Capítulo 69


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La Voluntad De Las Cenizas

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"Quién con monstruos lucha, cuide de no convertirse en uno, porque cuando miras largo tiempo al abismo, él te mira a ti"   —Friedrich Nietzsche

Había una vez un niño que nació siendo hombre,

llegó a suertes y a desdicha en un embarcadero de papel, 

se crio de la violencia y las mentiras, 

se arrancó las alas a tirones para que estas no le estorbaran al escabullirse de sí mismo,

creció con el mundo de enemigo y las manos empapadas en rencor,

pero 

una vez que se le presentó el amor, 

las plumas salientes le hormiguearon la espalda, 

día a noche se guardaba recelosamente todo derecho de sonreír, 

las sonrisas las metió entre las paginas de un libro que ni siquiera entendía,

las guardo para una vez que la luna saliera, 

y la razón le diera la espalda, 

este pudiera mantenerse junto, 

observando en aquel puerto la historia que nunca se atrevió a escribir, 

pero no pudo eludir imaginar y creer.

Al final de cuentas, era un desahuciado de la vida,

y los desahuciados en vida se mueren por creer que hay algo más 

entre pliegues de barcos de papel y plumas de hierro, 

quien no muere de imaginación termina envenenado de realidad.

—Clark, te has lucido esta vez—mi voz salía forzada de mis labios, retrocediendo a inconciencia hacía atrás, como si esto fuera a protegerme de aquel hombre lleno de despecho, hasta que llegue a la mesa y no hubo más camino que recorrer—.

—He esperado por volver a verte durante meses, de verdad eres fácil de encontrar West—dijo burlón, caminando lentamente hacía a mí, mi cuerpo se tensó al instante y el hombre de cabeza afeitada lo noto—oh, ya entiendo—dijo y dio un paso hacía atrás aplastando una rosa, un girasol y un tulipán a su paso—¿Por qué me dijiste que no lo conocías la primera vez que nos vimos?—.

—Por que no lo conocía, estaba atrapada en el momento incorrecto, tu me viste en la mansión Holland y asumiste que era su pareja sentimental—hablé con voz temblorosa—.

Si Clark estaba allí entonces había una gran posibilidad de que estuviera rodeada, que nadie allá afuera sería capaz de ayudarme.

No había nadie más que él y yo. 

Y uno de los dos se moría por matar al otro.

—Eso no me pareció aquella noche en la reunión—hizo un ademán con la mano, haciendo referencia al día que pise la casa Holland por primera vez—me pareció que ustedes dos eran muy cercanos—.

—Clark, yo no recuerdo nada de esa noche—escupí a la defensiva—cualquier cosa que me quieras decir de esa noche dila ahora por que en mi memoria no prevalece ningún recuerdo—.

—La estábamos pasando bien tu y yo—se explicó, relamiéndome los labios—hasta que el maldito de Thomas nos interrumpió—.

—¿Pasarla bien? Intestaste abusar de mí, Clark—obvie y este negó con la cabeza—sí Thomas intervino fue por que supo que tenías planeado violar a una persona en su casa—.

—¡Deja de decir estupideces!—grito enfadado, incapaz de discernir entre el bien y él mal, acercándose hasta a mí para tomarme del cuello—¿De verdad crees que Thomas Stanley Holland es un ángel? ¿La victima en esta historia?—preguntó cauteloso y hasta cierto punto dolido—.

—Él no quiso lastimarte a ti...ni a ti ni a tu familia, fue Dominic, él obligaba a hacer todo—repliqué y este se separo de mí negando con la cabeza para girar con las manos en la cabeza desesperado sobre su eje—.

