Capítulo 53
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La ley del más fuerte: la oveja que cazó al lobo
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—No—Rubén adjuntó al instante intentando golpear a los hombres del oficial—déjenla, ella no puede salir de la casa—dijo y se veía mareado—.
—¿Por qué no?—preguntó intrigado el hombre y Rubén guardó silencio, cayó sobre sus rodillas y alzó la mirada para encontrarse con la mía—.
—Porque hay gente afuera intentando matarla...—pensó Rubén—.
Porqué no era más que un cordero
sabía mi destino y jugaba con el final
sabía el final del libro
y me quedaba a tantear las páginas rotas y viejas por una respuesta
quería encontrar la clausula
para explicarle al lobo porque mi vida era valida
¿Qué me hacía especial?
Quería hacerle creer las mentiras que no me trague en años
—Tiene ansiedad social, le causa pavor salir— intentó defenderme el Noruego—no se la lleven—intentó volver a pelear, sin fuerzas, fue cuestión de segundos para que estuviera otra vez en el suelo—por favor...—.
—Usted dice ser oficial...—comencé a hablar con lo que no se podía ver, pero alcanzaba a percibir—pero no lleva uniforme...—en ese momento el hombre de rasgos asiáticos dejo de moverse en dirección a Rubén para encararme—tampoco lleva una placa, ni una orden—.
El cielo estaba listo para romper a llorar
cuando el hombre sonrió
—Usted no es quien para hacer preguntas, señorita West—mantuvo su sonrisa y camino dentro de la casa mirando emocionado cada detalle, parándose justo al lado de Rubén para enfocar su vista en él—estoy en un asunto importante, no les habría hecho nada de no ser por este estúpido que quiso intervenir con nosotros—exclamó y le soltó una patada en el pecho—.
Rubén mantenía los ojos apretados y el ceño fruncido
era tan bueno para aguantar el dolor como yo
No se daba cuenta que para sobrevivir como oveja hay que vestir la piel del lobo
aun que no te quede
—Usted no es nadie para amedrentar una vida—expuse—.
—____, cállate— pidió Rubén jadeante—no lo empeores—.
Empeorar las cosas siempre fue mi especialidad
—¿Usted de verdad es quien dice ser? ¿O juega a ser policía?—lo miré amenazante y él aun al lado de Rubén fingió analizar la pregunta para después inclinarse tomando al noruego del cabello y tirando de él hacía atrás—.
—Usted no parece comprender en el asunto que esta metida— dio otro tirón y de la nariz de Rubén comenzó a brotar aun más sangre—¿Acaso no le importan sus seres queridos?— levantó su arma y la colocó en el mentón del castaño desde abajo dejando claro que sí quería podría volarle quijada, la nariz y la frente—.
Haz algo
Haz algo
Haz algo
—Usted puede matar a quien le venga en gana, mátelo a él...no me importa—exclamé y Rubén suspiro—puede hacerlo si se quiere hundir usted mismo—me acerqué con cuidado a ambos, el hombre espero que siguiera hablando e hizo una seña a sus hombres para que se detuvieran cuando intentaron frenarme—este chico es Rubén Doblas Gundersen, es la persona más famosa con la que cuenta España, tiene millones y millones de seguidores—me puse de cunclillas y tomé el mango del arma del hombre que no aparto su vista de mí—.
Cautivo
el sentimiento de someter
jugar con la mente de la gente
perder el corazón en el juego
la piel de lobo es áspera
pesada y dura sobre la espalda de la oveja
—Si lo mata, es como si cavará su tumba...y la de su esposa—sus ojos se abrieron con asombro y miedo, retrocedió en su sitio soltando a Rubén que cayó de bruces entre mis piernas y el suelo—.
—¿Cómo sabes que estoy casado?—preguntó en un intento de regular su respiración, le sonreí amistosa y sin decir una palabra señale el anular de mi mano izquierda—tiene que acompañarme—.
—No...escúcheme por favor—se quejó Rubén suplicante, recargando sus manos sobre el suelo para intentar pararse logrando solamente gatear sobre el suelo—.
