Capítulo 71
┏━━━━━━━━━━━━━━━┓
Quebrantado
┗━━━━━━━━━━━━━━━┛
Trowell, Reino Unido
10:10AM
Mi propia respiración huía de mis oídos, con las manos ceñidas al volante y la garganta seca, el camino de alquitrán se destendía sobre mis ojos y me parecía tan eterno, el tiempo me había pasado a mí,
casi vivo,
donde no premedite un ataque como este,
había bajado la guardia,
desde que West había llegado a la casa la vida me miraba cautiva en paz,
como un buen golpe en los pulmones, me sacaba de juego,
era como si al verla incluso hasta la propia valentía huyera de ella,
sin atreverse a tocarla,
ni a ponérsele de frente,
solo aquellos que pudieran entender la historia en los pliegues de su piel,
aquellos que llevamos la historia inscrita en cicatrices
podríamos apreciarle de cerca y con suerte formar parte de la herida o la cura.
Un grupo de siete escuadrones divididos estratégicamente nos seguían por detrás, Samantha lideraba el ataque, delante de nosotros en su Harley abriendo el camino, la luz del sol comenzaba a calar y el calor de la misma irritaba sacando un vapor de la parte delantera del auto y del suelo.
—Faltan dos horas y díez minutos para llegar al destino, señor—declaro un miembro de los CCG que encabezaba el ataque cuerpo a cuerpo—parece estar en una casa de hospicio entre las calles 8 Orchard St y Church St—.
—Asegúrense de no perderlo de vista—ordené y maldije por lo bajo que la camioneta Kia Soul no fuera más rápida—.
Mataría a Clark apenas lo tuviera enfrente.
No dejaría que tuviera el descaro de poner sus manos sobre ella nunca más.
—Tom—Harrison habló por primera vez encima del ruido, durante todo el camino se mantuvo aferrado del cinturón de seguridad—es justo en medio de Sheffield, la mayoría de locales comerciales y de población debe estar aglomerada ahí—dijo confundido justo con el mapa extendido en ambas manos—.
—Me parece que Clark quiere un buen espectáculo—se burlo Samantha esta vez por el intercomunicador de una sola frecuencia que compartíamos los tres—Mucha sangre de inocentes correrá hoy—dijo pero no sonaba afligida—.
—Mierda Clark, maldito enfermo—se quejó Harrison por lo bajo su fuerte nunca fueron las peleas, su mejor cualidad y arma era su brillante cerebro, mi padre siempre lo obligaba a participar en ataques directos, cuando este murió, opté por dejarlo en un lugar apartado pero ahora lo necesitaba allí y sabía que la sola idea le revolvía el estomago—.
Iba a matar a Clark,
ni siquiera iba a interrogarlo.
—Sostenlo ahí, novato—dijo Samantha y la motocicleta rujió bajo su mando, haciendo todo lo que la pelirroja quería, era como si ella y la bestia de metal fueran una—.
—¿Estas bien, Tom?—esta vez preguntó Harrison—.
Lo iba a desollar vivo,
le daría una muerte lenta y dolorosa.
—¿Tom?—volvió a preguntar el rubio, esta vez colocando su mano sobre mi brazo—¿estas ahí?—.
—Todo bien Harrison—dije simple enfocando los ojos en el camino de nueva cuenta—ansioso como la mierda—.
Le daría una muerte violenta.
El rubio trago saliva con fuerza, dio un vistazo a la parte atrás de la camioneta, al asiento donde había colocado las armas de fuego carabina y el fusil semiautomático, para tras esto volver la vista hacía enfrente para secarse el sudor de las manos sobre su pantalón negro.
—¿Estas nervioso?—pregunté cuando este comenzó a morder la cutícula de sus uñas y a mover sus pies nerviosamente—.
—No—aseguro incluso cuando todo su cuerpo lo evidenciaba en medio de un ataque de pánico—.
