Capítulo 30

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A mi: Tres vidas atrás 

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Monterrey, NL 

27 De Diciembre

Era mi turno, 

era mi momento de romper el corazón de alguien más que no fuera el mío, 

era el momento de hacerles sentir todo lo que me había tragado con creces,

por eso esa mañana,

una de las tantas que tuve que vivir desde que te perdí, 

quise ser más fuerte de lo que nunca fui 

y de lo que nunca podría ser 

me levanté y obligue a mis pies a funcionar, 

a creer.

Caminando por un mundo apagado, 

llegue a tropezones hasta tus zapatos, 

estaban rotos, viejos y olvidados, 

habían perdido el color en Junio

y en Agosto te extrañaba al usarlos,

y aun así

aun con tanto, 

me los puse y caminé los pasos que jamás creí dar

hacía delante

y lejos de ti

¿Cómo podría alcanzarte?

me los puse y caminé los pasos que nunca recorrerías,

me arreglé el cabello y me puse mi mejor camisa, 

ese día hacía algo más por ti que llorarte

—Sam— me llamó Isela desde la cocina blanquecina, llevaba puesto un delantal amarillo con dibujos de galletas de jengibre, se limpiaba las manos con un paño naranja a la vez que intentaba ver atreves del humo que llenaba parte de la cocina y la sala— ¿A donde vas?— preguntó más sorprendida que curiosa? caminando hacía mi dirección—.

—No sé, solo no quiero estar encerrado aquí todo el día— fui sincero, su expresión paso de asombro a un más esta vez salió apresurada de la cocina para verme—. 

Me recorrió de con la mirada de arriba a abajo

de abajo hacía arriba

hasta que vio tus zapatos,

desde ese día ella no me volvió a ver a los ojos

—Esta bien, no llegues tarde por favor— pronuncio únicamente, antes de volver a la cocina, su cabello negro estaba recogido en una cola de caballo alta, me pareció sumamente hermosa ese día—.

Tan hermosa, 

como lo fue alguna vez mamá

—De acuerdo— dije y salí de casa por primera vez en días—.

Mis ojos protestaron de inmediato y mi piel pálida agradeció, no tenía un lugar al que ir

ni con quien

no era capaz de decir que sabía que estaba haciendo, solamente quería avanzar 

caminar en tus zapatos, 

robarte el protagónico en mi vida.

Pase parte de la tarde buscándome en ti

—¡Sam!—alguien grito a lo lejos mi nombre—. 

Había pasado cuarenta minutos caminando, hasta que había llegado a un parque enorme, con caminos delgados de grava y cemento, con una fuente apagada de cemento en medio y un que otro juego en color azul y rojo, era un espacio despejado a mitad del día, no había niños ni adultos, solo unos cuantos arboles mi soledad y yo, por eso cuando me acosté sobre el pasto húmedo y cuando empecé a sentir como la humidad me hacía picar la piel, me sentí incómodamente cómodo, una paz profunda neutralizo mi cuerpo e hizo que mis dientes dejarán de castañar. 

En zapatos ajenos, 

estaba avanzando  

Quise dormir en quince minutos todos los sueños que no había conciliado en meses, quería dejar de despertarme cansado, de odiar quien era y de sentir que no era suficiente para nadie que me rodeara, quería dejar de sentir que mi destino y mi futuro era tan incierto y tan enmarañado como los caminos de aquel parque.

En tus viejos converse rojos  

pretendí que era tú.

Me puse mis audífonos y atravez de ellos corrió tu canción favorita, la escuche tres veces pero al final llegaba a la conclusión de que la odiaba, ese ritmo alocado y el bajo me desconcentraban de mi, así que termine por poner,

mi canción favorita

la escuché y me quedé dormido

como si no me estuvieran cazando

(RECOMENDADO ESCUCHAR  AL LEER) 

Me sentía capaz de romper el corazón de cualquiera, 

incluso el tuyo.