¿Qué tanto lo habían golpeado?
—Ella corre peligro allá fuera—adjuntó captando la atención del irritado hombre—.
—Rubén, no empieces con eso otra vez—en algún lugar de la casa estaban Miguel y Matilde, no podía permitir que aquel sujeto y sus hombres hirieran a ninguno de ellos—.
No había podido proteger a Rubén
pero no tenía la intención de sentarme en el protagónico
para narrar la historia desde el palco
—Vamos, si usted es quien dice ser yo no tengo porque sentir miedo—los ojos de Rubén se abrieron de par en par cuando extendí mis brazos para que pudieran ponerme las esposas—.
—¿Qué estas haciendo?—me recriminó Rubén preocupado, se sostuvo con un brazo de la pata del sillón mientras que apoyo el otro en sus costillas—.
Para el "oficial" Rubén no era más que un tope en su camino al cual ignoro, sacando sus esposas para ponerlas sobre mis muñecas.
—¡Hey! ¡hey!—el castaño intentó luchar una ultima vez, siendo detenido a mitad de camino por un chico regordete y alto con cabello rojo y otro más con tatuajes en el cuello que lo jalaron hacía atrás, metiéndole el pie para que cayera al suelo nuevamente—.
—Cálmate antes de que acabe contigo—amenazó el líder y después se giró en mi dirección, empujando para que saliera de la casa—.
La lluvia caía fría y descubría la inocencia, siendo escoltada aquel grupo de hombres de ropas negras y chalecos antibalas, desde mi sitio pude ver como uno extendió la mano esperando que esta quedará mojada con la lluvia, paso una mano por sus nudillos y el agua se tintó
Se lavó la sangre en el agua que caía del cielo
se puso de pie entre los cuerpos vacíos y llamó a Dios
pidió perdón con los brazos cruzados y lo llamo "piedad"
—Entra—el hombre me tomó de la cabeza y me metió bruscamente dentro de su camioneta blindada, en el asiento del copiloto—.
—¿A que debo el honor de estar sentada aquí?—pregunté una vez que el hombre subió del lado del conductor con sus compañeros en dos camionetas tras nosotros—.
—Por que les hará pensar dos veces antes de disparar—me tomó de las mejillas con su mano libre y me forzó a acercarme al tablero—eso, muestrales tu carita—soltó una risa conforme nos acercábamos al gran portón negro—.
A la distancia ya podía ver a los hombres de Tom parados a los alrededores con sus armas listas para abrir fuego.
—Acércate un poco más, cielo—movió el descansabrazos de su x-trail, tomándome con brusquedad de la cintura jalándome en su dirección hasta que casi estuve encima suyo, entre el espacio del volante, su estomago y su pelvis—.
Las ganas de vomitar se intensificaron cuando me rodeo con su mano hasta el punto de tocarme los pechos.
—¡Piensen bien antes de descargar esas armas!—gritó por la puerta de la ventana, cuando llegamos al portón, donde se detuvo—.
Las primeras balas chocaron contra el cofre del auto, el hombre sujeto dio un salto en su sitio y se recorrió en su asiento protegiéndose a si mismo con mi cuerpo—.
—¡Alto! ¡Cesen el fuego!— ordenó y reconocí su voz—_____...—.
James
—Abre esa portón maldito puerco—ordenó cuando vio como James se acercaba a nosotros sorprendido, aprovechando la oportunidad para sacar nuevamente su arma, poniéndola en mi cabeza—hazlo o esto se pondrá feo—ordenó y James paso sus ojos de mi cuerpo al suyo sin saber que hacer—empezaré con ella, espero que no te moleste—dijo y pegó el cañón a mi oído, sus manos me apretaron contra su cuerpo—.
Quería vomitar
—Abran el portón—dijo James atreves de la radio que llevaba en su hombro—.
Una versión que nunca vi en él, sus ojos se enfocaron con rabia en el hombre que se burlaba de él mientras me llevaba esposada en sus piernas, no apartó su vista amenazante de él, ni siquiera cuando se quedó atrás.
