Capítulo 57


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Las marcas que la fiebre dejó

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"Al menos no se lo guarda, todo eso que lleva ahí es puro dolor y coraje atorado que no ha sacado en años, sus intenciones no son malas, pero hay veces en el que él control se le escapa de las manos"

_____ West Ferrer siempre fue difícil de leer

La mayoría del tiempo su cuerpo estaba desconectado de sus emociones, 

le abandonaban

le huían y le dejaban sola

le hacían segunda al silencio

como un árbol hueco 

la mayoría de las decisiones de su vida fueron tomados al alzar

y al azar su destino se marcó

Leerla era como aprender un nuevo idioma 

nunca era capaz de predecir lo que pasaba por su cabeza, 

al pensar en mí

Hasta ese momento, que le vi a hablar de mí sin darse cuenta y sin querer descubrí 

que no era su héroe

lo veía venir

la capa de príncipe nunca me quedó

de ser parte de una historia sin duda sería el hechicero malvado o el frustrado que prefieren dejar fuera de escena,

no era capaz de comprender por que ella me había dejado el protagónico. 

—Mierda—habían pasado tres horas desde que había decidido esconderme entre las sábanas, obligándome a dormir sin éxito, terminé dando vueltas en la cama que se sentía tan vacía sin ella—.

No quería esto, no para nosotros, saber que estaba tan cerca y a la ves tan lejos era tan torturante como cuando me resigne a perder a mis hermanos.

No quería pretender que podría conciliar el sueño con ella a una pared de distancia pasándola mal,

 siempre dicen que la distancia ayuda a las personas a calmarse

entonces

¿Por que yo estoy aquí enfermo de distancia?

Loco sensatez


Consideraba que yo era más fácil de leer 

incluso cuando ella no era capaz de actuar de la mejor manera

siempre lograba saber que pasaba por mi cabeza

me tenía loco

Intentaba mostrar mi enfado soltando puños a los lados y ella me abrazaba y me besaba la punta de la nariz con su sonrisa burlona 

sin nunca decírselo ella sabía a la perfección que partes de mi cuerpo tocar

dibujaba las cicatrices con sus dedos

le hacía injusticia a la realidad

le robaba el arte.

Camine descalzo hasta la salida de la habitación y titubee unos instantes antes de girar a la derecha, antes de girar hacía su habitación, en el medio de la noche, quería verla, quería asegurarme de que estaba bien, ya no me encontraba tan valiente y hablador, incluso con ella durmiendo me sentía apenado frente suyo.

Tome la manija de la puerta y la gire abriendo la blanca puerta en silencio, para mi sorpresa ya había una silueta a su lado, sentado en una silla con los pies extendidos por el suelo y con la cabeza recostada sobre su puño: Miguel.

—Miguel—lo llamé en voz baja cuando este comenzaba a quedarse dormido, al lado suyo acostada en la cama se encontraba mi Ángel, cubriéndose tanto como podía con las cobijas, sus mejillas estaban rojas y su ceño fruncido, no parecía estarla pasando bien, sobre la mesita de noche habían inyecciones, suero y medicamento que Fere debió haber traído—.

Me acerque aun más rápido como si eso hiciera alguna diferencia, Miguel se sobresalto en su sitio, obligándose a despertarse se restregó la cara con las manos para quitarse el sueño.

—Tom ¿Qué haces aquí?—dijo aun adormilado inclinándose para tapar aun más a ____—.

—No, mejor dime ¿Qué haces tú aquí?—pregunté solo para confirmar, el pelinegro parecía estar haciendo de guardia de ___—.

—Yo me quedé dormido aquí—soltó nervioso—estaba...platicando con ella y se me fue la noción del tiempo—mintió sin éxito—.

Estaba claro

—¿Y todo esto?—pregunté señalando los medicamentos en la mesa de noche y un pequeño recipiente de agua que tenía dentro una franela azul—.

—Ahhh, eso es...—pensó un segundo su respuesta rascándose la cabeza con nerviosismo—Ya sabes...____ tiene el periodo y pues Fere le trajo medicina—se excuso—.

Era evidente que ____ les había pedido tanto a Miguel y a Fere que me mintieran, pero ¿por qué?