—¡Marica Sam!— escuché que gritaron más cerca, alcancé a  abrir los ojos antes de sentir un pie impactar en mis costillas y parte de mi estomago, haciendo que me retorciera en mi sitio—. 

La música no se detuvo ante mi dolor

tampoco lo hizo la vida

ni ellos

ni tu

Ninguno espero a que me recuperara del primer golpe antes de atinar el segundo.

—Ya no eres tan valiente ¿a que sí?— otro golpe llegó a mis omoplatos, otro más fue ligeramente parado por mi brazo en defensa, el tercero y los que le siguieron llegaron sin que siquiera pudiera saber de donde—.

Un respiro me alcanzó para darme cuenta que eran aquellos chicos con los que había peleado defendiendo nuestro apellido

me hubiese gustado decir que esa ocasión también pelee en tus zapatos tal y como tú lo harías, 

sin embargo ni tu ni yo fuimos buenos peleando, esos nunca fuimos nosotros, 

si no Tom y lo odiaba por ello.

—¿No vas a decir nada?— dijo llenó de rabía uno, tenía un ojo aun negro y parte de la mejilla de un verde herida—.

—No podías venir solo, así que trajiste a tus amiguitos para ayudarte— un hilillo de sangré escapo de mis labios y ensucio el pasto verde, no era como mi hermano mayor, no estaba acostumbrado a las golpizas—. 

Tendía a sangrar con facilidad.

—Eres un completo imbécil chiflado— se burlo sin aminorar su rabia, el que debía ser el líder se abalanzó contra mí cuando apenas intentaba ponerme de rodillas, con los codos sobre el suelo, me tumbo de golpe y descargó toda su furia en mi nuca, mi espalda y mi cabeza, de vez en cuando me tomaba del cabello para azotarme las sienes en la verde cama, otras amenzaba con quemarme vivo y cortarme el cabello con su navaja— la muerte de Harry te dejo trastocado—.

Lo hizo

así como lo hizo la muerte de papá

de mamá, 

el abandono de Tom,

claro que sí

me había jodido

—Ya déjalo Lex— pidió alguno de sus acompañantes después—. 

Estaba ahora boca arriba, toda la boca me sabía metal y tenía la sensación que me podría ahogar en cualquier momento,  Lex aun mantenía sus piernas sobre mis costados, respiraba agitado, tenía los nudillos rojos, borrosos y manchados de mi sangre.

—¿Por qué debería de hacerlo?— quitó su atención de mí para ver a su amigo—.

—No puedes matarlo— puntualizó uno—. 

—¿Por que no? extraña a su hermano— exclamó antes de levantarse ligeramente dejándome respirar para sacar algo de su bolsillo—.

A mi lado, a unos pasos, podía escuchar la música aun podía escuchar la música

—Te haré un favor ¿no es así Sam?—sacó una navaja inglesa, en color rojo la cuchilla era tan brillante y tan plateada como las que usaba papá para turturar a Tom—.

Me tomó del cabello y me pego contra el pasto mientras rozó mi cuello y mi manzana de Adam con su filo.

En tus zapatos

abría muerto de miedo

en tus zapatos

habría suplicado por mi ajena vida

—Mátame, maldito hijo de perra— escupí entre sangre y valor, completamente en desventaja—.

en mis zapatos, 

me vi valiente

Al igual que a Tom, mi valentía no me mató

Aquel chico soltó un resoplido frustrado, aparto su cuchilla de mi piel.

—Sujétenlo— ordenó a sus otros dos acompañantes que lo veían asustado antes de obedecer cada uno me tomo del brazo, colocando su rodilla y su cuerpo en la parte interna de mi antebrazo, gemí de dolor y Lex alargó una carcajada—.

Cumplió su promesa,

me tomó del cabello, 

y con su navaja comenzó a cortar de esté tanto como pudo, mechones largos y cortos adornaban la escena a mi alrededor, 

aun así

quise estar allí

por que el miedo se había ido

ya no temblaba 

y en los zapatos que me dejaste, 

estaba avanzando.