—Quite sus manos de encima mío—lo golpeé en la cara saltando al asiento de copiloto, donde me tuve que recargar en el tablero para controlar el asco—No vuelva a tocarme o le juro que no vivirá para contarla—amenacé—.
—No me hagas reír, un insecto como tú nunca podrá someterme—soltó una risa y guardando su arma se enfoco en el camino—de verdad que las mujeres son un dolor en el trasero—dijo y sacó una radio de su chaleco antibalas— asegúrense que no nos sigan—dijo por el radio—.
—¿Seguirlo?—me burlé y recargue la cabeza en el respaldo del asiento—¿Usted de verdad cree que se ha llevado a alguien importante?—solté una risa y él me vio extrañado—.
—Por como reaccionaron todos parece que sí eres importante—aseguro manejando con rapidez—.
—Una mierda— solté una carcajada y me removí en el asiento para encararlo—.
—No juegues conmigo, tu eres alguien importante para él—dijo un tanto nervioso—.
—¿Él?—sabía bien a quien se refería—.
—Para Thomas Stanley Holland—dijo y yo fingí sorpresa exagerada—.
—¡¿De verdad?! Me voy a sonrojar ¿él se lo dijo?—sus ojos intentaban analizar cada parte de mí para intentar saber si mentía o no—.
Mi vida entera era una mentira
me habían mentido tanto
había inventado tanto
que donde quiera que se mirará podría crear una realidad hecha de falsedad
—Guarda silencio—ordenó nervioso—.
—Importante para él...no sabía que él se preocupaba tanto por sus empleados—dije con seguridad y el freno de golpe su auto haciendo que por poco me golpeara la cabeza—.
—¿Qué?—preguntó sin voz—pero si tu eres...—.
—Nadie, no soy nadie, soy la ayudante—sonreí y suspiro para volver a poner el vehículo en marcha—no soy importante para Thomas Stanley Holland—.
—Guarda silencio hasta tu declaración—pidió severo y yo guardé silencio—.
Se cree que parte del éxito en engañar en la gente es mentirles y ser insistentes con la mentira, es no darles tiempo para pensar ni procesar la información dada.
Eso sirve
poco
Lo cierto es que nada se compara con una mentira solida,
dar información solida y fingir que no estas interesado en que te crean
darles tiempo para que piensen la mentira
para que ellos solos se cuestionen,
pierdan la cabeza
duden de lo que tenían claro
—No te muevas—mi estrategia estaba funcionando, nervioso, decepcionado y mal humorado—.
Una vez llegada a la estación policiaca se bajo cerrando la puerta con fuerza, sin importarle la lluvia que caía cantaros y mojaba en segundos.
—Ven aquí—abrió la puerta de mi lado y tiró de mi brazo obligándome a bajar—Dean—llamó al chico que bajo de la otra camioneta detrás nuestro—llévala adentro cuando quieras—.
Dijo sonriente y después se fue, Dean era el muchacho joven y alto, que llevaba el cuello y los brazos cubiertos de tatuajes, llevaba el cabello tan negro como la tinta de sus tatuajes.
—Te recomiendo que digas la verdad—estaba parado frente a mí, se sacó el chaleco y se puso un gran abrigo que lo cubrió de la nieve y el agua mientras me veía empaparme y como temblaba—Dime que dirás la verdad y te meteré—.
Guarde silenció sintiendo mis dedos entumecerse y mi incapacidad de dejar de temblar.
—Di algo—ladró acercándose para empujarme del hombro—.
Las ovejas son las más vulnerables,
pero también son en las que más confían
—T-tengo mucho miedo—me lancé para abrazar a Dean, era mucho más alto que yo, mi cabeza le llegaba a los pectorales y aunque no tuviera las esposas apenas podría rodearlo de lo ancho que era su torso—No se qué esta pasando, yo solo quiero ayudarl-os a ustedes, pero solo me apuntan con sus armas—me obligue a llorar y pude sentir como el pelinegro sorprendido y enternecido me rodeo con sus brazos en un abrazo—.
¿Quién dudaría de la oveja al lado?
teniendo al lobo de frente.