—¿Me vas a decir la verdad o te la saco a golpes, Miguel?—Miguel alzó la vista para analizarme y yo levante una ceja para verlo desafiante—.

—Tiene fiebre y su respiración es pausada, creo que tiene que ver por la falta de aire, su garganta esta algo cerrada y le cuesta tomar aire—se rindió al fin, inclinándose para tomar la franela azul sacándola del agua para exprimirla con ambas manos, partes de las gotas cayeron en el suelo—estoy cuidando que su fiebre no suba—paso la tela por la frente de ____, para después dirigirse a sus mejillas y a su cuello—le di de la medicina que te dieron a ti cuando tenías la pierna mala, así que probablemente si despierta va a estar más feliz de lo normal—.

—¿Va a estar bien?—pregunté rodeando la cama para sentarme a su lado, pase mi mano por su cabello y sus mejillas húmedas, su piel por primera vez estaba caliente—.

—Eso espero, todo depende de que la fiebre no aumente—dijo volviéndose a sentar sobre su silla—¿Cómo esta tu hombro?—preguntó con su vista sobre mi cuerpo y mis manos que estaban acariciando a la dormida chica atreves de las cobijas—.

—Bien, nada a lo que no este acostumbrado—ví como Miguel se cruzó de brazos y hecho la cabeza para atrás con los ojos cerrados—¿Tú estas bien?—.

—Estoy molido—soltó—hacía mucho tiempo que no me desvelaba haciendo guardia—dijo refiriéndose a cuidar de alguien más—extraño mi cama—. 

El pelinegro soltó un bostezo y se acurruco en la silla.

—Si lo único que hay que hacer es cuidar de su fiebre ve a dormir, yo la cuido—dije y Miguel abrió los ojos de golpe para verme—.

—Ni creas que no sé que ustedes dos están peleados—me vio atreves de sus gafas en la oscuridad, hizo una mueca y se cruzo de brazos nuevamente, ahora mecía su pie de un lado a otro—se supone que yo no debería dejarte entrar ni dejarte tocarla—ladró señalando mis manos sobre los hombros de ____ y como mi cuerpo estaba tan pegado al suyo—¡Suéltala!—.

Alcé mis brazos en el aire sin cuestionar cuando Miguel me lo ordenó, alejándome del cuerpo adormilado de ___ para que Miguel no se enfadará más.

—Considérate a ti mismo afortunado de que te haya dejado entrar—balbuceo—. 

—No me dejaste entrar, literalmente estabas dormido y yo entre—evidencie al pelinegro y este soltó otro bostezo—ve a dormir, así no puedes cuidarla—.

—No, no hables, vete tu a dormir, yo estudie para esto—aseguró y se acomodo sobre la silla—.

Una hora después Miguel se encontraba roncando con la franela entre las manos, parte de su saliva se le escapaba de la boca y le bajaba por la barbilla.

—Que bueno que no ejerciste—le dije a su cuerpo dormido, inclinándome para quitarle la franela de las manos, me puse de pie y yo mismo la humedecí—.

—Oye, oye ¿Qué crees que estas haciendo?—me grito aun dormido con el ceño fruncido—.

Pase la franela por su frente y por sus mejillas, su expresión seguía mostrando inconformidad.

—Te quedaste dormido, estaba haciendo tu trabajo—dije aun de cunclillas al lado de ___ y Miguel abrió la boca con sorpresa—.

—Estaba al pendiente—se defendió y decidí sentarme en el suelo para poder ver el rostro de ___ de frente—.

—¿Por qué parece que esta teniendo una pesadilla?—pregunté y escuche como Miguel se puso de pie a mi lado—.

—Tiene nauseas desde hace rato, además—se inclino sobre la cama para tocar su nuca—en estos momentos ella esta sintiendo un dolor que va desde el interior de su cerebro, hasta su columna vertebral y sus extremidades—dijo y no pude eludir hacer una mueca de tristeza—estará bien, solo necesita estar calientita y descansar—.

Mangel pareció notar mi malestar, sin ánimos de seguir peleando, tanto como yo, alargó un suspiro y se dio la vuelta para tomar algo de la mesita de noche.

