Fight and survive


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El final del principio: Lo último de nosotros.

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A menudo me gustaba jugar a fingir que era alguien más

doctora, 

veterinaria, 

chef,

maestra,

cantante,

espía,

maga,

actriz,

ó

escritora, 

no hace falta decir, que jamás llegue a ser ninguna de las opciones

tal vez no estaba interesada realmente en ninguna de ellas, 

solo quería salir de allí,

en ese momento 

habría hecho lo que fuera que me ayudará salir de mi propia piel, 

lo que fuera para que olvidará quien realmente era, 

Recuerdo que en ese entonces

me imaginaba a mi misma al lado de personas excepcionales, 

en mi cabeza, todos ellos me querían tal y como era

no había condición,

ni medida

eran el saludo de "buen día"

y él "¿Ya comiste?" de las tres de la tarde

haría todo lo que fuera para escapar de este mundo

en ese entonces

y de ves en cuando

(cuando la realidad me cala)

me gusta pretender que siguen allí, esas personas sin voz, sin cara

pero que me quisieron tanto

y yo les llegué a querer tanto

como si formarán parte de esta realidad.

—¡Rita! ¡Quiero ayudarte!—mis piernas estaban entumecidas y mis muslos mojados y helados—Rita—llamó la voz del otro lado—.

Mamá había sido presa años atrás, por mi culpa, después la sometieron a una institución de cuidados mentales, también por mi culpa, había decidido relevarla en su papel de madre, había tomado a mis hermanos y ahora huía de vez en cuando, muchas de las veces no tenía claro que quien huía.

—Rita— susurraron a una calle de distancia—. 

Kingston upon thames me daba la espalda una vez más, Darcel supo ese día que le había robado, intento matarla, pero no lo hizo, ahora estaba escondida, huyendo del sucesor de su pesadilla, aquel cobrador obstinado: Alcalá Romero, la había seguido desde la estación a un par de calles más arriba del pequeño cuarto que se había conseguido para si misma y para sus hermanos.

Esa noche con las mejillas calientes y los dedos fríos, se encerró a si misma en una caja y aguantaba la respiración cada vez que veía aquel hombre pasearse por entre los vehículos de aquel estacionamiento, esta vez Alcalá le haría pagar la deuda en sangre.

 —¡Rita!— él hombre grito desesperado y furioso sin ser realmente consiente lo cerca que estaba de la chica, que tembló y se hizo aun más ovillo en su sitio—.

A lo largo de los años desde que libero a su propia madre, Rita se dedicaba de tiempo completo a trabajar, robar y/o estafar, iba a los bares, recordaba cuentas bancarias, habían al menos tres distritos en London en los que no podría volver, en uno de ellos estaba su madre.

Que la esperaba

los esperaba todos los días

con la vista fija en el suelo

donde Rita había enterrado su pasado

Ahora con Alcalá detrás, 

Kingston Upon Thames  sería otro lugar al que no podría volver, tomaría a sus hermanos al amanecer y lanzaría una moneda al aire para decidir por todos el destino del siguiente sitio, se idealizaba a ella misma arrastrando a sus hermanos a otra mala decisión con las maletas a la espalda y la cabeza metida en vergüenza, odiaba Londres de todas maneras, sin embargo extrañaría a su madre, sus propios hermanos serían el castigo tras sus acciones.

—Ven, aquí pequeña rata—Alcalá la había encontrado, abrió la tapa de golpe tomándola del castaño cabello para tirar de ella hacía arriba, tumbando el bote y a la joven misma.

—¡¿Tienes idea del infierno que debo pasar por ti?!— Alcalá le veía desquiciado, un hombre de mediana edad, con la cabeza afeitada y los ojos irritados, llevaba las ropas sucias y un chuchillo curveado en su mano derecha—.

—Yo no tengo la culpa que tu hermano este muerto— Rita hizo una jugada arriesgada, intentaba jugar con la cabeza y las emociones del hombre frente a ella, a unos escasos metros de distancia—.

