Pesadilla recurrente.

Otto: 

Pesadilla recurrente.

Pasado...

Mi interior temblaba a cada paso que daba, tener que fingir que todo estaba bien y que no me encontraba en este lugar contra mi voluntad; me sentaba fatal. Debía asistir a esta reunión y ver a los colegas de Nash, con una sonrisa de felicidad total. Joder, Lía. ¿En que te has metido por ser una ilusa y confiar en él? Tendría una vida entera para arrepentirme de ello y de maldecir de todas las maneras posibles a ese miserable. 

Trague con bastante dificultad cuando entre en el salón, donde se encontraban reunidos. Bebían ajenos a toda la mierda que les rodeaba, ajenos a la tristeza en los rostros de esas chicas. Porque sí, Nash había traído algunas de su asqueroso club. El mismo que era manejado por su hermano, Demetrios Pride. Eran tal para cual, dos escorias. 

»Dos hijos de puta.«

Y no lo niego, lo eran.

Las risas de aquellos tipos, llenaban el lugar. En cuanto Nash, notó mi presencia; una sonrisa adornó su rostro. Se acercó a mí y deposito un beso en mi mejilla, el cual solo me causo nauseas. Maldición, deseaba poder huir a como de lugar. No me hacía mucha gracia pasar un segundo mas allí, os lo juro. Hizo carraspear su garganta y así llamando la atención de todos en la habitación.

—Chicos, os presento a Dalia; la mujer de mis putos sueños —les dice el muy capullo, es un cerdo. ¿Qué soy la mujer de sus sueños? ¡Patrañas! Eso no era cierto y ambos sabíamos eso. Pero él fingía que sí, que me amaba; pero no era amor. Era muy distinto, mas bien una obsesión extraña y en la cual se creía mi dueño. Que podía hacer conmigo lo que se le venía en gana y yo se lo permití en un momento. Aunque intente ponerle fin, nada salió como pensé. 

Ahora mi padre se encontraba bajo tierra y yo presa, a merced de un ser despreciable. Mierda. Unas inmensas ganas de llorar me abordaron, pero no era el momento de flaquear, no ahora. Tenía que ser fuerte y salir de ahí, como fuese. 

—¿Verdad que es guapísima? —preguntó, fanfarroneando sobre mí; como si yo no estuviese ahí. 

Entre cerré mis ojos, aguantando las ganas de escupirle en el rostro. Os lo juro, era muy tentador. Aunque sabemos las consecuencias que habrían luego y sí, no me hacía ilusión tentar a mi suerte. Ya tendría tiempo para cantarle sus verdades y salir viva. 

Pero dudaba mucho lograrlo, demonios. 

Los comentarios de sus colegas, no se hicieron espera. Uno era mas asqueroso, que el anterior. También oí a un par vitoreando y uno que otro silbando en aprobación de lo que su jefe decía de mí. Repugnante situación, ví la compasión en los rostros de esas chicas y me sentí fatal. ¿Se compadecían de mí? Debía ser al revés, porque en gran parte era mas afortunada que ellas. No era obligada a estar en el club y ellas en cambio... Joder, no deseaba pensar en ello y sentir lo que sentía. 

Nash me obligó a sentarme en su regazo, en cuanto todo el revuelo de mi presentación acabo. Las nauseas se hicieron presentes, en cuanto uno de sus brazos rodeo mi cintura y me acomodo mejor encima suyo. Recibí algunas miradas que no me agradaron y supe, que no sería una noche agradable. Si él se daba cuenta de ello, todo se complicaría aun mas. ¿Entendéis porque, verdad? Si perdía la cabeza, era capaz de matar a quien fuese y le daría igual las consecuencias. Sí, peligro es lo que gritaba cada poro de su cuerpo y podemos asegurar que no estaba en sus cabales. 

Continuaron con su partida de poker, apostando mas dinero del que podréis imaginar. Ya no quería estar allí, deseaba estar en la habitación aunque no fuese el mejor lugar. Nash perdió varias manos y pude ver cuanto le molesto aquello, odiaba perder y lo sabía perfectamente. 

