Capítulo 81
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De traidor a traición
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—No enciendas la luz—dijo en un susurro el castaño con las cuerdas vocales posiblemente dañadas—por favor—pidió aun pegado a mí, pude sentir la electricidad y la fuerza de su petición viajar por mi piel hasta darme escalofríos—.
—Necesitas descansar un poco, Tom—sus temblaban en mi espalda y de vez en cuando sus pies también parecían querer fallarte—no has dormido nada, tampoco has comido nada—.
—____...—me frenó en seco, separándose de mí hasta que fui incapaz de encontrar su rostro en la oscuridad—no tienes por que estar aquí—exclamó y por un segundo inclusive yo olvidé el por que había llegado tambaleante a tal lugar—.
—Si tu estas aquí entonces yo también—hable con seguridad rota, intentando aferrarme tanto de las ropas del castaño a la altura de la cintura para que este no desapareciera—.
—Esta embarazada—dijo Clark en su suspiro, tirado boca abajo en el suelo—l-la con-ndenaste—se forzó a hablar—.
—Sal de aquí—me pidió con voz cansada el castaño—.
—No...—dije y me obligué a recordar mis motivos para entrar además del castaño—antes de que lo mates...hay un par de cosas que necesito preguntarle, no te vayas, por favor—le suplique y mi mano sana busco la suya, mis dedos se entrelazaron con los de él; sus manos estaban húmedas y no fue hasta que pase mis yemas por sus dedos y su palma que me di cuenta de los cortes sobre estas—.
—Ángel—se detuvo en el limite de la oscuridad y la luz—no quieres verme así—.
—No quiero que te quedes a oscuras, no necesitas estar a oscuras—hablé e intenté tirar de Tom hacía adelante, el reflejo de la luz y la sombra de las aves aun en el techo me dejaban ver sus manos cubiertas de sangre, cubiertas de pequeños cortes contrastando con sus moretones—sé lo que es estar solo en la oscuridad...sé que te sientes seguro ahí adentro, pero...vida, si vives a oscuras jamás reconocerás la luz—.
Clark gimoteo adolorido, yo tiré del castaño y este salió inseguro a la luz; tenía la cara cubierta de sangre, las ojeras marcadas de un morado suave, la mandíbula contraída, el cabello mojado y los ojos sin brillo, cualquiera que lo hubiera visto usando un traje a las nueve la mañana no hubiera sido capaz de reconocerlo ahora.
—Tom...creo que alguien traicionó a Clark—dije en voz baja y este entorno los ojos—.
Intenté mirar de nueva cuenta a Clark, antes de que si quiera pudiera enfocar la mirada el castaño me tomó por las mejillas y me obligó a verlo—No lo veas, tendrás pesadillas—advirtió sin apartar su vista de mi rostro.
—Clark—hablé sin desobedecer al castaño, que frunció el entrecejo y miro al moribundo y desollado hombre reojo—¿Qué paso con Nikki y los hermanos de Tom?—.
Pregunté sin darle mi teoría, si todo iba según como imaginaba, Clark era el traidor que creía que Nikki había muerto junto con Sam, Patrick y Harry.
—Los mató Tom, a t-todos—tartamudeo, sería cuestión de tiempo antes de que entrará en shock por la perdida de sangre y la gravedad de sus heridas—so-solo quedó él—.
—¿A donde quieres llegar con esto?—me preguntó Tom, confundido aun con sus manos en mis mejillas—.
Pase mi mano sana por el dorso de la mano de Tom, acariciándolo sobre las heridas para que este me soltara.
—¿Por que dejaste la carta de Nikki sobre la mesa si creías con toda seguridad que había sido un asesinato?—pregunté girándome para caminar tambaleante hasta donde había quedado la mesa—.
—Po-r qu-e fue un as-esinato y él lo hizo—le escuché escupir un coagulo de sangre—.
La mesa estaba partida a la mitad en la orilla del gimnasio, a su lado con una abollada estaba el kalimba y a dos pasos más estaba la carta cubierta con un poco de mi sangre ya seca, tiré las muleta al suelo, cansada de ella, tomé la carta maltratada entre mis manos y camine tanto como mi cuerpo me permitía hacía Clark para plantarme delante suyo.
—___...—me llamó Tom entre dientes al ver como me inclinaba de rodillas en el suelo frente a Clark—.
—¿Dices que no reconoces esto?—dije y coloqué el papel debajo de él esperando que el ojo que le quedaba fuera lo suficientemente bueno para que pudiera leerlo—.
