Capítulo 26


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Desdén: la niña que nunca fue 

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Los niños se encontraban gustosos con sus juguetes, Matilde se encontraba en la estancia con su carro a control remoto, leyendo las instrucciones del mismo para después lanzarlas de lado y apretar todos los botones visibles, Thomas estaba cerca suyo, con su brazo sano le daba vueltas a la libreta de dibujo especial que había conseguido, desde mi sitio en la sala podía ver como el rubio se distraía ligeramente para ver a la castaña cuyo fleco comenzaba a cubrirle los ojos.

—¡A huevo!— le escuche exclamar a la castaña una vez que el pequeño vehículo comenzó andar, Thomas dio un pequeño respingo sentado en las escaleras subió los pies para que este no lo tocara—. 

Debía confesar confesar que me sentía en una burbuja, después de tanto caos, parecía que nos había llegado una temporada de calma, si mi yo  de hace tres días no daría crédito a la calidad de los momento.

Sentada en el corazón de una enorme casa, con cristales finos y mármol frio, con dos infantes siendo infantes, sin preocuparse por nada más que jugar y sonreír

y vivir 

Desde mi sitio podía ver atreves de  la puerta de cristal de Tom, donde lo vi tan pacifico  

Él estaba sentado en su escritorio, sostenía varios papeles entre sus manos, una taza de café humeaba cerca suyo y debes en cuando lo escuchaba chistar y morderse los labios completamente concentrado en su trabajo.

tan tranquilo 

desde allí no podía ver sus cicatrices

así que pretendí que no las tenía 

y me quede encaprichada con esa imagen del castaño que tanto alteraba en mi corazón.

Tom me había regalado dos cosas: 

El kalimba precioso con grabados dorados

y un collar dorado con una pequeña piedra azulada  con una pequeña hoja dorada por encima de ella que contenía otro pequeño diamante en la parte de la punta.

No estaba segura de cuanto costarán los collares, la mayoría de collares que usaba tenían como máximo una cadena de cobre y me escocían el cuello cuando las usaba, sin embargo algo me decía que si tuviera que pagar por el collar que me regalo ese día el castaño, ni una vida de trabajo me hubiera alcanzado.

Ahora usaba el collar de Tom sobre mi cuello y sin pensarlo y sin poder eludirlo solté una pequeña risa recostando mi cabeza sobre el respaldo del sofá.

Y como una tormenta imprevista que acosaba el día solado, el sonido de la puerta de la entrada azotándose y hizo vibrar los ventanales alrededor de esta dejando claro que Keyslee estaba en casa.

—Creo que no soldó wey— le recrimino Matilde a la rubia que se giro directamente a verla, su cabello estaba perfectamente peinado en caireles desvanecidos, su vestido estaba arrugado, tenía brillos del mismo sobre las piernas y estaba descalza—.

—Niña, si no tienes nada bueno para decir mejor no hables— dijo Keyslee agachándose para encarar a la infante que la imitó haciendo varias muecas—.

—¡Lo mismo digo mendiga bruja pelos de elote!— le respondió Matilde antes de sacarle la lengua darle un punta pie en la espinilla tomar su carrito a control remoto, saltar a Thomas e ir corriendo escaleras arriba—.

—Maldita mocosa pordiosera— maldijo Keyslee entre dientes con un chillido agudo conforme se sobaba la espinilla—.

—Espérame, no me dejes aquí— dijo Thomas apresurado tomando todo lo que podía con sus manos para subir las escaleras de dos en dos. 

Yo seguía en el sofá con la cabeza recargada sobre mi palma, tras la noche que había vivido con Tom en el cuarto colorido y la felicidad de los niños no estaba dispuesta a dejar que Keyslee perturbara esa paz.

— ¿Tu no piensas hacer nada?— me preguntó señalando las escaleras mientras se acercaba a mi para tirar su bolso sobre la mesita al lado del sofá—.

Sabía que se refería a los niños, pero prefería evadirla.

—Mmm naturalmente, la verdad es que no tengo planes, tal vez llame a Rubén y Mangel— respondí sacándole canas a la chica de curvas perfectas, que soltó un resoplido cuando me estire alzando los brazos— tal vez lea un libro—. 

—No te hagas la desentendida conmigo— sus ojos verdes me dedicaban una mirada fría y matadora—. 

Ahora estábamos solamente separadas por el sillón, desde mi sitio pude ver cuan hermosa realmente era ella, se notaba que ella tenía una belleza natural y que las cirugías que se había hecho solo la hacían más atractiva, con sus labios carnosos, su nariz esculpida y sus ojos y pestañas largas y acentuando sus cejas perfectamente alineadas y simétricas, ni siquiera tenía marcas por las ronchas de días a tras. 

