Vivos a mitad de la guerra
Capítulo 23
"Dios me muero por vivir"
Tom al igual que otras tantas noches fue mi refugio y mi hogar, permitiendo que la niña triste y sola que se adueñaba de mi se mantuviera oculta entre sus brazos.
—¿Cómo es posible?— soltó de repente en un tono lánguido, haciendo que me separará para ver sus ojos perdidos en el jardín— ¿Cómo es que el mundo se puede afanar tanto con una sola persona?— dijo sin siquiera mirarme—.
—Honestamente...no lo sé, me gustaría saberlo también, pero si te soy sincera, creo que esa pregunta no tiene respuesta— le dije sintiendo la impotencia recorrerme—.
Al igual que él, yo también tenia muchas preguntas y reclamos que hacer, sin embargo era consiente que desde hace tiempo Dios me había abandonado, en una frenta que jamas entendí, las dudas permanecerían allí, sin respuesta.
—No sé que hacer— soltó el castaño, que no se atrevía a fijar sus ojos en mi—.
—¿De que hablas?— replique—.
—Hable con Sam— dijo de golpe y la tierra guardo silencio para escucharlo a él— escuche su voz por primera vez en años—.
—Tom pedazo de mierda— gritó el pelinegro abatido en el baño sintiendo ansiedad al ver el agua caer por el grifo— ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡¿Por que tuvo que morir él?!— chilló estando seguro que el agua ya no podía tapar sus chillidos—.
Poco le importo...tenía a su hermano del otro lado de la linea e intentaba predefinir que sentimientos debía mostrarle, sin darse cuenta que de su boca solo salía el miedo vestido de rabía.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué fue lo que te dijo?— le arrebate el silencio a la tierra acribillando al castaño con preguntas mientras sus ojos comenzaban a humedecerse perdidos en el rosal y el recuerdo de esa llamada—.
—¡Responde maldita sea! ¡Thomas! ¡¿Tu mataste a mamá?! ¡¿Fuiste tu?! —pregunto Sam intentando alinear su emociones en intentos fallidos, respirando hondo y contando hasta diez conforme se mordía los labios ansiosamente— Tom por favor responde— esta vez suplico vencido—.
—N-no lo sé...— soltó el castaño y Sam tembló al escuchar la voz rota de su hermano—.
Esque él nunca le vio llorar...
o al menos no lo recordaba.
—Lo único que recuerdo de ese día es al jardinero sacándome del baño a rastras— confeso Tom afligido—.
Él amaba a su madre, pese que ella nunca supo como ser una madre, no dejaba de amarla, él fue su primer hijo, aquel al que le confiaría la vida de sus hermanos, él jamas le haría daño... ¿o sí?
—Lamento mucho lo de Harry...De verdad lo hago, como no tienes idea— se atrevió a decir Tom al otro lado del mundo, olvidándose completamente de todo el peligro que significaba mantener contacto con sus hermanos, disfrutando de escuchar la voz de su hermano pequeño...Que ya había crecido tanto y lo regañaba como hombre—.
—Yo gano nada con tus lamentos— escupió el pelinegro, su voz era indiferente, se había acabado todas sus emociones, como un casquete vació, se mantuvo hablando por el puro placer de festejar su única victoria con el escusado a su lado, en el que recargo la cabeza después de un rato— el mundo se derrumba y lo único que haces es esconderte Tom, estoy cansado, estoy aterrado, se que la guerra no se gana con flores pero no tenías porque alejarnos, no tenía porque terminar así, nos van a matar Thomas, tarde o temprano nos van a encontrar y eso va a hacer todo— soltó—.
—No voy a permitir que eso pase, este no es el final— aseguro Tom pero ya le había fallado a un pelirrojo—.
—¡Déjate de estupideces! Tu mejor que nadie sabes que llevábamos una cuerda atada al cuello desde el momento en el que nacimos, nuestra muerte es inevitable, pero sabes...—Tom pudo escuchar el suspiro alargado y cansado de Sam— lo había imaginado diferente, me había imaginado que sería diferente, con nuestro hermano mayor a lado, todos juntos, no... Así—.
