Capítulo 1

                                        

                                                                                                      Anestesia 
PRIMERA PARTE

-Ha nevado más que nunca, personalmente jamás había visto Londres con tanta nieve- dijo Harrison mi más fiel compañero y empleado, mirando por la ventana la nieve sobre el suelo y varios escaparates de Londres en el trayecto de camino a casa- aunque tampoco te había visto tan jodido a ti- teorizó al darse cuenta que me mantenía perdido en la intermitente nada de como serian las cosas de ahora en adelante- piensas en ___ ¿cierto?-. 

-Si ya lo sabes ¿para qué preguntas?- conteste un tanto irritado conforme más nos acercabamos a casa, apagando mi celular para ignorar la décimo sexta llamada de Keyslee que no había parado  de llamar desde hacía más seis horas-. 

-Odio decirte esto pero...el amor y la profesión no se llevan, no pueden estar juntos, no si la quieres mantener con vida...a menos que __ se vuelva parte o tu salgas...- sugirió el rubio aclarándose la garganta  con pesadumbre-. 

-¿Qué ella entre? ¿Qué yo salga?- bufé con incredulidad fingida, Harrison muy buen compañero de negocio, sin embargo era  pésimo consolando- no juegues Osterfield sabes que el destino de cualquiera de los dos es el mismo...la muerte, además ella me odia piensa que le hice algo malo a esa chica en Italia-.

-¿A ___?¿ ___ piensa que dañaste a ____?¿ella no sabe que en cuanto te diste cuenta que llevaba el mismo nombre que ella te acobardaste, le mentiste a Dante diciendo que la mataste y la dejaste ir?- se burló Harrison sacando una pequeña menta de su envoltura hasta llevarsela a los labios - disculpame pero que hilarante y que curioso el mundo-. 

-¿Te diviertes?- le cuestione al rubio que terminó por  dejar la envoltura en el portavasos a su lado-. 

-La verdad es que si... ¿Que vas a hacer cuando llegues a casa y la veas? ¿Te vas a controlar? más allá de eso ¿Te vas a alejar?- preguntó haciendo un ademán con sus manos conforme pasaba la menta de una mejilla a la otra-. 

-Haré lo que tenga hacer para mantenerla viva ¡no puedo joderle la vida Harrison!- escupí entre dientes inclinandome sobre el asiento de cuero para encararlo directamente-yo no soy para ella, ella merece un hombre normal, con una vida normal, con un trabajo normal donde no se tenga que preocupar si me matan o intentarán matarla a la mañana siguiente, merece una vida normal, sin miedo...al lado de alguien que jamás se haya ensuciado las manos con sangre- le dije derrotado a Harrison, aun que realmente había sido más para mi, en un intento de convencerme-.

-Vamos Thomas deja de excusarte tras eso, la muerte es el destino de todos, todos estamos expuestos a ella, siendo mafiosos o no, cuando llega, llega y punto- comentó el rubio con fastidio mirándome con desaprobación- lo siento, en términos normales yo no apruebo tu relación con ___ y soy consciente de que tienes miedo de que la historia de tus padres se repita...pero tambien soy consciente de que no puedes alejarte de ella, no eres tan valiente-. 

-Harrison- lo llame con seriedad consiguiendo que se incorporara en el asiento frente a mi con nerviosismo-. 

-Dime- contestó devolviendo la vista a las nubladas y frías calles de Londres-. 

-Concéntrate únicamente en tu  trabajo, si llego a necesitar un análisis o un consejo yo te llamo, por lo pronto se profesional ¿De acuerdo Osterfield?- estaba siendo un cabrón asqueroso, nunca me gusto tratar con superioridad a mis subordinados, pero ciertamente Hazza tenía razón a eso me tenía aún más irritado más allá del  dolor de haber estado sentado durante tantas horas de viaje, el sueño y el tener que aguantar a Keyslee apenas cruzara la puerta de la casa-. 

-Si señor Holland, disculpe usted- dijo a secas, dejandome claro que lo había arruinado todo, definitivamente tendría que disculparme con él despues-.

-Llama a Samantha, dile que vaya a la casa en cuanto se encargue del asunto del almacén de Dante- ordene a lo que Harrison se levantó ligeramente apoyando su espalda en el respaldo para sacar su móvil y comenzar a redactar los comunicados- tambien llama a James informale que ya hemos llegado y que habrá reunión de inmediato, que Fere este presente-.

El rubio despegó la vista de la pantalla para mirarme con confusión debatiéndose si hablar o no. 

-¿Fere? Asumo que se trata del reciente descubrimiento acerca del enemigo, bueno mejor dicho enemigos- dijo Harrison con cautela, antes de volver a fijar la vista en su móvil-. 

-Así es, no sabemos contra que vamos, es mejor mantenerlos informados y a la vista- mi pulso se aceleraba cada vez más, de ves en cuando se detenía y el corazón se me agolpaba en el pecho a punto de salir y correr por su cuenta, estaba nervioso, ansioso y asustado, un lío de emociones que no había experimentado desde que mi padre vivía, solo que esta vez el culpable de todas ellas no era él, si no ___-. 

Aquella que quería y cuyo odio me estaba ganando a pulso. 

-Está todo listo, ahora nada más falta llegar- dijo Hazza sincineado su voz  en tono de burla, él bien sabía que cruzando el portón negro que estaba delante nuestro, el sabia bien que detrás de esas puertas blanquecinas-. 