—Toma—dijo y me paso una de las inyecciones ya lista—si su fiebre sube inyéctale esto, es un antibiótico—me dio la jeringa y se tronó el cuello—la dejo a tu completo cuidado, pero si algo le pasa Holland te aseguro que te mato—amenazó y yo sonreí con la jeringa entre las manos—si te pregunta tu me obligaste—.

—Claro...no te preocupes—.

Estoy acostumbrado a que se me culpe de todo.

—Te veo luego, niño bonito—dijo estirándose fuera de la habitación guiándose por la luz de la luna que se colaba por la ventana—Te portas bien—advirtió con la cabeza entre el pasillo y la puerta antes de desaparecer, cerrando tras suyo—.

—¿Por que cuando se trata de ti todo es tan difícil?—pregunté en voz baja dejando la inyección sobre la mesita de noche, pasando la compresa fría sobre su frente—.

—Por que las cosas fáciles te aburren—su voz ronca me sorprendió, me moví por reflejo en el suelo, tirando sin querer agua del recipiente sobre mi pie y el pantalón de mi pijama negro—.

____ estaba despierta con sus ojos profundos puestos en mí, 

me estaba leyendo 

cuando yo jamás supe como leerla 

—¿Estas bien? ¿Cómo te sientes?—pregunté ignorando mis ropas mojadas, poniéndome de rodillas para alcanzar a ver parte de su rostro, con el borde de la cama llegándome más abajo del pecho—.

—Me duele el cuerpo, tengo frío, tengo mucha, hambre y quiero vomitar—se acostó boca arriba en la cama tallándose la cara aun con el ceño fruncido—.

En su rostro era más visible el moretón que había dejado Akemi, el solo verlo me hacía querer volver atrás y golpearlo más fuerte.

____ se estiro sobre la cama, echando la cabeza para atrás con pesadumbres, no se movió de su sitio ni siquiera cuando pase mi dedo pulgar por encima de su moretón.

—¿Te duele?—pregunté sintiéndome una basura—.

—No...oye tranquilo, no fue tu culpa—dijo amorosa tomando mi mano sobre su rostro para apretarla con la suya—estoy bien, no te preocupes—dijo pero yo ya me sentía el nudo en la garganta—.

—No sé como pude permitir que te pusiera un dedo encima—ella se sentó sobre la cama, mientras yo seguía de rodillas en el suelo—.

—Tom—me llamó y yo baje la cabeza avergonzado—.

—Por mi culpa te lastimaron...—proseguí intentando tragarme mis ganas de llorar—.

—Tom escúchame—sus manos intentaban levantarme la barbilla, pero no la deje, no quería encararla—.

—Ahora estas sufriendo...—proseguí—.

Ella se bajó de la cama, empujándome hacía atrás levemente hasta que estuve sentado en el suelo, subiéndose ella misma sobre mi piernas, abrazándome del cuello—cálmate, gracias a ti estoy bien—me susurro a la pata del oído—.

 —Te extrañé—le dije y mis manos se pasearon por su delgada espalda, su cuerpo seguía temblando y ocasionalmente tocía—.

—Yo también—dijo y se separo de mí para verme a la cara—tengo miedo, Miguel me dio medicina pero ¿y si algo le pasa al bebé?—expresó con preocupación con sus manos en mis mejillas—.

—Tranquila, seguiremos las indicaciones de Miguel y mañana iremos con la obstetra  que recomendó el doctor— ella temblaba en mis brazos y yo me moría por saber como quitarle el frío—.

—¿Iremos fuera?—preguntó y tras ello estornudo—.

Me puse de pie con ella en brazos, mi hombro dio un tirón debajo de la gaza cuando la intenté dejar sobre la cama y ella tiro de mí para sentarme a su lado.

—Aquí no hay nada para que te puedan atender—expliqué ayudándole a cubrirse con las cobijas—Probablemente necesita un ecógrafo y esas cosas, nosotros no tenemos nada de eso aquí—.

La ví cubrirse hasta la nariz con las mantas.

—Ya entiendo...—dijo comprensiva abrazándose de las piernas—es lo mejor—.

