Capítulo 55
┏━━━━━━━━━━━━━━━┓
Bondad
┗━━━━━━━━━━━━━━━┛
Al dar las doce el castaño seguía enojado conmigo, aun dentro de su estudio con Harrison cerca suyo intentando calmar su furia, le ví golpearse los muslos desesperado en más de una ocasión.
Lo que no le mataba,
no le hacía precisamente más fuerte,
se mentía dentro suyo,
lo envolvía en la niebla y le impedía la vista
si te acercabas lo suficiente a su pecho no lograbas diferir si su corazón latía o florecía
como aquel que es terco en poesía y en arte muere,
el luto descubre la belleza,
el dolor, la perdida, el estrés, el insomnio y la melancolía
la infinidad de cosas rotas que jamás serían recuperadas
la incapacidad humana para aceptar la perdida
aquello que más te llena es lo que más destruye
y las cosas que más amas son las que más te vuelven loco cuando se extinguen
—¡Ya cálmate por favor Holland!—le grito el chico de cabello dorado a abatido castaño al otro lado del cristal y mis piernas flaquearon—.
Incluso cuando moría de frío,
me quedé,
sentada sobre la escalera de la entrada, intentaba descubrir que terminaría por matarnos antes,
¿Moriríamos amándonos?
¿Moriríamos odiándonos?
ó ¿moriríamos odiando como nos amábamos?
Sí esta era la única vida que universo me concedería a su lado,
me gustaría abrazarlo más y flagelarnos menos.
De tener oportunidad, no quería morir en el camino tras conocido el destino.
Soñaba con robarles a las oportunidades las noches de insomnio que pase
—_____— Fere entró apresurada por la puerta de la entrada haciendo un gran escandalo, llevaba el cabello azabache ligeramente teñido de las puntas de un color azul rey y unos jeans negros que apenas eran diferibles de su gran abrigo azul oscuro—¡Allí estas!—apenas me dio tiempo a levantarme cuando sus ojos me encontraron entre las columnas del barandal de las escaleras—fui a buscarte a la estación de policía y me dijeron que te había ido— me rodeo con sus brazos y pude sentir como sus manos viajaron por mi cabello dejando ligeras caricias y como la nieve de sus ropas caía en mi cuerpo—.
—¿Cómo supiste que estaba en la estación de policía?—pregunté extrañada, separándome de ella, no la había visto, no había hablado con ella desde poco después que Thomas se había ido—.
—James me llamó para contarme, estas helada...—respondió y sus ojos se enfocaron en el pequeño golpe de mi mejilla—¿Quién te ha hecho esto?—preguntó alarmada y por unos instantes sus ojos se posaron en el difuso castaño dentro de la jaula de cristal—.
—No fue Tom Fere, fue un oficial—los ojos de Fere se volvieron a posar en mi, adoptando su ya tan conocida postura maternal me aparto el cabello de la cara y lo colocó tras mi oreja—.
Parecía que quería hacerme más preguntas de las que le podría responder realmente, al final, opto por no hacer ninguna.
—Ven, vamos a darte un baño, después te prepararé algo calientito para que comas—se apresuro en decir tomándome del ante brazo para girarme y tirar de mí escaleras arriba—¿Tienes hambre?—preguntó sin parar de subir los escalones—.
—Sí, mucha...—aseguré, no estaba acostumbrada a comer todo el tiempo, normalmente mis horarios de comida siempre estaban desafeados, pero ahora mi hambre era más voraz y notoria—.
—¿De verdad?—Fere se extraño por unos segundos y después sonrió—Eso es excelente—.
No tenía derecho a enojarme con ella por desaparecer de pronto, durante tanto tiempo ella cuido de mí cuando nadie más quiso hacerlo, tomo un rol que no le correspondía y aguanto batallas que no le tocaban, era completamente normal que ella quisiera tomarse sus descansos lejos de mí.
Era como alejarse del ojo del huracán en vez de correr dentro de él, era sentido común en su máxima expresión.
