Capítulo 59
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El sueño que se volvió pesadilla
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La casa olía a comida quemada y a cigarrillos usados, me levanté antes de tiempo y corrí directo a la habitación de Rubén.
Mi cuerpo aun estaba frío, pero al menos ya no tenía fiebre.
—Ru, ábreme—pedí nerviosa de pie en el pasillo, a los pocos minutos la puerta blanquecina se abrió, dentro suyo el noruego me vio extrañado y adormilado—.
Alargo una mueca de fastidio y se movió para que pudiera entrar a su habitación que estaba llena de figuras, computadoras y micrófonos que se había traído desde casa. hasta que me moviera.
—¿Qué pasa?—se intentó sacar el sueño del cuerpo estirando su espalda tanto como pudo—¿Te sientes mejor?—me preguntó haciendo referencia a mi fiebre—.
—Sí, estoy mucho mejor—dije honesta viendo como este se acerco a su mesita de noche, tomando una pequeña bolsa de bombones, la cual abrió para sentarse a comer sobre la cama—necesito tu ayuda—.
No recordaba mucho de lo que había pasado en la madrugada, había tenido una especie de sensación rara donde Tom había estado conmigo e incluso me había traído pollo.
—¿Para que soy bueno?—preguntó y me ofreció de sus bombones—no empieces con que es muy temprano para comer dulces—soltó al ver como veía sus golosinas—.
—Lo es—dije y negué con la cabeza—necesito que me prestes tu computadora—.
Rubén se sorprendió ante mi petición, llevaba la memoria entre las ropas y la guardaba como si se tratará del secreto más grande del mundo.
No le había dicho a Tom, ni a Harrison, contemplando como estaba ocurriendo todo el asunto, prefería analizar los detalles por mi misma, antes de decir cualquier cosa.
—Puedes usar la que quieras—dijo cauteloso ante el misterio, colocándose de pie para ir hasta el ordenador, encendiéndolo—esto es tuyo—.
—Gracias—camine hasta estar a su lado—.
Rubén tenía una mano en el ratón y otra extendida a mi dirección—se ve costoso—pronunció dolido con el collar de diamante entre las manos esperando a que lo tomará—Supongo que eso significa que voy perdiendo—.
—Ru, no, ahora no de verdad, no es el momento—me sentía nerviosa—.
Fuera lo que fuera que tuviera Akemi en esta memoria podría tener información valiosa acerca de los Hollands, los traidores o incluso yo misma, nadie más podía saber que yo la tenía y que estaba escondida en el cuarto de Rubén intentando descifrar su contenido.
—Ya esta listo—dijo desanimado dándome acceso a amabas pantallas de su computador—¿Qué es esto?—preguntó quitándome la memoria de las manos, analizándola él mismo antes—.
—Es un secreto, al igual que es un secreto el que yo este aquí ¿me entendiste?—le gruñí nerviosa y él me imito—.
—Esta bien, ahí esta—dijo estresado metiendo la memoria en el puerto USB, para después alzar los brazos con inocencia—iré a dormir, cuando estés de humor me despiertas—tras esto lo ví tirarse boca abajo en la cama, cubriéndose con las cobijas hasta la cabeza—.
Frente a mí, en el monitos, había una serie de documentos y grabaciones de audio que estaban cifradas en códigos, todos y cada uno de ellas llevaban un nombre más raro que el otro, excepto por una grabación: "Archivo 09_Niccola Frost"
Mi piel se erizo al instante, tomé los auriculares de Rubén sintiendo el corazón apunto de estallar en mi pecho, no sin antes girar para confirmar que el castaño estaba dormido nuevamente y como la puerta seguía cerrada antes de reproducir el audio.
—Treinta de Diciembre, Kingston Upon Thames...Soy el oficial Akemi Abe, han pasado siete horas desde que se confirmó la muerte de Niccola Frost de Holland—la grabación sonaba hueca, dañada, era como si la hubieran grabado directamente de una maquina de VHS, las voces apenas eran reconocibles, subí el volumen del ordenador tanto como pude—Niccola murió a las tres con quince minutos ¿Qué tiene que decir usted al respecto?—.
—¿Mi Nikki murió?—alguien le respondió—.
—¿Su Nikki?—preguntó Akemi extrañado—¿Era la señora Holland Frost amiga suya?—.
—Ella era mi hermana—dijo la afligida voz y mi piel se erizo—.
—Era su hermana...—titubeó juguetón Akemi—¿Entonces porque intentó matarla Oliver?—.
¿Nikki había tenido un hermano, que quiso matarla?
—Yo era su hermano—reiteró el hombre afligido—a veces uno tiene que hacer actos de misericordia por los seres a los que ama—.