Ella era consiente 

que jugar con la cabeza de alguien mentalmente inestable lo puede derribar 

o encender

Alcalá se quedó estático con la vista fija en los pocos autos frente suyo, la castaña aun estaba analizando sus movimientos cuando este se giro de golpe a verla aun echada en el suelo con las piernas entre el bote de basura, comenzó a reír tanto que incluso con la poca luz, Rita fue capaz de ver las muelas al final de su boca y su campanilla. 

—¡No me importa una mierda si fue tu culpa o no! ¡Te voy a matar!— al escucharlo hablar el cuerpo de la joven reacciono más rápido que su cabeza,  levantando tanto como pudo con sus pies el bote para patearlo en dirección a Alcalá que perdió el equilibrio y cayó de bruces contra el suelo—.

La castaña ahora tendría que deshacerse de él si quería llegar viva al amanecer, se levantó de la grava desesperada, con sus instintos golpeándole el cerebro, esta es la parte interesante del libro, conforme corría a toda velocidad por las oscuras calles de Kingston su cerebro barajeaba sus opciones:

1.- "Ir a la policía (no, la policía me esta buscando)"

2.- "Esconderme (No hay sitios disponibles en los que los Romero no hayan puesto sus ojos)"

3. "Matarlo (Alcalá es más grande que yo, además, esta armado si dejo que se acerque lo suficiente me rebanará el cuello)"

Tras veinte minutos corriendo, con los pies entumecidos y las extremidades adoloridas Rita finalmente llegó a una especie de club nocturno de mala fama, escondido entre las calles de Londres, técnicamente choco con la pared al lado de la puerta.

Alcalá podría encontrar a sus hermanos, si su reloj biológico no fallaba sus hermanos ya estaban en "casa" desde hace dos horas atrás y esto torturaba a Rita, no podría ir con ellos con aquel hombre rastreándola e incluso si se las arreglará para llegar hasta ellos, no tenía donde más esconderlos, ni como sacarlos, no había trenes, autobuses, ni siquiera taxis a esa hora, su única opción era  jugar a busca y atrapa con Alcalá hasta que se cansará.

Tomó el gorro de su sudadera y lo subió para cubrirse la cabeza y parte de la cara, Rita no solo tenía a Romero detrás, su cabeza, su insignificante vida ahora tenía precio, 

ella lo sabía, 

sus hermanos...pretendían que no lo sabían

fingían también

que nunca preguntaban porque su hermana llegaba golpeada,

con las ropas sucias o rotas  

fingían que no se daban cuenta cuando ella fingía no tener hambre, 

pretendían que no notaban a su hermana más pálida, delgada y callada

El  interior del club era peor que el exterior, habían varios nombres y dibujos hechos con pintura en aerosol en las maltratadas paredes, drogas ocultas, alcohol a la vista, habían hombres y mujeres manteniendo relaciones sexuales sin resquemor, simplemente ocultos tras una delgada cortina transparente, las luces que caían del techo y de las paredes eran de un color neón y hacían que Rita entrecerrara los ojos, camino escaleras arriba, al segundo piso, podía escuchar gemidos y risas por entre las paredes, todavía no llegaba al final del club cuando las luces se intensificaron y la música paro de golpe.

—Rita— se congeló al instante, en ese momento fue como si dieran pausa al tiempo, la gente se giro a verla y después al dueño de la voz—.

"Alcalá Romero" susurraron a su izquierda.

"Escuché que ahora se hace cargo de cobrar las deudas que su hermano ya no pudo"

"Su hermano fue asesinado por su hija, Samantha Romero"

La piel de Rita se erizo, no volvería a ver a sus hermanos.

No fue capaz siquiera de girarse, Alcalá había caminado hasta ella, tomándola del cabello con su mano izquierda conforme empleó su mano derecha para colocar el filillo del cuchillo sobre su cuello, la obligo a caminar a una habitación más pequeña, con unos cuantos espejos y una mesa de billar centrada, parte de la multitud los siguió curiosos.

—Basta de trucos, mierda— la tiro sobre de la mesa de billar, clavando el cuchillo cerca de su oído—.

Rita pudo jurar que en ese momento sintió todo, 

sintió hambre

sintió el aroma a pan recién hecho

recordó la textura del papel entre sus dedos

y lo fácil que este te puede cortar

sintió el frío y el calor

—¡Córtale le los brazos primero!— escuchó que alguien grito frente suyo—.