—Tom...—lo llame, reincorporandome en mis rodillas frente suyo, varias lagrimas habían comenzado a salir de sus ojos hasta perderse en el final de su mentón—¿Qué fue lo que te dijo Sam?—.
—Debiste haber sido tú...no él— dijo Sam dolido, tan dolido como para no medir la fuerza de sus palabras en el estado anímico de su hermano—.
—La verdad ángel, me dijo la verdad— pronuncio antes de romper en lagrimas inclinándose para abrazarme, ocultando su cara entre mi cuello y mi pecho, sujetándome con fuerza de la espalda con ambas manos extendidas—.
—¿Aún tienes la llave que te di?— le escuche pronunciar después de estar abrazados por veinte minutos, separándose de mi, sorbiendo su nariz para verme con sus castaños ojos rojos por el paso de las lagrimas—.
—Sí— conteste sacando la llave de entre los bolsillos de mi pijama para mostrársela—.
—Entonces sígueme— dijo antes de apoyarse en su pierna sana, tomando su muleta para tenderme la mano— Debo mostrarte algo— dijo girándose para verme antes de emprender su camino de vuelta a la sala—.
—¿Qué cosa?— pregunte, antes de tropezarme con los muebles de la sala— ¡Esta muy obscuro Tom!— me queje entre risas con el sofá delante mía y la sombra del castaño risueño moviendose agilmente por la casa siendo únicamente iluminado por las luces de las farolas y la luna que lograban burlar las ventanas—.
—Shhh, vas a despertar a las bestias— le escuche decir entre risas, girándose para tomarme de la mano y guiarme el mismo escaleras arriba—.
Sus manos estaban tibias, ligeramente mojadas, pero extremadamente suaves y cálidas, pude sentir su dedo pulgar acariciar mi dorso sobre las vendas en todo el trayecto por la casa.
Allí estábamos, escabullendonos por toda la casa a oscuras, tomados de las manos, chocando con todo, descalzos y muertos de risa.
A lo mejor reíamos para no llorar.
—Tom ¿a donde vamos?— pregunte acostumbrando mis ojos a la oscuridad, habíamos pasado de largo su cuarto, el de sus hermanos y el enorme ropero—.
—Shhh— me dijo divertido antes de que pudiera decir nada mas— aquí es— aseguro, sacando su móvil para encender la linterna—.
—Tuviste una linterna todo este tiempo y ¿esperaste a ver como acababa con todos los muebles de la casa para sacarla?— le recrimine incrédula—.
—Shhh— se limito a decir risueño—.
—No, no me shhhushes nada— le reclame fingiendo estar ofendida conforme le soltaba un golpe ligero en el hombro—.
—Bueno ya estamos aquí— dijo para después dirigir la luz de su móvil delante mío, permitiendome ver lo que tenía enfrente—.
Era una puerta blanca que desencajaba totalmente con el resto de la casa, de un color pálido, sobre ella habían dibujos de rosas y flores desgastadas confundiéndose con su palidez, era totalmente diferente a todas las puertas, ¿Cómo es que nunca la había visto? con lo pintoresca que era pese a estar perdiendo los colores...lo hubiese notado.
Con la poca luz que arrojaba Tom pude notar la mancha que diferenciaba en la pared, nunca antes la había visto porque alguien, quizás Tom se había empeñado a esconderla tras un enorme ropero.
—Vaya— susurre sobre el marco de la misma habían dibujados varios relieves que denotaban arte, observe la puerta hasta la perilla que se encontraba ubicada justo en el centro, de un color dorado brillante, pese a todos los años estando oculta no dejaba de brillar— ¿Qué es esto?—.
—Lo sabrás cuando lo abras— dijo el castaño apacible, recargado en la pared, su corbata comenzaba a perder la forma sobre su cuello, con la camisa ligeramente arrugada y sus rizos necios por acariciar su frente—.
Busque de nueva cuenta la llave en mis bolsillos, un destello de la misma salio cuando recibió el brillo de la linterna de Tom, la puerta rechino al instante que la abrí en un lamento melancólico.
—Adelante— me invito a pasar el peligroso mafioso y así lo hice, viendo como el se quedaba atrás, robándome la luz para mover unas cosas hasta que unas tenues luces doradas cayeron sobre nosotros del techo dejándome observar todo con claridad.