—Cálmate Harrison, acabaremos con esto e iremos a casa—asegure pero este continuó moviéndose sobre el asiento del copiloto con nerviosismo provocando el mismo efecto en mí, haciéndome querer lanzarlo por la puerta a su suerte en medio de la carretera—en la guantera tengo una cajetilla de cigarros nueva, toma uno y dame otro a mí—.
Harrison me miro detenidamente unos segundos antes de romper el silencio—No fumó Tom y tampoco tú deberías—.
—Vaya imbécil infantil—declaró Samantha que era la persona más fumadora que jamás había conocido, a los dieciséis le había visto acabarse dos cajetillas completas ella sola en un día—.
—Toma uno y guarda silencio—dije fastidiado—te ayudará a calmarte—.
—Estoy calmado—declaró nervioso y se relamió los labios—.
—Voy a abrir esa maldita puerta y te lanzaré por ella Osterfield, no miento—declaré y el rubio terminó por suspirar rendido, inclinándose para abrir la guantera con la mano derecha—.
—¿Dónde la tienes?—preguntó enfocando su vista en el interior de la guantera—.
—Al fondo— indiqué, ahora mis manos y mis piernas temblaban de ansiedad—.
Clark
Clark
Clark
Clark
Clark
Clark
Te arrepentirías el resto de tu vida por dejarme atraparte.
—Demonios—se quejó Harrison por lo bajó al abrir la guantera, que por la velocidad y la poca organización había dejado caer parte de su contenido al suelo del vehículo—.
—Recoge eso—ordené y mis manos se ciñeron aun más al volante—.
—Voy, dame un minuto—él rubio se inclino levantando los papeles del seguro, una libreta vieja y unos cuantos bolígrafos sin tapa del suelo—.
Harrison había estado a mi lado más tiempo del que él seguramente hubiera querido, como un pupilo perfecto, como un perro con correa, obedecía cada una y todas las ordenes que se le daban, era la voz de la razón, pero también un genio nato, de no ser por mi existencia y mi sangre, de no ser y su falta de ganas en el campo de batalla, seguro mi padre lo habría elegido para relevar su puesto por encima mío y de Santiago.
Sin embargo, cada vez que yo me enfadaba Harrison se sentía nervioso.
—Tom...—Harrison habló pausado parte de su cuerpo seguía inclinado cuando colocó los objetos que había levantado del suelo sobre su regazo, con sus manos libres sacó un pedazo considerable de tela negra de la guantera—¿Qué es esto Tom?—preguntó aun con más nerviosismo llamando mi atención—.
Mi pie seguía en el acelerador cuando baje la vista hacía las manos de Harrison que llevaba la caja de cigarros aplastada sobre la palma derecha, a la vez que usaba sus dedos para destender la prenda.
—¿Un vestido?—preguntó confundido—.
Un vestido en color negro con mangas medianamente largas de una tonalidad más clara, la parte de abajo del vestido estaba rasgada.
Frené de inmediato el auto y el motor, las llantas y los frenos mismos rugieron ante mi repentino acto, Harrison se fue de frente contra el tablero del vehículo incluso con el cinturón de seguridad golpeándose la frente.
—¡Mierda Holland!—gritó enfadado con el vestido en las piernas y las manos sobre la frente—¡¿Qué te pasa?!—.
Algo andaba mal.
—Ese es el vestido que ____ uso el día que la conocí—declaré con el corazón en el estomago, Samantha reaccionó al unisonó que yo dando una vuelta cerrada dejando una marca semicircular de la llanta en la carretera para girar de vuelta a Kingston—No tiene motivo para estar ahí—.
—¡Harrison! ¡¿Qué sucede?!—preguntó directamente James por la radio que llevaba Harrison en él hombro al darse cuenta que íbamos hacía ellos—.
—¡James, dirijan a todos a la mansión!—respondió exaltado Harrison incapaz de entender que pasaba—.
—Este vestido es de ___, pero ¿Qué hace aquí?—preguntó sosteniéndose del cinturón aun más nervioso al verme subir por una jardinera y pasarme a otro carril—¿Lo puso ella?—.