Cuando pude, me levanté de su regazo y me senté en un sofá que había en la habitación. No hubo quejas de su parte por mi accionar, de todos modos estaba muy concentrado en no seguir perdiendo dinero. Mejor para mí, lo sé. Tal vez encontraba la forma de salir de ahí, sin que lo notase; pero descarte dicha opción cuando uno de sus gorilas no quitaba su mirada de mí. Genial. Rode mis ojos y observé el lugar a detalle. 

Era amplio, con una enorme mesa en el centro donde jugaban poker, con sillones a juego y un enorme mueble lleno de libros. Un enorme ventanal con vista hacia la calle, donde mi libertad se encontraba; era tentador acercarse a ella y huir. Pero estaría tentando mucho a la suerte. 

—¡Estoy harto de sus tonterías, joder! —entra soltando maldiciones, Demetrios. Parecía molesto con alguien en particular, su hermano sonrió divertido al verle.

—Te he dicho una y mil veces que te olvides de la bestia, ¿o no? —le recuerda su Nash.

—No puedo y lo sabes.

—Venga hermanito, la bestia no es para ti; busca otro tío.

Demetrios le regala una mirada agria, no le han gustado para nada las palabras de su hermano menor. ¿Quién era la bestia? ¿Por qué le decían así? ¿Acaso era una? Sabía perfectamente de las peleas ilegales en las que estaban involucrados ambos hermanos y supongamos que uno de sus peleadores tenga aquel sobrenombre. Puedo imaginar la clase de hombre que es o al menos un pequeña idea. 

Sentí como alguien se acomodaba a mi lado, uno de los colegas de Nash se encontraba observándome de una manera que no me gusto. Demonios. Los nervios comenzaban a adueñarse de mí y miré de inmediato a Nash, se encontraba entretenido discutiendo con su hermano; ajeno a lo que sucedía.

El tipo se acercó a mi oído con cautela y susurró para que solo yo pudiese oír:

—Sino fuera que eras la chica de Pride, te haría mía sobre esta sofá en este puto momento —mordió mi lóbulo en un segundo, para luego alejarse como si nada. 

Mi interior tembló, no quería seguir allí, claro que no. Tragué con dificultad e intenté controlar las ganas de llorar que me invadieron. Me levanté y huí de la habitación, sin importarme que Nash se enfadase luego.  ¿Por qué debía pasar por ello? ¿Acaso merecía todo lo malo que me sucedía? Oí unos pasos detrás y sin voltear del todo, me encontré con aquel tipo. Me estaba siguiendo y el terror se apodero de mí. Mierda. Respira Lía, debes llegar a la habitación y ahí estarás segura. 

Sin darme tiempo a reaccionar, me acorralo en el final de las escaleras. ¿Cómo llegó tan rápido a mí? Una asquerosa sonrisa había en su rostro y no prometía nada bueno. Entre cerré mis ojos, en cuanto su aliento mezclado con alcohol y tabaco me dio de lleno en el rostro.

—Sabes, no creo que Pride se enfade si te comparte conmigo, solo eres una zorra más en su lista y pronto se olvidará de ti —soltó, sería genial que fuese así; porque si lo fuese no me encontraría en esta situación de mierda. 

Sin titubear le propine un rodillazo en sus partes nobles, se encorvó del dolor propinado y me lanzó maldiciones, las cuales ignore y me dispuse a huir. Sentí un tirón en mi cabello, que me halo hacia atrás, el tipo no se rendía. Me apreto contra la pared y se restregó en mí.

—Haré que te arrepientas de rechazarme, zorra —bramó furioso, pero ambos nos quedamos helados -más él que yo- cuando la voz de Nash se oyó detrás suyo.

—Ponle un solo dedo encima y seré yo, quien haré que te arrepientas —su voz era calmada, pero sabía perfectamente que no era así.

Lo que sucedió luego, dejó marcas en mí imposibles de borrar.

Presente...

Me incorporo de golpe en la cama, el sudor recorre mi cuerpo entero. Paso mis manos por mi rostro e intento aguantar las ganas de ponerme a llorar como una cría. Maldición. ¿Qué sucedía conmigo? ¿Por qué tenía aquel sueño? ¿Sueño? Mas bien pesadilla, donde volvía a aquel día, aquel fatídico día. Respire con profundidad, intentando calmarme. Tomé el móvil de la mesita de noche, eran las tres de la madrugada. 

