Capítulo 31

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La niña detrás del sombrerero valiente

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Danielle lucía hermosa, su nariz de puente delgado era tan fina como la de Thomas, llevaba las pestañas negras y el cabello tan rubio como el pequeño, sus mejillas regordetas estaban ligeramente rosadas por el frío y las lagrimas que continuaban saliendo de sus ojos conforme abrazaba a su pequeño.

—Bienvenida Danielle —no pude eludir dar un salto en mi sitió al escucharlo hablar detrás de mí—.

Tom había salido de la cocina, llevaba un chándal deportivo negro y una camiseta de manga corta en color blanco que se ceñía a su cuerpo a la perfección enmarcando su trabajado torso y brazos, tenía el cabello y la frente empapados de sudor, me paso de largo dándome una corta mirada antes de dirigirse a la rubia y a su hijo.

—¿Estuviste haciendo ejercicio con la pierna mala?  —le recrimine apenas me paso de largo, sobre sus manos llevaba un vaso de agua cristalina—Tom—lo llamé aún más enojada—.

Nada de lo que hiciera podía justificar que se estaba lastimando aun más, estaba enfadada y se lo quise hacer notar parándome firme, frunciendo las cejas tal y como él acostumbraba a hacer.

—Tranquila, nada que el doctor no me haya dado permiso ya —no pude evitar retroceder cuando se acerco a mi, tomándome de la cintura para depositar un beso en mi nariz—no te sienta bien esa carita de enfado— soltó una pequeña risa tomando con la mano izquierda el vaso mientras con la mano derecha me acaricio la mejilla—estamos bien ¿si?—dejó otro beso en mi frente y otro un tanto más largo en mis labios—.

Se separó de mi cuerpo atónito para caminar a Danielle que nos veía enternecidos y a mi lado podía ver a Matilde perder la cabeza con felicidad, dando pequeños saltos en su sitio.

Tom me había besado enfrente de ellos sin ningún reparo ¡y no estaba borracho!

Estamos bien ¿si?

Esto significaba que quería una relación de verdad conmigo.

—Señor Holland, mucho gusto—escuchar hablar a Danielle me hizo salir de mi transe dirigiendo mi atención hacía ellos- es un placer—eufórica se precipito a tomar la mano de Tom con ambas manos inclinándose y llevándola hasta su frente—¡muchas gracias señor! ¡Por cuidar de mí y de mi niño por tanto tiempo!—Danielle estaba desesperada por mostrar su agradecimiento—.

Cuando yo intente salvarla a ella y a Thomas solo la puse en más peligro, al final Tom estando sedado y no muy consiente nos había tenido que salvar a los tres, al igual que las cuentas, Tom se había encargado de que nada faltara.

—¡¿Qué puedo hacer para pagarle?!— Danielle llevaba consigo un bastón menos austero y sofisticado como el que tenía Tom que reacciono cuando vio que la mujer tenía la intención de hincarse—.

—Danielle, por favor tranquila, puedes pagarme aceptando un poco de té, pasa por favor—Tom como el caballero sin traje y en chándal que era ayudo a Danielle a incorporarse, llevaba unos jeans azul marino desde donde se podía ver una especie de venda por debajo de la tela arriba de la rodilla que la abultaba—.

—Sí mamá, te tengo que presentar a todos— dijo Thomas emocionado, apenas esperando a que su madre tomará su bastón para tirar de ella hasta sentarla en el sillón blanquecino de la sala—.

—¿Estas bien?—preguntó Tom en voz baja colocándose a mi lado—.

Quería saber si sería capaz de despedirme de Thomas

si podría dejarlo ir

o me quebraría en el intento

Pesé a que quise mostrar lo contrario asintiendo con la cabeza, mostrando mi mejor sonrisa, el castaño me miro enternecido, él me leía mejor que nadie y me mostro su apoyo rodeándome la cintura con su brazo mientras que con su mano libre tomaba su bastón y dirigiendonos a la sala, donde Thomas sentó a Danielle, antes de correr de lado contrario donde Matilde ahora estaba estática pellizcándose los dedos de las manos.

Samantha y Harrison llegaron en ese momento a formar parte de la escena, Harrison llevaba ropa deportiva rojo y estaba completamente roja, su respiración era entrecortada cuando se detuvo en seco para mirar a Danielle, luego a mi.

Samantha no espero, con toda su ropa deportiva en negro y el cabello en una coleta alta dejando a la vista todos los aretes sobre su oreja se sentó sobre el sillón sin esperar invitación.

—Este es el señor Tom, es muy bueno, amable y guapo, pero es muy gruñón—comenzó a presentar el pequeño soltando la mano de Matilde que se sentó al lado de Danielle para clavarle la mirada sin dejar de analizarla—.

—Thomas, no digas eso—le recriminó Danielle a su hijo antes de sonreírle cálidamente al gruñón de su salvador— mucho gusto—expresó asintiendo con la cabeza, alargando su mano para estrechar la de Tom, que se sentó junto a mi sin apartar su mano de mi cintura, Danielle también me dedicó una sonrisa cálida—.