—Cuando la lleve a su casa por primera vez lo llevaba puesto, después quemaron su casa, no pudo tomar nada y de poder haber salvado algo dudo que su primera opción fuera tomar ese maldito vestido—declaré con mis manos temblorosas—.
El mensaje era claro, pero no quería creerlo.
—Una emboscada—dijo Samantha por el intercomunicador, su voz apenas podía ser audible con el ruido del aire que soplaba—Probablemente Clark nunca haya estado en Sheffield, fue una alerta falsa—.
—¿Entonces donde esta?—preguntó incrédulo Harrison y me sentí compelido a quitarle el titulo de "genio"—.
—Con West, en la mansión—terminó de teorizar la pelirroja y mi piel se erizo—.
—Le va a hacer daño—mi voz se escapó de mis labios rota—los va lastimar—.
A ella,
el poema roto que leía noche a noche,
que me regreso al camino cuando las luces de mi vida se apagaron,
cuando yo ya me había quedado sin ganas
—No puedo creer que este niño rico tenga tantas Lycoris radiata*—había murmurado aquel día, él día que la conocí, él día de la fiesta, sus ojos no me conocían, nadie le había dicho quien era ni que había hecho, fue la primera mirada que recibí sin que se me juzgara—¿Crees que se de cuenta si me robo un retoño?—me preguntó en el jardín—.
—¿Le quieres robar un retoño al dueño de esta casa?—le pregunté, no quería que ella supiera quien era, lucía amigable y quería mantener esos ojos amistosos—.
—Son las flores que representan a la muerte y no son muy comunes aquí—había asegurado esa noche, mirando hacía atrás para a cerciorarse que nadie la atrapara antes de inclinarse para sacar las flores del suelo—.
—Te equivocas—le dije y me incliné a su lado para ayudarla a mover la tierra húmeda de las raíces—las Lycoris radiata simbolizan la vida después de la muerte, no solo la muerte, se le conoce como flor del infierno, ya que se supone le dan la última oportunidad a las almas de ver su vida pasada—.
—Como sea señor botánica—declaró sin cultura, riéndose de mí en mi cara para tomar un par de flores en sus manos, sacándoles la tierra, ella a simple vista me parecía insoportable, detestable e irritante—¿Cómo sabes tanto de flores?—.
—Un amigo me lo contó—Octavio y el abuelo—.
—¿Cuál es tu flor favorita en este jardín?—preguntó sentándose en el suelo, sin tener cuidado por lo que le podría llegar a pasar a su vestido—.
—Aquel rosal tinto—dije, pero ya no estaba tan seguro, sin sentarme a su lado, señalando el rosal a varios metros de distancia—¿Y él tuyo?—le pregunté, incluso cuando ya tenía que irme—.
No quería irme, quería que me siguiera viendo sin etiquetas,
quería que sus ojos no me vieran como el "matón", "'el cerdo" "el desalmado" "el imbécil" "el monstruo" o "el demonio".
quería quedarme con ella por alguna irritante razón,
ella,
que incluso cuando supo quien era camino sin miedo y me abofeteo en la cara.
incluso sabiendo quien era su forma de verme no cambio,
que me mostró que conocer no significa necesariamente morir,
incluso las flores sobre las tumbas mueren,
ella es alguien cuyos ojos jamás me juzgaron,
ni me temieron,
incluso cuando la hacía pagar uno a uno mis errores,
los precios que tenía que pagar por estar conmigo siempre eran muy caros,
y como si de nada se tratará, contaba las chances y las oportunidades en las palmas de sus manos de la misma manera que contaba las flores,
y me abrazaba,
me aceptaba como tal.
Desde que la conocí mi cuerpo se encontraba seguro, invencible, insuperable.
¿Cómo es que había tanto universo en un cuerpo tan pequeño como el suyo?
A ella,
que dejó que tuviera un pedacito de mí en sí,
¿Quién cambiaría las pesadillas por sueños si no eran ellos?