—Entra, que te prepararé algo de ropa calientita—dijo empujándome directamente al baño, hasta cierto punto preocupada al ver como no dejaba de toser y estornudar—te conseguiré medicina también, creo que te resfriaras...tal vez, tal vez incluso debería avisar para que venga el doctor—.
—Ni se te ocurra Fere, no puedes ir a decirle nada a Tom—dije del otro lado de la puerta esperando que mi voz se escuchará atrás vez del agua cayente—.
—Es por tu bien— se hizo sonar del otro lado—.
—No Fernanda, por favor, no—supliqué y guarde la libreta de cuero y la USB entre mis ropas mojadas—.
¿Por qué no dejaría que un doctor me revisará?
¿No era mi salud y la de mí bebé la que estaba en juego?
¿Por que seguía corriendo del lado contrario a Tom?
¿En algún momento sería capaz de alcanzarle en la pista?
—Si quieres dile a Mangel—espere a que la pelinegra de puntas azuladas pudiera oírme— ¡Pero solo a él!—.
—De acuerdo— dijo y cerré la llave del agua para escucharla salir de la habitación, tras esto volví a abrir el fregadero y pude sentir el agua caliente caer sobre mi cuerpo—.
Tom había pasado tanto tiempo andando solo
que le costaba adaptarse,
lo entendía por que yo había atravesado caminos similares a los que él paso.
Por un lado, él se había quedado solo, sin estarlo, la responsabilidad de su familia cayó sobre sus hombros,
tuvo que caminar hacía delante con la vista fija a lo que pasaba a su espalda.
Por otro lado yo, me había quedado sola, estándolo, la responsabilidad nunca me atrapó pero si lo hizo el desazón, camine hacía atrás con los ojos cerrados sin atreverme a ver hacía delante.
Tal vez, si él hubiera volteado hacía delante,
si hubiera alzado la vista,
tal vez si yo hubiera caminado hacía atrás con los ojos abiertos
me lo habría encontrado y así le hubiera hecho saber,
que no todos los caminos están hechos para solo una persona,
que a veces ...si sobran ganas,
solo basta con mirar al lado, hacer espacio al aliento amigo,
a aquellas piezas rotas que no terminan por encajar,
pero que siguen andando.
—¿Fere?—pregunté aun en el baño con la cabeza en las nubes al escuchar la puerta de la habitación abrirse—¿Fere?—pregunte en voz alta saliendo de la ducha de aquel baño elegante en color blanco de mármol fino—.
No obtuve respuesta del otro lado, así que tome mis ropas mojadas con la libreta y la USB dentro y las abracé contra mi pecho con solo una ligera bata de baño cubriéndome el frío.
—Matilde—su cabellera castaña alcanzaba a verse oculta desde el borde la cama—¿pulga, eres tú?—.
—¿Estas bien?—preguntó sin atreverse a salir de su escondite—ví cuando esos hombres te llevaron—su voz salió triste y cargada de sentimiento—.
—Estoy bien pulga—asegure y Matilde se giro subiéndose a la cama de un salto para abrazarme—Tú bien sabes que nadie puede conmigo—.
—Tom puede—bromeo la castaña sin separarse de mí—.
—Ay no, no me recuerdes a ese cara de zapato, por mí que se vuelva mueble y se empolve diez años y después lo vendan como baratija de segunda mano—separé a Matilde de mí que me vio extrañada aun de pie sobre la cama—.
Llevaba un suéter a rayas de colores y sobre este un vestido de overol que le llegaba a las rodillas.
—¿No me digas que se pelearon otra vez?—preguntó la pequeña cruzándose de brazos— Ustedes los adultos son muy raros, primero se dicen hasta de que se van a morir y después ahí andan babeándose—.
—¡Matilde! No seas grosera—le dí una pequeña nalgada a la infante que no hizo más que reír—.
—Te apuesto lo que quieras a que al rato van a andar despeinando la cotorra—.
—¡Pero que estoy escuchando!— Fere entró por la puerta, llevaba una bandeja de madera en las manos con una clase de sopa con pollo, dos rebanadas de pan con mermelada y un té humeante—que niña tan mal hablada—le recriminó Fere a Matilde, dejando la bandeja sobre la mesita de noche—.