—¿P-por qué deber-ía ayudarte?—preguntó y alzó la cabeza para verme a la cara, las flores crujieron atrás mío por el peso de Tom y yo tuve que contener las ganas de vomitar al ver la dermis y hipodermis de su rostro—.
—Por que soy la única que lo puede convencer para matarte ahora ¿prefieres esperara a tener una muerte lenta y dolorosa—dije y tuve que controlar mis arcadas—.
Hubo un momento de silencio donde Clark considero su respuesta, tembloroso bajo la vista para ver la carta.
—Yo no deje esa carta en la mesa—confesó—el gancho era el origami y el kalim-b-ba—negó con la cabeza confundido—y-yo ten-ía claro que hab-ía sido un asesinato—.
—¿Fuiste tú el que metió el vestido a la guantera?—preguntó Tom acercándose, incluso con el castaño débil y menos del ochenta por ciento de sus piel Clark se arrastró hacía atrás temeroso—.
—¿Q-ue vestido?—preguntó con terror—.
—El vestido que traía puesto—Tom se inclinó tomándolo del cuello para hacer presión sobre este—el que le rasgaste con la intención de violarla—las manos de Tom resbalaban sobre su cuello sin piel—.
—Tom, deja que responda—dije incapaz de verlo directamente—.
—N-no, yo no pus-e nada en ningún lado—explicó—y-yo tenía planeado mandarle una foto de tu cadáver una vez estuviera en Sheffield—intentó recobrar aire, su voz salía forzada de su boca como si tuviera la boca llena de comida—s-se supone que n-no llegaría a tiemp-po para salvarte, s-se supone que morirían los dos—.
El cuerpo de Tom se tensó a la par que él mío,
la variante que habíamos pasado por alto,
aquello que habíamos ignorado todo este tiempo.
—Son dos traidores...uno que sabe de la existencia de tus hermanos...—comencé a hablar detenidamente, con la vista perdida en la nada—y otro que no sabe nada—.
—Clark es él que no sabe nada...—dijó Tom igual de confundido—.
—Eso significa...—.
—Me traicionaron, a-algún hijo del diablo m-me traicionó—.
—Mierda...¡Tom!—.
No era posible...
—Reunión de emergencia. Ahora—dijo este y se puso de pie, tirando de mí cuerpo hacía arriba para llevarme cargando fuera del gimnasio—.
—¡Mátame! ¡Mátame maldito!—se rasgó la garganta y tras esto escuché como se empezó a ahogar con su sangre—.
Llevaba la carta de Nikki hecha un desastre entre las manos, la cabeza me daba vueltas y sentía como la boca me sabía a cobre cuando Tom abrió la puerta del gimnasio y salió por ella, las luces blancas del pasillo me segaron al instante.
—Señor Holland—dijo el hombre que estaba haciendo guardia al verlo salir ensangrentado y conmigo al hombro—.
—Dile a Harrison y a Samantha que se dirijan inmediatamente al área de juegos—no se molestó siquiera en mirarlo, no redujo la velocidad, ni la fuerza que este tenía, camino algunos metros más hasta que tuvo las puertas del área de juegos frente suyo—.
—Tom...—intenté hablar cuando este entro al cuarto de juegos y me dejó sentada sobre la mesa de billar—.
—¿Estas herida?—preguntó de pronto y sus ojos se pasaron por mi rostro y mi cuerpo en busca de heridas—.
—No, estoy bien—aseguré y este resopló exasperado antes de alejarse sacudiéndose el cabello, a la luz su aspecto era incluso peor—Tengo que curarte esas heridas, Tom—.
—Shhh, no hables—se tanteó la cabeza con fuerza como si esta le fuera a explotar—solo...no hables hasta que llegue el resto—exclamó adolorido esta vez para apoyarse con la mano derecha sobre la mesa de billar mientras usaba la derecha para romper el inició de su camisa negra—.
Mantuvo sus ojos entrecerrados y su expresión adolorida unos segundos como si le fuera casi imposible respirar.
Quería ayudarlo por que sabía lo que es esperar aquello que no llegará,
conocía el sentimiento de rascar paredes
y abogar por ganas,
quería cambiarle los pulmones,
por unos limpios.
Encontrarlo y curarlo de dudas.
añoraba con devolverle la luz.
—Enséñame eso—pidió y señalo la carta entre mis manos—.
—Tom...no estoy segura de que leerla sea lo mejor para ti—dije viendo el rostro afligido del castaño, debajo de toda esa sangre sabía que estaba roto aquel por quien cambiaría todos mis sueños—.