—Hey...pequeña, no llores...—suspiro pasando sus manos por mis omoplatos—¡Ay! te hemos asustado tanto— sonó arrepentido— discúlpanos y disculpa al jefe, no te preocupes, te vamos a proteger—.
Nadie puede protegerme
—Si quieren saber algo solo necesitan preguntarme...no tengo intención de mentirles—aseguré sintiendo como las manos de Dean viajaron por mi cabello húmedo—.
—Ven, hay que entrar, antes de que te dé una pulmonía—paso sus manos por mis hombros y yo hice pasar las gotas de lluvia por más lagrimas—.
La estación de policía estaba en el centro de Kingston, con un gran estacionamiento enfrente, la entrada del edificio de cuatro pisos era gris y estaba cubierto de ventanas y volantes, dentro del lugar todo era blanco o verde menta, habían plantas medio muertas, muertas y cactus en el escritorio de las recepcionistas.
—¡Dean!—Una recepcionista del otro lado sonrió emocionada al verlo, levantándose de su silla, su cabello era rubio y sus labios rojos—.
Sus labios rojos dejaron de sonreír cuando me vieron abrazada al pelinegro.
No te preocupes rubia, yo ya tengo a un castaño esperándome en casa.
Dean me guío por un pasillo estrecho con sus manos en mis hombros—por aquí—dijo y me hizo entrar en una sala diminuta con paredes grises y una mesa de metal en el medio con dos sillas encontradas, en medio de la mesa una laptop gris encendida al lado de esta una memoria USB verde limón descansaba sobre una pequeña libreta de cuero negro.
—Señorita West, parece ser que la lluvia y el frío le han refrescado las ideas...me imagino que ya se encuentra lista para hablar—dijo aquel hombre cuyo nombre desconocía entrando detrás de Dean—.
—Ella esta dispuesta a colaborar—aseguró el pelinegro y movió la silla para que pudiera sentarme—¿verdad?—.
Idiota
—Si, nunca estuve en contra, a mi tanto como ustedes me interesa saber quien asesino a Dolores—mi cuerpo estaba empapado y frío, mis piernas temblaban debajo de la mesa—.
—¿Qué es lo que ha estado haciendo Thomas Stanley Holland últimamente?—preguntó sentándose en la silla frente a mí, se había cambiado la ropa por un suéter negro en color café oscuro y unos pantalones negros—.
—No lo sé—mentí—.
En los últimos meses Tom había viajado a diferentes partes del mundo para exportar y acomodar en el mercado una nueva droga que sus científicos habían sacado.
—Como le mencione antes, solo trabajo ahí como ayudante de la ama de llaves y del jardinero, es un hombre que tiene problemas lumbares, me encargó de las tareas que su mala salud le impiden hacer—el oficial me miro despectivo analizando mis movimientos—.
—¿Así? —enarco una ceja—Y si es se supone que trabaja en el jardín y con tierra ¿Qué es lo que hacía dentro de la casa?—presiono—.
—Como puede que no me haya escuchado soy ayudante de la ama de llaves y del jardinero, en ese momento y con toda esa nieve haya fuera no se puede hacer mucho, por lo que estaba dentro de la casa limpiando el estudio—.
Dean camino a una de las paredes grises que tenía un cristal reflejante, seguramente detrás de este alguien escuchaba la conversación.
—Esa no me parece la ropa que llevaría alguien que limpia...—sus ojos pasaron por mis jeans negros, deteniéndose en mi suéter verde a rayas—.
—Los que trabajamos en el campo no usamos uniforme, sería un desperdicio—repuse, él resopló y se recostó en la silla cruzándose de brazos—.
—¿Dónde esta Holland ahora?—cuestiono y yo me encogí de hombros—¿A esto le llamas cooperar?—le reclamó a Dean que bajo la cabeza apenado—.
—Señor como parte del personal se pide no interferir en asuntos personales, no hacemos nuestros trabajos cuando él esta presente porque no queremos molestarlo, limpiamos, cocinamos y nos esfumamos rápidamente—me justifique sintiendo como mi garganta se cerraba por el frio—.