Estaba claro porque la habitación estaba oculta, era la representación física de todo lo que podía matar a Tom.
Estaba llena de cuadros, lienzos sin terminar y pintura desperdigada por el suelo de madera oscura, todos y cada uno de ellos con una historia que contar, al fondo de la habitación, una ventana redonda le quitaba luz a la luna para dejarla descansar sobre un piano blanco lleno de polvo, sobre el cual descansaba un estuche de violín negro lleno de polvo.
No tenía palabras y tampoco hicieron falta, Tom se hizo camino el mismo, observando todas sus obras, estaba claro que habían pasado décadas desde la ultima vez que estuvo allí, con la cabeza perdida en sus recuerdos, le vi tomar un cuadro sin terminar del fondo, para clavar su mirada en él.
Sin siquiera darse cuenta cuando me acerque para acariciarle la espalda, así mismo viendo el cuadro, que me pareció tan triste y sinico, tratándose de un ave colorida, con tantos colores que el polvo ni se notaba, encerrada en una jaula enorme en color negro, con barrotes gruesos y llenos de espinas rojizas, pese a los colores tan vividos del pájaro este lucia triste y de sus alas se alcanzaban a distinguir pequeñas gotas de sangre, probablemente cuando Tom lo pinto, se imagino el pájaro intentando huir inútilmente.
—Tom...— susurré viendo como el castaño deslizaba sus dedos sobre la pintura—.
—Feliz navidad, ángel— dijo de repente, despegando su vista del pájaro para mirarme—.
Y entonces le vi alargar una sonrisa triste.
Pese a todo y pese a nada
pese al frió, la melancolía y el dolor
había algo en él que le hacía sonreír.
—Feliz navidad Tom— le dije para después verlo poner el cuadro en su lugar caminando hasta sentarse delante del piano— ¿Sabes tocar el piano?— pregunté acercándome a él sin atreverme a sentar a su lado, ni siquiera cuando este se movió para darme sitio—.
—No— dijo mísero sin atreverse a tocar las teclas, extendiendo sus manos hasta al estuche del violín el cual si se atrevió a abrir— los que sabían tocarlo eran Mamá y Sam, a ellos siempre les vino bien la música—.
Con una extrema delicadeza y cuidado saco el violín que años atrás había pertenecido a su madre, acariciando con sus dedos heridos en pasado los detalles grabados a mano y las cuerdas del mismo
con tanto cuidado
como si temiera que al mas mínimo movimiento brusco el violín se desharía en sus manos,
siendo tan frágil
como él castaño mismo.
—Es tan estúpido y tan injusto— soltó sin apartar la vista del violín conforme sus facciones se rompían en dolor— toda mi vida la he dedicado en mantener a todo el puto mundo complacido, si quieren esto, si buscan lo otro, todo lo que he hecho es pensar en ellos— se quejó con la rabia atravesada en la garganta, esta vez girando la cabeza para verme—.
Retrocedí al instante completamente confundida con el Tom delante mío que no hizo más que fruncir sus cejas conforme fijaba sus ojos llorosos en mí.
—Tom...yo...— me detuve en seco al verlo levantarse con rapidez, dejando de nueva cuenta en el estuche, ya ni siquiera hacia esfuerzo por limpiar las lagrimas que salían de sus ojos, concentrado únicamente en caminar hacía mi, que me encontraba congelada ante su imagen—
—¿Por qué ___? ¿Por qué? — me pregunto, pero realmente me pareció que el estuviera esperando una respuesta — Soy el ser más asqueroso sobre la tierra, él que tiene más poder, él que puede tener a quien quiera y lo que sea con solo pedirlo— aseguro y sus ojos gritaron "odio" tomándome con fuerza extraordinaria de la cintura pegándome a él hasta el punto que sus dedos me hicieron daño—.
Sobre mis ojos debió ver el miedo porque me soltó al instante, alejándose para darme la espalda recargando ambos codos sobre el piano, donde mantuvo su llanto acallado sobre el violín de su madre.
—Tengo tanto, pero realmente no tengo nada, llorando en esta habitación de mierda como un idiota—.