—No, aun que te apegues a esa idea esta más que claro que él es un maldito enfermo, igual que su padre, desde que mi Ateno fue asesinado por ese imbécil...he buscado la manera de hacérselo pagar con creces—hablaba como si el aire se le hubiera ido de golpe, encorvó su cuerpo y recargó sus manos sobre sus rodillas para seguir hablando—No tenía hermanos, ni padres, el desgraciado se mantuvo solo, hasta que—hizo una pausa torturante incorporándose para tomar aire caminando hasta llegar al escritorio donde tomo el kalimba azulado entre sus manos acariciando las inscripciones plateadas—Hasta que por fin lo atrape amando otra vez, ángel—.

Una sonrisa maliciosa surco por sus labios dejándome ver que le faltaba una muela y como la cicatriz en su rostro se denotaba más en pliegues.

—Tom llegará en cualquier momento—intenté amenazarlo buscando con mis ojos cualquier cosa que tuviera para poderme defender—.

—Que inocente eres ¿a quien intentas engañar?—preguntó burlón dejando el kalimba sobre la mesa, acercándose a mí para respirar pesadamente sobre mí oído—Sé perfectamente que él esta en Sheffield a cuatro horas de aquí, persiguiendo un fantasma—.

Se piel olía a perfume costoso y a tierra y esperaba paciente a que mostrará alguna emoción, no podría pelear contra él, no sin perder, tampoco podría salir huyendo por la puerta de entrada, si estaba allí seguramente se había encargado de asesinar a los hombres de Tom.

—¿En que piensas, ángel?—preguntó burlón, separándose para tirar de una cintilla a la altura de su pecho, sacándose la camisa y el chaleco antibalas—te voy a matar, pero antes voy a terminar lo que no pudimos esa noche—dijo burlón tanteando su zona intima con la mano derecha—.

Lo había escuchado al hablar, él no estaba dolido, ni roto, la perdida se le había ido de las manos.

—Quemaste mi casa—dije en un hilillo cuando este se puso nuevamente la camiseta negra, su cuerpo trabajado tembló en una risa al escucharme hablar—quemaste mi hogar—.

—Ojalá me importará más—dijo y tiró el chaleco al suelo, pétalos se levantaron en el aire por el peso de este al caer—hazme un favor y sangra mucho para mí, sé que a Thomas le gusta el arte, así que tengo planeado dejarle un bonito cuadro con tu sangre—.

Se abalanzó sobre mí al instante sacando un chuchillo de combate de doble filo de un compartimento en su pantalón para intentarlo clavar en mi estomago, dándome tiempo solamente para tirarme al suelo y escabullirme dentro de aquella mesa vieja de madera empujando con mis pies el interior de esta para golpearlo con ella.

—¡Hija de-!—grito enfurruñado—¡Bien jugado!—vocifero burlón quitando la mesa de un golpe para lanzarla a otro lado mientras yo me giré,  alejándome caminando hacía atrás sin quitarle la vista de encima—.

—Tienes que detener esto, Clark—dije exasperada pero sus ojos se iluminaron—no quiero pelear contigo—.

No podría sostener una pelea contra él ni aun que quisiera, él llevaba la mitad de su vida entrenándose para hacer daño, yo no había llegado ni siquiera a las díez horas de entrenamiento.

—Me importa una mierda lo que quieras—dijo y corrió en mi dirección, intentando tumbarme—.

Le di una patada en el estomago e intenté traer a mí memoria aquello que James me había enseñado, incluso lo que nunca se me enseñó, Clark era capaz de interceptar mis golpes y devolverlos con fuerza golpeándome con el mango de su cuchillo, cortándome el ante brazo cuando anticipe un golpe.

Intenté golpearlo con todas mis fuerzas en la cara con mi puño, este no solo detuvo mi puño en el aire, si no que me golpeo en la cara con el mismo, usando su mano libre para tomar el cuchillo con facilidad lo clavó una vez sobre mi espalda me dio una patada en el estomago que apenas fue capaz de cubrir cuando lo sacó y clavó en el interior de mi muslo izquierdo, pude sentir el metal y el filo abrirse paso por mi piel, haciendo a su vez que soltará un grito desgarrador.