—¿Alguna vez ha hablado con él en persona?—preguntó—.
—No, no he tenido la oportunidad—.
Un silencio se instaló en la sala, nadie se atrevió a hablar por un largo rato.
—¿Entonces no sabe nada él?—volvió a cuestionar—¿esta segura que usted no tiene ningún peso en la vida de Holland?— se inclinó sobre la mesa hasta tener su rostro pegado al mío—.
No dije nada, había estado contestado las preguntas incorrectas, era el momento de cambiar el juego.
—Creí que esto se trataba de Dolores...creí que querían encontrar a su asesino— susurré sin embargo él me escucho puesto que se levantó de su silla y le indico a su ayudante tatuado que se retirará y nos dejará solos—hace años asaltaron la cafetería, robaron todo, cuando Dolores habló con la policía, sé que hace años cuando mi familia murió ella vino aquí a exigir ayuda...ustedes nunca le prestaron atención—el hombre de rasgos asiáticos camino a mi alrededor, lentamente—.
Me rondaba como si estuviera analizando a su presa,
como si no quisiera perder a la liebre de su vista.
—Ustedes no le prestan atención a las personas como nosotras, ustedes no están interesados en encontrar al asesino de Lola, ustedes buscan una excusa para fastidiar a Thomas Stanley Holland—tras mi declaración, él hombre tiro de mi silla hacía atrás hasta que se pudo poner frente a mí—¿por que estaría el jefe de narcóticos investigando el asesinato de alguien?—.
Expuesto y con el corazón a mil, apenas termine de hablar cuando me dio un puñetazo en el rostro.
—Tu no sabes nada niña—aseguro y se rasco la cabeza exasperado—.
—¿Qué es lo que usted sabe? ¿Qué lo diferencia de ser un despistado?—provoqué alzando la cabeza para verlo a los ojos—.
—Sé que trabajabas como animal todo el día y que tu casa fue destruida y que tras eso nunca más se te volvió a ver por las calles—atacó moviendo la silla con brusquedad esperando asustarme—.
Obligue a mi cuerpo a no mover ni un musculo.
—Sé que tus padres están muertos y que estabas presente el día de la muerte de tu querida tía Lola, con quien mantenías una relación difícil—parte de su saliva salió disipada de sus labios—.
—Lola me odiaba, ella me culpaba por haber hecho que papá manejara rápido, para ella yo era la culpable de todo, para mí era mi familia y quien me dio una oportunidad aun que fuera a regañadientes—podía sentir como mis fosas nasales se cerraban, estaba claro que enfermaría ese día—Si fui a verla fue porque estaba preocupada y asustada—.
—¿No la habrá matado Holland?—.
¿Qué?
—¿Por qué lo dice?—pregunté por mera curiosidad—.
—Por que él tiene una manera extraña de actuar, de conseguir las cosas que quiere y cuando las quiera, es tan listo...usted no debería confiar en él—.
—Pero no recuerdo haber visto a Holland en el hospital ese día—.
Ese día Tom estaba en casa, noqueado por el medicamento...
—Tengo entendido que estaba herido y fuera de mapa, le lastimaron una pierna, creo—dijo y mi pulso se acelero—.
Él sabía...
—¿Cómo pudo haber hecho algo así? Si estaba herido— indague—.
—Lo he visto recibir impactos de balas y seguir corriendo señorita West, ese hombre es un animal y cuando quiere algo lo consigue aun que tenga que jugar con todos a su alrededor— describió pero yo solo recordaba al Tom que me cuidaba, él que se preocupaba si ya había comido, si había tomado mis medicinas, él que me obligaba a bañarme y se emocionaba al saber que sería padre—.
—No creo que realmente nadie tuviera un motivo para matar a Lola—fingí estar afligida, pero realmente tras saber que Lola visitaba a Franco Smith, ya no podía estar tan segura—.
—¿Sabe por que la trajimos aquí?— preguntó de pie viéndome fijamente—Nos informaron que la amante de Tom Holland llevaba un collar de diamantes—.