Ella era perfecta.

comparada conmigo 

llena de vendas y cicatrices, ojeras y de piel pálida

¿y aun así Tom me había elegido a mi?

—Hablaré con Matilde— dije sin ganas de pelear, escondiendo mis manos vendadas en los bolsillos de mi sudadera azul cielo, intentando pasar a la rubia de largo—. 

—Espera un momento— dijo cuando se pase a su lado— ¿Qué tienes allí?— me gire a verla  y sus ojos se abrieron aun más en sorpresa— es-o eso es...— la vi tartamudear y ceder por primera vez desde la primera vez que la conocí—. 

Keyslee se acerco tanto a mi que pude sentir el olor de su fragancia junto un ligero hedor a alcohol y cigarrillos inundarme las fosas nasales y golpearme el hipotálamo.

—No, n-no es posible— dijo y se acerco aun más, mi cuerpo se tensó completamente cuando la sentí tocarme la barbilla, alzándome ligeramente la cabeza, tomando tanto como podía el collar que estaba en mi cuello, analizando la piedra con los dedos— ¿¡Tienes idea de lo que tienes aquí!?— ahora estaba eufórica, desquiciada, sus ojos estaban desorbitados y sus dientes apretados—.

—Suéltalo Keyslee— ordené apartando a Keyslee haciendo que soltará el collar, para sostenerlo entre mis manos—.

—Eso, eso que tienes allí es un diamante rojo tintado ¿sabes cuanto cuesta una sola pieza de eso?— la vi hablar cautelosa como una cazadora a su presa, su mirada estaba fija en mi cuello y temía que intentará matarme por quitarme la joya— ¿A quien se lo robaste? Perdón pero alguien como tú jamás podría haber comprado algo así—.

Ella tenía razón

y eso me dolió 

pero no quería ceder ante las agresiones de Keyslee, no la iba dejar arruinar mi día

— No lo robe de ningún lado, es mío y punto— repuse intentando componer mi mejor cara, dándole la espalda para ir a la cocina—.

—Te acostaste con Tom— dijo y me tomo del brazo con fuerza acercándome hacía ella, hasta el punto que sentía su cuerpo caliente y sus senos bien cotoneados en la parte izquierda de mi espalda—Eso es ¿verdad?— esta vez se burlo y pude sentir su aliento chocar contra mi oído, en ese momento podía jurar que la escuchaba al doble— Te acostaste con él y él te pago con ese collar tan caro—.

—Todo lo que sale de tus labios es una estupidez, jamás has recibido amor, desde que tienes memoria solamente haces uso de tu cuerpo para obtener cosas, pero no todos somos como tú— respondí firme, girándome para encararla, su mano y sus uñas largas aun se ceñían sobre mi brazo e intentaba soltarme antes de empezar una pelea a golpes— suéltame ya, supéralo, sigue adelante—.

—No te llenes tanto la boca al hablar de mi— repuso apretando aun más mi brazo, las vendajes debajo de la sudadera comenzaban a aflojarse, si por culpa de Keyslee se me abrían las heridas me iba a enojar mucho—Dame el collar y te dejaré ir y ya no molestaré a tus malditos mocosos—.

En ese momento estaba atónita, ella no estaba peleando por Tom, o por el amor del castaño, inclusive con toda la belleza que llevaba encima, la rubia no era de capaz de ver a las personas como personas, para ella todos tenían un valor monetario y de eso se guiaba para forjar relaciones.

—Keyslee, presta atención, lee mis labios, mis expresiones, toma esto bien en claro— me acomodé quedando frente a ella completamente, las vendas se movieron al unísono, tendría que acomodarlas luego—.

No iba a permitir que Keyslee me arruinará el día

ni la vida

—No te voy a dar nada, este collar es mío y por alguna razón esta en mi cuello— dije y de otro tirón para que me soltará, su mirada solo se ensombreció aun mas— si tanto quieres uno tu misma sabes como conseguirlo—.

Y con su mano libre, sin soltar su agarre impacto su palma contra mi mejilla, parte de sus uñas rasguñaron mi mejilla, no logro cortarme la piel, pero era claro que esa bofetada dejaría marca y se uniría como una más de tantas que tenía. 

—Maldita— exclamé y mis manos se dirigieron hacia su nuca, desde donde tire de su cabello hacía atrás haciendo que empezará a gritar, cabe recalcar que ella no me soltó del brazo, sino que uso su otro brazo para apretarme más— suéltame— ahora era yo la que le gruñía—.