Estaba la única mujer a la que podía llamar "hogar", una palabra simple pero llena de significado, uno que desconocía hasta que la conocí, tras de ella no existió más, no hubo mitades, solo un todo y un nada, pero nada a la mitad. 

-Iré a darme un baño y a cambiarme de ropa, por favor tu encargate de que todo esté listo en el estudio para la reunión- le solicite a Harrison en el escalón de la entrada, que asintió con  aprobación abriendo la puerta para que pudiera pasar.    

La casa seguía pareciendo infinitamente grande e infinitamente vacía, despues de todo ni Harry, ni Paddy ni Sam estaban allí para llenarla como se había planeado al inicio de nuestras incredulas vidas, ellos no estaban allí, la casa estaba vacía de presencia y llena de recuerdos, lastima que los recuerdos no se puedan abrazar...

El trayecto por la escalera con una pierna herida y otra entumecida fue toda una aventura entre mi muleta y mis manos, me llegue a quejar tanto que me sorprendió que ni ___ y su séquito de piojos, Rubén, Miguel o incluso Keyslee fueran capaces de oírme,  cosa que agradecí en el fondo puesto que no estaba listo para afrontar a ninguno de ellos y mucho menos a ___. 

En cierta manera me alivio pasar desapercibido, ocultando mi existencia al mundo una vez más.

Una vez escuche a mamá hablarle a Sam acerca de que en ocasiones las personas son caminos de tierra indefinidos, mientras que otras son alquitrán, que los forman y que eventualmente tanto alquitrán como camino se funden el uno con el otro, se hacen uno mismo y no se pueden separar, permanecen juntos hasta el final del camino, aunque llueve, truene, se derrumbe o se incendie el mundo...nada es capaz de separarlos. 

  -No enteros al menos- pensé, pero no dije nada-.

Apesar de que estaba hasta el culo de alcohol y era incapaz de mantener coordinadas mis acciones o mi cerebro, era consciente de que lo  que decía era completamente estúpido y falso, sin embargo no objete nada...más allá de que el whisky me había quemado las cuerdas vocales  no dije nada porque...tanto mamá como Sam estaban enamorados y yo no era nadie para quitarles su pedacito de naufragio a mitad del pacífico. 

No le creí, tras pasados tantos años me llegue a preguntar si realmente ella llegó a creer todas sus historias y metáforas de amor o si solo fue una excusa para meter algo de humanidad en sus perdidos hijos, algo que nos hiciera creer en algo, por muy efímero y quebradizo que fuera. 

Me hice mil preguntas pero nunca le creí                                                                                                              que ingenuo fui. 

-Pero que...- mi pulso se aceleró apenas crucé la puerta de mi habitación, dejando detrás el equipaje que había cargado tras tantos años-. 

Y mi cerebro y mis piernas ya no eran  mías                                                                                                              Y mis ojos y mis labios se revelaban una vez más dejándome indefenso                                             ante el universo que los suaves párpados de sus ojos se volvió verso                                               donde me atrapo y no pude salir  nunca más. 

Delante mío ____ dormía plácidamente sobre mi cama, abrazada a la almohada, con el cabello revuelto y sin un calcetín que debió haber perdido conforme se perdía en el traqueteo del sueño.

El dolor desapareció en cuestión de respiros, mezclandose con el vapor del café caliente, quedando a un mundo de distancia, dejándome solo, donde me siento a las orillas de la cama observando como ocasionalmente sus dedos finos y delgados sobresalen de la almohada apretandola inconscientemente.

-Ángel- mi piel se eriza y siento celos de morfeo puede tenerla mientras yo me tengo con conformar con ver sus pestañas largas y sus pómulos enrojecidos-. 

Mi manos son insolentes, se han cobrado su vida propia y tienen el descaro de viajar hasta su cabello dejando suaves caricias. 

Sí extrañar se mide en base al tiempo, yo a ella la extrañe doce vidas. 

-Thomas- susurra somnolienta, me veo obligado a controlarme en un acto tentador por despertarla a besos-. 

-Ángel- respondo con suavidad, deseando que las madrugadas fuesen eternas-.

-¿Qué hora es?- pregunta tirando inconsciente de mi mano sobre su cabello, llevándola a su rostro hasta abrazarla ligeramente aspirando el aroma de las mangas de mi sudadera-. 

¡Maldita sea, Zeus!

-Las 4:35 am, sigue durmiendo aun es tiempo- le respondo completamente lleno de vida, inclinandome ligeramente al sentir como se acomoda sobre la cama, apretando mi brazo contra su cuerpo-¡Au!- me quejo por lo bajo, con la ternura recorriendo cada parte de mi ser-. 

Cuando mamá contaba sus historias acerca del amor y la vida, hasta cierto solía sentir lástima por ella,  ahora solo podia sentir lastima por mi. 

Por ingenuo.

 Las historias eran reales, podia sentirlo, era camino indefinido y mi alquitrán dormía   plácidamente sobre mi antebrazo dándome la posibilidad de acariciar su mejilla gélida con mi pulgar. 

Dándome el valor suficiente para inclinarme hasta unir sus labios con los míos, robandole un beso que me durase cuatro centenares más.  

A sabiendas... que no volvería a pasar por la curva de sus labios  con tanto descaro nunca más. 

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Muchas gracias a todas por leer y comentar ❤ espero que sea de su agrado 





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