El collar de diamante tintado que me dio Tom en Navidad
¿Qué?
¿Quién se lo había dicho?
—De tener un collar de diamante ya lo habría vendido y me hubiera comprado una casa— aseguré pero mi declaración lo hizo enfadar—.
Me tomó del cuello del suéter con fuerza rompiéndolo de la parte de arriba dejándome con una empapada camiseta interior que apenas se desgarró un poco del principio.
—¡Suélteme!—le di una patada en la entrepierna y este cayó al suelo, desde allí busco el collar en mi cuello—.
—¡¿Dónde esta el collar?!—gritó desconcertado—.
Ese mismo día, cuando salí del estudió, envolví el collar en una nota con aquella página del libro arrancada y se la dí a Rubén
"Llama a Tom, dile que quien me lleva es el jefe de narcóticos de la sede en Londres"
—Ya es hora—dije poniéndome de pie el hombre seguía desconcertado y adolorido en el suelo, sus ojos se abrieron aun más cuando saqué de entre mis manos las llaves de las esposas que le había robado a Dean—.
—Maldita zorra—me insultó con intención, poniéndose de pie para rodear mi cuello con sus manos hasta que me pegó a la pared—¿es hora de que?—.
—Tengo que irme, ya no puedo jugar más, voy a enfermar si no me cambio...—hizo más presión en mi cuello—.
—Dijiste que no eras nadie, estas sola en este mundo, si te mato ahora puedo pasar tu cuerpo con facilidad a la morgue, nadie se dará cuenta que faltas en el mundo—.
Tenía razón
—Usted tiene razón—dije apenas con voz—pero en este mundo sin rostros, todos somos nadie—lo vi fruncir el cejo, respirando nervioso—.
Tras suyo la puerta se abrió del golpe.
Una placa colgando del cuello, ropas negras y cabello rojizo: Samantha
Detrás suyo Tom entró hecho furia con las ropas tan empapadas como las mías, su expresión se descompuso cuando me vio con la marca del puñetazo en la cara, por poco semi-desnuda, con las ropas empapadas y con las manos de aquel hombre sobre mi cuello.
No dijo nada, no hubo tiempo él Tom se abalanzó contra suyo y fue cuestión de segundos para que lo tuviera en el suelo, fue cuestión para que los nudillos de Tom se llenaran de la sangre de aquel tipo que no sabía como bloquear cada golpe, no era una pelea justa, el castaño lo estaba moliendo a golpes, la pelea que le había visto sostener con Rubén no era nada comparada con esta.
Samantha no hizo nada, solo se recargo en la pared con los brazos cruzados.
—¡¿Como te atreviste a ponerle las manos encima?!—Holland lo tomó de las solapas de su ensangrentado suéter, levantándolo para obligarlo a verlo—Una cosa son los problemas que tenemos tu y yo—tomó su cabeza y la azotó contra el suelo—¡A ella déjala fuera de estas mierdas!—la sangre ensucio el piso y yo quise vomitar nuevamente—.
—Tom, vámonos— intenté colocar mi mano sobre su espalda, sangre bajaba desde su hombro hasta la parte de su espalda—.
Alguien había herido a Tom y ahora sangraba...
—Escúchame pedazo de imbécil—Tom me ignoró, golpeo la cara del asiático que apenas pudo abrir los ojos—¿Te crees él único con derecho a husmear en la vida de la gente?—su hombro sangraba— Vuelve a poner una mano sobre ella y la próxima vez que veas a tu quería Annie será en pedazos—.
—¿Cómo sabes su nombre?—preguntó asustado y Tom sonrió—.
—Sé todo de ti, se que estas casado con una Ann, se que tienes dos hijas Annie y Sephora, con ocho y dieciséis años—la sonrisa del castaño se amplio al ver como el hombre se asustaba—Sé que Annie esta en ballet ahora y que sale a las diez, también se que Sephora sale de sus practicas de futbol y siempre toma de atajo aquella calle oscura—.
—No te metas con mi familia—balbuceo—.