—Además...será la primera vez que veamos al frijolito—dije y pasamos del llanto a la risa—.

—Me gusta ese apodo para el bebé—dijo aun con su voz ronca, bajando sus pies para poderse descubrir el estomago— pero tengo otro mejor—.

—¿Cuál?—pregunté colocando mi mano sobre su vientre, su piel seguía caliente—.

—Tomatito—dijo y se soltó a reír tanto como la risa y el dolor le dejaron—.

—No le veo la gracia—asegure sin mover mi mano de su vientre—.

—¿Cómo no?— quitó su mano de su piel y se acomodo el pijama antes de sentarse frente mío—mira te explico, tú, eres el papá y te llamas Tom, así que si tu tienes un bebé por ley general ese es Tomatito—explicó como si fuera un niño pequeño y extendió una sonrisa—.

—Creí que habíamos dejado los chistes malos atrás—tome la cobija detrás suyo y la lancé sobre su cabeza para el momento en el que ella comenzó a reír pegándose a mí para esconder su nariz en mi cuello—.

—Me gustas, gruñón—dijo y la escuché respirar en mi cuello, su nariz rozaba mi manzana de Adán—.

—___...acerca de lo que paso hace rato—intenté disculparme, antes de ser interrumpido por un gruñido—.

—Shhh, no hablemos de cosas tristes—pidió estirando su cabeza para dejar besos húmedos sobre mi cuello, mentón y mis mejillas—No hablemos de cosas tristes—repitió—.

 Pero ser algo triste era todo lo que éramos.

—Quiero estar contigo, Tom—aseguro sin dejar de besarme—.

—Yo también quiero estar contigo—aseguré intentando separarme de ella para verla—.

—No, no me entiendes—se quejó volviéndose a subir a mis piernas—.

Oh, no.

—Quiero estar contigo de otra manera—sus labios atacaron a los míos, en un beso desesperado podía sentir como su cuerpo doblegaba al mío para lograr acostarme sobre la cama—no me has tocado desde la vez que estuvimos en el cuarto de arte—se quejó y pude sentir el calor de sus manos meterse dentro de la camiseta para acariciarme el torso deteniéndose en mi estomago—. 

—Creo que ahora no es el mejor momento, Ángel—intenté controlarme pero mis labios me traicionaron soltando un gemido—oye, detente, para—tome sus manos que se dirigían al interior de mi pantalón levantándolas para alejarlas de mi zona—.

—¿No quieres estar conmigo?—preguntó y restregó su cuerpo al mío, ahora estaba seguro que algo más en mi estaba despertando—¿No quieres tocarme?—.

—Claro que quiero—la obligue a acostarse sobre la cama, aun tenía mis manos sobre las suyas, impidiéndole el que me tocará cuando sus piernas rodearon mi cintura, acercándome a ella hasta que mi pelvis rozo su zona—pero no así, estas enferma y esta no eres tu, esto es lo que la medicina hace en ti—.

—¿Y que tiene?—volvió a estornudar con la frente sudorosa por la fiebre—Yo quiero hacerlo y tu también—me obligo a soltarla de las manos, que en su libre albedrío tiraron del borde mi camiseta hacía arriba con la intensión de desnudarme del torso hacía arriba—lo sé por la manera en la que respiras Holland—.

Me tomó del cabello de la nuca y me acerco a su rostro, dejando varios besos sobre mi rostro y mi cuello. Ella sabía exactamente bien que hacía y la poca voluntad de fuerza que tenían, mis manos ya estaban listas para quitarle aquel pijama rojo. 

—No, de verdad, hoy no es momento...necesitas recuperarte—dije pero una de mis manos ya estaba dentro de sus ropas—por favor no me hagas esto—suplique sin fuerzas para pelear—.

La medicina no le dejaba guardar una sola chispa de cordura en ella, tocaba lo que quería, me mordía y me rasguñaba.

—Si no me sueltas y te calmas tendré que irme—sentencié semidesnudo cuando ella intento quitarse de la camisa—de verdad ángel—dije aun más severo cuando esta tiro de su suéter hacía arriba—aun estaba encima suyo, con mi cuerpo entre sus piernas, no estaba muy consiente de donde había lanzado mi camisa—.

