7) ¿Me recuerdas?


Al día siguiente, la tormenta cesó un poco, así que pude salir a revisar si algo había hecho qué la electricidad se corte, y sí, había unos cables cortados, cables a los qué uní, aunque eso no hizo efecto, puesto a que seguía sin luz en casa. Es extraño, pues, una tormenta no debería de haber cortado el cable.

En ese momento oigo unos golpes en la puerta, a lo que decido abrir. Era Ana, una mujer de cabello negro, lacio, con gafas de sol, y vestida con chaqueta de cuero y pantalones de cuero también, acompañada de un chico.

-Hola- Dijo, sonriendo tímidamente, y saludando.

-Hola, ¿qué tal? - Respondí, no sabía qué decir la verdad.

-Veo qué aun estás sin electricidad-Contesta ella- a unos kilómetros de este lugar cayó una antena- Agrega, y en ese momento, siento un escalofrío recorrer mi espalda, me era de suponer, el por qué los cables estaban cortados realmente.

-Por cierto, él es mi hermano- Respondió- estuvo ayudando con el arreglo de nuestra residencia en el pueblo.

-¡Qué bien!, un gusto en conocerte- respondí en un tono un tanto fino, así cómo me quería ver.

En el ambiente resonaba el sonido de los pájaros, y de vez en cuando, al viento mismo resoplar en los árboles.

-Conozco un bar donde podremos ir a beber algo- Dije.

-Me interesa- Contestaron ambos al unísono.

Estaba algo preocupado por mi casa, pues probablemente haya alguna persona dando vueltas e intentando entrar, pero, necesitaba salir, así que me resigné a pensar qué solo cerrando la puerta con llave, podría prevenir qué alguien entre.

Ese día el sol brillaba intensamente, y aunque era algo cálido, no lo era lo suficiente como para decir qué podría deshidratarme; era un calor primavera, y tenía demasiadas ganas de caminar y disfrutar la vista.

Llegamos al bar, aún era muy temprano para que haya alguien, aunque, había gente, cómo el borracho, o los niños de los videojuegos. Nos sentamos en la barra, e hicimos el pedido. Ana miró al borracho que estaba durmiendo, como siempre, y yo le dije, "Está siempre durmiendo, mejor déjalo". Estábamos en la barra, y en un momento inició una conversación con su hermano.

-La situación en la ciudad está horrible- Dijo Ana, y a la vez hizo una mueca.

-Yo aún tengo problemas con llegar al fin del mes-dijo el hermano, yo por mi parte era un mero espectador, mientras que hablaban.

-No puedo creerlo- Decía ella. Yo seguía observando hasta que siento algo en el brazo, una mano agarrándolo y sosteniéndolo firmemente. Sentí un escalofrío y giré suavemente, el borracho estaba agarrándome la mano, al parecer se había despertado.

-Amigo- Dijo el borracho- tanto tiempo- Agrega. A mí me suena familiar su rostro, cómo si lo hubiese visto antes, trayéndome hermosos recuerdos del pasado.

-Soy yo- Algo en su mirada me decía qué él era alguien que anhelaba mucho, hasta qué me di cuenta, Jorgito.

-Soy Jorge, casi ni te reconocía- Me dijo, y yo, no sabía qué decir o hacer, quedé congelado ante la mirada de aquél borracho, demacrado, qué al parecer, era mi amigo de la infancia, amigo qué tuvo que marcharse en mi adolescencia, pues su familia tuvo problemas. Al parecer en este momento, él no estaba tan borracho cómo para no entender nada de lo qué pasa. Jorge me miró, y yo lo miraba petrificado totalmente, podía sentir mi entorno, aunque esté perdido en el mundo de mis pensamientos, oí a Ana y a su hermano callarse para mirarme a mí.

-Jo...Jorge- Dije, algo anonadado por la situación, pero, no quería ponerme sentimental, aunque, no podía creerlo, ¿cómo fue posible qué mi amigo de mi infancia, esté en la quiebra, y vuelto un despojo? ¿Qué habrá ocurrido durante tanto tiempo de ausencia?, me preguntaba.

-Lamento irme, pero, mi familia estaba en problemas, y no podía quedarme- Dijo él.

-Lo sé- Contesté.

Luego de una charla, me vi saliendo del bar con Jorge, Ana y su hermano, pero, para variar un poco, me ofrecieron seguir la reunión en mí casa, pues, querían saber dónde vivía.

El camino a casa como siempre, era algo largo, pero, eso no era lo que me molestaba, me molestaba qué quienes venían conmigo, me preguntaran una y otra vez, ¿Dónde queda?, y pues, qué siempre que veían alguna casa aislada de las qué había, pensaban que habíamos llegado, y fue así hasta llegar.

-A propósito, ¿no deberías avisarle a Naira?- Dijo el hermano.

-Ya se lo mencioné, qué probablemente me quede la noche acá- Contestó ella.

-¿Ella qué dijo?- Contesta el hermano con duda.

-Para ella está bien.

-¡Mierda!-Dice Jorge.