Quería envejecer con ella,
que me gritará por beber y consentir en exceso a nuestro hijo,
quería cocinar para ellos en Navidad y enseñarles a pescar,
enseñarme a pescar,
tanto como quise hacerlo con Patrick, Sam y Harry,
había una vida por delante que había imaginado y ya sentía que me era arrebatada.
—Oríllate, Tom—pidió Harrison al ver como comenzaba a llorar como imbécil—déjame manejar a mí—pidió al verme perder el control—.
—Estoy bien Harrison—exclamé, indispuesto a dejar de acelerar hasta exceder los limites—.
—¡Detente ya antes de que nos mates!—repuso y colocó sus manos sobre el volante y mis propias manos, el auto se tambaleo por unos instantes ante el forcejeo—.
—¡Harrison!—grité con la vista borrosa por las lagrimas—.
Le iba a hacer daño.
mi bebé...
—¡Tom, por favor para!—gritó y me rendí de golpe, pisando el freno una vez más, esta vez pude escuchar como las armas de la parte trasera cayeron al suelo—Muévete, rápido—ordenó bajándose del auto a toda prisa para rodearlo por la parte de enfrente y abrir la puerta de mi lado—baja ahora—.
Harrison manejaba a toda velocidad tanto como podía por la carretera en completo silencio la primera hora de camino.
"Lo más probable es que sea una falsa alarma" "Hay un grupo de CG cuidando la casa, si algo hubiera pasado ya nos lo habrían hecho saber" "Tranquilo, estoy segura que ella esta bien" "Seguramente esta en tu estudio leyendo uno de esos libros, ya sabes lo mucho que le gusta leer"—Harrison intentaba calmarme, pero su voz ansiosa hacía todo lo contrario—.
—Llamaré a la policía—planifique sin voz, sacando mi teléfono de mi bolsillo con las manos temblorosas, no era capaz de controlarme, me desconocía totalmente—que vayan a la mansión—.
—No podemos—declaró y yo despegue mi vista de la pantalla para verlo—Parte de los acuerdos que se hicieron entra que no se involucrarán en redadas ni enfrentamientos entre grupos—explicó—no irán aun que los llames y los amenaces de muerte, estamos solos en esto—.
—Son dos vidas las que están en riesgo—balbuceé—.
—Siempre hay vidas en riesgo, Thomas—expresó Harrison y en mi patético sitio me eche a llorar—.
—No quiero seguir escuchando esto, es estúpido, incluso para ustedes—dijo Samantha, del otro lado atreves de la ventana pude ver como se sacó el intercomunicador diminuto del oído, para guardarlo en el bolsillo de su pantalón—.
—Si ella o el bebé mueren lo primero que voy a hacer después de matar a Clark será matarme yo mismo—declaré—.
—No digas estupideces, Tom—atacó Harrison de inmediato—.
—No, tú tenías razón, debí haberme quedado, debí haber estado ahí para ella, no arreglé las cosas entre nosotros, lo último que ella vio de mí fue como Estefanía me besó y la trato mal...yo no hice nada—solté vencido tirando del cabello sobre mi cabeza—soy una basura—.
—Da igual cuanto te insultes—declaró Harrison encogiéndose de hombros para girar por una curva—no sé que pasa por la cabeza de ____, pero siempre pone a los demás antes que a sí misma, tiene el corazón más grande que la cabeza e incluso si le haces daño, ella se preocupará más por ti que por si misma—.
—¿De que hablas?—.
—Ya deberías saberlo, Tom, cuando se esta tan cerca de la muerte, cuando la vez a la cara y esta te roza...simplemente no tienes tiempo para estar enojado con nadie, ____ jamás se enojaría contigo, incluso cuando te grita—pronunció con aparente calma sin apartar la vista del camino—.
A West la muerte no la había tocado,
no sin una razón
era ella la que se constantemente jugueteaba con ella,
como una vieja amiga,
una gran conocida,
la muerte le prestaba la sonrisa matadora
y esta amenazaba constantemente con quitarle el trabajo.
