Capítulo 66
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En caza
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La mansión Holland estaba vacía en personas, pero llena de secretos.
—Harrison, cálmate, no entiendo nada de lo que dices—le pedí al rubio horas antes, levantándome para encararlo de pie—intenta respirar un poco—.
Había llegado a casa con la desaparición de Sam Holland entre la garganta y cuando apenas se sintió seguro la escupió en medio de un ataque de pánico.
—Lo siento, lo siento, no se en que estoy pensando—más allá de ponerse de pie el rubio se paso las manos por el cabello con desesperación—son demasiadas cosas...—.
—¿Quieres contarme?—incite poniendo mi mano derecha sobre la espalda del rubio que ahora exhalaba e inhalaba con el cuerpo erguido y la cabeza entre las manos—.
El rubio negó con la cabeza, sin saber por donde empezar, se restregó las manos sudorosas sobre la tela del pantalón y se acomodo en su sitio, tal como le había visto hacer a Tom.
—Oliver Frost era el hermano de Nikki, la madre de Tom—comenzó a contar y yo pretendí que no lo sabía—era un buen hombre, ____, era cariñoso, amable y noble parecía que haría todo por sus sobrinos, pero...—.
¿Pero intentó matar a sus sobrinos y a Niccola?
—¿Pero?—erigué, obligando al rubio a hablar—.
—Pero un día, sin aviso, sin que nadie lo esperará, tuvo una discusión con Nikki, sus gritos se escucharon por toda la casa, Nikki intentó echarlo, la siguió hasta las escaleras y después la empujó—dijo en voz baja para que ni siquiera el viento fuera capaz de escucharle—.
¡¿Qué?!
—¿No se sabe porque discutían?—pregunté, aferrándome a la idea de que Oliver había asesinado a su propia hermana antes de creer que había sido Tom—.
—Dicen las malas lenguas que fue una cuestión moral—respondió y dio un rápido vistazo hacía atrás y el jardín para asegurarse que no hubiera curiosos—cuando lanzó a Nikki de las escaleras, amenazó con ir a matar a Paddy que no tenía muchos meses de nacido, Tom lo encontró, primero vio a Nikki lastimada al final de las escaleras, pero cuando supo que había sido Oliver y que este iba directo hacía Patrick...—se detuvo unos segundos, negando con la cabeza ante el recuerdo—lo iba a matar, directamente tal y como habría hecho Dominic, le rompió una pierna, le hizo tanto daño como puedo y antes de que le terminará de romper la cabeza Niccola se interpuso, lo corrieron de la casa y Tom prohibió la entrada de esta—.
—¿Dónde estaba él el día que Nikki murió?—pregunté para saber que tanto sabía Harrison—.
Las grabaciones de Akemi aseguraban que él había sido encontrado en el perímetro de la propiedad al momento del homicidio.
—Estaba aquí, en esta cabaña, todo este tiempo Oliver se ocultó de la furia de Thomas aquí—dijo girándose levemente para ver la estructura de madera y mi piel se helo—el día que Nikki murió lo encontraron rondando por el perímetro—.
—¿Cómo pudo haber estado oculto aquí tanto tiempo sin que nadie del personal lo reportará?—pregunté sintiéndome insegura—.
¿Cuánto tiempo había estado Oliver oculto en la misma propiedad?
—Antes no era una cabaña para personal, era una casa de suministros y no se usaba mucho, tras la muerte de Nikki Tom la volvió para uso del personal—se rasco el cuello aun con nerviosismo, colocando una de sus manos sobre su rodilla—Tras la muerte de Nikki, sabíamos que se había ido de Londres, pero no que había encontrado a los mellizos...parece ser que se encontró con Sam en el funeral de Harry y Sam fue tras él—.
—¿Sam lo reconoció?—pregunté sintiendo mi cuerpo helado y la cabeza caliente—¿No se dio cuenta que era su tío?—.
—Sí Sam se hubiera dado cuenta de ello, conociéndolo hubiera corrido hacía el lado contrario—aseguro subiendo ambos pies a las escalerillas—a menos que...—comenzó a teorizar—.