—¡Eso, grita para mí! ¡Sangra para él!—me tomó del cabello, sin sacar el cuchillo de mi piel para patearme en el interior de las rodillas haciéndome caer al suelo, hasta que pudo ponerse encima mío—¡La vittora!—grito con fuerza, subiéndose encima mío mientras estaba boca abajo contra la cama de flores—.

—Suéltame—dije con la rabia haciéndome temblar, podía sentir su pelvis en mi trasero y como sus manos viajaron por el interior de mi camisa, sus manos estaban pegajosas y heladas, tomó el inicio de mi suéter rasgándolo por completo, dejándome solamente con la camisa que comenzaba a sentir caliente por la sangre que salía de mi espalda—Vas a ser mía esta vez—susurro pegándose a mi oído para dejar un beso húmedo sobre mi cuello, revolviéndome el estomago cuando presuroso tomó el extremo de mi camisa con la intención de rasgarla— .

Intenté golpearlo para quitarlo de encima, este muy por el contrario, me tomó nuevamente de la cabeza, esta vez para dar repetidos golpes en el suelo con ella, estiré mi mano hasta mi muslo, tomando el cuchillo me convencí a mi misma de que el dolor no era real, el mango del cuchillo se resbalaba de entre mis manos por la sangre, tomándolo tanto como pude lo clave sobre la pierna del hombre que gritó en protesta, separándose lo suficiente para que pudiera mover medio cuerpo para clavarlo directamente en su mejilla tirando del mismo hasta que llegó a sus labios, como si de una sonrisa maquiavélica se tratara.

—¡Hija de perra!—gritó adolorido tirándose a si mismo sobre el suelo, con sus manos intentaba parar el sangrado de la herida que iba desde la mejilla y le cortaba los labios, la sangre se le escapaba de las manos y al igual que la mía ensuciaba el suelo—¡Ven aquí!—.

Obligué a mi cuerpo a reaccionar, mis piernas fallaban y mi pierna izquierda ardía en protesta, el piso era resbaloso por las flores y la sangre, el corazón me latía con fuerza hasta el punto que creí que saldría de mi pecho, me obligue a levantarme a tropezones del suelo y buscar la interminable salida del gimnasio para alejarme de él.

—¡Eso corre! ¡Ya te atraparé!—gritó y lo escuché ahogarse con su sangre—.

La casa incluso más que nunca parecía interminable, corría dando zancadas por todos lados, sentía la sangre bajarme por la espalda y la pierna, en cierto punto tuve que recargarme en la pared para poder caminar con la pierna adormecida, un rastro de sangre era dejado por la pared y el suelo en contra de mi voluntad.

Llegué a la estancia con las ganas de toparme a quien fuera que me salvará de la pesadilla, como un monstruo hecho realidad, Clark se las había arreglado para reservar ese momento conmigo, por la ventana cercana a la puerta, podía ver más afuera de la casa, en el jardín delantero, un grupo de hombres con trajes rojo vino tiraban en una pila los cuerpos de los hombres de Tom ya sin vida.

—¡¿Donde estás?!—lo escuché gritar aun lejos, corrí tan rápido como pude al estudio de Tom y mis ojos suplicaron por encontrar un arma, nada, corrí tan rápido tomando la laptop de Harrison entre las manos, pegándola a mi pecho sintiendo mi cuerpo flaquear ante la perdida de sangre para subir escaleras arriba—.

Iba a mitad de camino cuando caí de bruces en medio de las escaleras, golpeando mi pared con mi espalda, la sangre llenó la pared, el suelo y el ventanal detrás de mí.

—¡Señor! ¿Qué le paso?—una voz preguntó por el pasillo del área de juegos y el gimnasio, mi cuerpo reaccionó al miedo, levantandome para terminar de correr escaleras arriba—.

—¡Sal de aquí, imbécil! ¡Asegúrate que nadie salga de la propiedad!—grito con odio Clark—.