"De todos modos
El agua de mis lagrimas me hacen cortocircuito.
Y tu instinto de amar te mantiene cerca de mi.
De todos modos, los dos nos tenemos que ir.
Maldito sea la vida por hacernos cruzar
Bendito sea la vida por permitirnos conocernos.
Solo quédate un minuto mas,
Que nuestro momento dure una eternidad.
Que la luz de mañana toque la sombra de hoy.
Solo quédate un momento mas."
—Arbaky Aurelus
—¡La mansión Holland esta rodeada, la calle esta cerrada, la han tomado!—la voz alterada de James acalló el mundo, habíamos llegado a Kingston—¡No hay manera de entrar!—.
—¿Qué te dice la base?—preguntó Harrison con la cara pálida—James—.
Samantha manejaba a toda velocidad por entre las calles y los autos, su cabello se movía con fuerza por el viento, los autos y peatones se detenían al vernos pasar.
—No responden, los mataron, están dentro de la casa—dijo desesperado el castaño—por suerte Matilde, Rubén y Miguel no estaban al momento del ataque—.
No... ¿Qué había de ella?
—Jame-—Harrison intentó hablar, cuando le quite la radio para llevarla a mis labios—.
—¿Dónde esta ___?—pregunté sin voz y James guardó un silencio funerario—¿___ se quedó en la casa?—.
—Al menos hasta que la comunicación se corto no hay reportes de que la hayan sacado de allí...—habló pausado—lo siento Tom—expresó e incluso a mí me pareció que James lloraría en cualquier momento—.
—Samantha—la llamé por el intercomunicador, esta se lo había vuelto a poner apenas entramos a Kingston—Vuela el maldito portón de ser necesario—le indiqué con la furia y el dolor instalados en la garganta, estábamos a dos calles de la mansión cuando los vimos—.
Camionetas grandes de color vino tinto con varios hombres usando trajes cubriéndose tras de estas, comenzaron a disparar, Samantha giró al instante cuando una lluvia de balas intento alcanzarla perdiéndose a toda velocidad por una calle hasta que ya no pudimos verla.
—¡Harrison abajo!—grite cuando este se quedó petrificado yendo directamente hacía ellos, tomé el volante con mis propias manos—¡gira!—grite y este así lo hizo, una ráfaga de balas hacía nosotros se hizo presente, gire el volante hacía el lado izquierdo para proteger a Harrison, la camioneta se volcó por el movimiento y quedó de cabeza—.
Algo se clavó en mis costillas y mi cabeza se estampó de lleno contra el cristal de mi ventana.
—¡Mierda! ¡Saquen a Harrison y al señor Holland de allí!—gritó James por la radio—¡¿Tom, Harrison, me escuchan?—.
—Harri...son—lo llamé siendo sostenido solamente por el cinturón de seguridad, moviéndome para ver al rubio, este estaba inconsciente, las balas no habían roto los vidrios blindados pero el impacto si—hey, Hazza—me saqué el cinturón de encima cayendo con la nuca sobre el techo de la camioneta, ambas bandas abrieron fuego, gritos de transeúntes y de miembros de ambos bandos comenzaron a hacerse presentes—Harrison, arriba—.
Maldito Clark, siempre queriendo dar un gran espectáculo.
—Harrison—un zumbido surcaba mi oído derecho, a causa del impacto un pedazo de cristal había salido disparado hacía el interior del vehículo encontrando como destino el estomago de Harrison y ahora este sangraba—.
—James—busqué la radio negra como loco arrastrándome por el techo de la camioneta hasta que la encontré un poco más atrás al lado de las armas—James—volví a repetir cubriéndome de las balas—Harrison esta herido, necesito parar el sangrado—dije y esperé unos segundos a la respuesta—.
—Te cubrimos Tom—dijo agitado James seguido de esto pude escuchar como avanzaban en los vehículos—.