Ya no volvería a conciliar el sueño por mas que quiera e iría a la universidad hecha un zombie, estupendo. 

Quite las mantas de mi cuerpo y caminé hacia la cocina, necesitaba una taza de chocolate. La luz de la cocina estaba encendida y en ella se encontraba mi padre, con dos tazas prontas. Sí, ya hacía un mes que estaba en Londres y Fabio ya se había unido a mí. Le sonreí agradecida y di un sorbo a aquel líquido caliente.

—¿Quieres hablar de eso? —pregunta con cautela, lo sé; mis gritos deben de haberle despertado.

Tal vez he estado teniendo la misma pesadilla y puede que también no le este dejando dormir como se debe. Esta preocupado y yo también, porque no me gusta volver ahí. Eso esta claro. Pero de alguna manera cada noche, sin que lo espere lo hago; regreso a su lado. Joder.

Niego a su pregunta, no me malinterpretéis, le tengo la confianza suficiente como para contarle lo que me pasa o como me siento. ¿Pero no creen que ya ha tenido suficiente con todo esto? ¿Y que es mejor que enfrente esto sola? Ya, vale. No, no debería. Pero ya he sido una carga suficiente tanto para Stef, como para Fabio. 

—Estoy bien, solo fue un sueño —miento, quitando importancia al asunto.

Ambos sabemos que no lo estoy, pero que prefiero fingir que sí. 

Eres una idiota.

Bastante idiota.

Mi padre me extiende una tarjeta, la cual no dudo en tomar y descubro que se trata de un psiquiatra.

—Sino quieres hablar conmigo, al menos hazlo con él, le pedí a Nicolae que me recomendase algún colega suyo de Londres —sugiere y asiento.

Nicolae es mi antiguo psiquiatra y gracias a él supere muchas cosas, con su ayuda retome el instituto y a mi vida normal -vale, si es que a esto se le puede llamar normal-.

—Vale.

Se levanta de su lugar y no duda en rodearme con sus brazos, entonces lloró sin consuelo alguno. En algún momento me derrumbaría, pero no sabía que sería tan pronto.

(...)

Me acomode en una mesa de la cafetería, mientras esperaba que Julie apareciera. Moría de hambre, había sido una mañana demasiado larga y llena de clases. No me estaba lo suficientemente concentrada, me había estado debatiendo si debía ir a mi consulta de esa tarde. Sí, tomé el consejo de mi padre e iré a ver a se psiquiatra, es lo mejor para mí. 

Monty Dixon.

Tiene nombre de viejo.

Que va.

—Perdona la demora —se disculpa Julie, una vez se sienta frente a mí.

—Casi muero de hambre y sería tu culpa —digo de manera divertida, ella se ríe y en cuanto se acerca la camarera, pedimos nuestra comida. 

Julie me cuenta de sus clases y que tiene unos cuantos proyectos por hacer, aunque no estoy prestando mucha atención a ello. Sigo pensando en si es buena ir a la consulta, sé que sola no puedo superar esto y que estoy teniendo un retroceso importante. Porque he vuelto a tener ataques de pánico y solo por un roce o como sucedió con Chad aquella noche. También sumemos que he tenido esas pesadillas cada noche, tampoco ayuda mucho al panorama. Estupendo.

Julie chasquea sus dedos frente a mí y me  obligo a dejar a un lado todo esto.

—¿Qué decías? —pregunté aturdida, por haberme perdido en mis pensamientos.

—Te contaba que hoy habrá una fiesta y que quiero que vengas conmigo —repite lo que anteriormente había mencionado.

Respiro con profundidad, no me apetecía mucho ir, de verdad. Pero no quería hacerle un desprecio a Julie, es mi primer amiga aquí y de verdad aprecio su compañía demasiado.

—Vale —acepto, de todos modos me vendrá bien un poco de distracción.

Continuamos nuestra charla sobre cosas triviales, mientras devoramos nuestros almuerzos.

(...)