Entonces lo vi, no al mafioso más peligroso de Londres, no al chico seductor, no al jefe, no al hijo de Nicola y Dominic, ni siquiera al hermano, lo vi a él en su forma más real.
Tan voluble, valiente y temeroso
Tan desequilibrado
Lo vi en su forma más real y me fascino
al igual que el pájaro de su dibujo, él solo quería ser libre
Siempre salvando a todos pero ¿quién lo iba a salvar a él?
—Siempre estuve detrás de la felicidad de todos, pero, ¿qué hay con la mía?— teorizo en voz alta aun con la mirada perdida en la nada, tal vez el estaba esperando que yo ya me hubiera ido corriendo—.
—El mundo es tan injusto— me atreví a decir después de un rato—.
Decidiendo por los dos, quitando le espacio al destino y a la habitación, que se quedo pequeña
en
comparación
nuestra
—El mundo es tan injusto ...Y tan hermoso—argumente tomándolo del antebrazo tirando de él con fuerza hasta que quedo delante mío tomándolo con fuerza y decisión del rostro atrayendolo a mí en un beso desesperado—.
En el que nos permitimos burlarnos del destino
que confabulaba por separarnos.
Tom me siguió el beso tomándome de la cintura y la espalda, pegándome a él tan cerca como la anatomía de nuestros cuerpos se lo permitió, un beso tierno pero tan intenso que se nos olvido que afuera hacía frío.
Ambos estábamos enojados por todas aquellas cosas que se nos arrebataron en el pasado y ahora y aun que fuera solo por ahora nos desquitábamos y nos permitíamos sentir algo, por primera vez en mucho tiempo.
Fue cuestión de caricias para que Tom de manera inconsciente metiera sus manos dentro de mi camiseta donde el contacto de sus manos frías me hizo soltar un gemido suave, lo sentí acariciando con sus manos desnudas mi cadera, mi espalda, mi estomago y el inicio de mis senos.
Parecía que se nos había olvidado el mundo
y que el mundo se había olvidado de nosotros.
Quería a Tom y lo quería allí mismo, se lo hice saber rápidamente con mis manos torpes peleando por abrir los botones de su camisa blanquecina.
—Maldición— me queje sobre sus labios al ver como los botones resbalaban inútilmente por mis dedos, mi acción le causo gracia ya que se rió sobre mis labios, tomándome de la espalda con una mano conforme me acostaba sobre una manta azul cielo, mientras que con la otra mano se desabotonaba los molestos botones que separaban su piel de mis besos—.
Pronto su camisa blanca y la corbata terminaron en algún sitio entre el arte y el dolor que habían en la habitación que probablemente se sintió conmovida con nuestro acto rebelde, dejando caer sus luces doradas sobre nuestros cuerpos cada vez más desnudos.
—No—soltó Tom de golpe intentando centrarse— No puedo hacer esto— dijo estando aun encima mío que aun conservaba mi camiseta—.
—¿Por que no? — pregunte y él me miro— Esta es nuestra venganza, es un lujo que solo los valientes se pueden dar...Así que ¿Por que no?— dije viendo como las luces chocaban a morir contra su silueta, recargándome sobre mis codos, saliendo de bajo suyo para quedarme sentada frente suyo— ¿A qué le temes?—.
—No quiero que salgas herida al final de todo esto...los Hollands estamos malditos, todo lo que tocamos se muere—susurro triste fijando su vista en el suelo—.
—Tom...luz de luna ¿cómo vas a herir a alguien que ya esta muerta? ¿quién te dijo que yo estaba bendita? tal vez yo también estoy maldita y sabes...ya no me importa, estoy cansada de ser una historia triste, quiero saber a que sabe la felicidad...— dije para mi misma, recargando mis manos sobre mis rodillas antes de ser bruscamente interrumpida por Tom que me tomo de la nuca con fuerza besándome con tanta desesperación que me saco el aire de golpe—.
Ahora estaba debajo suyo nuevamente sintiendo su lengua jugar con la mía conforme sus manos se deleitaban debajo de mi camiseta, solamente hacia eso, el calor era palpable en el cuarto y estaba seguro que incluso la nieve se derretía al vernos.