—Tú no te metas con la mía—puntualizó Tom y le dio un ultimo puñetazo noqueándolo—.
Quería vomitar
—Contigo hablaré más tarde—fue la primera vez que lo ví amenazar a Samantha que ni se inmuto, sentí un escalofrió cuando me miro con esa expresión dura—vámonos—.
—Estas con la gente incorrecta Thomas—él hombre seguía en el suelo, pero intentaba hablar—¡___ West es la reina de las mentiras! ¡La bruja maldita de la discordia! ¡Tal y como lo fue tu madre!—Tom giró en seco dispuesto a volver a violentar al hombre que se recorrió aterrado—.
—¡Ya, por favor! ¡Vámonos!—lo abracé impidiéndole el paso, su ropa estaba mojada pero su piel caliente, mis manos se llenaron levemente de la sangre de su espalda—.
—¿Por que lo has hecho?—dijo el hombre a nuestra espalda, no especifico para quien era la pregunta, tampoco hizo falta—.
—Te dije que si volvías a tocarme te arrepentirías—Tom me tomó de la muñeca con fuerza y tiro de mi hacia afuera—.
¿Estaba enfadado conmigo?
—Harrison—lo llamó, en la recepción Harrison estaba de pie con la cara pálida y el abrigo seco de Tom entre las manos—.
—Señor Holland, le pido una disculpa no sabía que Akemi había organizado todo esto—se disculpó apresurado quien debía ser el dueño de todo con el castaño que no disminuyo su paso ni aligero su agarré de mi muñeca—.
—Me voy a encargar de que los despidan a todos—gruño aun furioso, llegó a Harrison y le arrebató de las manos el abrigo largo, dejándolo caer sobre mi cabeza y mis hombros—.
—¡Señor Holland, le prometo que todo esto no volverá a pasar!—gritó pero Tom abría la puerta de su jeep oscuro para dejarme subir en la parte trasera, azotándola para después subir al asiento del copiloto—.
—Despedirán a Akemi—Harrison intentó alivianar la tensión del ambiente—La golpeó y esta embarazada, puedo hacer que lo metan a la cárcel si quieres—.
Tom manejaba con el seño fruncido y los nudillos rojos, no estaba para nada contento.
—¿Les dijiste que estas embarazada?—Tom me preguntó serio girándose para verme por unos segundos—.
—No, no les dije nada—dije sintiéndome una niña pequeña al lado de la furia del castaño—.
—Mételo en la cárcel pero no digas que esta embarazada—ordenó y ni Harrison ni yo nos atrevimos a romper el denso silencio en el auto de Tom Holland—.
El camino de regreso a casa fue callado, quería estornudar, ir al baño y mi estomago rugía de hambre, parte del camino se baso en silencio interrumpido por el ruido de mi estomago, como sorbia mi nariz y cuando tocía.
Apenas llegamos a la entrada Tom se bajó cerrando con fuerza la puerta de su lado.
—Te lo preguntaré yo porque él quiere hacerlo pero esta furioso, dime ¿estas bien?—preguntó Harrison sin bajarse del auto—.
—Sí eso creo ¿por qué esta tan enojado?—pregunté Tom había entrado a la casa pero había cerrado la puerta con seguro—.
—Por que se trata de ti—comenzó a decir el rubio en voz baja— cuando Rubén nos llamó llorando Tom estaba en una reunión con los posibles nuevos lideres del bando que dejó Julián, cuando Rubén dijo que te habían llevado la cara de Tom se descompuso, salió corriendo de ahí, ni siquiera tomó las llaves del auto, Azura le lanzó un cuchillo al hombro, no le importó, solo tenía algo en la cabeza y eres tú—.
"Ese hombre es un animal y cuando quiere algo lo consigue aun que tenga que jugar con todos a su alrededor"
Maldición
Tom abrió con fuerza la puerta de mí lado, asustándome había ido por un par de cobijas y un paraguas, se encargó de colocarme las cobijas encima y llevarme a regañadientes dentro de la casa.