—Ustedes se hacen tontas solitas—Matilde se meció divertida sobre su sitio—yo se lo que ustedes hacen cuando las luces se apagan—tiro del borde de su vestido hacía arriba sin querer—.
Estábamos en la habitación que compartíamos Matilde y yo, por como se veía el asunto con Tom, esta noche dormiríamos separados.
—Matilde se te ven los calzones—le dije yo dejando el montón de ropa en el suelo—.
—A mi se me hace que a ti te voy a lavar la boca con cloro—Fere tomó a la castaña de la cintura y la bajó de la cama— Y te voy a conseguir un buen psicólogo, deja que ____ se vista y ayúdame a buscar a Mangel—.
—Esta con Ru—dijo divertida la niña intentando zafarse del agarre de la niña—es que le partieron su madre hace rato—.
Ru...
Me había olvidado completamente de que él había salido herido intentando protegerme
—Matilde—la llamé cuando esta iba fuera del cuarto con Fere tomándole la mano—¿Ru, esta mejor?—.
—Sí, esta bien yo creo—dijo Matilde sin girarse del todo—ahorita te los traemos, pero ponte ropa—sentenció la niña escapando con Fere detrás—.
—Ya volvemos—Fere colocó el seguro desde dentro y cerro la puerta tras suyo—.
Era extraño volver a estar allí, para ser justos, nunca me había acostumbrado a estar en la casa Holland, era demasiado extravagante, melancólica y nítida para alguien que desbordaba sencibilidad.
Me coloque mis ropas tan rápido como pude, una pijama en color rojo con pequeños dibujitos de cachorros cafés, en el centro una pequeña bolsita tipo cangurera en color blanco, era un conjunto meloso y hasta cierto punto ridículo, sin embargo era la pijama más calientita que tenía y mi cuerpo helado lo agradecía.
Termine por poner la ropa mojada sobre los anaqueles del baño para que se secará, sacando de entre ellas la libreta de cuero y la memoria me agazape con ambas en la cama, no le había dicho a nadie que se las había hurtado a "Akemi", ni siquiera las había ojeado hasta ese entonces.
La libreta y las paginas húmedas comenzaban a arrugarse, no desbordaba la tinta pero era difícil leer, aun más ya que Akemi escribía en una letra cursiva difícil de descifrar, sin embargo había una sección que había sido pegada a la libreta, una serie de relieves que ya había visto antes en las notas de Franco Smith: Braile
Dos hojas enteras de ello desde el inicio de la hoja hasta el final, casi sin respetar la sangría, en un papel más amarillento y maltratado, el papel era idéntico al diario que había conseguido Samantha, aquel que tenía escrito "Holland West" en letras mayúsculas; ni siquiera había notado que le habían arrancado estas paginas.
Mi cabeza garabateo las posibilidades al instante, tal vez estas páginas que Akemi robó contenían más información de lo que se refería Franco, tal vez estas paginas eran el principio y las otras el final.
Pase mis manos por el relieve, no sabía braille, tendría que pedirle ayuda a Fere para poderlas leer y con suerte que no fuera tan malo como me imaginaba.
—____, abre, Mangel esta aquí—Fere tocó la puerta del otro lado y me levanté de golpe como si tuviera un secreto enorme entre las manos—.
—¡Voy!—metí la libreta debajo del colchón de la cama dejando que la misma fuera aprisionada entre el colchón y la base, la memoria USB la escondí entre la funda de mi almohada—voy, voy, voy—sentía mi corazón latir como loco dentro mío, tuve que unir todas mis fuerzas al llegar a la puerta para controlar mi respiración antes de quitar el seguro—.
—¿Estas boba o qué?—Matilde fue la primera en pasar con las mejillas llenas de migas de pan de frambuesa—.
—¿A quien le dices boba, tontita?—Rubén entro justo detrás de ella cuando apenas iba a preguntar quien le había enseñado eso—.
—Ru—me lancé a abrazarlo sin tiempo para enfadarme con él por dejar que Matilde, cuyo vocabulario no es muy fino, aprendiera esas palabras—¿Estas bien?—.