  —También hay otra gruñona, es ella— mencionó señalando a Samantha que se incorporó sobre el sillón con los codos en sus rodillas para ver al niño amenazante— es mala, a veces demasiado, pero muchas veces es buena, hace cosas buenas que parecen malas—mencionó demasiado emocionado como para prestarle atención a la mirada asesina de la pelirroja que solo asintió con la cabeza cuando Danielle le saludo—.

—Aquí esta su té, señor—una señora de servicio con uniforme azul cielo y delantal blanco de al menos cuarenta y cinco años de edad llegó acompañada de otra chica de veintiún años que sostenía una bandeja con tazas y una tetera blanca de porcelana fina, que deposito en la mesita de centro- una disculpa—pronuncio antes de dedicarse a servir los tés—.

—Gracias Félix—mencionó Tom soltando por primera vez el agarre de mi cintura para inclinarse, tomando una de las tazas de té para darle un sorbo, colocando su mano esta vez en mi rodilla—.

Félix que debía ser la mujer mayor estaba completamente entregada en su trabajo de vertir azúcar y leche en las tazas, pero la chica más joven se quedó detrás fijando su vista completamente en mí hasta el punto de hacerme sentir incómoda, su cabello era más naranja que rojo y lo llevaba en dos coletas abultadas, tenía pecas cubriéndole el puente de la nariz las mejillas y la barbilla, la joven chica además tenía la mirada más penetrante que yo jamás había visto.

—Este es Harrison, es el güero más buena onda después de yo, es el mejor amigo del señor Tom que también se llama Thomas—presentó Thomas sonriente y Harrison se inclino sobre su sitio para sonreír y estrechar la mano de Danielle, que escuchaba atenta—.

Félix termino de servir dando una pequeña reverencia antes de caminar de regreso a la cocina, su acompañante no le siguió se quedó en su sitio con la bandeja plateada entre las manos, y sus grandes ojos cafés en mí daba rápidas miradas a Tom, pero al final su atención estaba fija en mí, me removí en mi sitió incomoda aun con la mano de Tom sobre la rodilla, cuando intenté quitarla, el castaño solo se giró para sonreírme rápidamente antes de entrelazar mi mano con la suya dejándola reposar sobre su regazo, la mirada de la chica se intensifico aun más, pero nadie más que yo parecía notarlo.

con los nervios acariciándome la nuca

ni siquiera fui capaz de apretar la mano de Tom para que me ayudará

—Oye tú—Samantha rompió la conversación que habían empezado Tom y Harrison con Danielle—¿Qué haces allí parada?—estaba sentada al lado de Harrison y miraba fijamente y amenazante a la chica que camino hacía atrás asustada al escuchar la voz de Samantha, que debió haberse dado cuenta de la escena—tráeme una botella de agua—pidió Samantha a la chica sin nombre que asintió rápidamente con la cabeza antes de bajar la mirada dándome una ultima mirada para dirigirse corriendo a la cocina—.

Tan pronto como desapareció, todos volvieron a retomar el tema, un suspiro largo salió de mi cuerpo, parecía que todo el tiempo había aguantado la respiración, ahora miraba yo a Samantha y esperaba que ella me mirará de vuelta.

—Esta es Matilde—Thomas volvió a las presentaciones—es mi mejor amiga en el mundo, es muy loca, graciosa y enojona ¿ya mencione que esta loca—dijo y todos a excepción de Samantha y yo rieron—me cae muy bien pero ojalá se bañará más seguido—.

Samantha tenia la vista fija en el árbol de navidad frente a ella, lo veía como si nunca en su vida hubiera visto uno, seguía las luces que corrían de abajo hacía arriba y se perdía en el reflejo de las esferas hasta que las luces volvían a pasar.

Toda su vida estuvo en la oscuridad

cuando conoció la luz

le pareció magia

—Mira mejor cállate, yo me baño más que tu, tu hueles a estación de metro—Matilde regañó a Thomas poniéndose de pie para poder ir a pellizcar al rubio que retrocedió divertido corriendo en circulos por el sillón—.

Por primera vez desde que Samantha había echado aquella chica se giro en mi dirección y nuestros ojos conectaron.

—Gracias—pronuncie sin voz, la chica se limito a verme para decir algo con sus labios que no pude entender—.

—Ella es ____, ella fue la chica que nos salvó, mamá, ella a cuidado de mí desde entonces, incluso me deja dormir en su cama, es mi persona favorita en este mundo hasta ahora—comunicó Thomas abrazándome haciendo que soltará la mano de Tom para rodearlo con mis brazos  —es toda una campeona de vida—.

—Muchas gracias por todo, de no ser por usted yo hubiera muerto allá dentro y Thomas se habría quedado solo—Danielle estaba sinceramente agradecida y me veía con unos ojos de corderito a medio morir—.

—Si tuviera que hacer todo otra vez, lo haría sin pensarlo, gracias a eso pude conocer a este piojo travieso—Thomas se había sentado en mis piernas, abrazado con su brazo sano sobre mi cuello- debo disculparme contigo Danielle, estando a mi cuidado Thomas se rompió un brazo—.

