7.


Algo dentro de él empezaba a arder cada que veía a una de sus esposas hablar animadamente con Rengoku.
Eran celos, lo sabía.
La duda que le embargaba era de si estaba celoso por sus esposas o por Rengoku.

—He notado que hablas con Hinatsuru, Suma y Makio últimamente.
—Yo...

Al ver el nerviosismo en el rubio, sus alertas se encendieron.

—Sí, lo hago. Ellas son muy interesantes y agradables.
—Lo sé. Mis esposas son las mejores.

Sonrió antes de sentarse junto a Rengoku.

—¡Lo son!
—Pero sabes...
—Ellas dieron su autorización para que te expresara mis sentimientos.
—¿Eh?
—Pero aun no estoy listo para eso, así que espera un poco más, Uzui.

El albino dio repetidos pestañeos porque estaba sorprendido y emocionado en igual medida.

—Yo...
—Si me vas a rechazar, también espera hasta después de que dé mi mejor esfuerzo en el cortejo.

"Como si eso fuera a pasar"
Lo pensó pero no pudo decirlo, porque cierta ternura especial se sentó en su corazón.

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