—¿Usted mató a Niccola Frost?—preguntó Akemi y la grabación sonó hueca, era como si Akemi estuviera esperando una respuesta—¿Cómo explica el hecho de que se le haya encontrado rondando por la propiedad con las ropas llenas de sangre para el momento en el que se encontró el cuerpo?—.
—¡Thomas Stanley Holland, él lo hizo!¡Ese maldito cerdo la mató! ¡No tiene corazón mató a mi Nikki!—gritó el hombre en defensa, desde mi lugar pude escuchar como se retorció en la silla y golpeo la mesa con las manos—.
—Thomas, su sobrino Tom ¿por que un hijo mataría a su madre con tanta crueldad?—.
No, Tom jamas, el no podría haberla matado, él no sería capaz.
No
No
No
—Tengo entendido que usted quiso matar a Niccola cuando esta estaba embarazada de Patrick, también tengo entendido que intentó matar a Sam y a Harry Holland en más de una ocasión—dijo Akemi a la defensiva—.
—¡Estúpido!—escuché la rabia rasguñar la garganta de aquel hombre—.
—¡Usted quiso matarlos y Thomas Stanley Holland lo enfrentó y lo hecho!—.
—¡Eres un estúpido!—volvió a gritar—.
Grito tanto que por un momento pensé que saldría de la pantalla e intentaría matarme.
Me quite los auriculares y estos cayeron al suelo, al igual que la silla y yo misma.
—____ ¡¿Que tienes?!—había caído de rodillas al suelo, con el asma cerrándome la garganta y las emociones agolpándose en mi cerebro—respira, tranquila—Rubén paso del sueño al espanto, intentaba ayudarme a controlar cuando ni yo misma podía—.
Oliver Frost era el hermano de Nikki,
intentó matarla
Tom era el hijo de Nikki
¿la mató?
https://youtu.be/zVof208G-_I
Monterrey, NL
4:00am
—Sam, este sitio no me da confianza—dijo Jupe, poniendo el freno de mano apenas llegamos al lugar, todo estaba empapado por el agua, atreves de las ventanas se podía ver las vías del tren y detrás de estas, el almacén de ladrillo abandonado—.
—A mi nada me da confianza Jupe—dije y guarde las cenizas de Harry en mi mochila—.
—Espera—me tomó del ante brazo antes de que pudiera abrir la puerta, se relamió los labios y miro el almacén que tenía inscrito "Holland-West" en letras grandes—¿Estas seguro de que es seguro? ¿Cuál es el plan de respaldo?—preguntó—.
—No hay plan de respaldo, si algo pasa necesito que te vayas, necesito que cuides de Paddy como si fuera tu hermana en persona, necesito...necesito que estés ahí para él—cada oración que salía de mis labios intentando calmar a Jupe era peor que la anterior—.
Le estaba doblegando mis responsabilidades y preocupaciones, nuevamente lo estaba haciendo, al igual que hice con Tom durante todos estos años, estaba obligando a otros a cargar con el peso que yo no podía.
—Iré contigo—dijo e intento abrir la puerta de su lado—.
—Jupe, no, escúchame—ahora el mismo estaba alterado, lo tome del rostro por las mejillas y lo obligue a verme—Si entras conmigo nos pones en riesgo a los dos, necesito que estés aquí, listo para cualquier cosa—.
—No quiero que vayas solo—replico—.
—Tengo que hacer esto solo—explique a regañadientes—Jupe suspiro y negó con la cabeza—.
Sus ojos se veían más profundos y vacíos,
verlo me recordaba mi mismo,
lo veía y me dolía
—No quiero que esta sea la ultima vez que te vea—escupió mordiéndose el interior de los labios— Quiero otra oportunidad, q-quiero que salgamos, que tengamos una cita, cine, cena y flores—pidió—.
Pase tanto tiempo solo
que cuando alguien quiso caminar a mi lado
me aterré
—Esta bien, haremos todo eso, cine, cena, flores, chocolates, todo lo que quieras—le aseguré sintiéndome menos valiente de cuando había llegado—.
Las manos de Jupe apretaban mis antebrazos impidiéndome huir,
incluso con la poca luz podía ver como él intentaba guardar una imagen de mi rostro,
quería guardar tanto de mí en sí como podía y yo también.
—Debo ir—dije y me doblegue, tomando iniciativa para besarlo—
El beso más triste y sombrío de todos nuestros besos,
para cerrar el telón
otro beso sobre su frente y nariz.