Me separe de él al instante cuando este soltó una mueca de dolor.
—Sí— dijo sonriente, llevaba la mejilla y parte del labio cortado, sobre su ojo izquierdo un moretón era más que evidente—estoy excelente—.
—Mentira, creo que tiene dos costillas rotas y el hombro desafado—Miguel entró haciéndose paso entre el castaño y yo—.
—Matilde ¿Cómo que andas muy grosera no?—Fere entro por la puerta sin su abrigo, solamente con su camisa a cuadros negra, se tomo el cabello con una mano y con la otra tiro de una liga para hacerse una cola de cabello improvisada—.
—¿Quieres guardar silencio Miguel?—el noruego le reclamó enojado con su vista fija en como entro Mangel a la habitación con su maletín de primeros auxilios—.
—¡No te enojes conmigo!—dijo Mangel poniendo su maletín negro sobre la cama—No deje la especialidad hace años para volverme el doctor de horario completo de esta casa—escupió enojado y sacó sus cosas con brusquedad—.
—Miguel...perdón, es mi culpa que tengas que hacer cosas que no te gustan—dije acercándome a él con pena, sus ojos se abrieron al instante al notar su error y sobre su rostro se instaló una expresión de vergüenza y arrepentimiento—.
—No, no lo digo por ti mi niña—se apresuró a explicar con suavidad—acompáñame—me tomó de la mano y me guio con prisa hasta la cama, donde me obligó a sentarme—¡lo digo por ese desgraciado noruego que apenas puede ver por donde camina! ¡Te lo juro ___, me tiene harto!¡Harto!—volvió a atacar a Rubén—Quiero el divorcio—bromeo aun molesto viendo a Rubén de reojo—.
—Tu si que eres imbécil—le replico Rubén—.
—¡Haber ya!— Fere los irrumpió cubriéndose los oídos con las manos para verlos sería—si no se quieren ir ambos por donde vinieron mejor guarden silencio—los regaño y ambos bajaron la cabeza con pena—¿puedes ver si esta bien?—le pidió a Miguel y este asintió tomando su estetoscopio—.
—Voy a necesitar que respires profundamente cuando te lo indique—pidió y pude sentir la frialdad de su estetoscopio incluso sobre mis ropas—ahora...—Matilde estaba en la cama atenta a que pasaba—inhala—Rubén se sentó a mi lado y al instante la pequeña saltó para sentarse en su regazo, el castaño hizo una mueca adolorida sin embargo la dejo seguir sentada en sus piernas—exhala—Mangel enfoco su vista en una especie de termómetro al que le dio unos golpecitos con la esperanza de que sirviera—¿Tienes frio?—preguntó y me indicó que levantará un brazo, metió su mano por entre mis ropas haciéndome cosquillas puso el termómetro en el área de mi axila—.
—¿Ustedes no?—pregunté, Rubén y Matilde negaron al unisonó—.
—¿Neumonía?— preguntó Fere de pie frente mío esperando respuestas por parte del pelinegro—.
—No creo, con suerte será una fiebre y resfriado—teorizo paciente—veamos—volvió a tomar el termómetro entre sus manos, no dijo nada pero su expresión lo delato—¿Te sientes mareada?—.
—Sí, bueno, no sé, me siento más cansada, tengo mucho sueño—.
—Te daremos algo de medicina, cenaras y te iras a dormir—sonrió pero seguía serio—.
—¿Qué pasa Miguel?—preguntó Rubén poniéndose de pie, dejando a Matilde en el suelo que también lo miro expectante—.
—Fere ¿puedes ir a la farmacia?—le pidió a la pelinegra intentando pretender que ahora no tenía al noruego encima suyo—.
—Seguro, solo dime que necesito traer—.
—Te haré una nota—dijo Miguel buscando una pluma y un pedazo de papel por entre sus ropas—.
—¿Qué ocurre?— volvió a preguntar el castaño, las ganas de toser se me agolpaban en la garganta—.
—Tienes que asegurarte de que te den este medicamente, no el genérico—le advirtió a la pelinegra que le veía paciente y atenta a que Miguel terminará de escribir las medicinas—.