—Lex vámonos— dijo, sus manos sudorosas seguían encima de mi brazo adormecido— ¡Maldita sea vámonos de aquí antes de que venga la policía!— gritó poniéndose de pie, liberándome para empujar a su amigo, que cayó de cunclillas—.

—¿Qué crees que haces Sean?— repusó Lex ahora mirándolo desafiante—.

Sean era moreno, alto y mucho más corpulento y aterrador que Lex, que pareció retroceder al dejar pasar el coraje que le nublaba la razón.

—No estoy dispuesto a que me multen y me encierren por tu culpa, has lo que te venga en gana, pero no me metas en tus mierdas— dijo empujándolo una vez más antes de caminar en dirección contraría a mi— Loan, lo mismo va para ti— tras esto "Loan" también soltó su agarre levantándose indeciso—.

—Loan— lo llamó esta vez Lex que aun me veía fijamente—.

—¡Dejen de gritar mi nombre, no quiero que presente cargos y me reconozca!— gritó enfarruñado, temeroso y ansioso—.

Me hubiese gustado poderle decir al pobre de Loan

  que mi memoria fallaba constantemente,

 hasta el punto que no era capaz de recordar el rostro de mi madre

ni las cosas que llegaba hacer

 —Lo siento Lex, pero lo que acabas de hacer esta muy jodido— exasperó tirandose del cabello para seguir a Loan—.

—Maltido Holland o como se diga— se rindió al fin Lex, acercándose a mi cuerpo inmóvil, para escupirme en la cara—.

Después de eso se marchó

aquí es donde hubiese llorado, 

compelido por la pena y la humillación 

más allá de eso me dedique a reír, 

allí sobre el suelo, reí tanto que mis pulmones ardieron, y la mandíbula se me durmió 

reí tanto que mis extremidades maltratadas quemaron

Pase un buen rato, esperándote,  

esperando a Mamá, Papá e incluso a Tom o Paddy

esperé que alguien me escribiera junto a Jupe 

o siquiera junto a ese extraño amigo de mamá que insiste en que nos quiere

Nadie llegó a mi lado

nadie me salvó 

por que aun en tu sitió, 

nuestra historia siempre ha sido una historia triste, sin final felíz

Pero ese no era el día en el que lo aceptaría,

aun en tus zapatos

me tomé diecisiete minutos en levantarme, pero lo hice, tomé mi celular, me pusé los audífonos y la música me aturdió, 

nadie me escribiría un final felíz

Caminé por la calles aun con esa paz neutra acariciándome las pestañas, la gente me miró, pero nadie hizo nada 

No tenía a donde ir

Ni con quien

y aun así 

llegué

No a ti

pero llegué

—¡Sam!— exclamó horrorizado apenas me vio parado en el umbral de su casa con el cabello trasquilado y la cara casi irreconocible—¿Quién te hizo esto?— llevaba una sudadera azul cielo con letras de alguna universidad de la zona, su cabello castaño estaba despeinado y su mechón dorado se estaba desperdigado sobre su frente—.

—Jupe— susurré y mi cuerpo decidió que quería dormir en el suelo—. 

En ese punto no supe si fueron tus zapatos

o los míos

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Este es un capítulo algo fuerte, estuvieron pasando cosas y al principio pensaba dedicarme a mi misma el capítulo, después de todo, a pasado tiempo desde que hago algo así por mí.

Pero estoy segura de que no soy la única.

Así que este capitulo va todas aquellas, que encuentran en Sam un espejo, aquellos que encuentran un espejo en mí y en las cosas que escribo, para quienes dudan de si mismos, se juzgan y son sus peores verdugos, no importa que tan lejos parezca, ni que tan difícil se sienta, siempre hay algo más, por lo que avanzar.

Con amor 

—Alex💀

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