Corrí por el pasillo derecho de las escaleras, cerrando todas las puertas que tenía a mi alcance por dentro, cerré todas la habitaciones que pude, la laptop de Harrison estaba ahora llena de mi sangre.

—¡Estas sangrando mucho, West!¡No puedes esconderte por mucho tiempo!—le escuché gritar del otro lado del pasillo cuando me encerré en la habitación de Sam y me tiré contra la puerta incapaz de moverme—.

No había teléfono y como un juego maquiavélico de escondidillas Clark guardo silencio esperando que hiciera un movimiento en falso, en mis manos tenía la computadora de Harrison pero esta resbalaba. 

Tendría que encontrar la manera de pedir ayuda con ella y ganarme tiempo antes de que Clark terminará por hallarme.

—Mierda—maldije por lo bajo, arrastrándome por el suelo hasta alcanzar una de las sabanas de la cama, ensuciándola con mi sangre intenté rascar un pedazo, la tela no cedió ante mi petición la primera, tuve que dar varios tirones e incluso morderla para que esta se cortará en un pedazo corto y mal planeado—.

Iba a morir lejos de Tom, 

tendría que cargar con mi muerte anudada a la de su familia.

No vería crecer a su hijo, ni me iluminaría la vida en navidad.

Intenté hacer una especie de torniquete sobre mi pierna, la sangre salía borbotones ignorando mis esfuerzos, a varias puertas de distancia podía escuchar como Clark rompía las puertas para entrar a las habitación.

—Por favor—supliqué en voz baja, buscando la lista de contactos de Harrison, si tenía suerte podría llamarlos desde allí—por favor—volví a pedir en voz baja con el cuerpo tembloroso y las ropas desgarradas, Harrison solamente tenía un contacto en su lista y era él mismo—.

Copié el contacto y baje el volumen de los altavoces, rezando por una oportunidad, la bocina comenzó a timbrar, la bocina estaba dañada, pero servía en una especie de sonido distorcionado.

—Contesta, contesta—pedí, cuando paso un minuto y no hubo respuesta, aun en el suelo volví a intentar—.

Clark había roto las puertas de enfrente y en cualquier momento me encontraría.

—¿Sabes que fue Tom el que mato a su madre y a sus hermanos?—le escuche decir fuera y yo cubrí la bocina con mi mano para que no hiciera ruido—"Una escena Dantesca, la ama de casa Niccola Frost de Holland y tres de sus hijos fueron hallados sin vida en la propiedad Holland"—cito y por un segundo su voz se alejo por el pasillo—.

—¿Quién anda ahí?—escuché su voz dañada por la bocina de la laptop a la vez que una serie de estallidos, gritos y disparos se escuchaban de fondo—.

Entonces caí en cuenta, no servía de nada llamarlo, incluso aun que quisiera, no podría ayudarme, solamente terminaría torturándolo con la idea de que había sido su culpa.

—Harrison—lo llamé en voz baja, pegando mi frente al teclado caliente de la laptop—¿esta Tom por ahí?—pregunté y mis ojos se cerraron y mi piel se erizó al escuchar a Clark acercarse—.

—¡¿___?! ¡¿eres tú?!—dijo entrecortado del otro lado de la línea—¡¿estas bien?!—.

—Era una trampa, Clark esta en la mansión, a dos puertas de distancia—dije  en voz baja y Harrison se mantuvo en un silencio funerario—no dejes que Tom cargue con la muerte de nadie—.

—¡¿Te ha hecho daño?!—preguntó alarmado—¡____!—.

—Tal vez Nikki no fue asesinada, creo que—guardé silencio para tragar saliva, Clark estaba en la habitación de Harry—creo que ella se suicidio Harrison—.

—¿Qué?—le escuché hablar perplejo—.

—Dile a Tom que lo amo, dile que lamento tanto todo lo que ha pasado—me apresuré decir cuando Clark corrió hacía la puerta, comenzando a golpear la manija—dile que le agradezco por todo lo que hizo por mí, que es lo más piadoso que me ha dado la vida para intentar regresármela—sentía el nudo en la garganta claro y los sueños hechos polvo—.