Ahora las luces le segaban 

recordaba la arena

el sabor a la comida húmeda 

—¡Los dedos de los pies y ponla a correr!— ahora no era más que un espectáculo—.

sintió esa sensación 

ese punto medió entre la emoción y el miedo que sintió la primera vez que fue a un circo

—Eso es— Alcalá hacía más presión sobre su cuello conforme la gente se emocionaba, Rita dio una mirada como pudo a las personas a su alrededor, varios estaban emocionados, otros los veían asustados dejando en claro que no harían nada, otros estaban muy borrachos o muy drogados para prestar atención—.

Entonces, entre el publico... lo vio.

 Darcel estaba parado enfrente suyo, llevaba el cabello ligeramente peinado hacía atrás, llevaba una chaqueta de cuero negra con el pecho descubierto, llevaba sus jeans negros y sus mocasines oscuros, la observó un momento. 

Era como ver uno de esos documentales de animales, donde el tigre caza al conejo, sientes pena por él, pero nunca llegas a salvarlo. 

Alcalá aligero su agarre, retirándose para tomar una cerveza que ya estaba abierta, dándole un largo trago, Rita tosió por la falta de aire, sentía el cerebro apretado en su cráneo, intento ponerse de pie, buscar una salida, pero el mismo truco no le funcionaría dos veces, tampoco sus piernas, la castaña apenas intentó pararse cuando esta cayó de rodillas contra el suelo.

—¿A donde con tanta prisa?— dijo Alcalá soltándole una patada en el estomago—. 

Ahora Rita estaba desorientada y boca abajo en el suelo, busco tan rápido a Darcel como pudo.

—Mi-mis hermanos—susurró como en voz baja Rita, con los ojos llorosos, se sentía mal de pedirle algo así a una persona como Darcel—.

Ahora si quería morir

le había fallado a sus hermanos, a su madre, a ella misma.

Darcel la vio por ultima vez, leyó sus labios e intento comprenderla, asintió con la cabeza y se hizo paso por entre la multitud con una sobriedad que Rita jamás había visto.

Alcalá golpeó a Rita un par de veces más, ahora la castaña sentía su cuerpo hirviendo, sus brazos temblorosos y la sangre en sus labios.

—¡¿Como pueden quedarse allí viendo como asesinan a alguien?!— aun en el suelo Rita grito, desde hace algunos golpes atrás habían guardado silencio pero no hacían nada—¡¿Porqué no hacen nada?! ¡Ustedes serán tan culpables como él?!— la gente miraba a otro lado cuando esta intentaba verlos a los ojos—.

Su verdugo se apresuró en patearle las costillas nuevamente, sacándole el aire de golpe, cuando de pronto las luces brillantes cesaron.

—El ser humano...esta tan ocupado buscando la supervivencia, diseñados para sobrevivir cualquiera haría lo que fuera si viera su vida misma amenazada— una voz resonó por el lugar, las luces se encendieron y entonces la vi—.

Una chica de cabello castaño, piel blanquecina, ojos cafés y ropas negras, estaba parada frente a mí.

—Samantha— Alcalá dijo detrás mío—.

¿Era ella su sobrina? ¿aquella que mató a su padre?

—Es la bestia—murmuraron—.

—Cualquiera tan desesperado por sobrevivir, pasaría de ser humano a bestia— se colocó de cunclillas frente a mí, ignorando a su tío, que había comenzado a respirar más rápido desde que la vio llegar— ¿Qué harías tu para poder sobrevivir?— sus ojos se encontraron con los míos, su pregunta me despertó de golpe— Si eliges tirarte allí y ver como te golpean...morirás siendo humana, si te levantas, si peleas, si te aferras, serás una bestia, un animal, habrás perdido tu humanidad...pero puede que tal vez no pierdas—.

—Samantha—la llamó aun con más fuerza Alcalá—.

—¡Levántate y pelea!— Samantha reaccionó tan rápido como Alcalá tiro de mí con una fuerza increíble, sentándome en el suelo con la espalda recargada sobre su pecho y tórax, podía sentir la frialdad nocturna aun presente en sus ropas, tomó mi mano y en esta coloco un cuchillo más pequeño que el de Alcalá en color negro, me obligó a apuntarlo contra el confundido hombre.