—Por favor...Ángel—pidió vencido, extendiendo su mano hacía a mí—por favor—.
Le entregué la carta y este se sorbio la nariz antes de leerla.
Por un momento pensé que se rompería,
que se echaría a llorar,
que se desmayaría en el ultimo párrafo,
que caería de bruces al suelo y yo tendría que alcanzarlo arrastrándome.
Sin embargo no lo hizo,
mantuvo una expresión que no pude descifrar,
una parte de él que no fui capaz de leer.
—¿Por que no mencionaste que era una carta de mi madre para mí cuando veníamos de camino?—preguntó alzando la vista de la carta para verme—.
—Por que no quería que te pusieras triste—dije—.
Por eso y por que no quería que se volviera un recuerdo triste con el que no podría lidiar con el tiempo.
—Perdón, yo no quería lastimarte—expliqué y el castaño me miró analítico—.
—Esperemos a Harrison y a Samantha—dejo la carta sobre la mesa y se giro para entrar por una puerta, pasando una pantalla plasma para meterse dentro a lo que debía ser el baño, cerrando detrás suyo—.
Harrison llegó después de Samantha, con tres minutos de diferencia, sus ojos se posaron en mí en cuanto cruzó la puerta y después en el castaño con ceño fruncido del otro lado de la mesa, se había lavado la sangre de Clark de la cara pero ahora su rostro estaba de un tono rosado y lo hacía ver como una niña que hurta las pinturas de su madre, se prueba todos los labiales rojos y al quitárselos se ensucia el rostro.
—¿Qué fue lo que paso?—Harrison preguntó viéndome rápidamente para después ver a Samantha sentada en el tablero de una maquina arcade—.
—El primer enemigo cayó—dije—.
—Por que el segundo así lo quiso—terminó de hablar Tom—.
—¿Entonces hubo una doble traición?—preguntó Harrison—tenía el cabello despeinado y el rostro cansado, definitivamente esa no sería la semana favorita de nadie—.
—Que interesante—rompió el silencio Samantha—el traidor más grande estaba harto de que solo se enfocarán en Clark, algo quisquilloso—se burló Samantha—entregó a Clark en bandeja de plata y no contento casi acaba con la vida de ambos—dijo y esta vez me señaló directamente a mí a Holland—.
En cuanto más lo decía peor sonaba, la gravedad de donde estábamos parados era descomunal y justo cuando creí que podía ser una locura el rostro de Harrison se descompuso.
—Nos entregó a Clark, por que sabe que no somos rival para él o ella, nos reto, jugó con nosotros, nos engaño—soltó el rubio con temor—esto significa que...—comenzó a hablar—.
—Que todo este tiempo anduvo jugando por las ramas, jugó con Clark y con nosotros—habló el castaño severo con toda la voz que le quedaba—ahora que Clark murió, ya no habrá más juegos, la guerra inicia enserio—.
¿Qué no había iniciado ya?
Esto significaba que todo lo que habíamos pasado había sido nada...
¿Qué había más?
—¿____, estas bien?—me preguntó Harrison al verme tambalear en la mesa—.
—Sí—dije y ahora estaba segura de que me desmayaría—.
—Ángel—lo escuché llamarme en un grito y yo opté por acostarme sobre la mesa de billar áspera—ángel—sentí sus manos cálidas tirar amable de mi cuerpo—.
La guerra con quien fuera que fuera aquella persona empezaba ahora.
—¡Trae alcohol ahora!—le escuché gritar y pude sentir como me pegó a su cuerpo—.
Todavía no empezaba y la mitad de los miembros de defensa estaban rotos.
—Ángel...—.
El líder de la casa Holland ya se encontraba de pie en un montón de escombros
¿Qué era lo que hacía falta para ganar esta guerra?
—Estoy bien—le gruñí—solo déjame dormir un momento—pedí y dejé de forzar a mi cuerpo a permanecer despierto—.
Retorcería el mundo delante mío,
forzaría la victoria,
y tras todo esto
¿La paz me alcanzaría?
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Wattpad mala copa no me censures imágenes.
Muchas gracias por todo su apoyo, estuve leyendo sus hermosos comentarios del capitulo pasado y de verdad que no tengo como agradecer tanto cariño.
Gracias por seguir aquí, se que la historia parece fuerte y que tendrá un final trágico y triste, pero créanme, que hay algo más <3
Las amo, ya me estoy poniendo sentimental...
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Con mucho amor
—Alex💀
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