Tom se separo de mis labios para verme debajo suyo en la tenue luz, acariciando mi mejilla derecha con su pulgar antes de tomar el extremo de mi camiseta tirando de ella hacía arriba, donde me alce para dejar que me la quitara.
Entonces él me vio con mi sostén negro que no hacía más que resaltar mi cuerpo golpeado, mis cicatrices y mis vendas, el cual el Tom miro sin decir nada, por un minuto pensé que se había desilusionado, después de todo el había estado con cientos de chicas, modelos, actrices, chicas que vivían para cuidar su cuerpo, con su piel bronceada y sus pechos perfectos y allí estaba yo.
Insignificante frente a los ojos de un hombre como Thomas Stanley Holland.
Pude sentir mis mejillas arder de vergüenza, alzando los brazos para taparme la cara con los antebrazos.
—Dios...eres hermosa— soltó Tom sorprendiéndome conforme pasaba la yema de sus dedos por mi estomago, haciéndose paso el mismo hasta colocarse entre mis piernas—.
El cabello del castaño era un desastre sobre su cabeza más aun cuando enrede mis dedos en el tirando de el para poderlo besar como tanto lo necesitaba, ni siquiera me di cuenta de cuando perdí mi pantalón y ni cuando el suyo lo hizo también, Tom dejaba repartidos besos sobre mi cuello, mi clavícula, mis senos y mi estomago, cada movimiento era una invitación para lo prohibido, ambos lo deseábamos cada vez más, la habitación estaba en llamas, nada ni nadie, ni siquiera Keyslee podría evitar lo que había en puerta.
Dos huérfanos de vida,
construyendo el Edén en el centro del infierno.
Pude sentir como los dedos de Tom bajaron hasta mi ropa interior acariciándome por encima de la tela como solo él podría hacerlo, con tanta ternura y precisión que yo le hubiese podido jurar que sería suya esa noche y el resto de la vida.
—Tom— lo llamé dejando que me desvistiera por completo, sintiendo su cuerpo caliente y sudoroso sobre el mío— Mi caótico y enojadizo Tom— me reí acariciando su rostro conforme se dibujaba una sonrisa sincera en sus labios—.
Era diferente, no sabía si podía denominarlo sexo o amor, pero tenía claro que mi relación con el castaño de cabello necio estaba apunto de cambiar para siempre.
— Tu me haces enojar ángel— me recrimino antes de depositar un beso en mi nariz— Mi atrabancada, loca, caprichosa y torpe _____— me dijo y yo lo golpe ligeramente intentando esconder la risa tras mi "enojo"—.
No había vuelta atrás, tal vez nunca la hubo,
ambos estábamos tan jodidos
pero al menos estábamos juntos
y eso ya era ventaja, porque todos aman cuando están en París, pero todos huyen cuando están en Irak.
—_____— lo escuche llamarme mientras me mantenía arqueada por el dolor placentero que sus movimientos sutiles me causaban—.
Esa noche tanto Thomas Stanley Holland como yo
pudimos presumir algo...
— Te amo— dijo quedándose inmóvil conforme me miraba a los ojos, no estaba bromeando, tampoco borracho, lo decía enserio—.
—Yo también te amo, Tom— tan enserio como yo—.
después de años como una promesa desgastada
los dos podíamos presumir
que estábamos vivos, de verdad
no que respirábamos y andábamos por la vida por allí
si no que estábamos vivos, vivos enserio.
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Hola, se que ha pasado tiempo y el tiempo nos ha pasado, sin querer y sin poder hacer mucho he dejado esta historia y a sus increíbles lectora/res en el descuido, me disculpo de ante mano, las cosas como es normal en el ritmo de la vida no han estado bien y he tenido que dedicarles mi atención, sin embargo quiero que sepan que no me gusta dejar las cosas inconclusas y menos cuando me gustan tanto, como lo es escribir, intentare continuar escribiendo Destruyeme, Come true y Survive, hay muchas cosas que contar aún y no pienso parar.
Muchísimas gracias por seguir aquí y seguir creyendo en mi, no tienen idea de cuanto lo aprecio, por favor háganme saber sus pensamientos en el área de comentarios.
Nos veremos más pronto de lo que creen con esta historia y las demás.
Las quiero. ❤️
-Alex 💀
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