Observo el edificio, mientras me animo a entrar en el. Ya era mi hora para aquella consulta y de volver a relatar todo lo sucedido hace años. Respiro con profundidad y me adentro en el lugar. El Doctor Dixon me hizo pasar enseguida, me senté en el enorme sofá, mientras el tomaba asiento frente a mí.

—¿Qué tal tu día, Dalia? —preguntó, mientras abría una agenda, supongo para anotar todo lo importante.

—Prefiero Lía —me sincero—. Y sobre mi día, bien, todo esta bien —me encojo de hombros.

Una sonrisa adorna su rostro.

—Si todo estuviera bien, nos estaríamos aquí. ¿No te parece?

Entre cierro mis ojos y asiento, vale tenía razón.

—Nicolae me llamó y mencionó que podrías venir, así que puedes hablar con confianza Lía —me anima.

Nunca era fácil volver a relatar todo, recordar a Nash, recordar la muerte de mi padre, los abusos, los golpes y demás cosas que prefiero no sacar a colación. 

Observo unos segundos al Doctor Dixon y respiro con profundidad antes de comenzar:

—Como sabrá sufro de TEPT* y quizá Nicolae lo mencionó, que todo se debe a que estuve cautiva a manos de una persona que me hizo un daño impensable e irreparable —le cuento, mientras me retuerzo las manos, las cuales están sobre mi regazo—, Estos últimos días he tenido una pesadilla recurrente y regresó a un día en especial, esto lleva torturándome cada noche y es desde que llegué a Londres —continuo contando—. ¿Cree que sea porque estoy intentando dejar todo atrás? También cabe mencionar que un chico ha intentado besarme y eso descandenó que tuviese un ataque y que creyese que Nash estaba frente a mí —acabo por contarle.

Levanto la vista y veo como hace unas anotaciones, su ceño esta fruncido mientras escribe. Luego me mira y piensa un momento lo que va a decir.

—Tienes que saber que Nash no te puede volver a hacer daño, ¿vale? Lo siguiente es que debes enfocarte en algo, has deporte, sal a correr o lo que mas te guste, eso te ayudará muchísimo a enfocarte en algo y dejar de pensar en ello —me explica—, Y seguiremos con las sesiones, vendrás y me contarás como va tu día, como va tu acercamiento a las personas e intenta no ver a él en ellos. Porque nadie quiere hacerte daño, en serio y tenemos que trabajar en esto, Lía. Yo deseó que superes lo que te sucedió, que no sufras mas de tu trastorno y ambos lograremos salir, te lo prometo —me regala una sonrisa y con ello no sabe cuanta confianza me ha dado, cuan bien me hace sentir que puede que logré salir adelante. 

Comienzo a llorar cuando le relato todo desde el comienzo, como empezó mi historia con Nash y todo el torbellino de sufrimiento que trajo consigo, como perdí a mi padre, luego como estuve durante dos años a merced suya. También relato la muerte de Acacia y lo que ello hizo en mí. 

El Doctor Dixon me escucha atento y hace algunas anotaciones, se sentía bien hablar y contarle a alguien mis miedos. Contar que temía que regresase a por mí y que dañase a todo lo que quería. En ello entraban Stef y su familia, Fabio, Julie y hasta el mismo Aiden. Quien me aseguró que tengo permitido ser feliz, quien me ayudo en un ataque y supo que hacer para que me sintiese bien. 

Al salir de la consulta, me sentía mas liviana, con menos peso sobre mis hombros. Sentía que la felicidad estaba a la vuelta de la esquina y que podría alcanzarla. Joder, no os hacéis una idea de lo feliz que estaba y esperaba que durase por siempre. 

Llegué a casa directo a buscar que ponerme para la fiesta de esa noche, estaba de animo para asistir y de estar cerca de chicos de mi edad. 

(...)

El auto de Chad estaciono frente a la casa donde sería dicha fiesta, estaba llena de gente, se notaba que la universidad entera estaba allí. Bajamos y caminamos hacia el lugar, ya habían algunas personas ebrias. Sonreí divertida al notar el desastre que los invitados estaban ocasionando. 