—Háganle caso al españolito este—Matilde se puso de pie en el borde de la mesita de noche donde aun seguía la comida humeante que me había traído Fere—.
—Tú estas castigada por mal hablada— la regaño Fere guardando la nota en el bolsillo trasero de sus jeans, pasando de largo a Miguel para bajar a Matilde del mueble—Voy a ir a la farmacia, no tardo ustedes encárguense de que coma algo—tomó a Matilde de los hombros y la obligo a verla—Quiero ese plato bien limpio ¿quedo claro?—.
—Si señora—Matilde hizo un saludo militar seguida por Rubén—.
—Uno de los dos se queda, el otro se va, ___ necesita estar en paz—advirtió Mangel una vez termino de guardar sus cosas—.
—Llévatela a ella—pidio Rubén—.
—Yo vivo aquí, este es mi cuarto—se quejó Matilde—nuestro cuarto—le sacó la lengua a Ru que la vio despectivo—.
—Tu no puedes cuidar a nadie, hormiga, además ¿Cómo que españolito?—comenzó a recriminarle a la niña que se burlaba de él—Soy de Noruega, soy noruego, que haya vivido en España es diferente—apeló—.
—Y ni así te pelan—.
—Oigan—los llame con la voz ronca—.
—Mira quien lo dice—ninguno de los dos me escucho—.
—Lo digo yo larguirucho—Matilde encaró a Rubén con los brazos cruzados—.
—Suficiente, los dos afuera—Miguel perdió la paciencia al ver la pelea sin fin entre ambos castaños, tomo a Matilde de la mano y la obligo a retroceder—Nos vamos todos—.
—Suéltame mendigo Mangos—Matilde peleo por su libertad, Rubén se hecho a reír en la cama—Tu cállate Rupias—Rubén dejo de reírse al instante—.
—Vámonos— canturreo Miguel cargando a la niña entre sus brazos—Rubén, vámonos—.
Miguel esperaba a que Rubén se moviera pero este no parecía querer irse.
—¿Quieres que te deje sola?—preguntó serio ignorando a Miguel—.
—Deja que se quede Rubén un poco más—pedí a Miguel y este asintió con la cabeza llevando a Matilde ofendida en sus hombros—.
—Hora de comer, ya escuchaste a Fere—Ru se inclino se levanto levemente, tomando la sopa de la bandeja, dejando una servilleta sobre su rodilla, tomo la cuchara para darme la sopa—.
—Ru, no hace falta que hagas eso, puedo comer sola—dije pero el ya sostenía la cuchará en alto, acercándola junto con el tazón para que pudiera comer—.
—Anda, déjame consentirte un poco—dijo honesto y finalmente acepte la sopa de pollo—debiste estar muy asustada—.
—Quería disculparme contigo, no debí haber dicho que no me importaba si morías o no—.
Incluso si ganaba la guerra,
realmente no ganaba nada
no hay manera de que alguien atraviese el campo minado sin un solo rasguño
—Hiciste lo que creías correcto en ese momento, esta bien—Volvió a alzar la cuchara con un trozo de zanahoria y carne en esta—si no hubieras hecho lo que hiciste, nos habrían golpeado a todos—.
—¿Estas bien con lo que paso?—pregunté sintiendo la comida caliente bajar por mi estomago—.
Rubén soltó un suspiro y bajo el tazón de sopa para ver al suelo.
—No, esta vez tengo que estar de acuerdo con Tom—expresó—debiste haberte escapado por la ventana o algo cuando los viste entrar, que fueras directo hacía ellos fue muy peligroso—.
—No podía—repetí y sentí el frío golpearme la espalda, erizándome la piel—hacer eso se hubiera sentido como jugar ajedrez con la vida de los demás, no me involucró, pero dejo que les hagan daño y...y yo no puedo hacer eso Rubén, no esta en mí, no puedo solamente pretender que no veo las cosas que pasan delante mío—.
—Lo sé—se acomodó sobre su sitio estirando su espalda mientras hacía una mueca adolorida—.