—Quítate de encima entonces—dijo molesta y ronca, empujándome fuera de su alcancé para cruzarse de brazos con la almohada en el medio con molestia—Ya van dos que me haces Holland, una en el gimnasio y otra aquí—me regaño—te juro que cuando tu tengas ganas yo no voy a querer para que sepas lo que se siente—.

Parecía una niña pequeña haciendo un puchero, me levanté para encontrar mi camiseta a tres metros de la cama, la quería, la quería con todo, quería desvestirla y dejarle claro cuanto la amaba, quería volver a recorrer cada parte de su cuerpo con mis labios y curarle el frío.

Pero no quería que fuera así, con ella medio consiente, sería lo mismo que si la violara.

—Perdón, solo quiero que los dos estemos consientes de lo que esta pasando—me volví a sentar en la cama frente a ella, que dio un vistazo a las medicinas a su lado y después a sus pies—¿Qué pasa?—.

—Tengo hambre—soltó de repente—.

Ella bajo los efectos de la medicina era más graciosa de lo que me creería. 

—Ángel, son las tres y media de la mañana—dije divertido cuando ella abrazó la almohada afligida—.

—A mi que me importa que sean las tres o las cuatro de la mañana, yo tengo hambre—hizo otro puchero y después sus ojos se enfocaron en mí—¡es tu culpa!—.

—¿Yo que hice?—pregunté—.

—¡Yo no te dije que me embarazarás!—me lanzó la almohada—.

—Tampoco fue como que me hayas dicho que no lo hiciera—dije y estaba seguro que me mataría hasta que el frío la hizo esconderse entre las cobijas otra vez—¿Qué quieres comer?—.

La había extrañado, 

incluso estando en la misma casa, 

en medio de cosas tristes,

ella no se daba cuenta que ella era la que le cambiaba el color a las nubes, 

estaba demasiado ocupada siendo ella para descubrir cuan única era, 

las cosas malas,

las cosas que parecían más grandes que ella, 

las tomaba con las manos

las desaparecía en magia

—¿Puede ser lo que yo quiera?—preguntó esperanzada entre las cobijas—.

—Tu pídelo y te lo traeré, menos nieve o picantes—le dí un par de golpecitos en la cadera sobre las cobijas—.

—Quiero sandía con Nutella y sopa con plátano—comenzó a decir feliz—¡Oh! ¡Quiero pollo Kentucky—con mermelada de fresa!—me golpeo del hombro esperanzada cuando tome la franela del suelo, mojándola con el agua del recipiente para exprimirla y ponerla sobre su frente—.

—Todo eso suena asqueroso—coloqué mi mano sobre sus mejillas, al menos la fiebre estaba bajando—.

—Quiero, por favor—suplicó—.

—No estoy seguro de que este abierto cualquier lugar a esta hora, pero al menos lo intentaré—me sorprendí a mi mismo aceptando su pedido—.

—Ponte un abrigo—dijo feliz y yo hubiera hecho cualquier cosa por mantenerla sonriendo—.

—Cuídate la fiebre en lo que regreso—tomé la orilla de la franela y la deje caer sobre su cara, ella soltó una risa que terminó en estornudo—.

Se hizo ovillo sobre la cama y comenzó a respirar con dificultad.

—¿Estas bien?—me agaché y puse una de mis manos sobre su espalda, ella no habló, algo le dolía y le cerraba la garganta, su respuesta consistió en asentir con la cabeza—No voy a tardar—dije y ella sonrió—.

Otra de las tantas cosas que le salía natural

de todas las personas que conocía, 

ella tenía una manera peculiar de sonreír incluso con las costillas rotas.

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¿Qué les ha estado pareciendo la novela? ¿Les gusta? ¿Ya no les llama la atención? Déjenme saber en sus comentarios ya que ha estado muy pocas respuestas de tiempo hacía acá y si las cosas siguen así me veré en la necesidad de cancelarla y borrar tanto esta temporada como la temporada 1 (Sálvame).

Espero que puedan entenderme.

Muchas gracias 

Alex 

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