-¿Qué pasa?- pregunta el hermano de Ana, al que curiosamente, nunca se me presentó.

-¡Pisé Mierda!

-No nos asustes así- Dice Ana algo nervios. A Jorge se le empieza a escapar una risa, pues, andaba algo tomado, y eso explica también el hecho de que ande tambaleándose. Es curioso cómo el mundo nos unió otra vez, así como curioso qué ellos quieran ir hacia mi casa.

En el fondo se podía vislumbrar el tejado de mi casa, ofreciéndonos una vista magistral al atardecer, mientras nos aproximábamos a entrar en ella. En ese punto, los pájaros cantaban, y se podía notar un paisaje anaranjado a nuestro alrededor, una bella gama de colores.

El calor del aire de fuera, no se comparaba con el calor húmedo dentro de casa, pues, era una sensación diferente, por fuera se presentó el calor de una bella tarde primaveral que opacaba las frías brizas del invierno, qué en ese entonces, se había marchado. En casa, en cambio, notaba además de la humedad, algo oscuro el ambiente, pues, acabamos de llegar de disfrutar la naturaleza, es normal ver las cosas algo oscuras por un rato.

-Por favor, tomen asiento- Dije, invitando a la multitud a sentarse, pues, hay un dicho qué dice, tres son multitud, aunque, realmente es un misterio saber, qué número podría considerarse una multitud. Yo hasta este punto podía escuchar cómo la discusión entre los invitados se acaloraba más, incluso a nivel superior al del ambiente. Hablaban del dólar, el aumento, entre otras cosas. Yo aproveché para ir a prepararles un café, pues, hubo una votación unánime, donde todos los votos fueron positivos, incluyéndome.

-El dólar está por las nubes- Dijo ella.

-Todo va mal- Dijo él. Sin embargo, Jorge estaba en su mundo.

Yo cerré la puerta de la cocina, y empecé a encender el horno, ya que no tenía electricidad para la cafetera, debido a la tormenta, el horno sacaba muchas llamas rojas qué iluminaban la oscura habitación. En ese momento presiento algo moverse en la mesa, entre la oscuridad de mi casa sin electricidad, y noto, una figura negra, con una marca roja, y ocho patas acercándose al fuego y cayendo dentro de este. Yo estaba algo horrorizado, el tamaño de esa araña era cómo el de la palma de mi mano, y ver a la araña quemándose no era muy agradable, mientras veía qué esta empezaba a abrirse, saliendo sus órganos, y dentro de esta, sus crías. Estas crías se desplazaban de un lado al otro, adoloridas por las llamas qué las estaban consumiendo poco a poco, y de la nada comienzan a estallar cómo si estuviesen hechas de pólvora, al igual que un niño con la pirotecnia. El cuerpo de estas arañas eran disparadas hacia mí, horrorizándome aún más, y así intenté escapar. Intenté abrir la puerta, pero, estaba trabada, así que, mi instinto me incita a golpear para que alguien me abra.

La puerta empezó a vibrar, mientras se oía un ruido del otro lado, un ruido a golpes qué venía del otro lado. Eso me hizo preocupar, así que decidí comenzar a patearla, era una puerta de madera, supondría que es fácil de echar abajo. Tras patada y patada, tras golpe y golpe, oigo un crujido que proviene de la puerta qué se dirige al bosque, y al darme vueltas, noto una mano blanca con dedos largos abriéndola poco a poco, era el ser de mis pesadillas, qué de alguna forma se materializó. Yo intenté darle aún más duro a la puerta qué se dirige hacia la sala, hasta qué logro derribarla.

En la sala resuena el grito de susto de los invitados, se veían aterrorizados.

-¡Hay un monstruo siguiéndome!- Fue lo único qué alcancé a decir, antes de que me miraran cómo un lunático, pues, las miradas se dirigían a mí, y no de buena forma.

-¿Acaso te ocurre algo?- Preguntó Ana, algo extrañada por lo ocurrido, su mirada mostraba intenso terror, y no pareció haber visto nada raro, a parte de la patada qué le di a la puerta.

-Debe de estar loco- Dijo el hermano de Ana, y le dijo a Ana- Sal de este lugar, nos vamos. Ana parecía dudosa al respecto, y Jorge, simplemente parecía creerme.

Las cosas estaba mucho más tensa desde qué ellos se fueron, Jorge está borracho y muy depresivo, no se ha levantado del sillón en horas, y aunque no pasó nada desde entonces, estuve con temor a que algo más ocurra. Eso es algo que si vuelve a pasar, lo mejor sería salir de la casa, e irme a vivir a otra parte, aunque, probablemente él termine por seguirme, y encontrarme.

La casa estaba a oscuras, con un ambiente horrendo, un Jorge incapaz de poder hacer algo en el estado en el que se encontraba, y un monstruo dando vueltas por alrededor de la casa. ¿Qué pasó Jorge?, recuerdo la época en la que iba al colegio, eras mi compañero de primaria, y teníamos aventuras en los recesos, ¿Qué pasó?, ahora sólo me queda esperar, y rezar por que los monstruos no regresen.


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