Si todo salía bien, esa sería la ultima vez que vería a Jupe,
la ultima vez que lo involucraría en algo así
Baje de aquella vieja camioneta sintiendo que me dejaba la vida en casa,
la lluvia me mojó al instante,
pequeñas gotas,
grandes miedos tiraban de mí hacía atrás,
sobre el concreto, las flores rompían el camino,
al girar la cabeza podía ver recostadas sobre la ventana las mil una razones por las que debía resignarme a morir en los brazos de quien amó a ir a buscar a por quien moriría,
odiaba el apellido,
nunca nací vencedor.
Llegué al almacén más rápido de lo que me hubiera gustado, el interior se veía oscuro, y la puerta ya estaba entreabierta, esperandome.
Entre dentro con un nudo en el estomago y las piernas temblorosas.
—Sam, te has tomado tu tiempo—su voz me hizo dar un saltó en mi sitio, las luces doradas se encendieron al instante iluminando todo a su paso, había cajas de madera, plástico y sillas de oficina sucias y rotas por doquier—¿Estas listo para volver a tu hermano?—.
Cuerpo delgado, cabello canoso y piel pálida, llevaba puesto un impecable traje negro con una rosa pinta en la solapa, era igual a las rosas que tenía mamá en casa.
—¿Cómo lo hará?—pregunté intentando hacerme pasar por calmado, sin dejar de abrazar mi mochila, el hombre se acerco tranquilo a mí—.
—Tengo mis métodos—dijo y se peino el cabello hacía atrás—Caminemos un poco antes—pidió pasándome de largo para dirigirse a la puerta—.
—Se mojará su elegante traje si sale—le dije con los dedos de las manos entumecidos, el se giro para verme sonriente aun en el umbral de la puerta—.
—No te preocupes por algo como eso, Sam—dijo paternal, tomando su bastón para extender su mano libre hacía mi—Sabes, muchos dirían que eres muy diferente a cuando eras un niño...—hablo cuando caminábamos entre las calles vacías—para mí sigues siendo el mismo niño, te dan miedo las cosas, de no tener que hacerlas, no las harías, sin embargo hete aquí...—me palmeó la espalda y me mostró las encías sonriente—muerto de miedo—.
—¿Qué significa Holland West?—di un vistazo a las vías, la camioneta de Jupe ya no estaba—.
—Eso...eso es algo que te toca a ti descubrir a ti—dijo y por primera vez interrumpió su propia paz, parándose de repente para mirar alrededor—.
—¿Qué pasa?—intenté controlar mis temblores con las manos en mis bolsillos, intentando ver en la oscuridad lo que fuera que sus ojos veían—¿Qué esta pasando?—el no respondió mi pregunta de inmediato, soltó un suspiro y negó con la cabeza fastidiado—.
—Será mejor que nos apresuremos, ya es hora—me tomó del ante brazo caminando por un callejón sin salida, un pequeño espacio de tres paredes de ladrillo con anuncios de bandas, trabajos, comida y religión—.
—¿Ya es hora?—pregunté cuando al fin me soltó, ahora aun que quisiera escapar no podría—.
—Se siente como la mierda—susurró inclinándose para sostenerse de las rodillas—.
Respiraba agitadamente, la lluvia le despeinaba el cabello y hasta cierto punto creí que vomitaría.
—Señor, se encuentra bien—me intenté a acercar a él, apenas fui capaz de poner una de mis manos sobre su espalda—.
Apenas y lo pude tocar cuando este se reincorporó
de su traje saco una Beretta92 9mm,
la dirigió a mi dirección
—¡Sam!—Jupe gritó desde algún sitio—
Y el hombre tiró del gatillo.
Mi hombro se sentía caliente,
mi cuerpo frío,
el mundo había guardado silencio,
la lluvia se intensifico,
Jupe corría hacía a mí, se veía borroso,
detrás suyo un estruendo de balas y lluvia
—Oye, tranquilo, te tengo, te tengo—me abrazo por la espalda y me acostó sobre el suelo con medio cuerpo encima suyo—.
Jupe estaba llorando, había sangre en su sudadera.
—¿Por que me tienes?—dije confundido—.
—¡Oliver Frost!—gritaron delante nuestro, apenas fui capaz de mirar cuando ví como le disparaban a indiscreción aquel viejo hombre—.
Oliver Frost...
—Jupe, estas sangrando—le dije sintiéndome infinitamente cansado—.
—Esta bien Sam, estas bien—chilló y me abrazó con más fuerza—solo quédate tranquilo, no hables—.
—Estas sangrando Jupe—volví a repetir y pude sentir sus labios pegarse a mi frente—.