Regresé con Harrison que seguía tendido del techo arrastrándome por el suelo, habían pequeños trozos de cristal diminuto por todo el tapiz, los CG cubrieron el área, los CCG atacaron de frente, Harrison seguía inconsciente cuando hice uso toda mi fuerza para sostener su cuerpo mientras que intentaba sacarle el cinturón de seguridad.
—Novato, despierta—le dije arrastrándonos a ambos por la acera fuera de la camioneta—novato—sangre salía de su estomago en cantidades moderadas—.
—Hey, Harrison—James había llegado a mi lado, viendo como llevaba a rastras a Harrison a la parte trasera de la camioneta arrodillándose de inmediato para dejar su carabina—¿Estatus?—preguntó sacándole el chaleco antibalas con rapidez—.
—Herida punzante en área abdominal, debió salir fuera del rango de protección del chaleco antibalas—James le descubrió el estomago a Harrison, había un pedazo de cristal incrustado en su piel—¿Aguda o crónica?—.
Pregunté nervioso al ver como Harrison palidecía.
No podría soportar perder a ___ y a Harrison el mismo día.
—Aguda, espero—dijo y se acomodo para sacar su reserva de primeros auxilios de su mochila—.
—Más refuerzos vienen en camino, la gente de Azura viene a apoyar—reconocí la voz de Santiago por la radio de James cuando este se puso unos guantes para comenzar a tratar al rubio—.
Aquel hombre tan fiel como un perro, jamás me había visto yéndome lejos con él en el suelo sangrando.
—Tengo que irme James—dije de pronto y este alzó la cabeza para mirarme — ____ esta ahí dentro—esta vez asintió sin romper el silencio, me hubiera gustado haber podido hablar con Harrison también—.
Me puse de pie, inclinándome para tomar la carabina de la parte trasera del asiento, mis costillas dolían, mis ojos ardían, mi cabeza palpitaba y mi sangre hervía.
Camine cuatro metros: descargando el cartucho en al menos seis hombres, con traje que intentaron matarme. Me cubría con los cuerpos que tendían a caer, no importaba si eran de mi bando o del otro, un escudo es un escudo.
Alcancé los diez metros con las manos y las ropas llenas de sangre ajena.
—¡Matamos a West!¡West esta muerta!—vociferó algún imbécil cuando otros dos se me plantaron de frente—.
—¡Dejaron que rodeáramos a su jefe!—grito uno a mis espaldas, al menos unos diez hombres se acercaban a mí cautelosos con cuchillos en las manos—¡Un paso en falso y le vuelo los sesos!—pude escuchar de donde venía la voz, con el cabello tan rubio y la cara tan pálida, un hombre estaba de pie encima de una pick up negra, tan delgado que rosaba los limites de los esquelético—.
Me habían rodeado solo a mí y amenazaban a cualquier miembro de mi bando con matarme si se acercaban a mí.
—Eh, chico, suelta el arma, es una pelea limpia—dijo uno con denso cabello verde y gruesas cejas cafés, con grandes músculos y piel morena—esta noche beberemos la sangre de Romeo y Julieta a la hora de cenar—se burló—.
Mi sangre hervía.
—Voy a hacer que me beses el trasero—dijeron a mi espalda—¡tal y como hice con tu novia!—.
Me desconocía a mi mismo.
Deje caer el arma de inmediato, de igual manera ya no tenía balas, todos reaccionaron al instante, corriendo para ver quien tenía la suerte de clavarme el primer cuchillo.
—¡Miren eso, perros!—escuché que gritaba el rubio esquelético al mismo tiempo que yo intentaba esquivar los golpes y hacía que se tragaran sus propios cuchillos, la furia no abandonaba mi cuerpo si no que aumentaba con cada paso—.
En mi cabeza tenía el recuerdo vivido de ____ y por primera vez su recuerdo no me trajo calma, si no lo que le sigue a la furia, alguien alcanzó a hacerme una herida superficial en la pantorrilla, el brazo y hacer que sangrará, sentía que mi corazón se detendría en cualquier momento y en cierto punto de la pelea me vi compelido a dejar de respirar para enfocar toda mi existencia, toda mi furia en rebanar la garganta de todos los que se me acercaban, como una racha sin fin, podía sentir la sangre bajarme saliendo de mi cuerpo, pero nada podía detener lo que había comenzado.