—Hay muchas cosas que conozco Rubén, también hay cosas que conozco que no conozco y también se que hay muchas cosas que no conozco que no conozco...—tenía frío—cada día intento aprender más...intentó descubrir quien soy antes de intentar cambiarlo—.
Cuando el mundo habla en guerra,
uno debe cuidarse de cambiar la guerra
y no dejar que la guerra lo cambie
┏━━━━━━━━━━━━━━━┓
Marchito
┗━━━━━━━━━━━━━━━┛
—Ya cálmate gruñón, no le paso nada, ella esta bien—dijo Harrison por milésima vez a lo largo de las ultimas dos horas—No hace falta de que te pongas así—.
—Mejor no hables, abogado del diablo—lo volví a ver molesto por milésima vez—.
Odiaba tener las ropas húmedas y frías,
odiaba como Harrison me veía y como James trataba la herida de mi hombro,
odiaba sentir como metía la aguja por mi piel y tiraba para cerrar la herida,
Odiaba el olor a tierra mojada
y odiaba que ____ West tuviera un talento innato para meterse en problemas
—Si me permiten decir—dijo James atento a la herida de mi hombro—creo que ___ manejo la situación de maravilla, gracias a ella no hubo ni una baja—.
—No la defiendas tu también—lo fulmine con la mirada y James tragó saliva ruidosamente—No hubo ninguna baja por ella era la baja—.
—¡Pero no lo fue Tom! todo salió bien y hasta pudiste sacarte a Akemi de encima—aseguro Harrison, levantándose de su silla para poner sus manos sobre mi escritorio y encararme—.
Mis ojos se encontraron con sus azulados ojos, sintiendo la tensión entre nosotros, el rubio opto por volver a sentarse en su silla tranquilo.
—No quiero volver a Akemi cerca, no quiero volver a saber nada de él ¿me oíste Harrison?—exclame a gritos y Harrison asintió en seguida—.
—Claro—susurro para si mismo—.
Del otro lado del estudio, fuera de las puertas de cristal, pude ver una silueta moverse en la sala, camino en nuestra dirección unos segundos y después volvió a caminar hacía atrás con nerviosismo.
—James—lo llamé—.
—Ya casi acabo—no se inmuto en voltear afuera, ni él ni Harrison—solo un poco más—.
—¿Esa no es tu novia?—pregunté y él alzo la vista al instante al igual que Harrison que se giro para verla—.
—Sí, es Fere señor, estaba preocupada por ___ e insistió en venir a verla—dijo con nerviosismo, del otro lado Fere estaba indecisa entre llamar a la puerta o no—.
—No me parece que este buscando a ____—dije y Fere jugó con los botones de su saco azul—.
—Bueno...no lo sé...señor—pronunció James sin saber que pasaba, cortó el hilo con el que me había hecho las puntadas, tomando una gasa para ponerla sobre mi hombro—iré a ver—.
—Harrison, hazla pasar—pedí fastidiado sin dejar que James se moviera, Harrison igual de fastidiado llegó hasta la puerta y la abrió llamando a Fere que cerró los puños con fuerza—.
—Disculpen, no quiero interrumpir su conversación—estaba más nerviosa de lo normal—.
—¿Qué pasa Fere?—Harrison me ganó la pregunta aun estando de lado de la nerviosa chica, cuyos ojos viajaron por mi torso desnudo y mi ceño fruncido—.
—Solo quería hablar con James un momento—dijo sin atreverse a dar un solo paso enfrente—necesito que me des las llaves del auto—intentó decirle a susurros a James—.
—¿Qué? ¿Ya te vas? ¿Por que no me esperas y nos vamos juntos?—James termino de colocar las gasas y enfoco su atención en su novia que parecía suplicar por ayuda—Ya terminé—.
—No, lo que pasa es que necesito ir a un lado, afuera y necesito las llaves—comenzó a explicar torpe—solo voy y vuelvo—.
Había algo extraño en ella...
—Fere—la llame y ella pareció aguantar la respiración—¿Me tienes miedo?—pregunté y sus ojos se abrieron con sorpresa—.
