Capítulo 67
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En Caza: Vacío
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—¿La quieres?—preguntó en su momento Harry, cuando se enteró que había comenzado a salir con una chica oficialmente—¿te gusta como huele?—.
Estábamos en mí habitación había ropa por todos lados y un pelirrojo curioso acostado en mi cama.
—No soy un perro, Harry, no me importa a que huela—peleaba con ese estúpido traje que mi padre quería que usaba, me quedaba a la medida, pero la tela era asfixiante—.
—Bueno—alargó el pelirrojo curioso—¿pero la quieres?—.
Podía ver su reflejo por el espejo,
la pregunta era clara
la respuesta me tardó años en llegar
y llego envuelta en vendas y problemas de la infancia.
—Eventualmente lo haré—le dije y me dije—.
—Tom—Harrison estaba de pie en el umbral de estudio—¿estas bien?—preguntó con cautela—.
—Te vas a casar con ella, Thomas, Estefanía es la mujer que te conviene tener de tu lado—me decía mi padre—.
Dios como la odiaba,
como lo odiaba,
cada vez que ella estaba cerca, recordar se volvía un tortuoso involuntario.
—Yo jamás voy a casarme—le aseguró con rabia—.
—Tom, responde—Samantha entró detrás de Harrison, caminando con más decisión, se acerco al apagador y apago las luces del estudio dejándonos a oscuras—¿Estas ahí, Thomas?—.
No...yo no quería casarme, no con ella.
—No desobedezcas a tu padre, Thomas, él sabe lo que es mejor para tí—mierda mamá—además, ella es preciosa—.
No quiero
No quiero
No quiero
—¡Holland!—gritó Samantha, sacándome fuera de sí, sosteniendo mi muñeca en alto cuando intenté clavar una pluma en su cuello—tranquilo, estas en casa—me aseguro a su espalda a varios metros de distancia Harrison seguía de pie sin saber como actuar—.
—¿Cómo esta ___?—pregunté por inercia, levantándome de pie sintiendo la falta de aire en mis pulmones—¿Dónde esta?—.
—Ya se fue a dormir, esta bien—dijo Osterfield señalando detrás suyo antes de tragar saliva—se va a quedar en la cabaña del personal al menos hasta que tu ex se vaya—¿Estas bien tú?—dijo con sus ojos azules puestos en mí—.
—Si ¿por que?—pregunté confundido ante la mirada de ambos—¿Qué pasa?—.
—Estas llorando, Holland—explico Samantha viéndome de reojo—.
No había recordado cuando empecé a llorar,
solo sentía las humedad en mis mejillas.
—¡Ven acá Thomas, mientras tengas mi apellido, harás lo que yo te diga!—.
—¿____ comió algo antes de ir a la cama?—pregunté intentando ocupar mi mente, tenía que dejar de sentirme así—.
—Eso no es lo importante ahora—dijo Harrison con la misma sutileza con la que entró—¿Crees que puedas hacer que Estefanía se vaya mañana?—.
—¿Por que vino en primer lugar?—preguntó Samantha sentada en el escritorio con la pluma entre sus manos—.
—Esta enojada de que Azura herede todo lo que Julián dejó, quiere que como su ex-pareja y como el asesino legitimo de Julián le ayude a apelar por el derecho a quedárselas—expliqué y Samantha bufó—.
—¿Le crees?—preguntó la pelirroja, ella ni siquiera necesitaba que le respondiera para saberlo—.
—No, algo me dice que esta mintiendo, ella no es de las que suelen preguntar por las cosas antes de tomarlas—sentía el cuerpo frío y los labios resecos—Harrison, quiero ojos sobre ella en todo momento, cualquier cosa fuera de lugar que haga en la mansión o fuera de ella házmelo saber—.
—Entendido—dijo el rubio con firmeza—.
—¡No te comportes así con él, Dominic, no lo puedes obligar a casarse con una mujer que no ama!—esa había sido la primera y la ultima vez que mamá le grito a papá—¡Ya le has quitado lo suficiente!—.
Madre,
¿Quién fue el que te arrebato de mí?
—Tom, hay algo que tenemos que decirte...—comenzó a hablar Harrison nervioso—personalmente necesito que lo tomes con calma y lo pienses con la cabeza fría—dijo con extremo cuidado—.
—¿Qué pasa?—pregunté y Harrison me tomó de los brazos para empujarme hacía atrás hasta que pudo sentarme en el escritorio, al lado de Samantha—.
—Encontraron a Clark, esta refugiado con su gente a cuatro horas de aquí—le robó la voz Samantha, hablando por el rubio que intercalo miradas con ella—se irá pronto de allí, tal vez esta sea la ultima vez que tengas que atraparlo—.
Clark,
el maldito desgraciado que intento arrebatármela,
quien tuvo la astucia de poner sus manos sobre ella y atentar contra su vida.