—Mi turno—dijo sonriente él de cabello verde caminando para rodearme, ahora con los brazos descubiertos y la mirada fija en mí sediento de sangre—.
Más grupos llegaron para apoyarnos, el interior de la propiedad, el jardín estaba aun lleno de los hombres de Clark, a este paso no podría llegar a la mansión entero.
—¡Mira esto, perro!—apareció como un fantasma, como una bomba atómica, en su monstruosa Harley negra por una de las bardas de la entrada, llevaba en la mano una de los explosivos sorpresa de Harrison, los lanzó dentro de la propiedad, dejándolos justo en medio de todos los hombres, esta hizo una explosión de clavos y materiales corrosivos, seguido de ella varios gritos desesperados—¡Que buena fiesta!—gritó y saltó no sin antes direccionar la harley directo a la cara del rubio esquelético que apenas tubo tiempo de pararse sobre la camioneta perplejo para cuando la moto y sus llantas calientes y aun rodantes lo arrollaron y lo dejaron fuera de juego—.
Samantha rodó estratégicamente por el suelo, parándose de pie hasta que sus ojos me vieron.
—Me debes una harley—dijo ignorando como él de cabello verde le veía consternado—.
—Cuando quieras—dije y esta se tomó el cabello rojizo en una coleta—¿Me invitas a jugar, cabeza pasto?—dijo y este se vio a si mismo atrapado entre Samantha y yo—.
Entre bestia y demonio.
Intentó sacar un cuchillo de entre sus ropas para atinarlo en el estomago de Samantha, antes de que siquiera pudiera subirlo por encima de su cadera Samantha lo pateo, subiéndose encima suyo le golpeó la cara con la rodilla, este se tambaleo para el momento en el que lo rodeé con las piernas y comencé a golpear repetidamente su nuca con mi codo, le haría pagar cada una de sus palabras.
—¿Dónde esta el novato?—preguntó la Samantha enredando sus pies en el torció de un chico para quitarle su propia arma haciéndolo que se disparará en la cara—¿Tom?—sus ojos buscaron al rubio por todos lados—.
Le haría pagar por ___.
Le haría pagar por Harrison.
—Tom—me volvió a llamar usando su buena puntería para volar rodillas, muñecas y cabezas, para Samantha todo era un juego de feria, donde solo podía divertirse disparando a objetivos—.
Yo seguía golpeando al peliverde, su cabello estaba tan rojo como mi brazo y su rostro.
—Esta con James—mi cuerpo temblaba, mi ojo derecho palpitaba y esta seguro que si levantaba un arma mis manos estarían tan temblorosas como un animal a punto de ser cazado, no podría ser capaz de apretar el gatillo con una sola mano—Voy a entrar—.
—Hay varios allí dentro todavía ¿quieres entrar tu solo?—preguntó divertida—.
—Siempre he estado solo Samantha—.
Ya no quería estar solo...
—Que patético—dijo inclinándose para tomar una Trident 4in negra con mango de madera oscura del suelo, abriéndola para ver cuantas balas tenía—andando—.
Samantha y yo nos abrimos camino pasando la barandilla, una de las puertas estaba tumbada en el suelo, se sentía como aquellos días viejos en los que peleaba junto ella para complacer los enfermos deseos de mi padre, me pasaban el cuchillo por la piel y yo acallaba el daño, y golpeaba más fuerte pretendiendo que el calor de mi piel era por adrenalina y no por daño.
—Vienen más—dijo Samantha, cansada pero igual de emocionada cuando estábamos a unos cuentos metros de la puerta—.
Ángel, por ti haría un genocidio.
—___, esta adentro—dije agobiado y con la respiración cortada, la arma que le había robado a un tipo estaba descargada—.