Cualquiera que viera la pelea podría coincidir en que era una escena patética y repetitiva. 

Yo Keyslee se dejaba las uñas y el intento en apretarme el brazo y yo le tiraba del cabello hacía atrás, ella soltaba gritos agudos, yo le gruñía, en cierto momento ella cambio de mi brazo por mi cabello, jalándolo hacía su lado izquierdo. 

—¡Te voy a destruir, te juro que te voy a destruir! ¿Crees que Tom es tuyo? ¿crees que él te ama?— amenazo tirando nuevamente antes de ser interrumpida—.

—¡Detengan esto inmediatamente!— Tom apareció después de tanto alboroto, su ceño fruncido había vuelto y camino con rapidez hacía nosotras—.

—Dile a la bruja cabeza de estropajo que me suelte— grite habiendo soltado ya a Keyslee que dio un ultimo tirón—.

En ese momento, por alguna razón pensé que Tom me defendería, que regañaría a Keyslee, que le diría que no podía comportarse como una niña mimada cada vez que no le daban lo que quería.

Pensé que Tom investigaría 

pensé que estaría de mi lado

—Ven aquí— estaba enojado por el escándalo, sin siquiera preguntar que paso, él mismo me tomó del brazo tirando con fuerza haciéndome caminar con mi brazo entre sus mano sana, me sentía como una niña a la cual regañaban y se llevaban arrastrando para castigarla y llamar a sus padres—. 

—Suéltame Tom, me estas lastimando— podía ver a los niños asomados entre el barandal del piso de arriba, habían venido tras escuchar el escandalo—.

Ya no jugaban, 

ahora me veían preocupados

—Tom suéltame por favor— sentía unas ganas inmensas de llorar, las lagrimas me nublaban la vista y el nudo en la garganta me cortaba la respiración—. 

Tom mantenía su perfil serio, hasta que llegamos a la cocina y me giro para tenerme frente suyo. 

—¿¡Que crees que estas haciendo con semejante escandalo!?— me gritó furioso y sentí la primera lagrima correr y rozarme las marcas que Keyslee había dejado—¿¡Acaso no se puede tener paz un solo día en esta casa?!¡Comportate!—. 

Me estaba gritando 

a mi

—¿Por que solo me regañas a mi?— pregunté como niña pequeña que a duras penas podía hablar por el llanto—.

Me sentía humillada, estúpida, pequeña y triste 

estaba tan enfadado conmigo, que al escuchar mi pregunta solo alargo un suspiro largo.

—Keyslee me ataco, me golpeo y me dijo un montón de cosas feas— mis mejillas se enrojecieron al darme cuenta que hablaba como una niña sentida con su padre, atreves de las lagrimas pude ver como Tom coloco sus manos sobre sus caderas— ¿Querías que me quedará parada viendo como me abofeteaba?—.

Me fue imposible leer la expresión de Tom, 

parecía que nada de lo que dijera le haría dejar de estar enfadado conmigo.

—Si, yo también le pegue a Keyslee, pero solo para que me soltará— y como la niña pequeña y patética que era tome la manga de mi sudadera, tirando hacia delante para limpiarme las lagrimas con fuerza, la mirada de Tom se dirigió a mi mejilla que  debía esta cambiando a un moretón— fue culpa de las dos, no entiendo por que solo me atacas a mi—. 

Ahora yo también estaba enfadada, no. 

Me encontraba sentida, traicionada

como mínimo esperaba que nos regañara a amabas

pero al final cuando se trataba de enojarse, Tom se enojaba conmigo

Tom siempre  se enojaba conmigo.

—Ángel...— pronuncio intentando acercarse a mi hasta que su pulgar me acaricio el rostro y la mejilla limpiándome las lagrimas que no dejaban de salir—.

— ¡No! ¡No me toques!— le grite colocando mis manos sobre su estomago empujándolo hacía atrás hasta que me soltó— No entiendo porque siempre terminas enfadado conmigo ¿por que te haz empeñado tanto en humillarme enfrente de Keyslee y de los niños?— estaba segura de que mis sollozos se escuchaban incluso fuera de la cocina y que tal vez los niños y la rubia me estaban escuchando—. 

Pero aun cuando intentaba controlarme solo conseguía llorar más, limpiándome las lagrimas con mis mangas que quedaron empapadas. 

—Dices que me amas, pero luego te comportas así...a veces puedo jurar que te odio Holland— exclamé en mi limite, dándome la vuelta para salir corriendo—. 

—Ángel, ven— lo escuche llamar detrás y podía jurar que hizo sus intentos por correr con su pierna mala detrás de mí—.