—No, esta fuera de lugar la pregunta—dijo pero la ví retroceder con nerviosismo—.
—Toma las llaves, creo que no le queda mucha gasolina—James metió sus manos en sus bolsillos, sacando de estos las llaves de su march azul para extenderlas en dirección a su novia que se acerco rápidamente con la intención de tomarlas—.
Antes de que pudiera llegar me levante de mi silla, tomando las llaves con mi mano derecha pocos instantes de que ella las alcanzará.
—Tom—Harrison me recrimino cuando de las llaves recorrí mi mano hasta la mano de Fere, sus manos eran tan pequeñas y delgadas, su puño entero cabía en mi palma—¿Qué haces?—.
—¿Por que tanta prisa Fere?—caminé dejando la mesa de largo, acercándome a ella tan peligrosamente que comenzó a caminar hacía atrás por inercia—dicen que has venido a ver a ____ ¿pero ya te vas?—.
—Voy a regresar—dijo y busco ayuda con la mirada entre James y Harrison que veían la escena atónitos—.
—¿A donde vas?—pregunté y ella se relamio los labios—.
—Voy a ir a la tienda—dijo en defensa—.
—¿La tienda? ¿A las doce am?—pregunte sin apartar mi vista de sus ojos que no sabían que mirar para evadirme—Aquí hay de todo, no hace falta que salgas tan noche—
—Es que ocupo ir, es algo de mujeres, no me entenderías—se excuso optando por ver al suelo—.
—¿Cosa de mujeres?—me reí y ella me vio fijamente cuando finalmente la aprisione contra una de las estanterías de libros, sin darle oportunidad de moverse coloque mis brazos aun con las llaves en mi mano sobre ambos lados de su cabeza, mi cuerpo estaba tan pegado al suyo que podía sentir su respiración pegada a mi cuello—.
Acorralarla era como acorralar a un animal indefenso.
—Harrison—intentó pelear James detrás nuestro, siendo detenido por el rubio antes de que siquiera pudiera avanzar—.
—Sabes, hay una diferencia muy grande entre tu amiga y tu...—le dije en la pata del oído y su respiración bajo—su capacidad para mentir es más grande, coordina lo que hace con lo que dice, su cuerpo no la delata, si no que la respalda—me separé lo suficiente de ella para poder verla a la cara—tu no tienes tal don... tu cuerpo te delata... cada parte de ti me deja claro que estas mintiendo—.
—No, eso no es verdad—se apresuró en defenderse—.
—¿Hay algo que haya pasado con___ y estés intentando ocultarme?—le susurré cerca del rostro y ella actuó en defensa, puso sus manos sobre mi estomago e intentó empujarme hacía atrás—.
—¿Cómo te atreves a insinuar algo así? y ¡¿Cómo te atreves a acorralarme así con mi novio detrás y tu novia arriba?! ¡¿Dónde están esos malditos modales británicos?!—volvió a empujarme hacía atrás con las mejillas rojas—.
—¡No están!—di un golpe detrás suyo y Fere bajo la cabeza asustada al instante—¡Estoy harto de que me oculten las cosas! ¡Estoy muy cansado y no toleraré ni una bromita más!—.
—Voy a ir a la farmacia—terminó por decir al fin encarándome—por que las mujeres tenemos un ciclo y este ciclo viene cada mes—.
—¿El periodo?—pregunté y ella asintió enfada—.
—¡Si! ¡Eso mismo!— no me separé de ella y ella continuo hablando—el periodo de ___ comenzó e iba a la farmacia a comprarle compresas y medicina para los cólicos, porque como la pobre vive con animales no pude contar con ninguno—dijo caminando fuera de mi alcance apenas tuvo oportunidad—.
—Espera—la llame antes de que pudiera huir del estudio—dije que esperaras—recupero el miedo y se paro firme en su sitio sin moverse ni un milímetro ni siquiera cuando me pare detrás suyo—llévate el Jeep, tiene el tanque de gasolina lleno y se mueve mejor en la nieve—saque las llaves de mi bolsillo y extendí mi brazo derecho por encima de su hombro esta soltó un espasmo de miedo al pensar que la golpearía—ve—dije y esta tomo las llaves saliendo a toda velocidad fuera del estudio—.