—¡Ayuda! ¡Ayúdenme por favor!—grito desesperado Jupe—¡Le disparo en el pecho, esta perdiendo sangre!—le dijo a alguien en la distancia—.
Oh,
así que era yo.
Era mi turno
—Jupe, necesito que te calmes—intenté llamar su atención, sin sentir el frío—.
—Sam, por favor...por favor—alguien más le arrebato mi cuerpo, me obligo a acostarme en el suelo y comenzó a arrancarme la camisa—.
—Tiene dos heridas de bala en el hombro y pecho, hay que estabilizarlo—.
Me había ido bien,
había llevado una vida medianamente amena
para tanto infierno,
me preocupe mucho pensando en como sería mi muerte,
sí dolería,
¿Quién estaría ahí?
¿Qué iba a decir?
¿Qué clase de recuerdos iba a traerme la memoria?
—Por favor, sálvenlo, por favor, por favor—le escuché sollozar—.
¿Qué importaba ahora?
—Shhh, no llores, mira que bonito es arriba—sonreí sintiendo mis labios ajenos a mí—mira arriba—le pedí a Jupe—.
El cielo estaba estrellado,
la luna era cobijada por las nubes,
resaltaba las formas y pintaba el mar,
seguía lloviendo, pero el agua ya no me pesaba.
—Jupe—lo llamé sintiendo como alguien intentaba hacer presión sobre mi pecho—¿Crees que esta vez Harry y mamá me dejen entrar?—.
—Sam—soltó otro sollozo y le corto la voz—.
—Quiero bailar con ellos Jupe—.
—Quédate aquí Sam—me dijo alguien más—.
—Sam—me llamó el chico con traje mirando a mi madre, volvió su vista hacía a mi y se agachó hasta quedar frente a mi—es momento de despedirse—.
—Harry—ahí estaba, frente a mí y sonreí—mira Jupe, Harry esta aquí—.
—Aquí no hay nadie Sam—chillo Jupe—.
Él no era capaz de verlo.
—Es momento de despedirse Sam—me dijo Harry—.
—No quiero...— chille con miedo, sentía el dolor en lo mas profundo de mi alma, recorriendo mis tuétanos—.
—Todo va a estar bien—me apretó las manos con fuerza, no tenía elección—.
—Todo va a estar bien, Jupe—le dije e intente acariciar su mejilla, había sangre en mis manos y ensuciaba todo lo que tocaba—.
—Sammy—.
Mamá
Todo era oscuro a excepción de un reflector que colgaba del techo y cuya luz dorada caía sobre una mujer que sostenía un violín y bailaba suavemente conforme el sonido de las notas que producía, su piel era blanca y con una que otra peca, su vestido largo acentuaba su esbelta figura, su sonrisa era latente, sus ojos estaban cerrados sintiendo cada parte de ella vibrante, su cabello rojizo caía en cortina sobre su espalda descubierta en suaves chinos
Mi hermano separó de mi, me sonrió con cariño y se puso de pie, camino hasta ir con mi madre que lo esperaba con una sonrisa y su brazo extendido, allí, donde yo no podía alcanzarlos,
¿Podía?
Tomo a mi madre de la cintura con una mano mientras que con otra sostenía en alto su otra mano, mi madre coloco su fina mano en su hombro y comenzaron a bailar bajo la luz del reflector una pieza de baile suave, sonrientes y tranquilos, sin prisa, sin tiempo encima, mientras los pétalos seguían cayendo sobre sus cabezas, y la luz dorada los bañaba apacible, deseé guardar con toda mi alma este momento, Harry la hizo girar y esta soltó una carcajada
—¡Esta entrando en shock!—alguien grito—.
Harry dejó de bailar con mamá, extendiendo su mano en mi dirección para ayudarme a levantar, me sentía triste por como Jupe lloraba y me abrazaba, pero también estaba feliz de ir con mamá.
Extendí mi mano esperando sentir el tacto de mi hermano,
quería sentir sus manos una vez más,
solo una vez más.
—Sam, te lo suplico, quédate conmigo—Jupe tomó mi mano extendida y la pegó a sus labios, su rostro estaba lleno de sangre—.
La sangre no podría ser lavada por la lluvia,
la muerte nunca le avisó a mamá que vendría,
tampoco me aviso a mí el día que Harry murió,
siempre pensé que tendría que pelear al momento de tenerla enfrente,
que me sentiría inquieto, molesto e incomodo,
pero no,
entre muertos había nacido y esa noche entre sus brazos la muerte me acogio
me llevó a casa.
me mostró mi hogar.
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Gracias por leer, votar y comentar, espero que les haya gustado el capítulo, el Sam ya chupo faros, que triste.
Las amo
Alex <3
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