Por unos instantes su vista se enfocó en la nieve pensativo y con los ante brazos sobre las rodillas comenzó a morderse el dedo pulgar ligeramente
—¿A menos que qué?—.
—A menos que estuviera desesperado—su voz sonó clara y fuerte, mi cuerpo dio un espasmo aterrado, pegándome más a Harrison que ni siquiera si inmuto—.
—Samantha—le dijo Harrison, alzando la vista para verla, estaba de pie en la base de la cabaña, llevaba un pantalón rasgado en azul marino y una gran cazadora de cuero sobre su camisa de rayas negra a juego con sus botas, había llegado como un fantasma y nos veía curiosa—llegas tarde—.
—¿Estefanía esta aquí?—preguntó la pelirroja, saltando la barandilla de madera para caer de pie en la nieve—¿de verdad es ella?—.
—Sí, esta adentro, lleva encerrada con Tom en el estudio desde hace dos horas—explicó Harrison—.
—¿Cómo esta él?—por primera vez desde el momento en que le conocí Samantha hablaba de Tom sin tono burlón—¿Sigue dentro de sí mismo?—era más como si se encontrará mortificada—.
Esa cosa allí adentro no es Tom...
—No, no me lo pareció—dijo y Samantha metió sus manos a sus bolsillos—no sé que hacer con lo del asunto de Sam—confesó—.
—Espera un segundo—hablo la pelirroja, tomando un cigarrillo de su caja para llevarlo a sus labios—¿le contaste a ella?—se quejó y de su bolsillo trasero sacó un mechero plateado, lo abrió y este encendió una llama al son de un "click"—.
—Esto le concierne tanto a ella como a nosotros Samantha—apeló el rubio y la pelirroja guardo el mechero con brusquedad en el bolsillo de su pantalón—.
—¿Por qué?—preguntó irritada, dándole una calada a su cigarro antes de soltar el humo y parte de la nicotina en un suspiro—.
—Eso no es lo importante ahora—interrumpí para observarlos a ambos—no se lo pueden ocultar a Tom, incluso si la noticia le duele y hace que se enfade hay que decirle—.
—Ya cometí ese error antes cuando le dije que habían asesinado a Harry—habló Harrison cansado—el decírselo no sirve de nada, no hay mucho que pueda hacer, solo lo jodería anímicamente—.
—¿Por qué?—pregunté—.
—Es la ley general de las cosas que no se pueden controlar aun que tu quisieras, imagina esto: te dicen que un familiar o el mismo Tom esta enfermo, una enfermedad horrible y terminal que no tiene cura, puedes pasarte los días lamentándote y llorando pero eso no cambia nada, no puedes hacer nada para evitar que mueran—intentó explicar con toda la paciencia y calma que le quedaban—.
—¿Sam esta vivo?—ignoré al rubio y este suspiro agotado—.
—No sabemos, lo único que fue encontrado fue una de sus camisas—adjunto Harrison—.
—No—repuso Samantha al instante, su cigarro estaba apunto de terminarse—estuve investigando en las líneas de emergencia de la policía—lanzó lo que quedaba de su cigarro al suelo, este quemo la nieve de inmediato para el momento en que la pelirroja se puso de cunclillas para hablar frente a nosotros—se encontró cerca una camioneta pick up a nombre de Julio Ortega que parece ser de ese chico "Jupe", solo que no esta registrada con su nombre aun, hubo varios reportes de disparos a esas horas—.
—¿La policía se involucro?—preguntó el rubio esperanzado y por uno momento sus ojos se iluminaron cuando la pelirroja asintió con la cabeza—Dios...entonces—guardo silencio unos segundos para pensar—eso significa que tal vez los HHP* tuvieron que esconderse, cortar transmisiones y salir del radar—.
—Eso significa que no es un secuestro, solamente están ocultándolos hasta que la policía mexicana deje de meter las narices—dijo Samantha que olía a tabaco y alcohol—.
—Harrison ¿hay alguna forma de que los rastreés sin que la policía se de cuenta—me pusé de pie de inmediato y este me siguió en el acto—.
—A ellos como tal no, pero si se llevaron a Jupe, puedo rastrearlo a él, al menos su teléfono antes de que la policía se de cuenta de que la camioneta es suya y lo empiecen a buscar—dijo emocionada, hasta el punto que se echaría a llorar—si, es una posibilidad—.