—Mata todo aquello que amenacé tu existencia, pelea y sobrevive—dijo y me empujó hacía adelante, se puso de pie y miro a las personas a nuestro alrededor—largo—ordenó y después desenfundo un revolver plateado, el publico comenzó a gritar de pavor, empujándose los unos a los otros para salir hasta que solo quedamos la chica castaña, Alcalá y yo—. 

Me puse de pie con la vista fija en Alcalá que seguía a su sobrina con la mirada cada vez más enojado, incapaz de quitar su vista de ella. 

—Me buscabas a mí—intenté llamar su atención, pero este se mantuvo viendo como la chica se subía a la mesa de billar para observar la pelea— tu pelea esta aquí—esta vez el hombre me miró—.

Se acercó a la mesa de billar solo para tomar su cuchillo curvado, pasándolo de una mano a otra, acariciando la hoja plateada con la yema de sus dedos—Las matare a las dos—sentenció—.

Alcalá corrió hacía a mí blandiendo su cuchillo por los aires, yo aun me sentía cansada y mareada, pero por primera vez en mucho tiempo mi cabeza barajeo la cuarta opción:

"Pelea y sobrevive" (ni siquiera tenía tiempo de pensar porque era una mala idea.

Aquel hombre intentó clavarme su cuchillo en el hombro y tomarme de cabello, me tire de bruces en el suelo a su lado, metiendo mis pies entre sus piernas, haciéndolo tropezar y caer al suelo, apenas pude asimilar la situación cuando clave el cuchillo en su espalda baja.

—¡Hija de-!—dijo tras soltar un estruendoso grito, tomando su cuchillo se giro hiriéndome parte de las costillas con el mismo, ahora era yo la que soltaba el grito—. 

Alcalá se puso más rápido que yo, haciendo presión con su mano sobre su espalda baja intento pisarme la cabeza me gire intentando arrastrarme dentro de la mesa de billar la mitad de mi cuerpo ya se encontraba debajo de esta cuando sentí su cuchillo enterrándose en mi pantorrilla, para después tirar de mí sacándome de mí escondite para subirse encima mío, podía sentir la sangre salir del área de mis costillas y mi pantorrilla.

Moriría, 

pero al menos moriría peleando

Romero estaba listo para arrancarme la cabeza cuando un pie le golpeo la cara, Samantha estaba de pie, se había sacado la chaqueta quedando en una camisa negra de manga larga.

—Vine a matarte Alcalá, dejarás de jugar ahora—le ví decir con la vista ya nublada—.

—Me duele que siendo mi sobrina digas esas cosas, éramos familia, Samantha—creo que en ese momento se levantó de mi cuerpo para encarar a su sobrina—.

—Yo no...tengo una familia—¿Samantha?—.

—Di lo que quieras pero ten en cuenta que la sangre llama— recriminó él—.

—Todos estos años que tu hermano me hizo pelear ¿la sangre no te llamó?— su voz sonaba distante—. 

Intentaba mantenerme despierta, Alcalá intentaba clavar su cuchillo en la castaña y la castaña saltaba habilidosa evadiendo el cuchillo y regresándole los golpes.

En algún momento los cristales de la sala se rompieron

En algunos minutos Alcalá estaba tendido en el suelo muerto y las manos de Samantha y su rostro cubierto de sangre.

Media hora más tarde la castaña me estaba sacando a rastras del lugar, me subió en un auto en el asiento del copiloto y se subió ella misma de piloto.

—Se te ve bien—le dije a la extraña a medio camino a quien sabe donde—.

Ella no respondió, solo me miro extrañada.

—¿Qué cosa?— dijo volviendo su vista al camino—.

—Se te ve bien el rojo— le dije—.

Y me quise quedar con ella, por que entre todas las cosas

entre lo que sabía que sabía

lo que sabía que no sabía

ella me había enseñado lo que no sabía que no sabía

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Muchas gracias por leer, disculpen la demora, si les gustaría saber más como fue la relación de Rita con Samantha déjenmelo saber por favor, por lo pronto esto es todo lo que pondré, a partir del próximo capitulo volveremos a la historia original con Tom y ___.

Les quiero.

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