Capítulo 92


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La caída de Holland

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Crecer siempre fue una trampa,

me lancé por la rampa,

y los brazos de mi madre nunca me atraparon en el vuelo, 

el alcohol me hormigueaba en la cabeza a los doce, 

detestaba el sabor y aún así me encantaba, 

por que esta,

no me costaba la risa ni siquiera cuando lo bebía llorando,

sople las velas con un pestañeo y descubrí que iba tarde a los veintidós,

entre pecho y espada 

tus caderas la guillotina, 

te veía y al contar las ganas se me multiplicaban los dedos,

danzabas en mis sueños con tres cuchillos escondidos tras la espalda

Voy a protegerte—me juraste—.

Te has dejado las promesas debajo de la piel escritas en cicatrices que nunca fueron herida, 

no te conozco, 

no nos reconozco,

que ha sido de nosotros,

ventrílocua de sueños devuélveme al pasado, 

aquella noche, 

esconde otra vez la verdad debajo del tapete, 

yo pretenderé no darme cuenta, 

arrástrame al inferno, 

donde aún podía vivir en ti, 

por que aún no es tan tarde

y todavía (nos queda temprano)

es hoy.

—¡Harrison!—gritó West, el rubio se había quedado estático ante la amenaza, pateó el interior de sus rodillas aún acostada en el suelo, este cayó boca abajo apenas reaccionando cuando una bala salió del revolver estrellándose contra la pared—.

No entendía nada, mi cuerpo temblaba y no era de frío, entendía si le había fallado a mis hermanos y a mis padres, nunca pude complacer ninguno de sus deseos, ni siquiera volviendo a nacer...pero ¿a ellos? ¿no me había dejado la piel por amarla? ¿no había depositado toda mi confianza en él? 

¿Qué les hice?

—Eres una mierda, Holland—¿ángel?.

—Tom por favor, cálmate, hablemos—me suplicó temerosa West intentando incorporarse llegando solamente a colocarse de rodillas con los ojos desorbitados de miedo, el arma temblaba, mi cuerpo se sofocaba, mi vista no era capaz de enfocar en nada, había algo estrujándome desde dentro—.

—¡Tu tuviste que morir, no Harry!—perdón, Sam—.

—¿Qué le paso a Sam?pregunté intentando mantener nuevamente el arma estable hacía la cabeza del rubio que alzó las manos aún con la cabeza en el suelo para verme¡Responde imbécil!grité con voz queda—.

¡Tom, no le has preguntado nada!sollozó West aterrada—.

¿No lo había hecho?

—Yo no quería ser así ¿Por qué es tan difícil hacer que me quieras?—la garganta me ardió—esto es mi culpaesto no era real, ella no era real, los cuerpos no eran reales, todos mentían—.

Era una trampa 

¿Qué hice mal? 

el pecho me picaba

¿En qué fallé?

alguien miéntame otra vez

¿Cuál parte debía arrancarme para no quedarme solo?

—Respira—suplicó el rubio, ni siquiera él sabía quien era—.

¿Qué hice mal? ¿No había cambiando la pluma por el mechero para hacerles felices?

—"Conmigo solo tienes una obligación Thomas, no te perdonaré la vida a ti ni a tus hermanos si fallas"—madre por favor ya no seas cruel conmigo—.

—No puedo hacer esto, ya no puedo—había lluvia en mis ojos y un calor frío royendo cada parte de mi interior—¡Ya no quiero hacer esto más!—grité—.

¿Quién era el pobre desgraciado que gritaba?

Si él era el que gritaba ¿por qué era yo el que lloraba?

—¡Thomas, por favor baja el arma!—gritó suplicante ella, llena de miedo, yo era a quien le tenía miedo—.

Mátalo—la voz de Harry resonó por mi cabeza—.

—Harrison—lo llamé, bajando el arma al suelo—levanta la cabeza—pedí—.

Mátalo, mátalo, mátalo, mátalo, mátalo—repitieron las fotografías—.

El rubio tenía las ropas empapadas pegadas a la ropa y el cabello aplastado sobre la frente, alzó la cabeza para verme, mi respiración se encontraba agitada, el sitió comenzaba a oler con fuerza a sangre y tierra mojada.

—Tom...—intentó hablar—.

—Voy matarte—solté entre dientes, lanzándome hacía él, empujándolo por los hombros hacía atrás su espalda y su cabeza se vieron ocultas por el marco de la puerta, West apenas tuvo tiempo de girar escondiéndose dentro de la cocina—.

—¡Tom!—grito Harrison desesperado, cuando mis manos se ciñeron en su cuello—por favor—habló en un susurro—.

La cabeza me dolía, un dolor me recorría el cuerpo, me dejaba la punta de los pies helados, mis sentidos eran la clave, incluso con los intentos de Harrison por soltarse y sus balbuceos débiles podía escuchar a West corriendo a tropezones por la cocina.

—Tom, ven por mí—habló West decidida en la oscuridad de la cocina—Tom yo fui la que te mintió—.

¡Traidora!—no ella no...por favor todos menos ella—.

—¡Lárgate West!—Harrison exclamó cuando libero parte de su cuerpo de mi peso, golpeándome el mentón hasta que pudo desestabilizarme, haciéndome caer hacía atrás contra el frío mármol—. 

Mi cuerpo temblaba, el pavor en extremo hacía que mis huesos se trabaran, quería morir, quería matarlos, las lagrimas me nublaban la vista, estaba en el punto de no retorno donde no podía dejar de pensar.

¿En qué pensaba?

—No quieres hacer esto—habló Harrison apoyándose del suelo para levantarse, su voz salía ronca por la falta de aire, me miro cual enemigo y camino rodeándome—.

Tomé el revolver del suelo, no me importaba si mis manos temblaban impidiéndome sostenerlo.

—Sabes que soy tu amigo, yo solo quería protegerte—se excusó pavoroso—.

—Es tu culpa—chillé, había crecido creyendo que contaba con él—.

Creer, 

también había sido una trampa, 

me lancé por la rampa, 

esta vez, 

no volé.

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Quiero disculparme por ustedes, por que estuve a punto de borrar el perfil, de borrar la historia y eso no es justo, por que para mí escribir es escapar, no me considero escritora especialmente, sin embargo me gusta pensar que incluso cuando sufren, a ustedes les gusta leerme.

¿Me dan otra oportunidad?

—Alex

PD: Hay tanto amor aquí que reviento. 

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