cuerpo y dio gracias a estar sentado. Esto no podía estar pasando, era una tremenda injusticia. Una cruel broma del destino...
¡Ah! Ahora si entendía porque Tai hizo alusión al destino. Pero ¡Maldición! le estaban jodiendo la vida.
Yamato se puso en pie y comenzó a reír, fuerte y desesperado, una risa histérica que demostraba cuan mal estaba tomando la noticia y entonces otro golpe más se cernió contra él, una verdad aún más dolorosa que la anterior.
Taichi estaba con Jordán... Taichi había corrido a los brazos de O'Donell porque él iba a ser padre.
Yamato no sabía que le hería más, si el hecho de saber que tendría que regresar a Japón a aclarar si ese niño era o no suyo o que Taichi a la primera muestra de adversidad lo abandonara. Porque así se sentía. Como si su pareja hubiera soltado su mano cuando más lo necesitaba. Además, aun cabía la posibilidad de que no fuera suyo, es decir, estaba sacando conclusiones en base a la preocupación que arrastro desde unos meses antes de volar a E. U. solo eso, no había nada que le afirmara lo contrario.
—Matt —llamo Taichi. —Sería conveniente que fueras a ver a Sora.
—Ella te dijo que yo soy él...
—Ella no dijo nada. De hecho fue Kari quien me llamo porque estaba muy preocupada. Sora al parecer había mantenido en secreto su estado, por lo que... bueno su salud está un poco deteriorada, y esta aterrada de enfrentar a su madre. ¡Quien no lo estaría! Ella necesita tu apoyo.
—¿Y cómo sabes que es mío? —reclamo con el coraje a flor de piel.
Taichi apretó la mandíbula y afilo la mirada con desprecio. Jamás pensó que Yamato pudiera ser tan... tan... pues tan hijo del mal para negar a un niño.
—Sora es mi amiga Yamato, es una chica por demás responsable y digna de respeto, por eso sé que ella no se acostaría con nadie a menos que de verdad lo amara. Y ¿adivina quién es el único que ha tenido su corazón durante años?
—Eso no es...
—No te atrevas a decir que no es tu problema. ¡Con diez mil demonios! Esperaba más de ti. Compórtate como hombre y acepta las consecuencias de tus actos. ¿Pensaste que meterte a la cama con ella y robarle su virginidad no repercutiría en sus vidas? Pues adivina que... hubo consecuencias y no voy a permitir que ella eche a perder su vida mientras tú la tienes fácil. El gusto fue de dos ¿no? pues ahora hazte responsable cabron...
Y Yamato cometió su segundo gran error cuando respondió de forma imprudente.
—¡Ve te a la mierda! No puedes venir aquí a exigirme nada, tú no eres nadie para reclamarme, eres un cero a la izquierda que...
Taichi bajo la cabeza y con voz moderada respondió. —Tienes razón, no soy nadie, al menos no para ti. Pero para ella, para ella soy su amigo y pienso apoyarla en todo lo que este a mi alcance.
—Pues si tanto te importa, cásate con ella —acoto con total desprecio Matt.
—Lo haría si pudiera. Pero sabes igual que yo que Sora no aceptará ningún compromiso a menos que seas tú.
—¿Es eso? —cuestionó Matt en tono burlesco. —O acaso temes no poder cumplirle en la cama. Porque por lo que veo a ti te va más recibir que dar.
Taichi se sintió ofendido, humillado, pero no respondió a sus provocaciones, la discusión no era acerca de sus gustos, sino sobre el futuro de dos personas que le importaban y el fruto de su unión.
—Sabes Matt, yo creo que la vida te está dando un gran regalo. Un hijo es un tesoro valioso. Un pequeño ser llegará a este mundo buscando en ti su refugio. Tú serás su héroe, su modelo a seguir. Es la oportunidad de darle todo tu amor a una criaturita que sabrá devolverte con sinceridad cada gesto. Pero veo con tristeza que tu solo piensas en ti. Nunca te paso por la cabeza lo afligida que esta Sora o si tu hijo o hija nacerá sano. Eres tan egoísta que no consideraste ¿qué será de ellos si tú les das la espalda?
Yamato apretó las manos en puños y tenso la mandíbula, al parecer se había estado engañando, Taichi no sentía el más mínimo amor por él, porque solo podía escuchar Sora esto, el bebé lo otro, pero ¿que había de él? ¿Acaso todos sus sueños e ilusiones no importaban? Taichi dio por hecho que él se acostó con Sora, pero la verdad era que si se ponían estrictamente técnicos ella abuso de él.
Yamato jamás consintió tener relaciones con la pelirroja y ni siquiera sabía cómo diantres llego a su cama. ¡Vamos! No recordaba ni con quien tuvo sexo esa noche, de hecho de no ser por Tk, el abría metido a lavar las sábanas sin enterarse de nada.
—Sabes que... piensa lo que quieras. Me largo.
—Yamato... Matt espera... no puedes.
Un portazo en plena cara hizo a Tai guardar silencio, con el corazón en puño se dejó caer al suelo derrotado. Había aguantado lo más que pudo las lágrimas, pero ya no soportaba más. Así que en la oscuridad, rodeado de esa soledad lacerante comenzó a llorar, él amaba a Yamato Ishida con todo su ser, lo adoraba, estaba dispuesto a entregarlo todo con tal de verlo feliz y precisamente por eso renunciaba a él. Yamato nunca volvería a sentirse tranquilo si no resolvía primero su asunto con Sora.
Por ahora era mejor que no supiera de sus sentimientos, ahorrarle un problema más. Ya después actuaría según la circunstancias pero siempre como su amigo. No podía hacer más, apoyar a Sora y ser el amigo de Yamato.
—Su amigo... siempre su amigo y nada más... —murmuro abrazándose a sí mismo.
Porque eso era lo que necesitaba Yamato en este momento. No un amante furioso que despotricara por la traición, no un novio celoso y herido de ver que su amor tendrá un hijo con otra persona porque él no puede dárselo, no un esposo que le recrimine de su comportamiento, no una pareja frustrada exigiendo explicaciones... y los "NO" se podían apilar sin fin. Lo difícil era ser... SI un amigo que lo haga entrar en razón, SI una mano que lo comprenda y lo apoye, SI un conocido que sepa escuchar y callar. Si un mejor amigo que no juzgue el cómo pasó y que esté dispuesto a soportar cada desplante de desesperación de un padre primerizo.
Luego de llorar Tai se puso en pie. Eran las once cuarenta y cinco de la noche y ya comenzaba a preocuparse por Matt.
Con movimientos torpes se colocó su abrigo y tomo uno extra para Matt, abrió la puerta y se adentró en la helada noche con la firme intención de buscar y encontrar a Yamato para traerlo a casa.
—Aunque no quieras, voy a cuidar de ti.
Las barreras que les impedían estar juntos se alzaban como portentosas murallas que parecían insalvables. Aun así, Taichi caminaba con paso firme, nunca dudaría mientras tuviera la oportunidad de proteger a la persona que amaba con el alma. Así fuera solo como un amigo.
Continuará...
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