—Más te vale que viva—dijo para empujarme, sacando de su pantalón la arma diablo con la que alguna vez había matado al hijo de Clark, estampándola contra mi pecho—lárgate de aquí—ordenó obligándome a caminar dentro de la casa antes de enconderse tras una de las camionetas preparando su propia arma para pelear en solitario con un grupo más—.
—Samantha no—le recrimine sin saber si entrar o no—.
No hubo una pelea que no haya dado a su lado, ahora su frente sangraba.
—Vete de aquí antes de que te mate—dijo y apunto su arma hacía a mí—nada me detendría si Rita estuviera allí dentro—.
Si fallaba la lista interminable de personas que había dejado atrás sería interminable.
____,
Harrison,
Samantha,
Habría perdido aquellas personas solitarias que me hicieron compañía.
Las ganas de vomitar me llenaron la boca del estomago, mi miedo se había vuelto real, apenas entrar a la mansión pude ver sangre por todos lados, desde la pared y el suelo de las escaleras, hasta como esta guiaba al estudio, como si un cuerpo hubiera sido arrastrado por la casa, la sola idea de pensar en las posibilidades lograba, paralizarme.
_____... ¿Dónde estás corazón?
—Me tienes harto con tus putos juegos mentales—escuché la voz de Clark por algún lugar de la planta baja, el intercomunicador se me había clavado en el oído por el impacto y ahora me dificultaba la audición—he decidido matarte y después abusar de ti—.
El estudio.
Caminé a hurtadillas con las manos temblorosas sobre la diablo para que Clark no se pudiera alertar de mi presencia.
—Te mostraré quien es esclavo de Dominic Holland—dijo y lo ví levantar una mano hacía un cuerpo que estaba tirado boca abajo sobre el suelo frente al escritorio—.
Mis manos seguían temblorosas, pero al menos, reaccionaron, levantándose para clavarle dos balas en el cuerpo.
—Yo soy—dije sin voz cuando este se giró levemente para verme con los ojos abiertos de par en par—yo soy esclavo de Dominic Holland—.
Clark cayó al suelo respirando agitadamente y entonces pude verla, semidesnuda, casi inconsciente, sangre salía de su espalda, su pierna, su brazo y ambas de sus fosas nasales, por la posición de uno de sus brazos parecía que este estaba roto.
—Ángel—mi voz se quebró—.
Ella sonrió.
Ella siempre me sonreía
y sus ojos nunca me juzgaban.
______________________________________________________________________________
Lycoris radiata*
A esta flor de origen japonés, se asocia tradicionalmente a la muerte con el fin de hacer la transición a una nueva vida, por lo que se encuentra muy presente en los cementerios en la nación nipona. Se le conoce como flor del infierno, ya que se supone le dan la última oportunidad a las almas de ver su vida pasada.
Heridas*
Punzante: Es producida por un objeto punzante, como un clavo. La gravedad de la herida depende de la profundidad y de si daña nervios o vasos sanguíneos. Aguda: Es aquella que el organismo es capaz de cerrar o sanar en el tiempo esperado. La cicatrización se producirá sin infección y en un periodo que suele oscilar entre siete y catorce días.Crónica: Es aquella que el organismo no puede cerrar o sanar en el tiempo esperado, ya que la herida suele ser más profunda y la zona suele estar inflamada. El proceso de reparación y cicatrización es desordenado se alarga en el tiempo.
He tenido que investigar un montón para escribir esta historia, en lo que va del tiempo he tenido que consultar una psicóloga forense, una psicóloga normal, dos doctores, un ingeniero y 36 abuelas en un grupo, quiero que esto sea lo más realista posible, espero que les haya gustado este mini maratón en conjunto.
Todavía falta ver que la rayis y el Tomatito sobrevivan :c
Muchas gracias por todo su amor e interés. <3
Si alguien esta interesado en unirse al grupo me pueden mandar mensaje y las agrego en fá.
Bueno, ya, bai <3
Con amor.
—Alex 💀
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top