—Debe estarme esperando, más le vale esperarme—mi cuerpo actuó por su cuenta, caminé hasta el escritorio, abriendo un cajón para sacar mi arma diablo, la misma con la que había matado a su hijo—quiero a los CG y a los CCG listos, nos iremos apenas Estefanía deje la casa—.
—Tom ¿eres consiente de que habrán bajas importantes? ¿Qué vas a ir directo a una guerra a terreno desconocido y tu cabeza es el trofeo?—preguntó Harrison, intentando hacerme entrar en razón—No puedes ir Tom...tienes que quedarte aquí—dijo al fin—.
—¡No voy a permitir que vuelvas a mis hijos unos putos maricas, Niccola! ¡Los hombres de verdad luchan por lo que quieren!—gritaba él y Sam lloraba—.
—Estás mal, Harrison, yo mataré a Clark con mis propias manos—aseguré pero mis dedos temblaban—.
—Tom por favor, ahora tienes cosas más importantes que proteger aquí—alegó Harrison con tristeza—.
Lo sabía,
sabía de que hablaba y justamente por esas cosas tenía que ir.
—Tengo que ir Harrison, no puedo mandarte a ti y Samantha mientras me quedó en casa a leer un libro—me recargue con ambas manos sobre la mesa, mi vista se encontraba borrosa y la boca me sabía a metal—.
—Tiene razón, novato—hablo Samantha—además, los CG y los CCG estarán ahí ¿Qué dirán de su jefe si lo ven huir de la pelea?—.
—¡Una sola lagrima Thomas y te cortaré en dos!—amenazó, no lloré y aun así me cortó en dos—.
—¡No! ¡No seas como el necio de tu padre Tom! ¡Abre los ojos!—alzó la voz Harrison desesperado—¿Qué...qué va a pasar con West si tu mueres allá?—.
Ella sería libre...
al menos en parte habría limpiado su nombre de esta macabra historia
—Si algo me pasa haya afuera...—hablé con cautela, intentando asimilar lo que salía de mi boca—tendré que verme en la vergüenza de pedirles que cuiden de ___—.
Si yo me moría allá afuera,
ella pasaría los primeros cinco años en extrañarme
y el resto de la vida odiándome.
—No Holland, no te confundas, yo no vivo por ella, Thomas—alego la pelirroja desganada—.
—Tampoco vives por ti, Samantha—replique y sus ojos se encendieron en furia, se levantó de golpe para tomarme de la nuca, mientras con su mano libre saco la navaja de mano de su bolsillo, la sacudió en el aire, girándola entre sus dedos hasta que la puso en mi cuello—.
—¿Por que habría de desperdiciar mi tiempo y mi vida en alguien tan patética como ella?—preguntó, Harrison no se había movido en lo absoluto—.
—Por que te necesito Samantha, por que tengo suplicarte que la protejas de todos y de todos—ahora sentía el nudo en la garganta—.
—Querer es como quedarse dormido Thomas— expreso entre sonrisas el abuelo—no te vas a dar cuenta hasta que ya no encuentres salida—.
—¿Por que habría de confiar en ti?—me preguntó West el día que llegó—.
No sé...
—Tienes que protegerla, hasta de mí—.suplique, hacía tiempo que ya había perdido la salida—.
—¿Por que?—preguntó con el ceño fruncido, sin estar realmente enojada—.
Confundida
—Por favor, te lo suplico—su cuchillo comenzó a hacer presión en mi cuello—por todas las veces que no pudiste proteger a Rita—.
Esta vez los ojos de la pelirroja se humedecieron, con la herida abierta y el pasado expuesto.
—¡Mierda Holland!—gritó vencida, tiro su navaja al suelo y se inclinó hasta que pudo abrazar sus rodillas—.
—Tom, si algo me pasa a mí, necesito que cuides de tus hermanos—pidió ella—.
—Supongo que nos iremos al amanecer—.
Harrison respiro con pesadumbre, ni siquiera se molesto en irse, ni él ni Samantha, la pelirroja se agazapo en el sofá de la sala, no se quito la botas, tampoco la cazadora de cuero, ni las ganas de llorar, Harrison por su parte se perdió en algún lugar entre la cocina y el área de juegos.
Clark era la rata más grande nunca antes atrapada, fuera lo que fuera era lo más claro que teníamos al traidor y lo mataría con mis propias manos,
mis manos estaban sucias y apestaban a impureza,
mis manos se habían moldeado para hacer daño injustificado,
de tener opción no dejaría que estás manos la tocarán nunca,
ni las manos de Clark.
Eliminaría todo aquello que amenazará, con su existencia,
incluso si eso me costaba la mía.
Por que amar no es solo quedarse dormido,
si no lanzarse al vació
y apreciar el golpe.
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