—¿Por que hiciste eso?—me recrimino James molesto—.
—Ve con ella, James— ignoré su pregunta y me gire para verlo, sus ojos verdes estaban puestos en mi y su ceño fruncido, había mucho que quería decirme pero de sus labios no salió una palabra, con una mueca de disgusto salió del estudio para ir detrás de Fere—.
—Cuando ____ se enteré que le hiciste eso a su mejor amiga te va a matar—dijo Harrison cauteloso cuando pase de largo con rapidez, tomando mi camisa arruinada por la sangre y la tierra—¿Qué haces?—preguntó cuando me la puse, abotonando los botones de abajo hacía arriba—¿a donde vas?—.
—A ver a ____—dije dejando las llaves del March sobre la mesa, caminando hacía la salida—.
—Oye, detente, yo creo que por hoy ya fue suficiente de ustedes dos peleando—intentó tomarme del brazo, yo tire del mismo zafándome de su agarre—¡¿Por qué haces esto Thomas?!—pregunto desesperado—.
—Por que yo no sabía que a las mujeres embarazadas les llegaba el periodo—encare al rubio y este guardo silencio—iré a ver como esta—.
—Por algo te lo ocultaron Tom—me llamo aun en el estudio pero yo ya iba escaleras arriba—Si no calmas todas esas inseguridades terminarás por perderla—dijo a gritos en la planta baja—.
No mentía
mis ganas por proteger aquello que me importaban eran tan intensas que desmoronaban lo que tocaban
me había enfocado tanto en proteger a mamá y a Harry
que les terminé fallando
la vida se me desmoronaba en las manos y yo seguía haciendo presión para mantener las piezas juntas,
era tan inútil,
como intentar reunir la arena entre las manos,
se escapaba como arena y era difícil de conseguir.
—¿Tom se molestó mucho contigo?—me detuve en seco en el umbral de la puerta al escuchar la voz de Rubén del otro lado—.
—Esta furioso—dijo ella, su voz sonaba ronca y mormada—probablemente le sigue gritando al pobre de Harrison por mi culpa—.
—Le hacen falta unas clases para que pueda controlar su ira—bromeo al castaño y yo no me atreví a salir de mi lugar—.
—No, tiene todas las razones para estar enfadado...—me defendió— perdió a su familia, a sus amigos, sus sueños, le arrebataron todo, lo dejaron roto de vida Ru...tiene todo el derecho de estar enojado con la vida y dar todas las patadas y golpes que quiera—.
—Eso no le va a regresar nada—dijo él—.
—Pero al menos no se lo guarda, todo eso que lleva ahí es puro dolor y coraje atorado que no ha sacado en años, sus intenciones no son malas, pero hay veces en el que él control se le escapa de las manos—desde el otro lado de la puerta no pude notar si ___ sorbía su nariz porque estaba resfriada, o porque estaba llorando—.
La había hecho llorar el mismo día que jure jamás hacerlo
—Al final pierdes tu, como ahora, se enojó contigo en vez de venir a ver que no te haya dado pulmonía—dijo claro Doblas y me quise golpear al darme cuenta de toda la razón que tenía—.
—Ese es el destino de él y mío...no importa lo que haga o no, Tom siempre se enoja conmigo—.
Le escuche alargar un suspiro
y la determinación se me fue de los hombros,
sin abrir la puerta
indispuesto a comenzar otra batalla
con los ánimos por los suelos y los parpados pesados
camine
del lado contrario a ella
¿En algún momento sería capaz de alcanzarle en la pista?
_____________________________________________________________________
Muchas gracias por haber leído hasta aquí, me tomó un tiempo acabarlo pero finalmente esta listo, espero que este capítulo sea de su agrado.
Gracias por leer y comentar <3
LINK AL GRUPO DE WHATSAPP
https://chat.whatsapp.com/BjM4JuLv6geBL3242ze2WO
Si no les deja entrar por favor mándenme mensaje para pasarles el link personalmente.
Hasta pronto.
—Alex 💀
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top