—¡West!—gritó victorioso Clark golpeando la puerta que no tardaría por ceder—.

—¡____, sal de allí!—suplicó atormentado el rubio al escuchar a Clark—.

—No podré aguantar mucho, Harrison—dije honesta, el pedazo de sabanas que llevaba en el muslo estaba ahora empapado en sangre—.

Él destino me había atrapado, 

incluso cuando peleé en su contra, 

me recordaba alto y claro una maldición que sabía de memoria,

incluso cuando no recordará como empezó.

—Tienes que ayudarlo Harrison, tienes que estar para él—suplique y la madera de la puerta se cuarteo—.

Yo ya me había hecho a la idea de que moriría, 

incluso antes de conocerlo, 

ya me había imaginado el final, 

incluyendo aquellos que dicen que nunca llegaría al cielo, 

nunca había conocido una razón lo suficientemente fuerte para luchar, 

para vivir.

"Yo cuidare de ti y tu de mi, velaré por tus sueños y tu cuidaras de mis anhelos, mantendré tus manos calientes con mi aliento y tu mantendrás escondidas en tu regazo todas mis sonrisas... te lo prometo"

—Dile que incluso cuando llegó tarde a mi vida...esta no comenzó realmente hasta que él llego—pedí aun hecha ovillo en el suelo—.

A mi manera ambigua de ver la vida ambas eran un capricho y una obligación más que una posibilidad, 

todos los días habían sido un conjunto de pena, dolor y sangre donde esperaba no despertar, 

ahora lo tenía delante mío, 

ya no tenía que temer por que no moriría, era algo seguro.

Sin embargo, 

yo ya no quería morir

y mi cuerpo luchaba por si solo.

—¡West!—gritó Clark cuando la perilla de la puerta salió volando, entrando a la habitación de golpe, con un pedazo de cinta negra en la cara y un revolver en las manos—.

La muerte es justa cuando la vida es injusta. Nos toma de la mano cuando la vida nos abandona.

Había una vez una joven que nació siendo niña, 

llegó a suertes y a dicha entre la lluvia de la madrugada

soplaba sueños en un embarcadero de papel,

se crio de la soledad y las dudas,

al no encontrar alas en su cuerpo, dio por sentado que no podía volar.

creció con las muñecas destrozadas y los ojos cansados

pero

una vez que se le presentó el amor,

se vio a si misma fantaseando con una familia,

paso del reino de luz al reino de las sobras,

observando como aquel joven le sonreía entre cuentos y estrellas muertas, 

llevaba bajo el brazo un libro y se lo leía, 

las cosas que este no entendía, las cambiaba, hacía parte de la historia, 

esperaba a que la lógica le diera la espalda,

y así se mantenía junto a ella

observando en aquel puerto la historia que nunca se atrevió a escribir,

pero no pudo eludir imaginar y creer.

Ya no tenía que ocultarla, oídos curiosos lo escuchaban atento entre verso y verso,

allí, en el reino de las sombras todo era más bonito ya que la oscuridad te dejaba apreciar la belleza de aquello que no se ve a simple vista,

en el reino de las sombras uno no puede ver el aspecto del monstruo si no su alma

y allí uno pude darse cuenta que no es un monstruo.

Si no un soñador con alas cercenadas

 

entre pliegues de barcos de papel y plumas de hierro,

quien no muere de imaginación termina envenenado de realidad.

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Muchas gracias por leer, votar y comentar, el final esta cerca y tengo una pregunta para ustedes, sé que ya había dicho que serían 3 temporadas, pero ¿realmente quieren tres temporadas o prefieren que esta sea la temporada final? si pudieran apoyarme con sus pensamientos estaría genial.

¿Qué les gustaría hacer como especial la siguiente ocasión?

Las estaré leyendo y respondiendo sus comentarios.

Con mucho amor.

—Alex

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