Con Julie fuimos a por unas bebidas, aunque yo opte por una botella de agua, claro esta. Luego nos metimos en la pista de baile, una canción desconocida para mí comenzó a sonar y movimos nuestras caderas al ritmo de ella. Por una vez me sentía una chica normal, dejaba atrás aquel pasado que dejo secuelas y me ha torturado años. Por un momento me dejé olvidar que Nash existió. 

Cuando supe que era suficiente de tanto bailar, salí fuera de la casa a tomar aire. Julie por su parte se quedó conversando con un chico de su clase, podías notar que se gustaban. 

Me apoye en un pequeño muro de la casa, mientras veía a muchas parejas meterse mano. Demonios. Negué divertida y bebí de mi botella de agua. 

—¿Ahora te gustan las fiestas universitarias? —preguntan a mi lado y me encuentro con unos ojos azules que venían siendo mi cosa favorita desde que llegué a Londres.

—Aiden —pronuncie su nombre, con una sonrisa.

—¿Te ha aburrido la fiesta? —curiosea, mientras saca una cajetilla de cigarrillos del bolsillo de su cazadora.

Hago un mohín al verlo llevar esa porquería a sus labios.

—Necesitaba aire fresco —le miro de manera significativa, para que comprenda que debe tirar esa mierda.

—Ya.

Tira el cigarrillo al entender, no puedo evitar reír triunfante. 

—¿Y a ti que te trae aquí? —es mi momento de curiosear.

—Esos dos idiotas de ahí —con su cabeza señala a dos chicos, que discuten a una distancia prudente de nosotros—. Me han obligado a venir —hace un gesto de desagrado.

—¿Aiden Blaire odia las fiestas? —pregunté burlona y es su turno de reír.

—Prefiero otras cosas que una fiesta universitaria, sí.

—¿Y que cosas serían?

—¿De verdad quieres saber?

Lo dudo un momento, pero acabo asintiendo. Él me hace un gesto para que me acerqué mas a su lado, como si fuese a contarme un ultra secreto. Cuando estoy lo suficientemente cerca, susurra:

—Una de ellas es ver películas con una linda chica y que de paso me traiga mi postre favorito.

Siento al rubor subir por mis mejillas al comprender sus palabras, sé perfectamente a que se refiere, es al día en que le agradecí por ayudarme con mi episodio y donde me quedé con él; donde también le conté mi pasado. 

—Idiota.

—Pero este idiota te agrada, eh.

—Ya quisieras.

—Venga, Lía, sabes que sí.

Me toca con su codo de manera juguetona y apenas con ese gesto, mi cuerpo entero reacciona. Y no, no de la manera que lo hace siempre que alguien me roza, con Aiden era diferente.  

—Pesado.

—Soy un angelito, Caristeas.

—Claaaaro, no sabes cuanto —me mofo suyo.

Y así continuamos un rato, hasta que sus amigos se lo llevaron casi a rastras dentro de la casa, no pude evitar reír divertida. Al menos esa noche no tendría una pesadilla recurrente.

(...)

¡Amadmeeeeeee! Actualice y es bastante largo el capítulo para compensar la demora :3 Espero os guste <3

Os lo voy a mencionar, no para excusarme y menos para que os enfadéis conmigo. Pero he tenido algunos problemas personales y mas que nada en mi casa, por ende la situación me sobre paso y por mas que intenté tener el capítulo no pude. Es que me sentaba a escribir y nada salía. Tenía las ideas y todo, pero  a la hora de plasmarlas nada salía. Os lo cuento porque quiero que sepan que sino actualizó no es porque no quiera o sea mala con vosotros. Todo lo contrario, vale. En fin, espero me entiendan y no lo tomen como una excusa, porque no lo es. Solo que a veces los problemas nos sobre pasan y bueno, de por si soy algo depresiva y cuando tengo estos problemas, me aislo mucho.

Vayamos a lo importante: ¿Os ha gustado el capítulo? ¡Quiero leer vuestras opiniones! ¿Qué os pareció el pequeño momento de Lía y Aiden? ¿Alguna sugerencia de como nombrar su shipp? <3 

Os mando un abrazo enorme

Os ama:

—Vicky

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