En la estancia estaban Keyslee y los niños que habían estado escuchando todo, todos ellos con expresiones asombradas, en el publico también estaban Harrison, James y Samantha. 

—¿Estas bien?— me preguntó Harrison preocupado, llevaba un pantalón gris y un suéter negro que entallaba su figura— ¡____! me llamó, yo solamente me limite a ir a escaleras arriba—.

Todos ellos habían escuchado a Tom gritándome 

y todos me habían escuchado llorar 

y todos me habían visto con los ojos rojos, la mejilla roja y la cara empapada

sentía mi dignidad por los suelos y no quería ver a nadie en un buen momento

Lo peor de todo era que Keyslee no había arruinado mi día, 

el que lo había arruinado era Tom.


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Violetas rojizas: el día que ella abrió sus ojos

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Él había intentado llegar hasta las escaleras, donde sus intentos por alcanzar aquella chica de ojos tristes y de vida golpeada fueron extinguidos por el rubio de su amigo, que ahora lo miraba 

¿decepcionado?

¿confundido? 

¿cansado?

¿enojado?

—Dame un momento— pronuncio Holland presintiendo lo que su aliado lo diría, intentando subir los primeros escalones antes de que Osterfield lo detuviera—. 

—Déjala estar sola un momento, estaba muy alterada, necesita calmarse— recomendó Haz colocándose en medio de las escaleras sin darle acceso alguno al castaño que ahora estaba preocupado—. 

—¿Y si hace algo estúpido y peligroso?— ahora él se encontraba como un niño intentando convencer a su padre de que lo dejará salir a jugar al parque—.

aun cuando el nunca pudo actuar como niño

y su padre jamás actuó como un padre.

—Los niños subieron tras ella, si algo pasa ellos nos dirán— intento calmarlo— tengo que decirte algo de verdad— insistió—. 

El castaño se limito a alargar un suspiro, bajando las únicas escaleras que había podido subir, se sorprendió bastante al darse cuenta que Keyslee también estaba llorando,  colgada del hombro de James que intentaba consolarla mientras sollozaba.

—James— lo llamó Tom y él me miro diciéndole que le diera unos minutos—.

—¿Qué es tan urgente que no puede esperar Harrison?— preguntó Holland entrando a su estudio nuevamente donde se sentó sobre la mesa—. 

Samantha ya estaba agazapada sobre su silla y se mantenía jugando con su celular, llevaba ropas negras y el cabello sostenido en una cola de cabello, su piel aun se veía algo pálida, después de todo ella no había dejado que trataran  propiamente sus heridas, ese era otro asunto que preocupaba a Tom, él no quería que Samantha muriera por no cuidarse.

—Te lo diré como va, no hay forma de amortiguar este golpe— comenzo a decir Hazza pausado, sentándose en la silla frente a Samantha, fijando los ojos en Tom que veía el jardín, el cielo y como un par de gotas competían por bajar—.

—Hazlo— dijo el joven—. 

pero realmente pese a que no eran buenas noticias 

—Mañana dan de alta a Danielle, quiere ver a su hijo y me pidió que la ayudará para que pudiera regresar junto con Thomas a su país tan pronto como fuera posible— soltó Harrison de golpe—.

no eran malas noticias

Danielle se había recuperado de todo el trauma

su vida estuvo al hilo durante mucho tiempo

ahora esta bien y deseaba empezar desde cero

eso le hacía feliz

sin embargo...

—¿Cuánto tiempo requieres para arreglar los problemas legales con su ex-marido para que así ella pueda volver sin riesgo de que le quiten a Thomas?— preguntó el castaño atónito, inexpresivo, golpeado por la noticia, viendo aun como las gotas competían unas con otras—.

—Una semana— dijo el rubio siendo capaz de leerlo a la perfección—. 

—Una semana— repitió—.

¿Cómo se supone que le diría a su Ángel que el niño al que tanto amaba se iría?

al otro lado del mar

que ya no podría mantener comunicación con él

que ya no lo vería más.

¿Cómo se supone que se lo diría a Matilde?

Thomas había llegado a ser parte importante en la vida de todos, un pequeño remolino de cabello dorado y ojos grandes,

un pequeño remolino,

un tifón al cual conocieron por casualidad

el cual estaba apunto de decir adiós. 

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¿Qué pasará con Danielle y Thomas? Descúbrelo en el siguiente capitulo de "Rubios en apuros" tiriririri.

Gracias a todos/das por leer, perdón por tardar, estuve intentando escribir algo en Come true, pero no resulto y al final no alcance a publicar nada, sientanse libres de dejarme sus comentarios y pensamientos, al final ustedes son el motor de todo esto. 

Con amor

—Alex

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