—¿Cuánto te tomaría hacer algo así?—pregunte y el bufo como si bromeara—.
—Nada, solo necesito mi computadora y-— alardeo interrumpiéndose así mismo antes de terminar la frase—tiempo—.
La tranquilidad que había recuperado se le escapó tan rápido como llegó, ahora caminaba de un lado a otro dando vueltas.
—Harrison ¿Qué pasa?—pregunté intentando hacer que parará antes del siguiente ataque de pánico—¡Harrison!—.
—No tengo tiempo para rastrear a Jupe, al menos no para seguirle la pista—dijo afligido moviendo sus manos nervioso—.
—¿La recibiste también?—preguntó Samantha jugando con la colilla de su cigarro en la nieve, la enterraba con la punta de sus botas y lo desenterraba con el talón—.
—Sí...me parece irreal—dijo en voz baja observando el juego de Samantha—creo que es una trampa para matarlo—.
—¿Matarlo?—pregunté asustada por la respuesta—.
—Incluso si es una trampa, es lo más cerca que va a estar de encontrarlo—.
¿De que hablaban?
—Díganme que no están hablando de Tom—suplique cabizbaja para cuando Samantha trago saliva—.
—Estamos hablando de Tom y de ti—dijo en una risa y alcé la cabeza por inercia—.
—Llego una misiva ___—dijo Harrison apenado, casi avergonzado por tenerme que dar la noticia—encontraron a Clark en un pueblo a cuatro horas de aquí—.
Mi estomago se encontraba hecho un lio
—No...Clark murió hace tiempo—me negué a creer, mi cuerpo se tambaleo y Harrison me abrazó por la espalda para darme soporte—.
Clark había muerto ¿no?
—No, ___, Clark quemó tu casa y sigue vivo, probablemente es el culpable de la muerte de Lola—Harrison intentaba hacerme entender—.
Lola estaba viva.
—Va a matar a Tom si este va—dije sintiéndome mareada—.
—Lo va a matar a él y a ti eventualmente si no va—dijo con simpleza la pelirroja—como una enfermedad terrible, una enfermedad terminal, un juego de caza nunca va a acabar—sonrió—.
—Basta Samantha—le ordenó Harrison al ver mi estado anímico—tranquila, nada de eso va a pasar, te lo prometo—.
—No prometas Harrison—jugueteo Samantha—.
—Harrison—lo llamé poniendo mis manos sobre las suyas que se encontraban en mi cintura para hacer que se apartará de mí—.
Si quería avanzar tenía que dejar de pensar con el miedo,
tenía que acostumbrarme en el terreno y acostumbrarme a las heridas.
—¿Cuándo se van?—pregunté una vez este me soltó sin quitar su vista preocupada de mi cuerpo—.
—Mañana a las cinco Estefanía, Azura y Tom se reunirán para hablar, tras esto el horario de partida depende de Tom, conociéndolo será casi de inmediato—soltó—.
Quería verlo,
como si una enfermedad terminal le estuviera carcomiendo la piel,
quería abrazarlo y hacerle saber que seguía allí,
que siempre estaría allí.
Quería pedirle al rubio que lo robara por mí, que lo trajera hasta a mí, que lo ocultará conmigo y me lo dejará la noche, sin embargo no dije nada.
Esa noche Matilde durmió con la mentira de un cuento que no fue escrito para ser feliz y yo pase el resto de la noche pensando en él castaño perdido en la gran mansión de arena.
Se había perdido hace mucho tiempo,
todas las versiones de si mismo que creo para protegerse
¿Lo protegían? ¿o se lo comían vivo?
Cuando intento buscar las partes originales, las partes que le hacían ser él
cuando miro al fondo
cuando encontró al vació y el vació lo miro a él,
nunca fue realmente capaz de encontrarse,
e incluso cuando todos hablaban de que había una persona diferente dentro suyo,
cuando la gente lo llamaba monstruo,
¿De verdad lo era?
Todos tuvieron la malicia de hablar un idioma que no comprendían
pero ¿Quién se atrevió a buscar al joven carcomido en los ojos del monstruo?
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