—¡Oh! No pasa nada señora Holland— dijo y Harrison escupio el liquido de su té de regreso a su taza, Samantha soltó una risotada, echando la cabeza hacía atrás—¿Dije algo malo?—.

—No, Danielle—me apresure a decir incapaz de ver la expresión de Tom solamente inclinándome en la orilla para ser clara con la mujer—no me hables de usted, trátame de tu, soy tu amiga y de Thomas—aclaré sin negar ni aclarar mi relación con el castaño a mi lado—.

—Bueno, muchas gracias ____—me miró asintiendo con la cabeza una vez más en agradecimiento—señor Tom—imitó la misma acción—lamento tanto arruinar el momento y abusar de su generosidad, pero hay un asunto referente a mi situación que me tiene preocupada—.

—¿Qué es Danielle?—preguntó Tom colocándose en el filillo del sofá para escuchar atentó—.

—Se trata de nuestro regreso a casa— confesó la mujer nerviosa—.

—¿Qué?—apenas fue audible para aquellos que estaban en la sala—.

Reconocía esa cara

—¿Usted se quiere llevar a Thomas...lejos?—cuestionó la castaña—.

—Mati—la llame pero ella no quito la vista de aquella que parecía querernos arrebatar a Thomas-.

-Ay mi niña, no te pongas triste- respondió la mujer maternal, intentando hacer razonar a Matilde, tomándola ligeramente de las manos, para acariciar sus pequeños nudillos con la yema de sus dedos, tomando una gran bocanada de aire mirándonos indecisa si continuar o no-lo que pasa es que allá están mis papás, los abuelitos de Thomas, también están sus amigos-.

-Yo soy su amiga- resopló Matilde con la voz entrecortada- sus amigos tienen papás y otros amigos- tragó saliva con dificultada, sus ojos brillaron dejando claro que quería romper a llorar, aun así la pequeña valiente apretó los dientes e intento no parpadear para que las lagrimas no cayeran en contra de su voluntad- si usted se lleva a Thomas yo a mi no me queda nada-.

Reconocía esa cara

el sentimiento me era familiar.

Thomas escuchaba todo incapaz de moverse, hasta ese momento él jamás se replanteo que la llegada de su madre significaría la separación de Matilde, ahora con la cara sumida en mi cuello, ya no se veía tan feliz.

-Lo siento princesa, siento haberles causado tantos problemas a todos...pero nuestro hogar es allá- Danielle hacía un gran esfuerzo por escoger sus palabras aun más cuando las primeras lagrimas traicionaron a la castaña corriendo por su cara- aun así tu y Thomas pueden seguir siendo amigos, pued-.

-Dile que no te quieres ir, dile que te quieres quedar aquí conmigo y ____-Matilde interrumpió a Danielle girándose hacía Thomas, tomándolo del brazo tirando de él hacía atrás que lo bajo de mi regazo de golpe, obligándole a que se girará y la viera a los ojos- ¡Dile!- ahora se limpiaba las lagrimas con brusquedad-.

-Matilde- Harrison la llamó esta bien, caminando en dirección a la pequeña- lo siento- se disculpó con la atónita madre al pasar a su lado- ¿por qué no nos calmamos un poco?-.

Matilde tenía los ojos clavados en Thomas, que a su vez veía el suelo triste, cuando la castaña sintió las manos de Harrison sobre sus hombros dio un tirón, empujándolo hacía atrás.

-Quiero escucharlo de él- gritó rota- ¡habla ya Thomas!-.

-Te quiero mucho Matilde, quiero estar contigo toda la vida- comenzó a decir Thomas aun con la vista en el suelo, pellizcando su cabestrillo con nerviosismo- pero...también quiero ver a mis abuelos y estar con mamá-.

La pequeña no pudo ocultar más sus sentimientos, sin esperar ni atender ni una sola respuesta salió corriendo a toda velocidad, abriendo con brusquedad la puerta de la casa, para perderse en la nieve.

Reconocía esa cara

el sentimiento me era familiar

de aquella que se ve perdiendo su familia y no sabe hacer más que llorarle a las memorias.

-¡Matatena!- me levanté de inmediato dispuesta a seguirla y consolarla como me hubiese gustado que alguien me consolará a mi también, sin embargo antes de que siquiera pudiera dar un paso un fuerte mareo se apodero de mí, acompañado de este sentí unas inmensas ganas de vomitar-Mati-.

El piso se movía, bajo mis pies y me cubría los labios para no vomitar, debía alcanzar a Matilde, hacer lo que me hubiese gustado que alguien hiciera por mí.

-¡Ángel!- escuche su voz llamarme, unas manos sobre mi cintura y un llanto lejano-.

y después

nada.

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Enjoy!!!! Gracias por leer y comentar, perdón por tardar tanto.

PD: ¡¿La ____ estará embarazada de Tom?! Descúbrelo en el siguiente capítulo de disturbios en los suburbios 😬😬😬

Con Cariño

-Alex❤️

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