—Tom ¿me puedes soltar?—Tom caminó por toda la sala hasta que me llevó a su estudio donde me empujo dentro y cerro con fuerza las dos puertas de cristal detrás nuestro, Harrison corrió detrás nuestro pero el castaño ya lo había dejado afuera—me lastimas...—dije con su escritorio a mi espalda impidiéndome retroceder más—.
—¡¿Me puedes explicar que carajos estabas pensando?!—su voz resonó por todo el estudio y por toda la casa—.
Verlo enojado me arrancaba la voz.
—No lo hice para molestarte—escondí la cabeza entre las cobijas—entiendo que estés enojado conmigo—.
—¿Enojado?— dijo intentando calmarse pero seguía gritando—¡estoy furioso West! ¡furioso!—.
—Perdón—no podía caminar más hacía atrás—.
—¡Es que no entiendo como se puedes ser tan inmadura y tan cabeza dura!—.
—¡¿Que querías que hiciera?!—le grité de regreso, sus ojos se enfocaron en mí y de nuevo estaba donde quería—Si no hacía nada iba a matar a Rubén y también hubieran encontrado a Matilde y a Miguel—.
Tom llevaba sus manos a la cintura, su cara estaba pálida por la perdida de sangre.
—¡Debiste haberte ido cuando Doblas te lo dijo! ¡Debiste haber ido hacía el lado contrario cuando escuchaste que entraron, no directa hacía ellos!—volvió a gritar, ahora estaba tan molesta con él—.
Triste
—¿Sabes que Holland?—me acerqué a él y él no cambio su semblante—¡púdrete!—tiré las cobijas y su abrigo al suelo, quedando en mis ropas empapadas—.
—¡Ven aquí West!—seguía tan furioso que cuando me encontró, si pudiera tocar su piel juraría que estaba hirviendo—¡No he terminado de hablar contigo!—me alcanzó antes de que pudiera salir de su estudio, me tomó del ante brazo y cegado por el enojo tiró con fuerza hacía él, casi resbaló en el suelo—¿Por qué siempre que hay un problema huyes?—me gritó en la cara—.
—No te entiendo Holland, me dices que huya si hay un problema y cuando lo hago me dices que no lo haga—su mano estaba bien aferrada a mi brazo—¿me vas a dejar ir o nos seguimos gritando sin razón?—.
—¡¿No te das cuenta de las cosas o no quieres darte cuenta?!—del otro lado Harrison hablaba preocupado con James, que también se veía preocupado—.
—A veces me encantaría no darme cuenta—tenía los ojos llorosos y las hormonas al limite—No quiero verte, suéltame por favor, ya no quiero verte—le dije sin pensar y su mano me soltó—.
—No puedes hacer lo que te da en gana cada vez que quieres, ____—empezó a decir pero yo ya había tenido suficiente, a la mierda, tome la perilla de la puerta, la abrí y salí corriendo tan rápido como podía para que Tom no me alcanzará—¡Ven aquí ___!—.
—¡Tom! ¡ya, déjala tranquila! ella también estaba aterrada—Harrison había detenido al castaño a medio camino escaleras arriba empujándolo de regreso al estudio—.
—¡Tu ni digas nada Harrison! ¡Tu siempre la defiendes!—con el mismo enojó Tom se regresó a su estudio esta vez acompañado por Harrison y James—.
Ese día le había ganado a la naturaleza,
gané sin ser la más fuerte,
Aun parada a media escalera, saqué de entre mi húmedo suéter la libreta de notas y la pequeña memoria USB en color verde que ese policía tenía sobre la mesa, dentro suyo algunas páginas estaban húmedas, pero contenían información de Lola, de Franco Smith y de Tom.
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Capitulo super largo, una disculpa, gracias a todas por leer y comentar, por favor dejen en la sección de comentarios sus preguntas para hacer el especial <3 recuerden que pueden preguntarme directamente a mi o a los personajes :3
Si alguien quiere unirse a nuestro grupo de whats por favor mándenme un mensaje, en ese grupo les comparto borradores de capítulos no publicados, además de pequeños adelantos a los próximos capítulos, es un espacio libre y sano.
Los quiero mucho
—Alex
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